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La batalla de Vistalegre II reaparece en Podemos tras la polémica del chalé
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el debate sobre la sucesión sigue abierto

La batalla de Vistalegre II reaparece en Podemos tras la polémica del chalé

La holgada victoria del equipo liderado por Pablo Iglesias en la fratricida asamblea del partido no sirvió para cerrar el debate de la sucesión

Foto: El líder de Podemos, Pablo Iglesias, durante Vistalegre II. (EFE)
El líder de Podemos, Pablo Iglesias, durante Vistalegre II. (EFE)

La división interna en Podemos y la lucha por el liderazgo ha vuelto a reaparecer un año y medio después de la fratricida batalla de Vistalegre II. Los movimientos internos en forma de toma de posiciones para disputar a Pablo Iglesias el control del partido tras el estallido de la polémica por la compra de un chalé así lo ratifican. Tanto a la derecha como a la izquierda del secretario general las críticas son cada vez menos veladas, utilizando la polémica como desgaste y para defender una alternativa. Con el 'documento Bescansa' todavía fresco, el secretario general ha tenido que recurrir una vez más a la consulta a las bases como método de protección.

La holgada victoria del equipo liderado por Pablo Iglesias en Vistalegre II no sirvió para cerrar el debate de la sucesión. En las últimas semanas, se recrudeció ante lo que primero era un rumor sutilmente deslizado y posteriormente ya se daba por hecho entre importantes representantes tanto del sector anticapitalista como errejonista: Iglesias no será el cabeza de cartel de Podemos en 2020 y dará el relevo a la portavoz parlamentaria, Irene Montero. Afirmaciones que se habían trasladado a diferentes periodistas 'off the record'. El entorno del secretario general desmiente este extremo, aunque no le ha llegado a preocupar como para tener que desactivar el interesado rumor.

placeholder Pablo Iglesias e Irene Montero, durante su comparecencia este sábado. (EFE)
Pablo Iglesias e Irene Montero, durante su comparecencia este sábado. (EFE)

Las luchas de poder se han recrudecido paralelamente. Las desconfianzas cruzadas son cada vez mayores, la conspiración que reveló el 'documento Bescansa' las ha potenciado, y ahora son las bases quienes tendrán la posibilidad de mandar un mensaje, ya no solo para reforzar o no al líder que eligieron hace escaso año y medio sino para cerrar definitivamente el debate de la segunda asamblea del partido. La operación no está exenta de riesgos para Iglesias. La participación será crucial, pues aunque segundas espadas de los sectores críticos defienden la dimisión, la disidencia se manifestará a través de la abstención. En Vistalegre II participaron alrededor de 150.000 militantes el 55% del censo activo— y la lista encabezada por Iglesias fue la ganadora con el 51% de los votos frente al 34% de la representada por Íñigo Errejón y el 13% de la anticapitalista.

Iglesias busca pinchar la burbuja de la polémica y zanjar el debate sobre el liderazgo, con Irene Montero como sucesora natural, aun a riesgo de incrementar el personalismo del partido. Resurge el fantasma de la escisión o la potenciación de baronías desconectadas con la dirección estatal, sobre todo en el caso de Madrid y Andalucía, con Íñigo Errejón y Teresa Rodríguez posicionándose como hipotéticos relevos en un futuro cercano. El líder de Podemos ha insistido en las últimas reuniones de la dirección que será el candidato en las elecciones generales a la presidencia del Gobierno, y a partir de los resultados que obtenga decidirá si seguir al frente o dar un paso a un lado.

Iglesias busca pinchar la burbuja de la polémica y zanjar el debate sobre el liderazgo, con Irene Montero como sucesora natural

En las confluencias, las denominadas alcaldías del cambio o en formaciones aliadas como Izquierda Unida apenas existen voces que se hayan plegado al argumentario diseñado por la dirección de Podemos para combatir la crisis del polémico chalé, y la respuesta más habitual es que "yo no lo hubiera hecho". Hasta ahora, quien ha ido más lejos criticando abiertamente la decisión ha sido el alcalde de Cádiz, José María González 'Kichi', que pertenece al sector anticapitalista, al igual que su pareja, Teresa Rodríguez.

"Ni he pensado [en irme] ni quiero dejar de vivir ni criar a mis hijos en un piso de currante en el barrio gaditano de La Viña. La idea es no parecernos a la casta, es no ser como ellos porque vinimos a desalojarlos a ellos después de que hubieran estado desahuciando por miles a nuestra gente, es no vivir como ellos, es parecernos al pueblo que nos eligió y al que seguimos siendo leales", aseguraba este viernes a través de un comunicado. El alcalde gaditano añadía además que "el código ético de Podemos no es una formalidad, sino el compromiso de vivir como la gente corriente para poder representarla en las instituciones y supone renunciar a privilegios como el exceso de sueldo".

Foto: El líder de Podemos, Pablo Iglesias, con el resto de miembros de la dirección tras anunciarse los resultados de la asamblea de Vistalegre II en febrero del pasado año. (EFE)

Las críticas en público desde el sector anticapitalista hicieron sonar las alarmas en Princesa 2, cuando ya se revelaba una venganza del caricaturizado 'Podemos de Pozuelo' frente al de Vallecas. El temor a una sigilosa pinza entre los dos sectores de Podemos, situados a la izquierda y a la derecha del pablismo, ha desvelado que la batalla fratricida de Vistalegre II no se ha cerrado. La partida de ajedrez dentro de Podemos continúa desde el fallido 'jaque pastor', y el asunto del chalé que algunos interpretaron como su ventana de oportunidad apunta que acabará, una vez más, en enroque con el apoyo de las bases.

La división interna en Podemos y la lucha por el liderazgo ha vuelto a reaparecer un año y medio después de la fratricida batalla de Vistalegre II. Los movimientos internos en forma de toma de posiciones para disputar a Pablo Iglesias el control del partido tras el estallido de la polémica por la compra de un chalé así lo ratifican. Tanto a la derecha como a la izquierda del secretario general las críticas son cada vez menos veladas, utilizando la polémica como desgaste y para defender una alternativa. Con el 'documento Bescansa' todavía fresco, el secretario general ha tenido que recurrir una vez más a la consulta a las bases como método de protección.

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