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La huella sanguinaria del terrorismo en España a través de sus 5.000 heridos
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SEGÚN UN LIBRO RECIÉN PUBLICADO

La huella sanguinaria del terrorismo en España a través de sus 5.000 heridos

Una nueva obra pone negro sobre blanco el rastro estadístico de las personas que fueron heridas a causa de atentados terroristas perpetrados en nuestro país entre 1963 y 2017

Foto: Homenaje floral en las Ramblas a los muertos y heridos en los atentados de Barcelona de 2017. (EFE)
Homenaje floral en las Ramblas a los muertos y heridos en los atentados de Barcelona de 2017. (EFE)

Corría marzo de 1995 cuando los forenses confirmaron a ciencia cierta que los cadáveres encontrados en una fosa cubierta de cal viva en Busot (Alicante) eran los de José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala, asesinados a los 18 años por miembros de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL) en 1983. Ese mismo día ETA y su entorno llamaron a una jornada de ira en las calles del País Vasco.

A media tarde del 24 de marzo de ese año, Jon Ruiz Sagarna conducía un furgón de la Ertzaintza por la localidad guipuzcoana de Rentería cuando un cóctel molotov atravesó la ventana derecha del vehículo e incendió su interior al instante. El artefacto explosivo tenía mala leche. Los cachorros de ETA lo habían llenado de gasolina, ácido sulfúrico y clorato de potasio para incrementar la reacción química y, por tanto, multiplicar el daño. Ruiz Sagarna llevaba su casco reglamentario, pero apenas le protegió. Como consecuencia de la explosión, el furgón se convirtió en un infierno en la tierra y toda su cabeza y gran parte de su cuerpo sufrieron lesiones de extrema gravedad. Hasta el 60% de su cuerpo fue quemado. Sobrevivió, pero desde entonces le han intervenido en múltiples ocasiones. Su mujer y sus cuatro hijos han sido su clave de bóveda para mirar hacia adelante.

Foto: ETA no se ha ido del todo, pintada en el barrio del Gros de Donosti, mayo de 2018. (EFE)

"Es mejor no plantearse grandes batallas, sino sobrevivir poco a poco", asegura Ana Arregui, su esposa. Este testimonio se recoge en el libro recién publicado 'Heridos y olvidados: los supervivientes del terrorismo en España' (Espasa) de María Jiménez y Javier Marrodán, profesores de Comunicación en la Universidad de Navarra. Lo prologa Florencio Domínguez, el mayor experto sobre la vida y obra letal de ETA.

Recuerdo el momento en el que se enfrentó por primera vez a un espejo. Para él fue terrible verse. Cómo lloraba. Terrible

Los autores rinden cuentas a través de 310 páginas con los lesionados en España entre 1963 y 2017 a causa de atentados terroristas, una labor que estaba por hacer. La narración de las víctimas fallecidas ha sido más generosa a través del libro 'Vidas rotas' para los 858 asesinados por ETA y mediante la prensa y las organizaciones investigadoras para detallar las circunstancias de los 284 españoles fallecidos por la acción del yihadismo.

El rostro del ertzaintza quedó irreconocible. Su mujer cuenta parte del drama vivido: "Recuerdo el momento en el que se enfrentó por primera vez a un espejo. Se lo llevé yo porque nadie se lo había dado. Y… ¡uf! Reconozco que fui una cobarde, traté de evitarlo y le daba largas. El me decía 'quiero verme'. 'Sí, sí, no te preocupes, todo llegará', le respondía yo. Él no se podía levantar de la cama. Llegó un momento en el que vi claramente que no había escapatoria y le llevé el espejo. Para él fue terrible verse a sí mismo. Cómo lloraba. Terrible".

A la coautora del libro, María Jiménez, el testimonio de Ana Arregui le parece muy valioso para salvaguardar la memoria pública de los heridos por organizaciones terroristas. "Es extraordinario cómo estas víctimas han buscado un relato positivo y mesurado para perdonar y no devolver el mismo mal que les han hecho", apunta Jiménez a El Confidencial.

Los etarras y las células yihadistas encabezan el listado de los autores más mortíferos en la historia reciente de España

El libro se convierte así en una referencia estadística y de testimonios de víctimas para académicos, periodistas, políticos, activistas y público en general. Los autores exponen una cifra conservadora que causa escalofríos: 4.943 lesionados por acciones terroristas en España entre 1963 y 2017. Esa suma incluye los heridos en los atentados de Cataluña del 17-A reconocidos hasta la fecha por la Generalitat, aunque los expedientes de gente que se considera víctima de los ataques de Barcelona y Cambrils aún no se han cerrado. Las reclamaciones siguen llegando al Gobierno catalán.

placeholder Maite Pagazaurtundúa, eurodiputada y víctima de ETA, no ceja en su empeño por hacer justicia. (EFE)
Maite Pagazaurtundúa, eurodiputada y víctima de ETA, no ceja en su empeño por hacer justicia. (EFE)

¿Por qué María Jiménez y Javier Marrodán afrontaron el reto de elaborar un recuento meticuloso de los heridos? La coautora esgrime dos razones esenciales. Una primera está relacionada con la laguna de tratamiento del asunto en los niveles institucional, público y mediático. Sus vidas han sido marcadas a fuego después de los atentados. Asimismo, construir un relato para salvaguardar la memoria de los lesionados era una reivindicación de las asociaciones de víctimas. En segundo lugar, "en Europa existe una idea generalizada de mostrar las consecuencias del terror con el fin de evitar la radicalización como labor de prevención y creo que hemos cumplido con esa aspiración para el caso de España", explica Jiménez.

La elocuencia letal de los datos

Los etarras y las células yihadistas encabezan el listado de los autores más mortíferos en la historia reciente de España. ETA mató entre 1963 y 2017 a 858 personas (59 mujeres y 799 hombres) e infringió lesiones a 2.597 personas. El yihadismo ha asesinado a 284 ciudadanos (118 mujeres y 166 hombres) y ha causado heridas a 1.968 hasta ahora. ETA ya no mata, pero el terrorismo yihadista no ha doblado la cerviz aún.

La década más letal del terrorismo en nuestro país es la que transcurrió entre 2000 y 2009. En esos diez años, ETA acabó con la vida de 63 personas y los atentados del 11-M de 2004 provocaron la muerte de 192. En cuanto a la suma total de víctimas heridas de esa década fue brutal: 2.741.

En cuanto a la ubicación geográfica donde los terroristas han causado más daños humanos, la lista está encabezada por la provincia de Madrid con 2.552 heridos. En los ochenta, la literatura de ETA no dudaba en asegurar que "la violencia en Madrid producía un daño increíble de considerable impacto psicológico y político". Las provincias de Guipúzcoa (480), Vizcaya (411), Barcelona (305) y Navarra (214) siguen a Madrid como los territorios donde las acciones terroristas han causado más heridos, según evidencia el libro de Jiménez y Marrodán.

Como suele recordar el filósofo Fernando Savater, "las víctimas del terrorismo son víctimas políticas". El terrorismo es violencia política, si no fuera así serían víctimas de simples criminales. El asesinato por motivos ideológicos es lo que diferencia a los asesinados por el terror con respecto a los muertos por la el crimen común. Ese factor político humilla aún más a los lesionados y a los seres queridos de los asesinados porque han servido de diana de un ideal político. El libro de Jiménez y Marrodán se convierte así en una referencia obligada para contribuir a construir la memoria histórica más reciente.

Corría marzo de 1995 cuando los forenses confirmaron a ciencia cierta que los cadáveres encontrados en una fosa cubierta de cal viva en Busot (Alicante) eran los de José Antonio Lasa y José Ignacio Zabala, asesinados a los 18 años por miembros de los Grupos Antiterroristas de Liberación (GAL) en 1983. Ese mismo día ETA y su entorno llamaron a una jornada de ira en las calles del País Vasco.

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