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Violada ante sus hijas, golpeada, encerrada: la llamada a su madre puso fin a su calvario
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el hombre amagó con pegar a las pequeñas

Violada ante sus hijas, golpeada, encerrada: la llamada a su madre puso fin a su calvario

Una rapídisma actuación de la policía permite rescatar a la mujer, de 22 años, del infierno que vivía con su pareja, de 27 años, que no le dejaba usar el móvil ni salir de casa

Foto: Agentes de la Policía Nacional en Almería. (EFE)
Agentes de la Policía Nacional en Almería. (EFE)

La joven de 22 años llevaba meses sufriendo un infierno en su propia casa. Su pareja la maltrataba continuamente y lo hacía delante de sus hijas, en el inmueble que ambos ocupaban en la pequeña localidad almeriense de Pechina, que apenas cuenta 4.000 habitantes. El hombre, de 27 años y rumano como ella, golpeaba a la chica cuando quería, la utilizaba sexualmente cuando le apetecía, aunque ella no quisiera, y la insultaba con mucha fecuencia. Y todo esto incluso en presencia de las dos pequeñas que había tenido la pareja, que apenas contaban cuatro y 19 meses.

En ocasiones, incluso amagaba con pegar a las niñas. Las agresiones se producían sobre todo cuando él llegaba a casa bebido. La víctima temía especialmente esos momentos. Así lo ha declarado ella misma ante los agentes de la Policía Nacional que el pasado 23 de mayo la liberaron del calvario al que la sometía su pareja, que tampoco permitía que la joven saliera de casa, ni siquiera que usara el teléfono. De hecho, no tenía móvil porque él no la dejaba comunicarse con el mundo exterior. Ella tenía que estar encerrada y a su completa disposición.

Foto: Audiencia Provincial de Madrid. (EFE)

Por eso, la chica tuvo que aprovechar un descuido de su captor para arrebatarle el celular y llamar a escondidas. Marcó el número de su madre, que estaba en Rumanía, y le contó que vivía atemorizada desde hacía meses, que su pareja no le dejaba ver la luz del día, que la maltrataba y que tenía miedo de que pegara ahora también a sus hijas, porque ya había amagado con hacerlo en alguna ocasión.

La madre, al otro lado del terminal, tomó nota de todo y fue a toda prisa a denunciar. Eran poco más de las seis de la mañana de aquel 23 de mayo. La mujer llegó a la comisaría de policía de la localidad de Dej, en la provincia de Cluj (Rumanía), y puso los hechos en conocimiento de los agentes que la atendieron. Estos, a su vez, transmitieron el relato a sus jefes, que se pusieron en conctacto con la Agregaduría de Interior de la embajada de España en Rumanía. Los policías diplomáticos comunicaron lo ocurrido a la Unidad Central de Redes de Inmigración Ilegal y Falsedad Documental (Ucrif), responsable de investigar la trata de personas, entre otros delitos.

Foto: El Juzgado Militar investiga un acoso reiterado durante casi cuatro años. (EFE)

Estos últimos policías telefonearon inmediatamente a la Comisaría Provincial de Almería, que en ese mismo momento habilitó a varios agentes para intervenir. Los funcionarios se personaron en la dirección que había dado la madre de la víctima pocos minutos después de las 12 del mediodía y accedieron al domicilio para detener al presunto agresor. Desde que la mujer denunció los hechos por teléfono hasta la entrada en la casa de los horrores, pasaron apenas seis horas, como explica la propia Comisaría Provincial de Almería.

Nada más acceder al inmueble, la víctima se echó al suelo y se puso a llorar. Al ver que era la policía nacional la que había llegado, no dudó en pedir ayuda. "Por favor, sacadme de aquí", gritó la joven, que fue inmediatamente rescatada y realojada en un centro de acogida junto a sus dos hijas pequeñas. El hombre, por su parte, fue detenido y puesto a disposición judicial. Sin embargo, poco después fue liberado con cargos. Fuentes policias aseguran que no tiene antecedentes y que ahora mismo pesa sobre él una orden de alejamiento que le impide acercarse a la que era su pareja a menos de 500 metros. El juez le ha colgado una pulsera telemática para controlar que cumple con la orden.

La joven de 22 años llevaba meses sufriendo un infierno en su propia casa. Su pareja la maltrataba continuamente y lo hacía delante de sus hijas, en el inmueble que ambos ocupaban en la pequeña localidad almeriense de Pechina, que apenas cuenta 4.000 habitantes. El hombre, de 27 años y rumano como ella, golpeaba a la chica cuando quería, la utilizaba sexualmente cuando le apetecía, aunque ella no quisiera, y la insultaba con mucha fecuencia. Y todo esto incluso en presencia de las dos pequeñas que había tenido la pareja, que apenas contaban cuatro y 19 meses.

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