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Por qué Cs no presenta una moción de censura en plena guerra independentista
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CASADO EXIGE A ARRIMADAS TOMAR LA INICIATIVA

Por qué Cs no presenta una moción de censura en plena guerra independentista

Hay dos motivos principales. El primero, el de siempre: los números no dan. Y el segundo: provocaría un rearme en las fuerzas soberanistas en el momento más delicado en meses

Foto: La líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas. (EFE)
La líder de Ciudadanos, Inés Arrimadas. (EFE)

La ruptura entre los grupos separatistas catalanes, escenificada el martes en el Parlament en una votación que impidió reivindicar por primera vez la autodeterminación, ha dado un vuelco importante a la situación política en Cataluña. La imposibilidad de que ERC y Junts per Catalunya (JxCAT) llegaran a un acuerdo sobre cómo sustituir el voto de los diputados suspendidos (los primeros no querían ceder en la delegación del voto como tal y los segundos apostaban por una fórmula de transmisión de derechos que no incumpliera el dictamen del juez Llarena) hizo que el independentismo perdiera la mayoría absoluta en la Cámara autonómica. Y la primera consecuencia política llegó este miércoles al Congreso de la mano del líder del PP. Pablo Casado pidió a Ciudadanos impulsar una moción de censura.

Aunque la principal exigencia la lanzó contra Inés Arrimadas que, como líder del primer grupo, sería la impulsora, el verdadero objetivo del popular es retratar al Gobierno de Pedro Sánchez y que los socialistas catalanes demuestren "si están con los constitucionalistas o con los golpistas". Pero Ciudadanos no presentará ninguna moción de censura. Y no lo hará por dos motivos. El primero es el más evidente: los números no dan. Incluso si existiera un acuerdo entre Ciudadanos, PSC, PPC y los comunes (cosa poco probable), la suma de los diputados sería 65, a tres escaños de la mayoría absoluta necesaria para sacarla adelante.

En segundo lugar, fuentes de Ciudadanos reconocen que no tendría ningún sentido impulsar una moción de censura con nulas opciones y dar motivos a los independentistas para volver a armar un frente común. Consideran que en el momento de mayor tensión de los socios de gobierno y tras materializar su primera derrota en el Parlament, constituir un intento por descabalgar a Torra en este momento solo serviría para que JxCAT y ERC volvieran a unir fuerzas y encontraran un motivo para fortalecer su alianza.

placeholder La líder de Ciudadanos en Cataluña, Inés Arrimadas (3d), y el líder del PPC, Xavier García Albiol (2i). (EFE)
La líder de Ciudadanos en Cataluña, Inés Arrimadas (3d), y el líder del PPC, Xavier García Albiol (2i). (EFE)

La petición de los populares se parece mucho a la lanzada el pasado enero, semanas después de que Arrimadas ganara las elecciones en Cataluña. El PP —aún con Rajoy al frente— presionó a Ciudadanos entonces para que su líder se postulara como candidata a la presidencia de la Generalitat, a sabiendas de que el bloque secesionista impediría la investidura. El objetivo, alegaron entonces, era que al menos empezarían a correr los plazos (los dos meses de rigor para que, si no se producía un acuerdo, se repitieran las elecciones). Ciudadanos entendió aquella exigencia como una trampa.

El partido de Rivera consideraba también que una votación en la que Arrimadas apareciera como derrotada, pese a haber cosechado una victoria histórica coronándose como la primera fuerza de Cataluña tras décadas de victoria del nacionalismo, solo serviría para que el indepentismo recuperara la unión y la fortaleza, pese que entonces estaban a la greña. Todo ello, además, suponiendo que la de Ciudadanos hubiera contado con el apoyo de todos los partidos constitucionalistas, que también era mucho suponer. La formación centrista llegó a valorar un escenario en que, pese a la voluntad de Arrimadas de someterse a una investidura, el presidente del Parlament, Roger Torrent, no la propusiera valiéndose de la potestad que tiene para designar al candidato.

Foto: El presidente de la Generalitat Quim Torra (d) el vicepresidente, Pere Aragonès y la 'consellera' de la Presidencia, Elsa Artadi al inicio del pleno del Parlament. (EFE)

La moción de censura que pidió Casado ayer en el Congreso llega en una situación muy distinta a la del pasado enero, pero con muchos puntos comunes. El principal: la división que sufre desde este martes el soberanismo. Y Ciudadanos tiene claro que bajo ningún concepto sería buena idea darles munición para rearmarse. En resumen, las tensiones entre ERC y JxCAT acabaron estallando cuando la Mesa del Parlament acordó, con los votos de republicanos y PSC, dejar "sin efectos jurídicos" los escritos presentados por JxCAT sobre la delegación de voto de sus cuatro diputados suspendidos —Carles Puigdemont, Jordi Sànchez, Jordi Turull y Josep Rull—, por lo que sus votos ya no serán contabilizados en el pleno. Los soberanistas perdían así su mayoría en la Cámara. Las primeras consecuencias se vieron en el pleno de la tarde, cuando perdieron dos votaciones simbólicas, una para reprobar al Rey y otra que proclamaba el derecho de Cataluña a la autodeterminación.

Aunque los números de los constitucionalistas en ningún caso serían suficientes para que Arrimadas destronara a Torra, tampoco la líder de Ciudadanos tiene asegurados los 65 apoyos. Empezando por los ocho diputados de los comunes, formación con la que los centristas no tienen ninguna afinidad y con quienes tampoco han tejido en estos meses (ni en la pasada legislatura) complicidades de ningún tipo.

En menor medida, el PSC de Miquel Iceta se encuentra en una situación similar: los socialistas catalanes reprochan a Arrimadas no haber ejercido el liderazgo que le corresponde con el resto de la oposición. Por su parte, los cuatro diputados populares apoyarían cualquier iniciativa que finalizara con el poder de los soberanistas, aunque tampoco tienen especial sintonía con el grupo naranja, y menos aún desde las pasadas elecciones, cuando Ciudadanos no les prestó un diputado para tener grupo parlamentario propio.

La ruptura entre los grupos separatistas catalanes, escenificada el martes en el Parlament en una votación que impidió reivindicar por primera vez la autodeterminación, ha dado un vuelco importante a la situación política en Cataluña. La imposibilidad de que ERC y Junts per Catalunya (JxCAT) llegaran a un acuerdo sobre cómo sustituir el voto de los diputados suspendidos (los primeros no querían ceder en la delegación del voto como tal y los segundos apostaban por una fórmula de transmisión de derechos que no incumpliera el dictamen del juez Llarena) hizo que el independentismo perdiera la mayoría absoluta en la Cámara autonómica. Y la primera consecuencia política llegó este miércoles al Congreso de la mano del líder del PP. Pablo Casado pidió a Ciudadanos impulsar una moción de censura.

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