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Pedro Sánchez culmina su semana negra con el portazo de Cs a su 'comisión estrella'
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EL ESTALLIDO FINAL, POR LOS "VETOS" A LOS HISTÓRICOS EN EL CONGRESO

Pedro Sánchez culmina su semana negra con el portazo de Cs a su 'comisión estrella'

El líder ha tenido que sortear en los últimos días la sensación de fiasco de su escuela de gobierno, las tensiones dentro del grupo y el colofón final del plante de los de Rivera a la comisión territorial

Foto: Pedro Sánchez, este 20 de marzo en un desayuno informativo en el hotel Palace de Madrid. (EFE)
Pedro Sánchez, este 20 de marzo en un desayuno informativo en el hotel Palace de Madrid. (EFE)

Un 'déjà vu'. Otra vez se palpa en el PSOE la sensación de que las cosas se tuercen, de que escapan al control de la dirección y se vuelven en contra. Se masca la percepción de que se van quemando en el calendario semanas negras. En los últimos días se han acumulado tanto los resultados irregulares —como poco— de la escuela de buen gobierno, lastrada con un rosario de ausencias de popes y notables del partido y deslucida por una falta de movilización, las amonestaciones de ilustres como Javier Solana, el debate bronco sobre la prisión permanente revisable en un momento de máxima conmoción en la opinión pública por el asesinato del pequeño Gabriel Cruz y las fricciones dentro del grupo parlamentario. Y, como colofón, la noticia de que Ciudadanos salía con un portazo de la comisión territorial, el órgano impulsado por Pedro Sánchez como antesala de la reforma constitucional, su gran proyecto estratégico para el desbloqueo de la crisis territorial.

En la cúpula federal no ven motivos de preocupación: muestran satisfacción con el desarrollo de la escuela de gobierno, aunque admitan cuestiones mejorables, descargan la culpa de un debate "irresponsable", el de la cadena perpetua, en Ciudadanos y PP, insisten en la normalidad interna y acusan a la formación naranja de "boicotear" la comisión territorial por una cuestión de rédito electoral. Pero no en todos los barrios socialistas la perspectiva era la misma. Para los críticos, cundía la desolación, el sentimiento de que el partido va "como pollo sin cabeza" y de que nada sale a derechas.

El último capítulo, el de la guerra entre PSOE y Cs, es el de mayor calado institucional. Que las relaciones entre ambas fuerzas, aliadas en 2016, están cada vez más agrietadas, parece evidente. Si la semana pasada se producía un cruce de reproches más que subidos de tono entre sendos portavoces a raíz del debate sobre la prisión permanente revisable, este martes fue el turno de la comisión que servía de prólogo para la reforma constitucional y que los socialistas impulsaron desde el primer momento con grandes expectativas. Albert Rivera anunció sin tapujos en una reunión interna de su grupo que Ciudadanos abandonaba la comisión por los continuos vetos del PSOE, decía, a los comparecientes propuestos desde las filas centristas y que, además, formaron parte del PSOE.

Cs asegura que insistió cuatro veces en que convenía escuchar a Bono, Guerra, Ibarra o Laborda, pero el PSOE rechazaba que fueran más ex


En concreto, el veto de la discordia miraba directamente a los expresidentes autonómicos Pepe Bono y Juan Carlos Rodríguez Ibarra, al exvicepresidente del Gobierno Alfonso Guerra y al expresidente del Senado Juan José Laborda. Según fuentes del grupo parlamentario de Cs, hasta en cuatro ocasiones insistieron en la idoneidad de esos cuatro “perfiles institucionales” para la comisión. La primera fue en diciembre, la segunda en enero, la tercera en febrero y la cuarta la semana pasada. En esta última, argumentan miembros de Cs, recibieron un “no taxativo” de los portavoces socialistas. El argumento, aseguran, estaba claro: “No querían más ex del partido. Lo dijeron con claridad”. Todo ello después de que ejercieran como comparecientes los exministros socialistas Jerónimo Saavedra y Jordi Sevilla. “Insistieron en que con ellos la cuota estaba cubierta”. Una tesis que el grupo naranja rechaza de plano, “se trata de gente clave para la constitución del actual modelo territorial”, y reprochan al PSOE “traer su batalla interna al Congreso”.

Foto: El presidente de la comisión territorial, José Enrique Serrano (d), con los presidentes de CEOE, Juan Rosell (c) y Cepyme, Antonio Garamendi. (EFE)

Las "ocurrencias" de Sánchez

En la cúpula de Sánchez, sin embargo, niegan que hubiera "vetos" formales. Simplemente, que se entendía que no convenía seguir mirando al pasado. "Tenemos un calendario de comisión [hasta junio], y un desarrollo que seguir, y más de 200 comparecencias pedidas. Es decir, esto va para largo", señalan fuentes muy próximas al secretario general. Es decir, que lo que se fijó la semana pasada fue la temática de las sesiones del 4 y el 11 de abril, y en las que se acordó traer a cargos europeos para abordar la cesión de soberanía de España a instituciones comunitarias. Por tanto, no hubo veto, dicen, sino aplazamiento. No obstante, la número dos del PSOE, Adriana Lastra, y la portavoz parlamentaria, Margarita Robles, sí reconocieron que la dirección quiere citar a los actuales presidentes autonómicos y cerrar con los exjefes del Ejecutivo y con Mariano Rajoy, y que la vista hacia el pasado, de pura evaluación, ya estaba completada con los comparecientes que han pasado en estos tres meses de comisión. Entre ellos, los padres de la Carta Magna vivos.

La dirección seguirá trabajando en la comisión con el PP y el Mixto y no pierde la esperanza de que Cs regrese y se sumen Podemos y los nacionalistas

Rivera fue especialmente duro con Sánchez, al que criticó las “múltiples ocurrencias” en su “comisión de nación de naciones”. En realidad, esta comisión, presidida por el veterano socialista José Enrique Serrano, nunca empezó con buen pie a ojos de Ciudadanos. Los centristas criticaron desde el primer momento el procedimiento de la misma e insistieron en la necesidad de establecer un orden concreto de comparecientes. “Si el horizonte es de llegar a un pacto de Estado, lo mínimo es acordar un orden”, insisten dirigentes naranjas.

La cuestión es que más allá de los desencuentros con el PSOE, Cs tampoco encontró apoyo entre los populares. Algo evidente en tanto que si el grupo del PP hubiera apoyado la solicitud de estas comparecencias del equipo de Rivera, la mayoría del centro-derecha se habría impuesto en la comisión. Aun así, los populares aseguran haber sentido “una gran sorpresa” ante la “desbandada de Ciudadanos”, y afirman no comprender por qué se han levantado de la comisión. Aseguran que ellos nunca rechazaron las comparecencias de los excargos socialistas, aunque sí respaldaron que el momento justo no tenía por qué ser el actual. Ellos son partidarios de que en las próximas sesiones comparezcan los cargos de la UE pactados y que también tienen mucho que decir sobre un cambio en el modelo territorial español. “Todos los políticos no tenían por qué ir seguidos”, afirman.

Ciudadanos abandona la comisión territorial impulsada por el PSOE

Para la jefatura socialista, la argumentación de Cs "no es más que un pretexto", porque en realidad, a juicio de Lastra, nunca creyó en este foro. La formación naranja, sostuvo, ha acabado asumiendo la "herencia" de José María Aznar y de Vox "jugando a la confrontación entre territorios y ciudadanos", aprovechando que no gobierna ninguna comunidad y ningún ayuntamiento relevante. Es decir, que coquetea con la ultraderecha —reproche que la número dos ya había lanzado a Rivera en plena campaña de las catalanas— para sacar tajada electoral. Pero nada, dicen, hará torcer su voluntad: los socialistas seguirán trabajando en el foro parlamentario como hasta ahora, aunque tengan por el momento la única compañía de PP, Unión del Pueblo Navarro y Compromís, puesto que Unidos Podemos, PNV y las formaciones independentistas nunca entraron en él, pese a los sucesivos emplazamientos de Ferraz a que se sumen. La dirección cree que en las próximas semanas pueden pasar muchas cosas —entre ellas, que se desencalle la gobernabilidad en Cataluña o salgan los Presupuestos— y los vientos soplen entonces a favor.

Foto: Pedro Sánchez, durante su intervención en la clausura de la escuela de buen gobierno del PSOE, este 18 de marzo en La N@ve Boetticher de Madrid. (Borja Puig | PSOE)

"Boicot" constante

En el estado mayor del PSOE hablan de que Cs ha querido "boicotear" la comisión de evaluación y modernización del Estado autonómico —el nombre oficial—, "dinamitarla" a toda costa. Y niegan de plano que la actitud de los naranjas suponga que su apuesta vaya a naufragar. "No es un feo hacia nosotros, es una irresponsabilidad más de Ciudadanos, que no tiene proyecto de país", señalaba con indignación una dirigente cercana a Sánchez. "¡Es que a Rivera se le perdona todo! Esto es un tema de país, nos jugamos el país, no es el PSOE el que se la juega. Nos jugamos dar una salida a la crisis territorial, a Cataluña. Al final, es un problema de enfoque. De todo parecemos tener la culpa nosotros", protestaba a su vez un alto mando de la cúpula.

En el núcleo duro se quejan de que a Rivera "se le perdona todo" y advierten de que con el plante no pierde el PSOE: se trata de un "proyecto de país"

Sin embargo, algunas voces de la ejecutiva sí habían alertado al núcleo duro de que Cs podía acabar abandonando la comisión territorial y de que, para evitarlo, quizá convendría tragarse algún sapo. Algunos dirigentes señalan que habían advertido de que los de Rivera habrían cedido si el PSOE hubiera accedido, por ejemplo, a la comparecencia de Guerra, que aunque "hubiera podido hurgar en la herida", sí tenía mucho que decir. Pero Sánchez, siguen estas fuentes, se negó, eslabón último de una relación tormentosa con el que fuera número dos de González. En el círculo más cercano del secretario general aseguran que nunca estuvo sobre la mesa la opción de aceptar la presencia de Guerra como gesto de buena voluntad hacia Cs, porque en realidad "nunca quiso estar en la comisión" y de hecho votó en contra de su creación.

placeholder Margarita Robles, portavoz parlamentaria socialista, junto a la portavoz adjunta, Adriana Lastra, y el secretario general del grupo, Rafael Simancas, este 20 de marzo en los pasillos del Congreso. (Inma Mesa | PSOE)
Margarita Robles, portavoz parlamentaria socialista, junto a la portavoz adjunta, Adriana Lastra, y el secretario general del grupo, Rafael Simancas, este 20 de marzo en los pasillos del Congreso. (Inma Mesa | PSOE)

La dirección lleva trasladando en los últimos días que se siente "acosada". Percibe una "confabulación" de los medios —y no solo— contra ella. En uno de los talleres de la escuela de buen gobierno, el pasado viernes, el secretario de Estudios y Programas, José Félix Tezanos, descalificaba las encuestas que publicaban los periódicos porque no son más que "parasociología", una suerte de "brujería". El equipo de Sánchez se queja también de que la atención de las jornadas se centrara en las sonoras ausencias de dirigentes —Susana Díaz, Felipe González, Alfredo Pérez Rubalcaba, Ximo Puig y Javier Fernández—, en la reprimenda de Solana a la dirección —dijo no estar "contento" con el rumbo del partido y lamentó que se perdiera el debate de la prisión permanente revisable y que se hubiera decidido la salida del pacto educativo—, o en el "fallo de cálculo" de la clausura, donde no se llegaron a ocupar dos centenares de sillas, ofreciéndose así la imagen de un espantoso pinchazo.

La escuela se cerró con una estampa de desunión, de costuras internas aún más abiertas de lo que parecía. Y eso que el propio Sánchez había vendido el cónclave un mes antes como la "visualización de la unidad recompuesta". Definición que incluso en su núcleo duro hoy, a toro pasado, sienten como un "error", porque eso condicionó la proyección exterior de unas jornadas que juzgan que sí fueron útiles por el contenido y porque lograron movilizar a un millar de participantes durante cuatro días, más que en un congreso federal del PSOE.

Choques por la actividad parlamentaria

Los críticos, sin embargo, observan que "todo es un horror", que "no hay proyecto", que el partido va "a la deriva y puede no tener retorno". Cunde la sensación de que Sánchez "no tira" y de que solo se deja llevar por su "sectarismo", impresiones que obviamente niegan en Ferraz. El secretario general no solo tiene como foco opositor Andalucía. Es consciente de que el grupo parlamentario no está en su mayoría con él. En las primarias, se volcó con Susana Díaz, y aunque algunos sí han decidido dejar atrás ese capítulo, otros mantienen sus recelos hacia el líder.

En el partido se escuchan críticas hacia Robles, por su falta de 'punch' con Rajoy, y a la cúpula del grupo, que insiste en que da juego "a todo el mundo"

El clima interno en el Parlamento no es ni de lejos como en los últimos meses del primer mandato de Sánchez, o como en el periodo de interinidad de la gestora, pero tampoco es óptimo. Los hay que cuestionan a la portavoz, Margarita Robles, porque consideran que no tiene 'punch' en las sesiones de control frente a Mariano Rajoy, que no es capaz de destacar frente a Albert Rivera o Pablo Iglesias, y que recuerdan que ella, sin carné de militante, no tiene ligazón con el partido —su relación es directa con Sánchez, pero ella no conoce el PSOE ni sus tripas— y no controla a veces el discurso oficial. Hay diputados que protestan porque no se les tiene en cuenta y se les margina del trabajo en pleno o en comisiones.

placeholder La portavoz socialista de Igualdad en el Congreso, Ángeles Álvarez, en el pleno este 20 de marzo. (Inma Mesa | PSOE)
La portavoz socialista de Igualdad en el Congreso, Ángeles Álvarez, en el pleno este 20 de marzo. (Inma Mesa | PSOE)

La dirección, no obstante, opone que sí intenta dar "juego a todo el mundo", que la puerta del despacho de Robles "está abierta a todos". Recuerdan que en el pleno de esta semana se acordó la intervención de diputados susanistas como Ángeles Álvarez —hace una semana protestó ante Sánchez por la falta de coordinación entre Ferraz y el grupo—, Gregorio Cámara o Carmen Cuello, igual que el jueves pasado se designó al gaditano Juan Carlos Campo la defensa de la posición del partido en el difícil debate de la prisión permanente revisable. Admiten también que puede haber compañeros del grupo que están "desaprovechados", como el sociólogo turolense Ignacio Urquizu. Y señalan, en su descargo, que problemas con las direcciones parlamentarias los ha habido siempre. Es cierto. Sin ir más lejos, bajo el liderazgo de Alfredo Pérez Rubalcaba, la federación andaluza y los chaconistas se sentían marginados del trabajo en las Cortes y los contrarios al líder tuvieron siempre en su punto de mira a la entonces portavoz, Soraya Rodríguez, hoy una de las diputadas no alineadas con Ferraz de mayor peso.

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"Que no busquen culpables"

El malestar en el grupo no estalló este martes en el Congreso —es más, César Ramos, José María Barreda y Luis Carlos Sahuquillo salieron en defensa de la cúpula—, pero sí en la Cámara Alta. El revuelo se montó por la decisión de Sánchez de reclamar una subida salarial de solo un 0,25%, en solidaridad con los pensionistas, de ministros, diputados y senadores. Como adelantó la agencia EFE, varios parlamentarios tacharon la propuesta de "peligrosa" y "ridícula", y que deja "al partido a la altura del betún". El riojano Quico Martínez-Aldama, el gallego Modesto Pose, el expresidente balear Francesc Antich y la andaluza María José Fernández fueron algunos de los senadores que se encararon con quien dirigía la reunión, la asturiana Luisa Carcedo, secretaria general del grupo en el Senado, en ausencia del portavoz, Ander Gil.

La tensión estalla en el grupo en el Senado, hasta "a voces", a cuenta de la propuesta de Sánchez de subir el salario a los políticos solo un 0,25%

Carcedo acabó discutiendo "a gritos" con los críticos, según relataron distintas fuentes, relato que niegan en la dirección. "Fue un debate como tantos otros, nada más. Se debate con vehemencia muchas veces", conceden. La protesta de varios senadores socialistas era de esperar porque en el Congreso ese malestar por el 0,25% también existía, aunque no afloró este martes. Lo que estiman los críticos es que se trata de una propuesta de "demagogia barata", con escaso impacto presupuestario, y que además "enfrenta a los pensionistas con los políticos", choque que entienden que no puede alimentar el PSOE. Lastra sí admitía el lunes en rueda de prensa que se trataba de un gesto "simbólico", pero que tenía su importancia porque lanzaba un mensaje a los mayores.

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"Lo peor es que cerramos una semana negra, pero puede abrirse otra aún peor. Y alguna responsabilidad tendrá la dirección. Que no busquen culpables entre los barones, los susanistas o los medios. Pedro tiene todo el poder ahora mismo, y por tanto él será el responsable de que la imagen del partido esté tocada. Vamos como pollo sin cabeza", sentencia una diputada. Otro parlamentario advierte de que el PSOE no puede hacer como si el auge de Cs no existiese, porque el peligro de fuga de votos por el centro existe. En la cúpula no existe esa sensación de zozobra. Se insiste en que el rumbo es firme, que el PSOE avanza "lento, pero seguro", por mucho que las encuestas se conjuren para hundir unas siglas centenarias, y que el liderazgo de Sánchez es claro y suma de cara a los votantes. Aún queda para saberlo. Por lo pronto, el secretario general ligó su futuro a lo que suceda en las primeras urnas de carácter general en el horizonte: las municipales.

Giro de la cúpula respecto a la prisión permanente, respaldo a la portavoz

Los socialistas defendían hasta ahora que no convenía seguir con la tramitación de la proposición de ley del PNV de derogación de la prisión permanente revisable, con el argumento de que había que esperar la sentencia del Tribunal Constitucional. Pero este martes el partido modificó su postura. Margarita Robles confirmó que su partido no pedirá ampliaciones del plazo de enmiendas -por lo que bloquear la tramitación de la iniciativa queda en manos de PP y Cs, como ocurrió este martes en la mesa-. Pero no solo eso. 

El PSOE no cree ya que haya que aguardar al fallo del TC. "Han sido otros grupos [PP y Cs], por una posición claramente partidista, por cálculo electoral, los que han provocado que el debate esté ahí y ellos tendrán que asumir consecuencias de eso. Pero una vez que el debate ya está aquí, al PSOE sólo le queda mantenerse firme", dijo Robles, quien adelantó que su grupo no presentará enmiendas a la propuesta del PNV. Es decir, que no hará nada para ralentizar la tramitación de la iniciativa, con el fin de que se derogue cuanto antes la cadena perpetua revisable. 

La portavoz, a las críticas a su gestión, respondió que el grupo funciona "muy bien y muy unido" y animó a quien tenga quejas a decirlo públicamente y no ampararse en el anonimato. Además, aseguró que se siente "absolutamente respaldada, querida y apreciada" como portavoz.

Un 'déjà vu'. Otra vez se palpa en el PSOE la sensación de que las cosas se tuercen, de que escapan al control de la dirección y se vuelven en contra. Se masca la percepción de que se van quemando en el calendario semanas negras. En los últimos días se han acumulado tanto los resultados irregulares —como poco— de la escuela de buen gobierno, lastrada con un rosario de ausencias de popes y notables del partido y deslucida por una falta de movilización, las amonestaciones de ilustres como Javier Solana, el debate bronco sobre la prisión permanente revisable en un momento de máxima conmoción en la opinión pública por el asesinato del pequeño Gabriel Cruz y las fricciones dentro del grupo parlamentario. Y, como colofón, la noticia de que Ciudadanos salía con un portazo de la comisión territorial, el órgano impulsado por Pedro Sánchez como antesala de la reforma constitucional, su gran proyecto estratégico para el desbloqueo de la crisis territorial.

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