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El PP entierra con honores el marianismo y se lanza a combatir a Vox a campo abierto
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El PP entierra con honores el marianismo y se lanza a combatir a Vox a campo abierto

Casado se da un baño de masas en una convención con discursos duros para frenar a Vox. El PP vuelve a Aznar y Aznar vuelve al PP en la reunión que escenifica el fin del marianismo

Foto: Pablo Casado, en la convención nacional del PP. (EFE)
Pablo Casado, en la convención nacional del PP. (EFE)

Aznar ha vuelto al PP y el PP ha vuelto a Aznar. La convención nacional del PP, una especie de reunión interna en la que el líder arenga al equipo, ha enterrado el marianismo y lo ha hecho con honores para que el PP, el verdadero PP, salga a combatir a Vox a campo abierto, de frente. El objetivo es derrotarlo con un discurso duro e integrarlo luego en "la casa común" de la derecha. Al menos ese es el plan que salió de la convención, en la que Casado se dio un baño de masas y cargó las pilas a los suyos que, mayoritariamente satisfechos, pasaron tres días dándose ánimos en este complicado escenario electoral.

"El PP ha vuelto, como hace 30 años". El secretario general del PP, Teodoro García Egea, sintetizaba ante la prensa el sentir de la convención. Cuando se les pregunta que de dónde vuelve, los populares vienen a decir que los últimos años han tenido que salvar España por el desgobierno de Zapatero y que quizá descuidaron algo sus principios. Ese regreso a hace 30 años es una de las claves que deja la convención del PP.

Aznar dio el relevo a Casado como lo recibió de Fraga, "sin tutelas ni tutías". Rajoy parece un paréntesis


Aznar lo simbolizó como nadie. Hace 30 años fue entronizado en el PP de manos de Fraga, que rompió la carta de dimisión sin fecha que le dejaba su sucesor y dijo en público aquello de "no hay tutelas ni tutías". El sábado volvió aquel momento. Aznar leyó un discurso denso en el que dejó claro que volvía al PP y que Casado era "un líder como un castillo", "sin tutelas ni tutías". De Fraga a Aznar y de Aznar a Casado.

En medio, un largo paréntesis que incluye más de seis años de gobierno llamado Mariano Rajoy. El expresidente tuvo una cálida acogida en la convención y su evocación en la clausura recibió más aplausos que los que se llevó Aznar. Pero su presencia e influencia fueron claramente menores. Rajoy solo acudió el viernes a una charla con su amiga Ana Pastor mientras que Aznar estuvo sábado y domingo en primera fila, junto a Casado, con un gesto más que serio, como examinando a los intervinientes.

El regreso de Aznar animó a los presentes, en su mayoría cargos públicos o aspirantes del PP. "Veíamos a Aznar medio fuera y a la gente le gusta mucho que vuelva. Nos cargó las pilas", comenta un delegado andaluz. La llegada al poder de Juanma Moreno, aunque sea con los peores resultados del PP, aumentó la euforia. Moreno y Casado se presentaron como íntimos cuando un día antes de las elecciones andaluzas el líder nacional tenía preparado el entierro del andaluz. El reencuentro, el ambiente interno, que la convención haya estado bien organizada, con un escenario moderno y una banda en directo que tocaba el rock maduro que conocen los asistentes, sumaron que muchos volvieran contentos a sus casas.

placeholder Aznar ha pasado buena parte de la convención junto a Casado. (EFE)
Aznar ha pasado buena parte de la convención junto a Casado. (EFE)

Fuera de las paredes de la convención sigue ese escenario complicadísimo para el PP, con Vox y Ciudadanos, dos partidos que le comen terreno por cada flanco. Ni el PSOE en sus peores momentos, cuando temió el sorpaso de Podemos, se encontró con dos frentes abiertos. Pero dentro el ambiente era de 'sí se puede', que solo el PP es capaz de aglutinar a la derecha y que Vox —a quien apenas mencionó nadie en las intervenciones— no tiene el pasado ni el futuro del PP. "Lo tenemos a huevo", llegó a decir Maillo.

El líder, Pablo Casado, hizo un discurso en esa clave, mirando más a su oponente de la derecha que al del centro. Si el PP aspira a recuperar todo el espacio de la derecha —el día anterior llevó significativamente a Mario Vargas Llosa—, parece querer empezar por el votante que se le ha ido a Vox. Es el más reciente y probablemente el más cercano. La deriva a la derecha del discurso de Casado es evidente. Este no es el PP de la gestión, sino de halcones. "No basta con ponerse el disfraz del PP y versionar en el karaoke los grandes temas populares. Hay que saber sufrir, enterrar a 30 de los nuestros y salir otra vez a la calle a defender la libertad. Nosotros a lo nuestro, sin retrovisores". "Los que se fueron a buscar el PP fuera del PP no lo han encontrado ni lo van a encontrar".

No basta con ponerse el disfraz del PP y versionar en el karaoke los grandes temas populares

El presidente del PP, de 37 años, la misma edad que tenía Aznar cuando accedió al cargo, levantó al público en varias ocasiones. Aunque esta vez sí llevaba un discurso escrito, fue improvisando a lo largo de la hora larga que duró la intervención. Eso provocó un par de lapsus, como cuando dijo que "la Iglesia está para dividir" y se refería a la izquierda o cuando felicitó a los cargos del PP por anteponer sus intereses a los de España.

Casado apuntó a un PP liberal con reducción de impuestos y del Estado —frente al "intervencionismo orwelliano de quienes nos gobiernan"— e implacable frente al independentismo —"el PP es una fuerza tranquila, pero implacable contra el nacionalismo"—. El discurso fue muy duro en las formas. Anunció que va a "liberar a toda una sociedad secuestrada por una banda de fanáticos racistas y supremacistas con la impunidad de tener en sus manos al Gobierno de España".

Si el PP aspira a recuperar todo el espacio de la derecha, parece querer empezar por el votante que se le ha ido a Vox. El más reciente y el más cercano


La soflama de Casado estuvo llena de críticas a la "izquierda naftalinada" que adoctrina en los colegios y que aplica "un buenismo hipócrita en materia de seguridad". "Quien venga a España a inocular odio que se vaya de inmediato, se ha equivocado de país. Aquí se viene a respetar la ley y la libertad. Respetar nuestras leyes y modos de convivencia".

Casado sí que eludió la competición con Vox en los temas más espinosos, como el aborto o la crítica a la Ley de Violencia de Género. Aunque el líder del PP se ha mostrado partidario de volver a la anteror legislación del aborto en su proclama, no lo mencionó. Sí dijo que hay que "combatir el invierno demográfico" y que el PP es "el partido de la cultura de la vida, porque no hay nada más progresista que defender a la familia". Sobre el feminismo, dijo que es "el partido que más ha hecho por las mujeres. Ni una lección. Ni de la izquierda, ni de las asociaciones de izquierda ni de ningún otro partido". El PP, el nuevo PP, no quiere lecciones. Ni, sobre todo, que le llamen derechita cobarde.

Aznar ha vuelto al PP y el PP ha vuelto a Aznar. La convención nacional del PP, una especie de reunión interna en la que el líder arenga al equipo, ha enterrado el marianismo y lo ha hecho con honores para que el PP, el verdadero PP, salga a combatir a Vox a campo abierto, de frente. El objetivo es derrotarlo con un discurso duro e integrarlo luego en "la casa común" de la derecha. Al menos ese es el plan que salió de la convención, en la que Casado se dio un baño de masas y cargó las pilas a los suyos que, mayoritariamente satisfechos, pasaron tres días dándose ánimos en este complicado escenario electoral.

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