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La banda de rumanos que robaba cajeros en Castilla-La Mancha con el explosivo del ISIS
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la UCO detiene a un grupo extremadamente peligroso

La banda de rumanos que robaba cajeros en Castilla-La Mancha con el explosivo del ISIS

La Unidad Central Operativa (UCO) desarticula un grupo asentado en Socuéllamos (Ciudad Real) que fabricó el explosivo más usado por el terrorismo yihadista para reventar cajeros y llevarse los billetes

Foto:  Así quedó uno de los cajeros reventados por la banda con explosivo TATP.
Así quedó uno de los cajeros reventados por la banda con explosivo TATP.

La Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil ha desarticulado una peligrosa banda que desvalijó varios cajeros automáticos en Castilla-La Mancha y al menos otro en Valencia con un potente explosivo de fabricación casera. Los agentes intervinieron a la organización 730 gramos de triperóxido de triacetona o TATP, una sustancia más conocida por su sobrenombre de madre de Satán y por ser la preferida del terrorismo islámico. Se calcula que los terroristas de Alcanar llegaron a sintetizar hasta 150 kilos de ese producto para atentar en Barcelona, pero el material detonó cuando lo estaban manipulando y la vivienda que usaban para almacenarlo saltó por los aires. Nunca hasta ahora se había detectado en España el uso de TATP en la delincuencia común. También es la primera vez que se encuentra antes de que llegue a explotar.

La investigación, bautizada con el nombre de operación Damage (daño, en inglés), arrancó el pasado 22 de octubre tras el robo de un cajero automático en Gavarda (Valencia), un pequeño pueblo de 1.000 habitantes. Los ladrones se llevaron 15.000 euros pero lo que más llamó la atención de los expertos policiales fueron los destrozos que provocó el explosivo con el que abrieron la caja de seguridad. “El uso de detonaciones es frecuente en el robo de cajeros desde hace años. Se suele usar gas o material pirotécnico como pólvora negra. Pero enseguida nos dimos cuenta de que estábamos ante una sustancia con mucho mayor poder destructivo”, relata Fernando Delgado, jefe del Grupo de Delincuencia Organizada de la UCO. La bomba generó un enorme estruendo y arrasó la oficina bancaria. Ante la gravedad de los hechos, el Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 6 de Alzira (Valencia) abrió una causa y asumió la investigación directamente la UCO.

El análisis de la escena llevó a los especialistas del Instituto Armado a abrir varias líneas de investigación. Una de ellas les condujo hasta un hombre y una mujer procedentes de Rumanía que habían transitado por la zona de Gavarda días antes del asalto, aunque tenían fijada su residencia en Socuéllamos (Ciudad Real), a unos 250 kilómetros de distancia. Los agentes comenzaron a seguirlos y detectaron que, a pesar de no tener una fuente de ingresos conocida, disponían de varios vehículos y llevaban un alto tren de vida. Sus movimientos eran extraños y, además, el chalé en el que se refugiaban disponía de grandes medidas de seguridad, con cámaras de vigilancia en todo el perímetro.

placeholder  Dos de los miembros de la banda, conducidos por agentes de la Guardia Civil.
Dos de los miembros de la banda, conducidos por agentes de la Guardia Civil.

Tras varios meses de investigación, otras hipótesis de trabajo acabaron perdiendo fuerza y la atención de la UCO se centró en la pareja de rumanos. Hasta que a finales del pasado enero se detectó un viaje que despejó ya casi todas las dudas. "La pareja se desplazó al aeropuerto de Barajas para recoger a dos varones llegados igualmente desde Rumanía. Uno de ellos resultó ser el experto en la fabricación del TATP que usaban en los robos y el otro era un ayudante”, comenta Delgado.

Formación militar

Los agentes también averiguaron que, días después de la llegada a España de los dos últimos integrantes del grupo, les llegó un paquete desde el extranjero. "Eran los precursores que necesitan para poder fabricar el explosivo". Se desconoce cómo aprendió a elaborarlo el especialista de la banda. “Creemos que al menos uno de los individuos tenía formación militar. Hay varios motivos que nos han llevado a pensarlo, aunque estamos en colaboración con las autoridades rumanas para conseguir más información”.

placeholder El teniente coronel Javier Rogero (izq.), jefe del Departamento de Delincuencia Organizada de la UCO, y Miguel Ángel Albéniz, del grupo de Desactivación de Explosivos de la Guardia Civil, con una reproducción del artefacto que usaba la banda para volar los cajeros. (EC)
El teniente coronel Javier Rogero (izq.), jefe del Departamento de Delincuencia Organizada de la UCO, y Miguel Ángel Albéniz, del grupo de Desactivación de Explosivos de la Guardia Civil, con una reproducción del artefacto que usaba la banda para volar los cajeros. (EC)

Esos motivos son los peculiares métodos que usaba el grupo para llegar hasta sus objetivos. En una primera fase, realizaban viajes de reconocimiento preferiblemente por las provincias de Castilla-La Mancha para seleccionar cajeros situados en lugares poco habitados y de los que fuera fácil escaparse. Una vez encontrado el punto idóneo, la banda salía de su chalé en Socuéllamos en plena madrugada. La mujer trasladaba en coche a los tres varones pero, en lugar de dejarlos en el pueblo en el que iban a dar el golpe, los soltaba a varios kilómetros de distancia, en medio de la nada. Preferían hacer el último tramo a pie y campo a través para dificultar que alguien pudiera descubrirlos. Ni siquiera en noches cerradas tenían problemas para orientarse.

10 kilómetros campo a través

Una vez llegaban al banco, sólo necesitaban dos minutos para volar el cajero y llevarse el botín. Tras la explosión, metían los billetes en mochilas y emprendían rápidamente la huida. Salían de la zona igual que habían entrado: caminando por en medio del monte. A primera hora de la mañana, la mujer aparecía de nuevo con el coche y los recogía en un punto que previamente habían pactado, en ocasiones, hasta tres horas después del robo y a 10 kilómetros de distancia. La banda podía pasar hasta siete u ocho horas a la intemperie en pleno invierno castellano. En algunas ocasiones, tampoco se llevaron el dinero y las herramientas después del asalto como medida de precaución. Lo enterraron todo y se marcharon a Socuéllamos. No regresaron a recogerlo hasta días después, cuando estuvieron seguros de que nadie les había pillado.

placeholder Una de las integrantes del grupo, tras su arresto en la operación Damage.
Una de las integrantes del grupo, tras su arresto en la operación Damage.

Los investigadores descubrieron que la explosión de Gavarda fue su debut en territorio nacional. Después protagonizaron una tentativa de robo en Casas de Haro (Cuenca) -llegaron a explosionar el cajero pero los vecinos dieron la voz de alarma antes de que pudieran llevarse el dinero- y un asalto consumado a un expendedor de El Ballestero (Albacete). Tenían grandes planes de futuro, pero el pasado fin de semana vieron cómo la Guardia Civil los truncaba de un plumazo. La UCO los detuvo, con la ayuda de la Unidad Especial de Intervención (UEI), el grupo de élite de la Guardia Civil, cuando estaban a punto de volar un nuevo cajero en el pequeño municipio de Santa Ana (Albacete).

Con una 'paleta de pizzero'

En el momento del arresto, el grupo tenía en su poder uno de los artefactos que habían diseñado para introducir el TATP en los cajeros. “Utilizaban una especie de paleta de pizzero o bate de críquet. Ponían la sustancia en un sobre, muy plano, que luego compactaban con cinta de carrocero. Después, con dos ramas muy finas, introducían el paquete en la ranura de los billetes. Previamente habían forzado la apertura con una palanca o uña para agrandar el orificio”, detalla el jefe del Grupo de Delincuencia Organizada.

“Después, se escondían tras una esquina a unos 10 metros de distancia y, con un cable, accionaban la carga. La onda expansiva hacía que la parte trasera del cajero quedara destrozada y los billetes se esparcieran por el interior del banco. Ya sólo tenían que forzar con una palanca la puerta de la oficina y meter todos los billetes que pudieran en sus mochilas”. Algunos billetes terminaban quemados pero, por las características del TATP, la mayoría quedaban absolutamente intactos.

placeholder Los expertos en desactivación de explosivos comprobaron que la sustancia hallada era la 'madre de Satán'.
Los expertos en desactivación de explosivos comprobaron que la sustancia hallada era la 'madre de Satán'.

Los investigadores calculan que, en total, la banda sustrajo con este método unos 150.000 euros. Los daños que causaron son más difíciles de estimar. "Algunas edificaciones sufrieron daños estructurales y tuvieron que ser apuntaladas por los bomberos por la potencia de las explosiones. Generaron una gran alarma social", comenta Delgado, que también subraya la dificultad de la investigación porque los seguimientos se hicieron en entornos poco poblados o casi desérticos, donde había un riesgo muy alto de que los delincuentes descubrieran que estaban siendo controlados. "Hay que tener en cuenta que sus objetivos estaban en pueblos donde a las 10 de la noche ya no había nadie en la calle. Cualquier persona extraña podía alertarlos".

La bomba que habían preparado para el golpe de Santa Ana estaba compuesta por 360 gramos de TATP. La UCO también recuperó en una segunda vivienda de Socuéllamos otros 368 gramos que estaban listos para otro atraco. Una familiar del grupo había corrido a esconder el compuesto tras enterarse de que se habían producido las detenciones, pero los agentes la descubrieron. En su refugio también se localizó una pistola de 9 milímetros y abundante munición.

Primera incautación de TATP

“Esta operación es especial porque nunca antes se había encontrado en España triperóxido de triacetona sin detonar”, explica Miguel Ángel Albéniz, del servicio de Desactivación de Explosivos y de Defensa NRBQ de la Guardia Civil. Fue el especialista que analizó la sustancia y la explotó de forma controlada. “Es tan inestable que no podíamos tenerla almacenada. Se descubrió en 1890, pero en cuanto se dieron cuenta de lo difícil que era controlarla, dejó de usarse con fines militares. Sin embargo, volvió a ponerse de moda en los 80 en Oriente Medio porque se fabrica con materiales que es sencillo conseguir. El nitrato amónico estaba muy controlado por Israel, pero la acetona, por ejemplo, que es uno de los ingredientes del TATP, se puede comprar en cualquier sitio sin levantar sospechas".

placeholder Los 368 gramos de TATP que el grupo escondía en su casa para el siguiente golpe.
Los 368 gramos de TATP que el grupo escondía en su casa para el siguiente golpe.

Esa facilidad para acceder a los compuestos y su gran potencia es lo que convirtió al TATP en la sustancia preferida de las células terroristas del Estado Islámico en Europa. No necesitaban transportar el explosivo desde Siria o Irak. Podían encontrarlo en cualquier droguería o supermercado. Los autores de la matanza de París en 2015 elaboraron esta sustancia para confeccionar pequeños artefactos y chalecos suicidas. Cada uno de esos chalecos llevaba 400 gramos de triperóxido de triacetona, casi la misma cantidad que empleaba la banda de rumanos para los cajeros.

Se acciona con simple electricidad estática

Albéniz cree que es un milagro que hayan sobrevivido los miembros del grupo desarticulado. "Los materiales son accesibles pero que es muy fácil que explote durante el proceso de fabricación o durante su transporte. Basta con que entre en contacto con electricidad estática o errática. Es una sustancia tan delicada que ni siquiera necesita detonador. La banda usaba una simple resistencia al final de un cable que enchufaban a la batería de una moto. En cuanto se calentaba, explotaba la carga". Un simple golpe o fricción durante el desplazamiento campo a través habría sido suficiente para que los acusados quedaran hechos pedazos.

La investigación no ha terminado. Los agentes sospechan que, antes de instalarse en España, parte del grupo se desplazó por Alemania, Italia y Bélgica, entre otros países, para robar cajeros recurriendo a este mismo sistema. La Guardia Civil está facilitando información a Europol que permitirá esclarecer otros hechos delictivos cometidos por estos mismos individuos.

La Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil ha desarticulado una peligrosa banda que desvalijó varios cajeros automáticos en Castilla-La Mancha y al menos otro en Valencia con un potente explosivo de fabricación casera. Los agentes intervinieron a la organización 730 gramos de triperóxido de triacetona o TATP, una sustancia más conocida por su sobrenombre de madre de Satán y por ser la preferida del terrorismo islámico. Se calcula que los terroristas de Alcanar llegaron a sintetizar hasta 150 kilos de ese producto para atentar en Barcelona, pero el material detonó cuando lo estaban manipulando y la vivienda que usaban para almacenarlo saltó por los aires. Nunca hasta ahora se había detectado en España el uso de TATP en la delincuencia común. También es la primera vez que se encuentra antes de que llegue a explotar.

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