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"O paga ya 8.000 dólares o su hijo muere": dónde está el joven Paco Molina
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amenazas a padres de un joven desaparecido

"O paga ya 8.000 dólares o su hijo muere": dónde está el joven Paco Molina

Son infinitos los mensajes de amenazas y chantaje que recibieron los padres de Paco Molina. La pantalla del teléfono móvil no paraba de encenderse a cualquier hora

Foto: Los padres de Paco Molina fueron extorsionados. (EC)
Los padres de Paco Molina fueron extorsionados. (EC)

La amenaza se la tuvieron que tragar Isidro y Rosa, los padres de Paco Molina, durante las pasadas navidades. En su casa ya no se celebran fiestas, ninguna. El calendario solo lo usan para contar los días que su hijo lleva desaparecido: tres años, ocho meses y cuatro días en el momento en que se publica esta crónica. Se le perdió la pista, cuando tenía 16 años, la noche del 2 de julio de 2015 y desde entonces nadie ha vuelto a tener noticia de él.

Se han investigado cientos de pistas; la enésima, la que llegó de Colombia. Un desconocido se puso en contacto con Isidro vía WhastApp: “Señor Molina, comuníquese, tenemos a su hijo, comunícate. Atiende o te lo vamos a matar en este momento, no vamos a esperar más tiempo por nadie. Haz llegar ahí 8.000 dólares a este correo. Si no paga no volverá a ver a su hijo. No lo busque más. No vamos a rogarle más. Señor Molina, es importante para nosotros saber qué hacer con la vida de Paco. Su tiempo se acaba. Somos terroristas, no somos buenos. Eso lo sabes”.

placeholder Mensajes de WhatsApp en los que son amenazados. (EC)
Mensajes de WhatsApp en los que son amenazados. (EC)

Son infinitos los mensajes de amenazas y chantaje que recibieron los padres. La pantalla del teléfono móvil no paraba de encenderse a cualquier hora. Tuvo que ser un amigo de la familia quien hablara con los secuestradores a través de una llamada de WhatsApp. No sacó nada en claro, más que amenazas.

Al mismo tiempo, los investigadores del Grupo de Homicidios y Desaparecidos de la Unidad Central de la Policía, que estaban informados de todo, se pusieron manos a la obra. Quién sabe, a lo mejor era verdad. Se hicieron gestiones, se pidió colaboración a la policía de Colombia, se “triangularon” teléfonos y al final se llegó a la conclusión de que no tenían a Paco retenido. Eran unos delincuentes que, aprovechando el dolor y la desesperación de una familia, pretendían sacarles todo el dinero que pudieran.

No han sido los únicos en este tiempo. A Isidro y a Rosa, además de aprender a vivir sin Paco, en la angustia de saber qué le ha pasado, si está vivo o muerto, en un mar de dudas permanente, también les ha tocado darse de bruces con la maldad humana, con la falta de empatía y con la crueldad en mayúsculas.

A veces reciben llamadas de gente que se ríe de su desgracia, bromistas despiadados. Otras, advenedizos que introducen el dedo en su dolor para beneficiarse económicamente.

Una de las llamadas que recibieron

En 2017, un tipo de Córdoba con antecedentes comenzó a llamar desde una cabina a los padres de Paco. Lo hacía a horas intempestivas y siempre repetía el mismo mensaje: “Soy amigo de Paco. He estado con él en Alicante y Albacete. Sé dónde está ahora, pero no quiero policía. Solo os lo diré a vosotros”.

No hubo tiempo a que pidiera ninguna cantidad de dinero. La Policía lo detuvo y comprobó que mentía. Jamás había estado ni en Alicante ni en Albacete. Fue condenado por un delito contra la integridad moral. Ningún alivio produjo esto a los padres, que deseaban creer que decía la verdad.

Lo cierto es que la única esperanza de los padres se llama Policía. Los agentes encargados del caso han conseguido levantar el archivo judicial que había sobre la causa. “Vamos a rastrearlo todo de nuevo. A Paco le gustaba la política. Parece mentira que fuese así a los 16 años, pero era un chaval inquieto y mentalmente muy avanzado para su edad”, cuenta el subinspector Segarra. “Se relacionaba con gente mayor que él, quizá demasiado mayor. Vamos a trillar de nuevo todas esas relaciones, porque quizás ahí esté la clave. Lo estamos reanalizando desde el principio y hemos visto cosas nuevas”.

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La amenaza se la tuvieron que tragar Isidro y Rosa, los padres de Paco Molina, durante las pasadas navidades. En su casa ya no se celebran fiestas, ninguna. El calendario solo lo usan para contar los días que su hijo lleva desaparecido: tres años, ocho meses y cuatro días en el momento en que se publica esta crónica. Se le perdió la pista, cuando tenía 16 años, la noche del 2 de julio de 2015 y desde entonces nadie ha vuelto a tener noticia de él.

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