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Los 15.000 que duermen al raso: nadie sabe qué hacer con los temporeros rumanos
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cientos de niños malviven entre desechos

Los 15.000 que duermen al raso: nadie sabe qué hacer con los temporeros rumanos

Cerca de 15.000 personas transitan por España como parias en las campañas del campo. Es un problema humanitario y de salud pública del que ninguna Administración se hace cargo

Foto: Un temporero descansa sobre un colchón raído que le sirve como alojamiento. (David Brunat)
Un temporero descansa sobre un colchón raído que le sirve como alojamiento. (David Brunat)

Cerca de 15.000 personas transitan por España como parias. Es fácil encontrarlas en los campos recogiendo ahora ajos, ahora sandías y melones, luego haciendo la vendimia en septiembre. Se concentran en las dos Castillas y Extremadura principalmente. Se trata de familias enteras, muchas con niños y bebés. Proceden de Rumanía y Bulgaria y llevan años malviviendo en colchones en el suelo, sin una higiene mínima, expuestos a las ratas y a los insectos. Pasan los años y nadie parece preocuparse por esta emergencia humanitaria que, a la postre, podría derivar en un problema de salud pública. Los agricultores necesitan temporeros y los más baratos son estas familias de Europa del Este dispuestas a todo, incluida la explotación laboral.

placeholder Una familia malvive sobre un colchón en Argamasilla de Alba. (D. B.)
Una familia malvive sobre un colchón en Argamasilla de Alba. (D. B.)

A falta de herramientas eficaces para atajar el problema, algunos actores buscan soluciones imaginativas. Entre ellos, el sindicato Comisiones Obreras (CCOO), que está recorriendo con una furgoneta los tajos y los asentamientos en Albacete y Ciudad Real. La cosa es tan grave que los temporeros ni siquiera saben qué es un sindicato. Por eso, el primer objetivo es informarles de que pueden denunciar de manera anónima cualquier abuso laboral o físico. "Este año nos centramos en las jornadas reales declaradas, porque nos encontramos que muchos temporeros han trabajado la campaña entera y solo se les ha dado de alta dos o tres días. Aparte, les informamos de los salarios que deben recibir por convenio. Otro objetivo de visitar los tajos con la furgoneta es que los agricultores nos vean y se sientan vigilados", resume David Vera, secretario general de la Federación de Industria de CCOO en Ciudad Real.

placeholder Furgoneta de CCOO con la que el sindicato recorre los campos de Castilla-La Mancha. (D. B.)
Furgoneta de CCOO con la que el sindicato recorre los campos de Castilla-La Mancha. (D. B.)


"Llevo dos años viviendo en España. Antes he trabajado en campañas en Francia, Alemania y Bélgica", cuenta Mihaela, tirada en un colchón en mitad de una solar en Argamasilla de Alba. Hoy no trabaja porque justo ayer terminó la campaña del ajo para ella. "Ahora me voy a Extremadura, donde al menos podré dormir en una casa. Solo en España he tenido que dormir en la calle", dice con una media sonrisa.

"Solo en España he tenido que dormir en la calle", admite una temporera

A su alrededor revolotean los niños, que se entretienen jugando en mitad de la mugre. El lugar parece más un vertedero que un asentamiento en el que decenas de personas viven desde hace casi dos meses. Los más afortunados duermen bajo techo en un antiguo hostal semiderruido. Dentro huele a una mezcla de sudor y podredumbre. Las moscas se agarran a la piel y hay excrementos de animal. Un bebé gatea y mira al visitante sorprendido. En otro asentamiento techado los temporeros decidieron dormir en la calle para evitar las mordeduras de rata. En el fondo, quizá lo afortunado sea dormir al raso en un paraje perdido de La Mancha.

placeholder Una de las salas donde los temporeros duermen hacinados en condiciones miserables. (D. B.)
Una de las salas donde los temporeros duermen hacinados en condiciones miserables. (D. B.)


Los agricultores se desentienden

"No hay manera de que los agricultores se muestren sensibles a las condiciones en que viven sus temporeros. Les pagan por debajo de convenio, no les dan de alta en la Seguridad Social y algunos hasta les alquilan ilegalmente las casas en las que se alojan. Dialogar con los agricultores es muy complicado", afirma Rafael Muñoz, secretario de Política Industrial y Agraria de CCOO en Ciudad Real. Muñoz lleva casi una década visitando tajos y asentamientos en su provincia. Asegura que los agricultores, a base de persuadirles y denunciarles ante la Inspección de Trabajo, cometen cada vez menos irregularidades. "Pero el camino es muy largo. Es casi imposible encontrar en la región a un agricultor que pague según convenio y dé de alta a sus trabajadores. Se escudan en que el campo no da y no pueden pagar más, pero si ves los tractores y la maquinaria nueva que usan, ves que su discurso no cuadra".

placeholder Temporeros recogen ajos en Ciudad Real. (D. B.)
Temporeros recogen ajos en Ciudad Real. (D. B.)

Uno de los progresos en la lucha contra la explotación laboral en el campo es la presencia creciente de los inspectores de trabajo en las fincas. En Castilla-La Mancha, inspectores y sindicatos han acordado avisar primero a la inspección y luego denunciar en lugar de hacerlo a la inversa, ya que se encontraban con que los agricultores prescindían a destajo de sus temporeros en situación irregular y todo lucía en orden cuando acudía el inspector.

El temporero de La Mancha está, sin duda, en el escalafón más bajo de los jornaleros. En los campos de Levante, en Andalucía y en buena parte de la península la situación es preocupante, pero al menos el trabajador cuenta con tarea casi todo el año en fincas profesionalizadas, lo que le permite establecerse, escolarizar a los niños y tener unas mínimas condiciones de vida.

placeholder Una familia recogiendo ajos en un tajo a más de 35 grados. (D. B.)
Una familia recogiendo ajos en un tajo a más de 35 grados. (D. B.)

"Visitar las fincas es una tarea difícil. Para empezar, hay que ir acompañado por un patrulla de la Guardia Civil ya que el recibimiento de los agricultores es muy hostil, a veces hasta pasas miedo. Y luego recabar pruebas es complicado si el trabajador no colabora", relata Fermín Yébenes, portavoz de la Unión Progresista de Inspectores de Trabajo (UPIT). "En general, las condiciones laborales de los temporeros están mejorando, pero Castilla-La Mancha tiene una agricultura muy pobre y todavía hay muchos problemas. Eso se une a la mentalidad retrógrada de muchos agricultores, que creen que no tienen ni que pagarles la comida a los jornaleros y que no importa dónde duerman".

"Visitar las fincas es una tarea difícil. Hay que ir acompañado por la Guardia Civil, a veces pasas miedo", indican desde la Inspección de Trabajo

Pero Yébenes también señala a los trabajadores. "Es comprensible que tengan miedo, pero disponen de buzones anónimos para denunciar los abusos ante la Inspección de Trabajo, y también pueden acercarse a los sindicatos. Más herramientas no les podemos dar".

placeholder Un grupo de temporeros recibe información sobre sus derechos. (D. B.)
Un grupo de temporeros recibe información sobre sus derechos. (D. B.)

Un negocio sumergido

Por una caja llena de ajos, el temporero recibe 30 euros. Si es habilidoso, llenará caja y media en una jornada de 10 horas: 50 euros que, por lo general, ni agricultor ni jornalero declararán a Hacienda. De esos hay que descontar por lo menos 10. Los cinco euros que pagará por su 'billete' en la furgoneta que lo lleva al tajo y otros cinco de pago al intermediario o manijero. Si el temporero no duerme entre desperdicios en la calle, también pagará cama en cualquier habitación compartida, más otras posibles extorsiones de los intermediarios, que se han convertido ya en una especie de mafia organizada que incluso amenaza a los agricultores. Al final, obtendrá un máximo de 20 o 30 euros por una jornada de sol a sol con los que deberá sostener a toda la familia.

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Los ayuntamientos abordan el problema con visión práctica. Mientras los asentamientos no sean muy visibles para los vecinos, los toleran. Ninguno se plantea el foco de riesgo sanitario que allí se concentra. "A veces viene la policía, hace un par de preguntas y se va", cuenta Liviu, que hoy se ha quedado en la nave agrícola de Llanos del Caudillo en la que duerme junto a su familia. En comparación con el resto, vive en una estancia lujosa. "No pago nada al propietario pero a cambio le vigilo la nave", explica. Es decir, ese agricultor cuenta con vigilancia gratis las 24 horas a cargo de Liviu y su familia a cambio de cederles el suelo de su nave para echar un par de colchones sobre los que dormir.

Varios ayuntamientos manchegos han sido urgidos a abrir algunos de sus albergues cerrados para alojar con un mínimo de dignidad a los temporeros. La respuesta, casi siempre, ha sido que no hay presupuesto para ello.

placeholder Los asentamientos están llenos de niños sin escolarizar. (D. B.)
Los asentamientos están llenos de niños sin escolarizar. (D. B.)

Los asentamientos son el único lugar donde se puede interpelar a los temporeros. Con temor y un español muy precario, narran su existencia como algo normal. Trabajan 10 horas, malviven, cobran lo que les dan sin preguntar, pagan a intermediarios, y así hasta que recogen el colchón y el cazo y se marchan a otra provincia española. Desde CCOO suspiran resignados: "Nuestra furgoneta está preparada con una mesa y una silla para que cualquiera pueda subirse y poner una denuncia anónima. Pero es casi imposible que eso ocurra, bastantes problemas tenemos para que nos atiendan". En un mes de campaña, el buzón anónimo del sindicato apenas recibe 10 denuncias con mimbres para poder ser tramitadas.

"Es casi imposible lograr que alguien denuncie. Bastante problemas tenemos para que nos atiendan", lamentan desde CCOO

La labor informativa en los tajos es directamente imposible. "Los agricultores nos echan a gritos y con amenazas de sus fincas, y las veces que logramos acceder siempre hay algún capataz que se asegura de que ningún temporero hable a riesgo de ser despedido de manera inmediata", explican las mismas fuentes. En efecto, entrar en un tajo sin ser temporero genera de inmediato una tensión enorme. Los trabajadores miran de soslayo a sus capataces, nerviosos. Nadie quiere hablar sin permiso y seria una imprudencia interpelarles, ya que eso podría provocar su expulsión de la finca.

placeholder Hogar al raso de una familia en Llanos del Caudillo. (D. B.)
Hogar al raso de una familia en Llanos del Caudillo. (D. B.)

El primer paso para solucionar el problema de los temporeros sería, según los distintos actores, respetar el convenio del campo. Pero visto el fracaso en la mejora del trato a los jornaleros de Europa del Este en los últimos años, desde CCOO optan por ser prácticos: les recomiendan irse a otro país europeo a hacer las campañas. "Les informamos de qué documentación necesitan para poder vendimiar en Francia. Quizá sí que indirectamente les estamos diciendo que lo mejor para ellos y sus familias es que se vayan allí a trabajar porque van a estar mejor que aquí", zanja con cierta resignación el secretario de política agraria del sindicato en Ciudad Real.

Cerca de 15.000 personas transitan por España como parias. Es fácil encontrarlas en los campos recogiendo ahora ajos, ahora sandías y melones, luego haciendo la vendimia en septiembre. Se concentran en las dos Castillas y Extremadura principalmente. Se trata de familias enteras, muchas con niños y bebés. Proceden de Rumanía y Bulgaria y llevan años malviviendo en colchones en el suelo, sin una higiene mínima, expuestos a las ratas y a los insectos. Pasan los años y nadie parece preocuparse por esta emergencia humanitaria que, a la postre, podría derivar en un problema de salud pública. Los agricultores necesitan temporeros y los más baratos son estas familias de Europa del Este dispuestas a todo, incluida la explotación laboral.

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