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Lesmes, un final de presidencia marcado por el caos de las hipotecas
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poco más de un mes para el fin del mandato

Lesmes, un final de presidencia marcado por el caos de las hipotecas

Fuentes cercanas al presidente reconocen su pesar ante estos acontecimientos y su temor a que manchen su trayectoria en el Supremo

Foto: Carlos Lesmes. (EFE)
Carlos Lesmes. (EFE)

Las últimas dos semanas se han convertido en un auténtico mazazo para el presidente del Supremo Carlos Lesmes, que afronta en estos días la recta final de su etapa al frente del alto tribunal y del Consejo General del Poder Judicial donde llegó hace cinco años. A punto de abandonar la presidencia, con un mandato que caduca el próximo 3 de diciembre, el caos de las hipotecas amenaza con embarrar una etapa hasta ahora libre en gran medida de escándalos.

Fuentes cercanas al presidente reconocen su pesar y preocupación ante estos acontecimientos que han generado una inseguridad jurídica que repercute directamente en los ciudadanos, los juzgados, la banca, los notarios... Este medio desveló el pasado jueves su intervención en el asunto y las llamadas telefónicas que cruzó con el presidente de la Sala de lo Contencioso en las que le empujó, por "riesgo sistémico", a aclarar la sentencia que carga a la banca con el coste de los impuestos hipotecarios. Lesmes teme que este desastre quede ya unido para siempre al recuerdo de un legado limpio que concibió como contraste a presidencias anteriores, marcadas por el escándalo y la corrupción.

Foto: Lesmes y Picazo, en el nombramiento de este último. (EFE)

Llegó a esta responsabilidad en diciembre de 2013 tras la precipitada salida de Carlos Divar, envuelto en el pago a cargo de la institución de fines de semana de placer que desveló 'El País'. Quizá ese antecedente y la intención de que el órgano de gobierno de los jueces quedara sin mancha condujo de forma directa a algo que muchos le critican: el Consejo desapareció del mapa, perdió voz, dejó de ser visible, aseguran algunos. Otros defienden que impulsó una política informativa centralizada y con una línea directriz institucional que ha contribuido a alejar el foco informativo del Consejo y a recuperar una imagen de paz institucional.

En gran parte, esto se produjo por la reforma de una parte de la Ley Orgánica del Poder Judicial para introducir una nueva regulación y que acaba de ser tumbada tras un acuerdo con entre el PSOE y el PP. A través de esta modificación se creó la conocida como Comisión Permanente que agrupa a siete de los 20 vocales del órgano —cuatro del turno juridicial y tres juristas— más el presidente. Solo esas personas, que se renovaban cada año, tenían hasta el momento dedicación exclusiva y potenciaron, aseguran algunos de los consultados, un sistema presidencialista. Otros, sin embargo, defienden el modelo.

Los que le defienden aseguran que sobre todo y frente a todo es "un servidor público y un patriota"

Los primeros aseguran que el Pleno perdió competencias y se propició una concentración de poder en detrimento de los vocales. Desapareció la figura del portavoz, lo que invisibilizó al Consejo en algunos de los momentos más duros para la judicatura que en estos años ha convocado huelgas o se ha encontrado en el centro de polémicas como la reacción social tras la sentencia de La Manada. "Ha sido un Consejo hostil para los jueces", dice una de las fuentes. Los segundos oponen a este argumento que el Consejo no genera actividad para que 20 vocales tengan ocupación real y con la iniciativa se ha evitado que se malgaste dinero.

Pese a todo, los cinco años han pasado en silencio y sin grandes alborotos. Los que le defienden aseguran que sobre todo y frente a todo es "un servidor público y un patriota". Agregan que lo que se tacha de presidencialismo es en realidad una forma de gestión en la que se han identificado claramente las responsabilidades y que ha evitado y corregido el desbarajuste que se generó con el Consejo anterior.

El germen de 2015

En una de las excepciones al mandato 'tranquilo' se encuentra, precisamente una de las claves de la actual situación: la operación para sacar al magistrado José Manuel Sieira de la presidencia de la misma Sala que ahora le está dando tantos quebraderos de cabeza. Sieira, con 22 años a sus espaldas en el Supremo y cinco como presidente aspiraba a un segundo mandato. Por primera vez en la historia del alto tribunal no se renovó. Lesmes presionó a vocales del órgano para que eligieran en 2015 a su candidato particular, Luis María Díez-Picazo. No solo eso, le cerró también la puerta a presidir alguna de las ocho secciones que la componen.

Los controvertidos inicios de Picazo no mejoraron con los años. Desconectado de su Sala, aislado y sin apoyos, siempre pudo contar con Lesmes


Los controvertidos inicios de Picazo no mejoraron con el paso de los años. Desconectado de su Sala, solo, aislado y sin apoyos, siempre pudo contar con Lesmes. Ahora ya no. Tampoco Lesmes puede contar con él. Se abre un panorama que pone al borde del abismo al primero, nombrado para un mandato de cinco años de los que aún quedan dos y arroja sombras sobre las últimas semanas de la presidencia del otro. Fuentes jurídicas apuntan que la renovación del CGPJ, que ya se calculaba en plazo, ahora lo será con más motivo.

Queda para la historia su mea culpa en declaraciones públicas. Este mismo jueves pidió perdón "a los ciudadanos", por la "deficiente" gestión del cambio de jurisprudencia sobre el pago del impuesto de actos jurídicos documentados y reconoció que ha provocado "un daño y una desconfianza" en el Supremo que cree que el tribunal no merece. Como última ironía del destino, tendrá que regresar a la Sala levantada ahora en armas, y que integraba como magistrado antes de su nombramiento.

Las últimas dos semanas se han convertido en un auténtico mazazo para el presidente del Supremo Carlos Lesmes, que afronta en estos días la recta final de su etapa al frente del alto tribunal y del Consejo General del Poder Judicial donde llegó hace cinco años. A punto de abandonar la presidencia, con un mandato que caduca el próximo 3 de diciembre, el caos de las hipotecas amenaza con embarrar una etapa hasta ahora libre en gran medida de escándalos.

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