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Atrapados en una edad que no es la suya: el drama de escolarizar a niños prematuros
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LA LEGISLACIÓN EN MADRID IMPIDE EXCEPCIONES

Atrapados en una edad que no es la suya: el drama de escolarizar a niños prematuros

Las familias reclaman un cambio en la legislación que les permita decidir si escolarizar a sus hijos según su edad cronológica o atendiendo a la corregida (cuando realmente debían nacer)

Foto: Vista de un aula en un colegio de Madrid. (EFE)
Vista de un aula en un colegio de Madrid. (EFE)

María nació en noviembre de 2013, aunque estaba previsto que lo hiciera cuatro meses después, al siguiente año. En marzo de 2014. Un desfase de aproximadamente 100 días que, sin embargo, le ha cambiado la vida. "Es como estar atrapada en una edad que no es la tuya", explica su madre, Teresa, que, a día de hoy, sigue luchando por cambiar la normativa vigente sobre escolarización y conseguir que a su hija le bajen un curso, acorde con su 'edad corregida', el término científico que se usa para establecer el tiempo o los años reales de los niños prematuros. María nació con solo 24 semanas de gestación y 700 gramos de peso —es decir, fue extremadamente prematura— y, después de cuatro meses ingresada en la Unidad de Neonatología, terminó viendo la luz.

Ahora está en tercero de Educación infantil aunque su madre insiste en que debería cursar segundo. "Lleva tres años escolarizada un curso por delante", comenta resignada. En el colegio en el que estudia también lo piensan, igual que su logopeda y su neurólogo. Tiene informes oficiales que avalan esta postura, pero la legislación vigente lo impide. La competencia, al ser educativa, está transferida a las comunidades autónomas. En Madrid, donde viven, la norma de la Consejería de Educación es clara: todos los niños se deben escolarizar al cumplir los tres años de edad en el curso que les corresponda sin excepciones.

Y la excepción es lo que precisamente demandan Teresa y otros padres en su misma situación. Que sean ellos —en el caso de los prematuros, cuyo nacimiento supone, al fin y al cabo, adelantarse un año— los que decidan si sus hijos deben comenzar el curso según el año en el que nacieron con niños que tienen un grado de madurez notablemente superior o si deben hacerlo con los niños del año en el que realmente deberían haber nacido. De hecho, la normativa sí prevé una flexibilización en el caso de niños con altas capacidades.

placeholder Un bebé prematuro descansa en una incubadora en una Unidad de Cuidados Intensivos de Neonatos. (EFE)
Un bebé prematuro descansa en una incubadora en una Unidad de Cuidados Intensivos de Neonatos. (EFE)

Teresa sufre por su hija. María se relaciona con los compañeros de su clase, pero cuando juega en el parque y es ella la que elige el grupo de niños con los que tiene mayor afinidad, recurre a los de un año menos. A los que nacieron en 2014, como debió hacer ella. En clase le pasó algo similar desde el principio. Cuando el resto de niños de la clase dejó de usar pañal ya en primero de Infantil, ella aún lo necesitaba. "Su cuerpo y su fisionomía le decían: oye, que tengo dos años, no tres", relata la madre. Al año siguiente, ya en segundo, los niños dejaban de dormir siesta después de comer porque eran mayores para eso. Ella, en cambio, se quedaba completamente frita. Los profesores la bajaban con los niños de primer curso. "Es decir, era absurdo. La llevaban con los niños con los que debía estar, pero todo el tiempo", zanja Teresa.

Los colegios que encuentran este tipo de casos combaten la situación en la medida de lo posible. Con refuerzos y ajustes en el currículo que, en realidad, acaban conduciendo siempre a un curso inferior. Pero las continuas demandas de los padres como Teresa para valorar si María debería repetir curso e ir acorde con su edad siguen sin ser atendidas. "Mi hija fuerza la máquina todo el tiempo. Y eso no puede ser". La niña acusa tartamudez y tiene un bloqueo en el habla. Su madre y los logopedas insisten: no es ningún retraso, sino que le exigen cosas que no son asumibles para su desarrollo madurativo actual. Teresa pone un ejemplo con el que cualquiera se identifica: "Cuando tú tienes un nivel básico de inglés y vas a una clase con gente bilingüe, te cortas y no hablas. Te da como vergüenza y eres consciente de que ese no es tu sitio. Cuando estás en una clase con iguales con los que te identificas, te sueltas y hablas con más normalidad incluso sabiendo que puedes cometer errores".

En el colegio, los niños no necesitaban pañales y ella todavía sí. Ahora tiene tartamudez. No es un retraso, es que fuerza la máquina

Como María, en España hay muchísimos bebés prematuros. Según los últimos datos disponibles en el INE relativos a 2016, son 27.177 los niños nacidos por debajo de la semana 37 de gestación (considerados prematuros). En cuanto a los denominados grandes prematuros (de menos de 32 semanas), hay un total de 4.010. El caso de María es todavía más sangrante, puesto que fue extremadamente prematura (semana 24). En la Comunidad de Madrid hay 637 grandes prematuros y 177 de ellos nacieron antes de cumplir la semana 28. La gran reivindicación de muchas de estas familias pasa por modificar la norma autonómica y permitir excepciones de escolarización cuando los padres así lo reclamen. No que sea obligatorio, pero sí opcional.

Algunas comunidades ya lo han puesto en marcha. Es el caso de Aragón, Canarias, Castilla y León, Murcia y Baleares. El Ministerio de Educación ya emitió una recomendación general hace tres años para que las comunidades contemplaran la posibilidad de que los grandes prematuros se escolarizaran en función de la edad corregida y no solo según su edad cronológica. La decisión, en todo caso, recaería en manos de los padres previo informe de profesionales y expertos. Para demostrar su compromiso, Educación lo promovió en las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla. Pero el resto de autonomías deben tomar su propia decisión.

placeholder Asamblea de Madrid. (EFE)
Asamblea de Madrid. (EFE)


La lucha de Teresa, María y otras familias en Madrid las aúna la Asociación de Padres de Niños Prematuros (Aprem). En estos momentos se encuentra en conversaciones con los grupos parlamentarios de la Asamblea para sacar adelante una proposición no de ley (PNL) —que impulsará Podemos— que inste al Gobierno regional a modificar la norma en este sentido. La cuestión, insiste Concha Gómez Esteban, presidenta de Aprem, es "valorar cada caso" y dar la posibilidad de flexibilizar la escolarización cuando sea necesario. "No todos los niños prematuros lo necesitan. Pero muchas veces el problema está en aquellos que nacen a final de año. En la primera infancia, siempre hay una gran diferencia en esos primeros meses. Si ya la hay entre los niños que nacen en enero y en diciembre de un mismo año, imaginemos cuando nacen en noviembre o diciembre y deberían haberlo hecho al año siguiente", explica.

Además de que el coste de cambiar la legislación sería cero, "al contrario, supondría un ahorro, porque probablemente los refuerzos y profesores de apoyo no serían necesarios en estos casos", asegura Teresa, quien cree que la medida podría facilitarles la vida a muchos niños. La primera oportunidad para su hija María llegará al terminar este curso con el cambio de ciclo a Primaria. El colegio podría plantearse como medida excepcional que la niña permaneciera otro año en Infantil. "Yo rezo todos los días, pero no sé si ocurrirá".

María nació en noviembre de 2013, aunque estaba previsto que lo hiciera cuatro meses después, al siguiente año. En marzo de 2014. Un desfase de aproximadamente 100 días que, sin embargo, le ha cambiado la vida. "Es como estar atrapada en una edad que no es la tuya", explica su madre, Teresa, que, a día de hoy, sigue luchando por cambiar la normativa vigente sobre escolarización y conseguir que a su hija le bajen un curso, acorde con su 'edad corregida', el término científico que se usa para establecer el tiempo o los años reales de los niños prematuros. María nació con solo 24 semanas de gestación y 700 gramos de peso —es decir, fue extremadamente prematura— y, después de cuatro meses ingresada en la Unidad de Neonatología, terminó viendo la luz.

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