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El lastre de las siglas o el refuerzo de los hiperliderazgos: de Carmena y Colau a Valls
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El lastre de las siglas o el refuerzo de los hiperliderazgos: de Carmena y Colau a Valls

Las plataformas personalistas se abren paso en detrimento de las organizaciones clásicas. Se acoplan a una nueva realidad en la que el eje izquierda-derecha se difumina y buscan la centralidad

Foto: El ex primer ministro francés Manuel Valls, en la presentación de su candidatura a la alcaldía de Barcelona en las elecciones municipales de 2019. (EFE)
El ex primer ministro francés Manuel Valls, en la presentación de su candidatura a la alcaldía de Barcelona en las elecciones municipales de 2019. (EFE)

Hubo un tiempo en que las siglas de los partidos políticos sumaban, movilizaban, hacían cantera y otorgaban un sello de garantía a los candidatos para las municipales y autonómicas. Incluso hubo momentos de adhesión teológica, coincidiendo con el auge de las ideologías fuertes, y algunos mezclaban en la cartera el carné de socio de su equipo de fútbol con el del partido. Con la irrupción de la nueva política, el peso de las siglas se ha relativizado en favor de los hiperliderazgos, y alcaldesas como Manuela Carmena o Ada Colau han creado una tendencia que ahora abrazan figuras como Manuel Valls en Barcelona y que se escalando incluso al ámbito autonómico.

En Andalucía, por ejemplo, la candidatura a la izquierda de Susana Díaz no se llamará ni Podemos ni Izquierda Unida, ni siquiera Unidos Podemos, aunque la lideren los secretarios generales de ambas organizaciones, sino Adelante Andalucía. El propio Íñigo Errejón también ha tratado de soltar lastre con las siglas de Podemos, hasta el momento sin éxito, pero sin perder todavía la esperanza de superar la marca. Las plataformas difusas se abren paso en detrimento de las organizaciones clásicas, acoplándose a una nueva realidad marcada por el deterioro del eje izquierda-derecha, buscando una mayor centralidad y transversalidad, al tiempo que se ofrecen hiperliderazgos a las sociedades cada vez más individualizadas.

Foto: La presidenta de la Junta de Andalucía, Susana Díaz. (EFE)

La creciente incertidumbre, el fin de las ideologías fuertes y los altos índices de rechazo a la mal llamada 'clase política' completan un cóctel que los expertos en 'marketing' político, empezando por los que rodearon a Trump o Macron en su campaña, han afrontado priorizando los hiperliderazgos y los personajes —mediáticos— que se dicen independientes de los partidos, aunque siguen necesitando cierto arrope de sus estructuras. El caso del ex primer ministro francés Manuel Valls es paradigmático en este sentido. Se podría decir que su recién creada plataforma, arropada por Ciudadanos, para presentarse a la alcaldía de Barcelona intenta emular modelos de éxito como los de Carmena o Colau, aunque su principal referente bien podría ser el presidente galo, Emmanuel Macron, con quien compartió militancia en el Partido Socialista francés para luego acompañarlo en su salto a la plataforma En Marche.

Valls iba a ser el candidato de Ciudadanos, pero, pese a contar con su apoyo, prefiere un cartel sin el lastre de las siglas y, por consiguiente, de la ideología. A la espera de que se difunda el nombre de su candidatura, el todavía diputado de la Asamblea Nacional de Francia ha utilizado en sus actos de presentación el eslogan 'Valls BCN 2019'. Ni rastro de estética corporativista del partido naranja. Como la exitosa En Marche, quiere arrastrar hacia su proyecto "transversal" a cuadros, pero sobre todo votantes, del arco socialista e incluso del catalanismo moderado. Transversalidad es otro de los ingredientes básicos en la receta de la nueva política.

placeholder Albert Rivera, durante la clausura de la convención organizada por la plataforma España Ciudadana. (EFE)
Albert Rivera, durante la clausura de la convención organizada por la plataforma España Ciudadana. (EFE)

Es en esta cuestión, más allá de relegar las siglas, donde los de Albert Rivera quedan más desprotegidos, principalmente después de abandonar el término 'socialdemocracia' de su ideario en los estatutos. Y es que Valls se definía esta semana durante la presentación de su candidatura como "un hombre de izquierdas". Precisamente en un momento en que Ciudadanos gira más hacia la derecha para competir con el nuevo PP de Pablo Casado.

En Podemos, parecen haber asumido ya, no sin resignación y considerables trastornos, las tensiones generadas por la ideología líquida de Carmena o la ambigüedad de Colau en el conflicto catalán. Todo ello unido al hecho de que ambas superen a las organizaciones que son matriz de sus candidaturas e impongan sus propias reglas, tanto para el proceso de elección de las listas electorales como para la forma jurídica. Cuestiones estas últimas que todavía no han afectado a Ciudadanos en el caso de Valls, pero que ya asoman y son potenciales fuentes de conflicto, al dejar fuera de las listas a personas de la organización o independizarse jurídicamente del partido, con la autonomía que conlleva en aspectos financieros y de toma de decisiones. Al estilo Carmena, el candidato Valls daba pistas de que así será, al afirmar esta semana: "No soy el candidato de Inés Arrimadas, pero me gustaría que me apoyase".

placeholder Carmena e Iglesias, en una imagen de archivo. (Reuters)
Carmena e Iglesias, en una imagen de archivo. (Reuters)

Los hiperliderazgos trascienden las siglas, hasta el punto de que Carmena ni siquiera se presentará a la reelección con la marca Ahora Madrid. Reinvención constante. El nombre de la candidatura que la acompañará también está por definir, pero en la dirección de Podemos asumen que no será el actual, como les ha trasladado la propia Carmena, y su objetivo es que la alcaldesa "se sienta a gusto" con su proyecto. Una ventana de oportunidad para Errejón, que sigue peleando por desprenderse de las siglas de Podemos en su candidatura a la Comunidad de Madrid y adaptar unas nuevas en función de las que se utilicen para el ayuntamiento de la capital.

El principal activo de Podemos en Madrid es Carmena, como son el resto de 'alcaldes del cambio' en A Coruña, Santiago de Compostela o Zaragoza. Solo el regidor de Cádiz, José María González 'Kichi', se presentó con las siglas de Podemos a las elecciones. La dirección de Ciudadanos interpreta asimismo que Valls es su principal activo en Barcelona, pese a las renuncias propias que implica, porque el objetivo es ganar sin importar el cómo.

Hubo un tiempo en que las siglas de los partidos políticos sumaban, movilizaban, hacían cantera y otorgaban un sello de garantía a los candidatos para las municipales y autonómicas. Incluso hubo momentos de adhesión teológica, coincidiendo con el auge de las ideologías fuertes, y algunos mezclaban en la cartera el carné de socio de su equipo de fútbol con el del partido. Con la irrupción de la nueva política, el peso de las siglas se ha relativizado en favor de los hiperliderazgos, y alcaldesas como Manuela Carmena o Ada Colau han creado una tendencia que ahora abrazan figuras como Manuel Valls en Barcelona y que se escalando incluso al ámbito autonómico.

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