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“La España indignada, insultada y humillada ha pasado por las urnas. Ahí surge Vox”
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“La España indignada, insultada y humillada ha pasado por las urnas. Ahí surge Vox”

Para muchos en el PSOE, la voz de Fernández Vara​, su criterio, las cosas que dice, es lo que conecta al partido con su pasado más celebrado

Foto: El presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, en una entrevista en la redacción de El Confidencial. (Pablo López Learte)
El presidente de la Junta de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, en una entrevista en la redacción de El Confidencial. (Pablo López Learte)

Cuando habla, da la sensación de que ya tiene la pierna estirada para pegarle una patada al tiesto y romper con todo. Pero solo es una impresión. No llegará la sangre al río por mucho que Guillermo Fernández Vara (Olivenza, 1958), presidente de la Junta de Extremadura, se acelere en la conversación, como si fuese cargando las calderas a medida que habla, y que no disimule su desapego creciente con la profesión a la que lleva dedicada casi media vida. Hace poco, se fue a un colegio de Badajoz y contó a los alumnos que tiene colgada la bata blanca de médico forense en el mismo despacho en el que trabaja como presidente por si uno de estos días tiene que salir pitando, pero de momento se va a presentar a unas nuevas elecciones, que serán las últimas. Para muchos en el PSOE, la voz de Fernández Vara, su criterio, las cosas que dice, es lo que conecta al partido con su pasado más celebrado.

PREGUNTA. Quería entrevistarle porque me parece usted uno de los políticos más desconcertados de la clase política española. Y lo que no sé es a qué se debe ese desconcierto.

RESPUESTA. Yo no sé a qué es debido, pero lo que es verdad es que después de llevar mucho tiempo en política, cada vez me considero menos político. Cada vez estoy más lejos de la política porque la política, tal y como se entiende hoy, es algo muy alejado de la vida de las personas. No me siento cómodo, no… Así que nadie espere de mí que solemnice lo obvio, porque eso no va conmigo.

Después de llevar mucho tiempo en política, cada vez me considero menos político

P. La política española, en vez de ser solución, se ha convertido en un problema más. Eso piensa la mayoría de los españoles cada vez que les preguntan en las encuestas.

R. Yo soy médico y político, con lo cual tengo la profesión más valorada y la menos valorada. Los ciudadanos no sienten que los políticos hablen de sus problemas. Mi sensación es que se hace política para gustar a los nuestros, sin que importen demasiado los ciudadanos. Esto tiene que ver mucho con Madrid, porque España ya no es el norte y el sur, es Madrid y el resto. En la almendra de Madrid se tiene la sensación de que solo existen ellos y, por eso, solo hablan de ellos mismos; como si no hubiera nada más, gentes y proyectos importantísimos por todas partes… A mí, la política que me interesa es otra, pegada al terreno, a los problemas, pero llegas a tu casa, pones el telediario, y ves que están a otras cosas.

La diferencia para aplicar el 155 es que hace un año estaban aprobando leyes inconstitucionales y ahora hacen ayunos

P. Tengo dudas, por ejemplo, de que la clase política sea consciente de la enorme precariedad laboral de la sociedad española, de la asfixia de la clase media, y del riesgo de una población así, desesperada, cuando acude a votar.

R. La reforma laboral, lo que ha provocado es que en España haya trabajadores en riesgo de exclusión social; tienen un trabajo pero rozan la pobreza. Trabajan, pero no les da para llegar a final de mes o para pagar la calefacción, ahora que llega el invierno. Y es verdad, lo que yo noto es que en la actualidad, en el debate político, se habla más de los políticos que de las personas. Esa retroalimentación es sorprendente. Me preocupa… Los intereses generales de los partidos están por encima de los intereses generales de las personas. Eso nos ha llevado, por ejemplo, a que en la actualidad sea imposible llegar a acuerdos, sea cual sea el tema y aunque todos compartan que sería bueno para los ciudadanos. Hemos llegado a un punto en que hacer política consiste en elaborar mensajes muy simples para realidades muy complejas.

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Foto: Pablo López Learte.

P. ¿Se refiere a algo en concreto cuando dice esto de los mensajes simples?

R. Sí, claro, por ejemplo a lo que ha pasado en torno a Cataluña. En un año, hemos pasado de que el artículo 155 de la Constitución fuera un elemento de apoyo y de unión en torno al Gobierno a que ese mismo artículo sea un arma de oposición para atacar al Gobierno. ¿Qué ha pasado en este país para un cambio tan radical? Teníamos dos materias básicas de consenso, la Constitución y Europa, y la derecha española ha decidido saltarse las dos. Eso es muy grave, están jugando con fuego.

Teníamos dos materias básicas de consenso, la Constitución y Europa, y la derecha española ha decidido saltarse las dos

P. Hombre, piense que quizá todo eso haya sucedido porque, previamente, el PSOE, su partido, decidió desalojar al Partido Popular del Gobierno apoyándose en los independentistas catalanes…

R. Vamos a ver, Pedro Sánchez planteó una moción de censura, que casi ninguno de nosotros pensaba que podía prosperar, y los independentistas se encontraron que tenían que apretar un botón y elegir si el presidente era Rajoy o Pedro Sánchez. La demostración de que no hubo pacto alguno con los independentistas es que estamos a final de año y no hay Presupuestos Generales del Estado. No hay pacto, que no; yo no aceptaría nunca un pacto con los independentistas, con aquellos que quieren romper España.

Foto: Guillermo Fernández Vara acompaña a Pedro Sánchez en una visita a Badajoz el 20 de abril de 2015. (EFE)
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P. De todas formas, ¿cree que el PSOE se ha quemado con esa operación, la moción de censura y el acercamiento de los independentistas?

R. Pedro Sánchez no tenía otra salida, estaba obligado a presentar la moción de censura, aunque no fuera lo más cómodo. Lo inesperado es que la oposición se ha echado a las trincheras y que esté levantando barricadas todos los días. Ni siquiera se acuerdan de que hubo un partido que se abrió en canal para que Rajoy fuera presidente.

P. Una votante socialista me dijo hace unos días: “La política de Cataluña contamina y pudre a todo el que la toca, y eso es lo que nos está pasando a nosotros”.

R. Lo que pudre es la radicalización de las posiciones, y eso es lo que provoca Cataluña, que se radicalicen las posiciones. El PSOE nunca se ha llevado bien con la radicalidad… Cuando las posiciones se radicalizan, la mayoría silenciosa, la España callada, se radicaliza. Cuando estás viendo todos los días a unos tipos que te están faltando al respeto, ocurre eso. Cuando Torra, o alguno de ellos, habla como habla de España, nos están faltando al respeto en lo personal. Y hay gente que va acumulando indignación hasta que tiene la primera oportunidad de expresarlo, que han sido las elecciones andaluzas. La primera vez que ha pasado por las urnas la España indignada, que se siente insultada y humillada, ha sido en las elecciones andaluzas. Si a eso le unimos que en tiempos de radicalidad la moderación se queda en su casa, pues ya tiene usted la explicación completa de lo ocurrido. Cuando pierde la moderación, pierde el PSOE. Y surge un partido como Vox, aunque probablemente la mayoría de los que lo votan no se hayan leído su programa.

Si se dan unas circunstancias como las del año pasado, el Gobierno actuará y aplicará el 155. No tengo la menor duda

P. Le entiendo, pero eso es como culpar de los resultados del PSOE a los aspectos ambientales. ¿No será que también muchos sectores del PSOE se sienten molestos cuando su partido se acerca a los independentistas y se muestra más comprensivo con ellos?

R. Le repito que el PSOE no ha pactado nada con los independentistas catalanes. Puede haber gente dentro del PSOE que haya dicho alguna cosa, pero no… A ver, lo que es muy importante que sepamos es que lo peor que le puede ocurrir a nuestra querida España, porque yo no la llamo Estado, es que un tribunal europeo nos tumbe alguna vez una decisión del Gobierno de España sobre lo que está ocurriendo en Cataluña. Para tomar decisiones constitucionales, se tienen que dar algunos elementos claros de incumplimiento de la Constitución. La diferencia de hoy a lo que ocurría hace un año es que entonces estaban aprobando leyes inconstitucionales en el Parlamento de Cataluña y ahora lo que deciden es ayunar, dicho sea con todo mi respeto para las personas. Estoy convencido, absolutamente convencido, de que si se dan unas circunstancias distintas, como las del año pasado, el Gobierno actuará y aplicará el 155. No tengo la menor duda: en cuanto se ponga en peligro la unidad de España, que es la unidad de los españoles en derechos y deberes. Pero le diré más, si eso ocurre, si el Gobierno tiene que aplicar de nuevo el 155, estaría mucho más cargado de legitimidad porque, previamente, ha habido un intento serio de llegar a un acuerdo de autogobierno, no de independencia. Yo sé que hay mucha gente que no lo entiende, pero es así.

P. ¿Ha ido usted a Cataluña? ¿Cómo cree que acabará?

R. Claro que voy… Desde luego, la situación no es la de hace un año; hace un año te insultaban por la calle. En la plaza de Cataluña, una mujer me dijo ‘váyase de aquí, extremeño', y yo le contesté que no pensaba irme porque un trozo de esa plaza era mío, igual que era suyo un trozo de la plaza de mi pueblo. El problema de Cataluña no ha sido que haya catalanes que se quieran ir de España; el problema de Cataluña es que España se fue hace mucho tiempo. Es decir, hemos renunciado a la presencia de España y de lo español en Cataluña. Quizás ha sido para evitar conflictos, problemas, por buena voluntad, pero se han ido dejando espacios libres que han ocupado hasta que ha llegado el momento en el que han querido ocupar el espacio de la soberanía. Y claro, ese no se ocupa.

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Foto: Pablo López Learte.

P. ¿El espacio que ha perdido España se recupera con un replanteamiento de las autonomías?

R. A todos los que quieren acabar con las autonomías, les diré algo: cuando no había autonomías, el 80% de los extremeños era analfabeto o no tenía estudios primarios. La gente que necesitaba un trasplante, se moría en las listas de espera… Sé lo que le ocurrió a mi pueblo con una España centralista y eso no se me olvida. Si alguien dice que la solución es que volvamos a tener lo de antes, yo me niego. Porque la autonomía es mucho más que la identidad o el autogobierno. Que no me hagan elegir, porque yo soy extremeño y me siento profundísimamente español. España no es 17 trozos; España es lo que da sentido a cada trozo.

P. Pero no le preguntaba eso. Le decía que cómo se puede recuperar espacio de España en Cataluña si ya no se puede celebrar allí ni un Consejo de Ministros del Gobierno de España.

R. Exacto. Y por eso es tan importante que se celebre, aunque sea una decisión arriesgada, como todas las decisiones importantes. Lo que hay que dejar muy claro es que el Gobierno de España se puede reunir en Cataluña como quiera, cuando quiera y a la hora que quiera.

Lo que hay que dejar muy claro es que el Gobierno de España se puede reunir en Cataluña como quiera, cuando quiera y a la hora que quiera

P. El independentismo de Cataluña está seguro de que al final triunfa, ¿usted está convencido de lo contrario?

R. No. [Hace una pausa de silencio] Desde luego, por el camino que íbamos, seguro que triunfaba. Por eso, no se podía continuar por ahí. Poco a poco, la Administración general del Estado tiene que ocupar en Cataluña el espacio que le corresponde.

P. En fin… Otra cosa: ¿desde cuando la caza es de derechas?

R. Desde nunca. La sociedad de cazadores de mi pueblo tiene 537 socios, que gestionan 20.000 hectáreas, y la mayoría de ellos son gente humilde. La caza no es de derechas, eso es un topicazo que no tiene nada que ver con la realidad. Es gente que se levanta a las seis o a las siete de la mañana y se va al campo con sus hijos, pequeños, jóvenes o adolescentes, a los que les ha enseñado a proteger la naturaleza. Atacar la caza es pura demagogia.

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Foto: Pablo López Learte.

P. Es demagogia de su partido. Como la ministra de Transición Ecológica. O como Ábalos, ministro y secretario de Organización del PSOE, que ha dicho eso de que los cazadores son ‘casposos’.

R. Yo no me identifico con esas palabras, ni esa opinión representa al PSOE. Además, eso que ha dicho no me cuadra en Ábalos, porque lo conozco, y es una persona sensata y tolerante. Supongo que habrá sido un mal día, que los tenemos todos. Con la ministra hablé, fue un error: los ministros no tienen opiniones, tienen posiciones.

Lo que ha dicho Ábalos de la caza no representa al PSOE. La caza nunca ha sido de derechas. Eso es un topicazo, pura demagogia

P. Sinceramente, ¿no le parece que su partido, el PSOE, ha renunciado a hacer suyas esas banderas, la de la caza, la de los toros, la propia bandera de España, y se las entrega a otros?

R. Soy de una tierra de toreros y de cazadores, y el PSOE con el que me identifico es el único que sigue llevando la ‘E’ de España en sus siglas. Ramón Rubial me dijo algo para que lo recordara siempre: “Primero España, luego el PSOE y, por último, los militantes”. Yo quiero seguir representando a ese PSOE que tanto se parece a España y a los españoles. Un partido que, además, es plural y es capaz de integrar distintos territorios, personas y culturas. Vista la polarización que se está produciendo, eso es muy necesario. Dentro de 10 años, de los partidos que existen actualmente en España, solo quedará uno, el PSOE. Todos los demás, a la derecha y a la izquierda, serán nuevos.

P. ¿Contempla con temor las elecciones que vienen después de lo que le ha ocurrido a su partido en Andalucía?

R. No, aunque no creo que exista ninguna excepción andaluza. En Extremadura, solo había un partido, el PSOE, capaz de poner 800 sillas en un mitin y llenarlas; ahora ya ha ocurrido con otro partido. Cuando yo perdí las elecciones, lo primero que hice fue renunciar a buscar culpables. Si aquello ocurrió, el responsable era yo porque no fui capaz de detectar que algo estaba pasando. El médico no puede saber cómo tiene el pulso el paciente si no se lo toma. Esa es la tarea.

Cuando habla, da la sensación de que ya tiene la pierna estirada para pegarle una patada al tiesto y romper con todo. Pero solo es una impresión. No llegará la sangre al río por mucho que Guillermo Fernández Vara (Olivenza, 1958), presidente de la Junta de Extremadura, se acelere en la conversación, como si fuese cargando las calderas a medida que habla, y que no disimule su desapego creciente con la profesión a la que lleva dedicada casi media vida. Hace poco, se fue a un colegio de Badajoz y contó a los alumnos que tiene colgada la bata blanca de médico forense en el mismo despacho en el que trabaja como presidente por si uno de estos días tiene que salir pitando, pero de momento se va a presentar a unas nuevas elecciones, que serán las últimas. Para muchos en el PSOE, la voz de Fernández Vara, su criterio, las cosas que dice, es lo que conecta al partido con su pasado más celebrado.

Guillermo Fernández Vara
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