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Sánchez deja atrás su septiembre negro y reconduce el ultimátum fallido de Torra
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EL EJECUTIVO RECUPERA AIRE

Sánchez deja atrás su septiembre negro y reconduce el ultimátum fallido de Torra

El Gobierno observa satisfecho el agrietamiento ya insalvable del separatismo y se blinda frente al debate del anticipo electoral. El presidente continúa a salvo de las preguntas de los medios

Foto: Pedro Sánchez saluda al primer ministro portugués, António Costa, este 6 de octubre en Taro de Tahíche, Lanzarote. (EFE)
Pedro Sánchez saluda al primer ministro portugués, António Costa, este 6 de octubre en Taro de Tahíche, Lanzarote. (EFE)

En La Moncloa recordaban estos últimos días las largas jornadas de trabajo, hasta las tantas, de las tres semanas anteriores, en las que se sucedían sin desmayo las polémicas que acorralaban a miembros de su Gobierno y al propio Pedro Sánchez. La dimisión de Carmen Montón por su máster en la Universidad Rey Juan Carlos, las acusaciones de plagio de la tesis doctoral del presidente, la investigación judicial a la ministra Dolores Delgado y la publicación de los audios de su comida de 2009 con el comisario retirado José Manuel Villarejo, la repercusión limitada del gran anuncio de reforma constitucional, la situación fiscal de Pedro Duque, el atasco en la reforma de la Ley de Estabilidad para conseguir una nueva senda de déficit. Los nubarrones se sucedían y desbordaban al Gobierno. Pero esta semana el temporal dio una tregua, escampó.

"Con menos ruido es más fácil. Por eso la oposición necesita ruido", se felicitan fuentes del Ejecutivo. En los últimos días no hubo acumulación de sobresaltos y sí un ultimátum peligroso pero a la postre esquivado, el lanzado por el 'president' de la Generalitat, Quim Torra, que se desvaneció a las horas. La advertencia de que dejaría caer a Sánchez si no negociaba para noviembre un referéndum de autodeterminación no solo no acercó las generales, como se podía entrever las primeras horas, sino que sirvió para que el Gobierno acabara proclamando que no habrá urnas ahora ni pronto, porque el propósito firme es seguir adelante "con o sin nuevos Presupuestos". El pulso de Torra dejó al desnudo las luchas intestinas dentro del independentismo, cerradas provisionalmente (y de cara a la galería) con un acuerdo de mínimos de JxCAT y ERC para apuntalar el Govern hasta la sentencia del 'procés'.

Foto: La presidenta de la Junta, Susana Díaz, el pasado 16 de septiembre en El Borge, Málaga. (EFE)

En el Ejecutivo socialista no ocultan su satisfacción por la agudización de la crisis dentro del universo soberanista que, pese a su virulencia, no ha concluido en una ruptura total. "Ha sido una semana pésima para ellos. Primero, el lunes, con la jornada de violencia en las calles, el asedio al Parlament y los insultos de los radicales a Torra. Después, el ultimátum fallido de Torra y luego el espectáculo entre JxCAT y ERC del jueves", por el bloqueo de la Cámara catalana fruto de las discrepancias de los socios acerca de cómo apartar a los diputados suspendidos por el Supremo, entre ellos Carles Puigdemont. En el Gobierno hablan, directamente, de una situación de "colapso", y de que la escenificación de Torra y su 'vicepresident', el republicano Pere Aragonès, no es más que una "farsa" y la prueba de que el separatismo se halla realmente en descomposición. "Ha sido la semana de la puntilla del soberanismo catalán. Mantienen la unidad por guardar las formas, pero su fuerza es ahora ninguna", tercia una ministra.

"Ha sido la semana de la puntilla del soberanismo. Mantienen la unidad formalmente, pero su fuerza es ahora ninguna", dice un miembro del Ejecutivo


El tono hacia el Govern se ha ido agravando en los últimos días. El lunes, en el primer aniversario del referéndum del 1-O, el Ejecutivo se quedó corto, a la vista de sus declaraciones posteriores. El ministro de Fomento, José Luis Ábalos, aseguró que había que conceder una "importancia relativa" a las palabras de Torra con las que arengaba a los CDR, aplaudiéndoles que "apretasen" al Govern. La espiral fue en ascenso durante el día, hasta que acabaron con los tumultos ante el Parlament, que tuvieron que ser reducidos por los Mossos.

Foto: La ministra de Economía, Nadia Calviño. (EFE)

Giro tras la "prudencia"

El Ejecutivo cambió entonces el paso. Reconoció que pecó de cauteloso en las primeras horas, pero porque quería darle una "oportunidad a la prudencia" y no tensar más la cuerda, pero Torra no recogió el guante y había que advertirle. Por eso Meritxell Batet hablaba de que se alentó la agitación, y de que el 'president' tenía que definirse, optar por "apoyar a los radicales" o bien continuar con la agenda de la "normalidad" que se ha ido tejiendo trabajosamente entre los dos gobiernos en estos cuatro últimos meses.

El Ejecutivo endurece su tono contra Torra tras los disturbios del 1-O y tras el discurso en la Cámara. No habrá cita próxima de los dos presidentes

El jefe del Govern intentó salir al paso de la presión de las bases secesionistas con un discurso de apertura del debate de política general en el Parlament en el que advertía a Sánchez de que el independentismo no podría garantizarle la estabilidad en el Congreso si no se negociaba un referéndum de autodeterminación en el plazo de un mes. "El presidente de la Generalitat no tiene que esperar a noviembre para conocer nuestra respuesta. Se la damos ahora mismo. La respuesta es autogobierno y no la independencia. Y la propuesta es convivencia y no independencia. El Gobierno no acepta ultimátums y mantiene su determinación por la vía del diálogo", respondió rápidamente el Ejecutivo por boca de su portavoz, Isabel Celaá.

El Gabinete decidió replicar a Torra con una respuesta que combinaba firmeza y diálogo. Una receta que, a su juicio, es la que más desarma a los separatistas, la que más hace aflorar sus "contradicciones". "Con Mariano Rajoy se retroalimentaban, pero nosotros optamos por otra estrategia. Entendimos que era un farol", valoran fuentes del Gobierno, que recuerdan que las comisiones bilaterales están dando sus frutos y que la Generalitat sí ha manifestado que retornará a los foros multilaterales, que para La Moncloa es un avance más en la normalización de las relaciones que Sánchez patrocina. "Los independentistas están en una situación incomodísima. Sus bases les piden más pero ellos no quieren entrar en prisión. Reconducir las cosas, cuando se ha ido tan lejos, no es sencillo", indican fuentes de la dirección socialista.

El Gobierno pide a Torra que rebaje el tono y avisa de que actuará si el Parlament se salta la ley

La amenaza de Torra apenas duró. Se disolvió en cuanto ERC —que ha ido virando hacia el pragmatismo desde que su líder, Oriol Junqueras, puso un pie en la cárcel— se desmarcó, y se evidenció que el PDeCAT tampoco cerraba filas en torno al 'president'. Torra envió una carta a Sánchez para pedirle una reunión, aunque ya sin plazos ni ultimátums, y desde La Moncloa se reiteró el mensaje de que no es el momento ni lo será por ahora. Otra señal de aviso. Luego vino la recomposición de JxCAT y ERC, pero este sábado la ANC aumentó la presión sobre el Govern: quiere, antes del 21 de diciembre, una estrategia "nítida" de implementación de la república catalana.

Foto: Pedro Sánchez, el pasado 1 de octubre, momentos antes de recibir al primer ministro francés, Édouard Philippe, en el Palacio de la Moncloa. (EFE)

Cuándo habrá urnas

El pulso que el 'president' quería librar reavivó otro debate muy recurrente desde el abrupto aterrizaje de Sánchez al poder. El fin de la legislatura. En el equipo del jefe del Ejecutivo se descartó primero que fueran a coincidir las generales con unas andaluzas que presumiblemente Susana Díaz convocará este 9 de octubre para que se celebren el 2 de diciembre —si es que opta por el adelanto—, para después sobreactuar con el mensaje de que el presidente seguirá con su acción de gobierno "con o sin nuevos Presupuestos".

"Las curvas que se nos presentaron, Torra y urnas inminentes, las hemos superado. El mensaje es que seguimos gobernando", sostienen en el Gobierno

La Moncloa quería cerrar un debate incómodo, buscar un "robustecimiento" tras semanas complicadas y, de paso, aquietar las voces de todos aquellos que creían que era mejor no obsesionarse con estirar la legislatura hasta 2020. El caso es que la nueva posición suponía un nuevo giro en el discurso de Sánchez. Una semana antes, en Nueva York, había afirmado que si las formaciones separatistas primaban "el conflicto" y no la "cooperación", entonces habría elecciones, palabras que iban en la línea de lo expresado por él mismo a lo largo de todo el mes de septiembre. El viraje lo selló Celaá el viernes, tras el Consejo de Ministras y Ministros, cuando afirmó que el presidente mantenía su vocación "intacta" de llevar a término la legislatura.

La portavoz aprovechó entonces para lanzar otra advertencia a los separatistas: si el Parlament actúa fuera de la ley, si no respeta el auto del Supremo que pide que se suspendan de sus funciones parlamentarias a los seis diputados procesados —entre ellos, Carles Puigdemont y Oriol Junqueras—, el Gobierno obrará "en consecuencia".

Isabel Celaá reafirma la "vocación intacta" del Gobierno de agotar la legislatura

"Las dos curvas que se nos presentaron esta semana, la de Torra y la de elecciones inminentes, las hemos acabado superando con absoluta tranquilidad. Es verdad que con cada dificultad que tengamos rebrotará. Pero quizá el mensaje más importante de esta semana es que seguimos gobernando con nuestros 84 diputados", valora una fuente del Ejecutivo. "Los otros son los que tienen el problema. Nosotros tenemos la Presidencia del Gobierno", enfatiza un miembro del equipo de Sánchez, deslizando que es desde el poder desde donde se controla un mayor número de resortes y desde donde "se puede mejorar la vida de la gente".

Votaciones no perdidas

En La Moncloa subrayan que, pese a que se funciona con los PGE de Rajoy, sí se están produciendo avances, desde la restitución de la sanidad universal, la reversión de los recortes educativos, o el decreto ley aprobado el pasado viernes de eliminación del impuesto al sol y de lucha contra la pobreza energética. Votaciones que, al menos hasta el momento, han salido adelante en el Congreso. Sí ha fracasado el propósito de reforma de la Ley de Estabilidad por la vía urgente por la mayoría de PP y Ciudadanos en la Mesa.

Los socialistas necesitan construir su relato antes de ir a elecciones. Sánchez no contesta preguntas de los periodistas desde el 26 de septiembre

Los socialistas necesitan entretanto ir construyendo su relato. Eso es capital para ir a elecciones. Tanto si adelantan como si se arriba a 2020. Sánchez necesita visualizar cuál es su proyecto —llevar a la Cámara los Presupuestos de 2019 será su mejor carta de presentación— y que son otros los que no le dejan avanzar y los que deben explicar por qué. "En la cabeza de Pedro siempre estuvo agotar la legislatura. Pero ahora con más razón, visto que el independentismo no tiene liderazgo y está muy tocado. Al final, el que resiste gana y los ataques tan descarnados producen un efecto contrario al buscado", sostiene una ministra.

Sánchez considera a Saramago un ejemplo de compromiso con la justicia social

Sánchez, mientras, continúa en silencio. No contesta a preguntas de los medios desde el pasado 25 de septiembre, en Nueva York, antes de que eclosionase el caso Duque o Torra lanzara su órdago. Este sábado la prensa también intentó que contestara desde Lanzarote, hasta donde voló con motivo de un homenaje al escritor luso José Saramago, que compartió con el primer ministro portugués, el socialista António Costa. No fue posible. El presidente ha preferido mantenerse refugiado en los últimos días. Aún tiene cierto margen, porque este lunes participa en una carrera de obstáculos por la conciliación en Alcobendas (Madrid), el lunes acude al funeral de la gran diva española de la lírica, Montserrat Caballé, en Barcelona, y hasta el miércoles no afronta un nuevo careo parlamentario. El viernes, tendrá difícil esquivar a los informadores en la recepción que los Reyes ofrecen con motivo del 12 de Octubre, tras el desfile militar por la Castellana, en el Palacio Real.

En La Moncloa recordaban estos últimos días las largas jornadas de trabajo, hasta las tantas, de las tres semanas anteriores, en las que se sucedían sin desmayo las polémicas que acorralaban a miembros de su Gobierno y al propio Pedro Sánchez. La dimisión de Carmen Montón por su máster en la Universidad Rey Juan Carlos, las acusaciones de plagio de la tesis doctoral del presidente, la investigación judicial a la ministra Dolores Delgado y la publicación de los audios de su comida de 2009 con el comisario retirado José Manuel Villarejo, la repercusión limitada del gran anuncio de reforma constitucional, la situación fiscal de Pedro Duque, el atasco en la reforma de la Ley de Estabilidad para conseguir una nueva senda de déficit. Los nubarrones se sucedían y desbordaban al Gobierno. Pero esta semana el temporal dio una tregua, escampó.

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