Aznar vuelve al PP y sale encantado del Congreso, "dispuesto a volver y todo"
En el regreso de Aznar al Congreso 14 años después de dejar el Gobierno, se constató su reconciliación con un PP por el que hace cuatro meses decía que no se sentía representado
El regreso de José María Aznar al Congreso 14 años después de dejar el Gobierno y la actividad política sirvió para constatar la reconciliación del expresidente con su partido, por el que hasta hace cuatro meses no se sentía representado, y también para demostrar que sigue en buena forma dialéctica. Después de despachar o poner en su lugar a Rafael Simancas, Pablo Iglesias, Gabriel Rufián o a Oskar Matute, el exjefe del Ejecutivo salió encantado de la sala de la Cámara donde los portavoces socialistas, podemistas, independentistas o batasunos habían pretendido acorrararle con acusaciones de corrupción.Tan a gusto se quedó, que en su despedida soltó un irónico aviso: "Estoy dispuesto a volver y todo".
El nuevo PP, el de la presidencia de Pablo Casado, acompañó a Aznar en todo momento: en su llegada al Congreso, al entrar en la sala Cánovas —que acogía la comisión que investiga la presunta financiación ilegal del Partido Popular— y durante todo el desarrollo de la misma (cuatro horas y media). Casado encabezó la comitiva de recepción flanqueado por su secretario general, Teodoro García, y la portavoz del Grupo Popular, Dolors Montserrat.
El sucesor de Rajoy se fue pronto de la comisión, pero Teodoro García se quedó y se destacó en las acotaciones contra el más agresivo y provocador de los 'interrogadores', Rufián. Por la comisión se pasaron algunos de los diputados y senadores veteranos de la etapa de Aznar, pero también los que han ocupado puestos de relieve en la etapa cerrada en julio pasado. Rafael Hernando, último portavoz parlamentario de Rajoy, y Fernando Martínez-Maillo, exnúmero tres de Génova, se sentaron junto con el representante oficial en la comisión, Eloy Suárez y su adjunto, Óscar Clavel; mientras Pilar Marcos, Teófilo de Luis o Gabino Puche se situaban unas filas más atrás.
El exjefe del Ejecutivo defendió su gestión al frente del Gobierno y del PP contra todas las acusaciones lanzadas por los diputados de los demás grupos, la mayoría ajenas a la materia de la que se ocupa la comisión, una circunstancia que aprovechó el interpelado para recordar sin complejos el origen y objetivos de sus partidos. Los diputados del PP presentes no disimularon su satisfacción al ver cómo Aznar se encaraba con el portavoz de ERC, le llamaba golpista y recordaba que tiene a sus jefes en prisión por haberse rebelado, "con violencia", contra el Estado de derecho.
También disfrutaron los populares cuando su expresidente acusó a Iglesias de ser un peligro para la democracia española, de cobrar de la dictadura chavista o de defender los intereses de Irán. Y más de lo mismo cuando recordó el pasado proetarra de Bildu o que Batasuna fue ilegalizada por pertener al entramado de la banda terrorista ETA.
La contundencia de Aznar contra la izquierda, la populista y la del PSOE de Filesa y los ERE en Andalucía, era tan previsible como su firmeza en negar responsabilidad o conocimiento alguno de la llamada caja B del PP, los negocios de Bárcenas o el caso Gürtel. Tampoco los portavoces de la oposición hoy aliados de Pedro Sánchez supieron ahondar en datos o contradicciones para acorralar al expresidente del Gobierno. Más bien lograron un inusitado cierre de filas entre Aznar y sus sucesores al frente del partido, al compartir todos, punto por punto, el mismo argumentario en defensa de su ignorancia sobre cualquier irregularidad cometida desde la sede de Génova en las últimas tres décadas en materia de financiación.
Aznar proclamó que está orgulloso de todo su pasado político y de la historia de su partido, como jefe del Ejecutivo, como presidente del PP y como simple militante que se considera ahora. En junio pasado, la dirección popular no le entendía (según Martínez-Maillo) y él mismo se declaraba completamente desvinculado de la formación. Un año antes, había renunciado a la presidencia de honor. "Tengo la impresión de que mi partido me quiere mucho", dijo ayer en la comparecencia.
Entre el apoyo de los propios y el repaso que presumía había dado a los ajenos ("Me lo estoy pasando muy bien esta mañana", llegó a comentar), Aznar dejó el Congreso muy sonriente, "dispuesto a volver y todo".
El regreso de José María Aznar al Congreso 14 años después de dejar el Gobierno y la actividad política sirvió para constatar la reconciliación del expresidente con su partido, por el que hasta hace cuatro meses no se sentía representado, y también para demostrar que sigue en buena forma dialéctica. Después de despachar o poner en su lugar a Rafael Simancas, Pablo Iglesias, Gabriel Rufián o a Oskar Matute, el exjefe del Ejecutivo salió encantado de la sala de la Cámara donde los portavoces socialistas, podemistas, independentistas o batasunos habían pretendido acorrararle con acusaciones de corrupción.Tan a gusto se quedó, que en su despedida soltó un irónico aviso: "Estoy dispuesto a volver y todo".