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Las peores horas del 'cifuentismo': "Si el máster la 'mata' se acabó el PP de Madrid"
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Las peores horas del 'cifuentismo': "Si el máster la 'mata' se acabó el PP de Madrid"

Cristina Cifuentes, 'el ave fénix' que vino a salvar un partido asolado por la corrupción, puede acabar hundiéndolo si el llamado 'caso máster' se vuelve insostenible para la presidenta regional

Foto: Cristina Cifuentes. (EFE)
Cristina Cifuentes. (EFE)

La fotografía que se vivió este viernes en la Asamblea de Madrid fue bastante esclarecedora. Solo un diputado autonómico del PP, Jesús Gómez, apoyando con su presencia la comparecencia de Esperanza Aguirre en la comisión de investigación. Nadie más. El 'aguirrismo' hace tiempo que murió. Minutos antes se había sentado en la misma silla el investigado Ignacio González. Obviamente no apareció nadie de los populares, solo su hermana, que sigue siendo parlamentaria. El 'viejo PP de Madrid' es un paria. Nadie en el partido se quiere retratar con él. La Gürtel primero, la Púnica después, y el caso Lezo para rematar lo acabaron de enterrar. Todo ello aderezado con cutres episodios de espionajes y guerras internas. Surgió entonces el 'nuevo PP', que se reinventó con el 'cifuentismo' y la llamada regeneración...

[El acta del máster de Cristina Cifuentes tiene al menos dos firmas falsificadas​]

Pero el histerismo y la depresión se han vuelto a instalar en las filas populares. "Si el máster 'mata' a la presidenta se acabó el PP de Madrid", señalan varias fuentes del partido, una frase que refleja el ánimo que se vive en la Puerta del Sol (sede del Gobierno regional), en la primera planta de Génova (cuartel general de los populares) y en la Asamblea (donde trabaja el grupo parlamentario). Cristina Cifuentes Cuenca, 'el ave fénix' que vino a salvar un partido asolado por la corrupción puede acabar hundiéndolo si el llamado 'caso máster' se vuelve insostenible para la presidenta regional. Otro golpe más sería demoledor para el partido, señalan las mismas fuentes. Electoralmente hablando.

Foto: La presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes. (EFE)

La semana para Cifuentes está siendo dura, la más dura desde que llegó a la Comunidad en el verano de 2015. Las informaciones publicadas por Eldiario.es apuntan a que falsificó (o le falsificaron) las notas para aprobar un máster de forma fraudulenta. No es un tema menor. Está en juego mucho más que la honorabilidad de la presidenta autonómica, está en juego un mensaje, un discurso, un proyecto político que dice sustentarse en la regeneración y la honradez, "en la tolerancia cero con la corrupción". Si todo eso ahora se cae, "el futuro es negro, muy negro", explica un diputado regional del PP.

De momento la presión, traducida en gripe, ha tumbado a Cifuentes, que el viernes tuvo que suspender un acto (precisamente en una universidad) porque los virus la hicieron guardar cama. "Está con paracetamol de un gramo. Necesita descansar y recargar las pilas", explican desde su equipo, que aseguran que el lunes volverá con su agenda normal y el martes presidirá el Consejo de Gobierno previo a las vacaciones de Semana Santa. "Ella es como un 'panzer', la más fuerte de todos". Cifuentes cree que sus explicaciones (a través de una nota de prensa, un vídeo en las redes sociales y dos entrevistas) han sido más que suficientes para disipar cualquier tipo de duda y sospecha. Que está acreditado que hizo el máster de forma legal. Y el 'cifuentismo' ya ha lanzado su argumentario: estamos ante un linchamiento político, un ataque personal sin fundamento que solo persigue erosionar a uno de los activos políticos más importantes del PP.

placeholder Cristina Cifuentes, cuando fue elegida presidenta del PP de Madrid en marzo de 2017. (EFE)
Cristina Cifuentes, cuando fue elegida presidenta del PP de Madrid en marzo de 2017. (EFE)

Lo que está claro es que hay mucha preocupación desde su entorno más cercano. No solo porque el episodio del máster no se ha cerrado todavía (ni de lejos), sino porque a un año de las elecciones autonómicas (en las que Cifuentes quiere presentarse) el temor es que "los ataques personales" contra ella sean constantes. Desde que Francisco Granados abriera la veda hace unas semanas en la Audiencia Nacional, insinuando presuntos romances de la presidenta, la racha se ha torcido, reconoce un miembro de su Gobierno. Tampoco hay que olvidar dos factores. El primero, que la investigación interna que ha iniciado la universidad Rey Juan Carlos depare alguna sorpresa desagradable. "Estamos recabando información y la daremos cuando tengamos algo veraz que ofrecer", señaló el rector en el acto del viernes al que no acudió Cifuentes. "Mi obligación como rector es demostrar que todos los profesores, o al menos la inmensa mayoría, hacen su trabajo con excelencia". ¿Al menos la mayoría? Es decir, ¿no todos? De todas formas los más críticos dudan de que la investigación universitaria podrá perjudicar a la presidenta.

El segundo, que la denuncia que han puesto varias asociaciones de estudiantes tenga visos de prosperar y la Fiscalía se ponga a investigar, solicitando más documentos y pidiendo originales, no copias. Mientras, la oposición se frota las manos. Ciudadanos, PSOE y Podemos quieren que la presidenta comparezca en un Pleno cuanto antes para que dé más explicaciones. El 'trofeo' es demasiado importante para dejarlo escapar. Este lunes se decide si la cita es el 27 de marzo o el 4 de abril. Desde los grupos de la oposición se desliza que sería muy conveniente que alumnos que cursaron el máster presencial con Cifuentes salgan a la opinión pública para explicar si vieron a la presidenta en las clases, o que hablen las tres profesoras del tribunal que examinaron su trabajo fin de máster, un trabajo que se ha puesto en cuestión porque no aparece.

Hay otro problema añadido. Ni la Fiscalía Anticorrupción ni el juez instructor del caso Púnica se han pronunciado aún sobre si Cifuentes va a tener finalmente algún tipo de responsabilidad penal en la investigación del ya famoso contrato de la cafetería de la Asamblea, después de que la Guardia Civil la acusara de los delitos de prevaricación y cohecho. Esta pequeña pieza del caso aún no está terminada y en breve se tomarán decisiones al respecto, señalan fuentes del ministerio público. El caso Púnica ya se ha cobrado algún cargo en su Ejecutivo regional, por mucho que Cifuentes dijera el otro día en el Congreso de los Diputados que no había ningún caso de corrupción en su Gobierno. La herencia recibida de Púnica ya ha provocado las dimisiones de un viceconsejero, un director general y dos diputados autonómicos de su grupo parlamentario.

Foto: Cifuentes ve "una vergüenza" que el congreso sea "altavoz de la difamación"

38 años en el partido

Cristina Cifuentes (Madrid, 1964) se afilió a Alianza Popular en 1980, con 16 años. Antes de ser diputada regional por primera vez en 1991 ya era asesora del grupo parlamentario. En la Asamblea ha sido secretaria de la Mesa, portavoz adjunta de su grupo y vicepresidenta primera (cargo con el que adjudicó el polémico contrato de la cafetería). Con Aguirre primero, y González después, nunca tuvo hueco en el Ejecutivo autonómico, aunque sí en el partido, donde fue nombrada secretaria territorial y presidenta del Comité de Derechos y Garantías (una especie de asuntos internos), además de ser miembro del comité de dirección del PP de Madrid, puestos en los que "nunca" detectó que el partido se financiara irregularmente, según señaló esta semana en el Congreso de los Diputados.

Una amplia trayectoria en el partido que sus detractores utilizan para argumentar que Cifuentes no puede ser sinónimo de regeneración. "¿Puede limpiar el PP de Madrid alguien que ocupó durante los años más oscuros la secretaría de asuntos internos y dice que no se enteró de nada, o se enteró y miró para otro lado?", señala un veterano diputado del PSOE. Licenciada en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid, tiene dos másteres (uno de ellos el ya famoso de la Rey Juan Carlos). Siempre ha estado ligada al ámbito académico. Formó parte del Claustro Constituyente de la Complutense, donde además es funcionaria y fue directora de un colegio mayor para alumnos colombianos. También estuvo en el consejo de administración de la Universidad Rey Juan Carlos (1996-2000), hoy su universidad maldita.

placeholder Cifuentes es felicitada por Aguirre cuando fue elegida presidenta de la Comunidad de Madrid. (EFE)
Cifuentes es felicitada por Aguirre cuando fue elegida presidenta de la Comunidad de Madrid. (EFE)

En enero de 2012 fue elegida delegada del Gobierno en Madrid, el verdadero punto de inflexión en su carrera hacia el estrellato político. Es cierto que ya era asidua en algunas tertulias y empezaba a explotar las redes sociales, pero su llegada a la sede de la calle Miguel Ángel (y el acierto en el fichaje de sus colaboradores) sirvió para que el gran público conociera al nuevo personaje político que se estaba fraguando: la nueva figura del PP que se declaraba republicana, defensora del matrimonio homosexual, agnóstica y el nuevo verbo progresista de los populares. Una etapa, no obstante, personalmente muy difícil (por su accidente de tráfico) y políticamente convulsa por el nacimiento del 15-M y las mediáticas protestas frente al Congreso que sirvieron para presentar otra faceta de nuestra protagonista: una delegada implacable.

En octubre de 2014 se destapó la Púnica (cayó Francisco Granados) y el 'aguirrismo' entró en fase terminal. El ático de González (preludio de lo que vendría después con el caso Lezo) ayudó también para que Mariano Rajoy la eligiera para la presidencia de la Comunidad. A pesar de las trabas que el PP de Madrid (que aún no controlaba) le puso durante la campaña electoral, Cifuentes consiguió mantener la región para el PP (aunque sin mayoría absoluta) y el 'cifuentismo' empezó a fraguarse. Luego se puso al frente de la gestora del PP madrileño y en marzo de 2017 se hizo con la presidencia del partido, 37 años después de que la joven Cristina se afiliara a AP.

Foto: Cristina Cifuentes.

Todo se puede desmoronar "por el puñetero máster", el que aparece en su perfil de presidenta de la web del Gobierno regional. El 'caso máster', como dicen unos, el 'caso Cifuentes' como dicen otros, le va a pasar factura aunque sobreviva a esta crisis y recupere el timón, reconocen desde su partido. En el PP de Madrid son conscientes del auge de Ciudadanos en las encuestas (sobre todo desde el 'procés') y muestran cierto respeto al tándem que Íñigo Errejón puede fraguar con el PSOE de Ángel Gabilondo para asaltar la Comunidad. "Todo esto no ha llegado en el mejor momento", señalan. "Hace falta un golpe encima de la mesa, que la presidenta deje claro que todo se hizo de forma correcta", explican. Pese al pesimismo hay esperanza. Todos esperan que el 'cifuentismo' resurja.

La fotografía que se vivió este viernes en la Asamblea de Madrid fue bastante esclarecedora. Solo un diputado autonómico del PP, Jesús Gómez, apoyando con su presencia la comparecencia de Esperanza Aguirre en la comisión de investigación. Nadie más. El 'aguirrismo' hace tiempo que murió. Minutos antes se había sentado en la misma silla el investigado Ignacio González. Obviamente no apareció nadie de los populares, solo su hermana, que sigue siendo parlamentaria. El 'viejo PP de Madrid' es un paria. Nadie en el partido se quiere retratar con él. La Gürtel primero, la Púnica después, y el caso Lezo para rematar lo acabaron de enterrar. Todo ello aderezado con cutres episodios de espionajes y guerras internas. Surgió entonces el 'nuevo PP', que se reinventó con el 'cifuentismo' y la llamada regeneración...

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