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El 8-M más masivo desborda al Gobierno y sitúa al feminismo en la agenda
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El 8-M más masivo desborda al Gobierno y sitúa al feminismo en la agenda

La protesta feminista logra condicionar la agenda, para la actividad política y hace rectificar al Ejecutivo, desorientado desde la descalificación a la comprensión hacia la huelga

Foto: Miles de mujeres salen a las calles de Madrid en la manifestación del 8-M. (EFE)
Miles de mujeres salen a las calles de Madrid en la manifestación del 8-M. (EFE)

El 8 de marzo más participativo, más visible y más transversal ha sido un éxito histórico, fácilmente medible con la constatación del enorme eco de la movilización, la presencia del discurso feminista en la agenda política y la capacidad para modificar el discurso de los más reacios, especialmente el del Gobierno, desbordado por la ola del mensaje de la igualdad y la lucha contra el machismo.

Feminismo, patriarcado, acoso o brecha salarial son ya términos asumidos y con lugar destacado en la política, empujados por la ola de la movilización de las mujeres, y al Gobierno le ha cogido mirando a otra parte y con el pie cambiado.

La histórica protesta, en forma de multitudinaria manifestación, paros parciales o huelga general de mujeres, ha arrollado al Gobierno de Mariano Rajoy, que pasó de la descalificación y la distancia de los días previos a la aparente comprensión y hasta el intento de gesto final de respeto a las reivindicaciones feministas, para no ser sepultado por la ola, aunque no haya participado en ninguna de las movilizaciones.

El Congreso no tuvo más actividad que dos actos con debates sobre las mujeres y la reivindicación de la igualdad de géneros, y las asociaciones y sindicatos celebraron el éxito sin precedentes de la convocatoria. Con los matices de la forma elegida por cada una para protestar y la posición de cada partido, este 8 de marzo ningún político de primera fila ha podido hablar de ningún otro asunto. Y eso ya es todo un éxito transversal de los convocantes y las movilizadas.

Foto: Manifestación del 8 de marzo del año pasado. (EFE)

Nos han fallado los radares y no detectamos la que nos venía encima y la sensibilidad social sobre este asunto”, asegura un alto dirigente del PP, que admite la radical rectificación del discurso de su partido en el último momento, empujado por la movilización ciudadana. Su rechazo y desdén han sido derrotados por las mujeres.

Por eso, la presidenta del Congreso y diputada del PP, Ana Pastor, se empeñó en hablar de “transversalidad” en un acto con mujeres relevantes de diferentes sectores de la sociedad celebrado en la Cámara, con presencia de diputados de PP, PSOE, Ciudadanos y PDeCAT, y para evitar que la izquierda patrimonialice la movilización, cuyo éxito a esa hora ya era evidente.

Millones de mujeres pararon este jueves y se habló de brecha salarial, de acoso y de violencia machista, y medios de comunicación internacionales centraron en España sus informaciones sobre las movilizaciones del Día de la Mujer. Y hasta el ministro de Justicia, Rafael Catalá, terminó este jueves por justificar la protesta como forma de “visibilizar” la situación de la mujer.

Los ministros y dirigentes del PP siguieron el 8-M el argumentario distribuido ayer mismo por su partido y el Gobierno, en el que se les pedía que evitaran las críticas a la protesta, que mostraran empatía y que admitieran las razones de la movilización feminista. Todo para mitigar el efecto de la protesta.

El propio Mariano Rajoy, presidente del Gobierno, compareció en Valencia con un lazo morado en la solapa y la vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, expresó su respeto al "derecho de huelga de todo el mundo" ante el 8 de marzo y admitió que aún hay que "cambiar muchas cosas" en la sociedad, porque las mujeres, incluso las que ocupan un cargo de vicepresidenta, viven "algunos comportamientos machistas inaceptables”.

“El Gobierno trabaja por la igualdad real; contamos con la colaboración de todos para lograr la plena participación de las mujeres en la sociedad en las mismas condiciones que los hombres”, escribió Rajoy en un tuit. “Una sociedad moderna defiende la igualdad de oportunidades entre hombres y mujeres. Las mujeres no pueden seguir siendo discriminadas en el trabajo por ser madres o futuras madres. Por eso debemos trabajar todos juntos como sociedad. Se lo debemos a todas las mujeres de este país”, escribió Javier Maroto, vicesecretario del PP.

Hace unas semanas, Rajoy aseguró en una entrevista en Onda Cero que el Gobierno no podía meterse en solucionar la brecha salarial y la dirección del PP distribuyó un argumentario en el que aseguraba que la huelga general era “frívola, insolidaria y elitista” y descalificaba la protesta feminista. Este 8-M, el PP evitó ese discurso, tras admitir en privado los errores citados.

También dos días antes, Rajoy desautorizó en el Senado a su ministra de Agricultura y a la presidenta de la Comunidad de Madrid, que hablaron de “huelga a la japonesa”. El último episodio de distancia con el 8-M y sus objetivos fue la declaración de la ministra Dolors Montserrat, evitando en la Cadena SER definirse como feminista por estar en contra de las etiquetas.

Dirigentes del PP admiten ese grave error de cálculo, más aún tras constatar la intensidad de la movilización y el apoyo, por ejemplo, de las conductoras de programas de televisión y radio de la mañana, que optaron por cancelar sus programas en apoyo a la huelga feminista. Y, sobre todo, admiten la falta de coordinación del Gobierno en las últimas semanas.

Salvando las diferencias, al PP le ha pasado estas semanas con el feminismo lo que ya le ocurrió en su momento con otros asuntos de sensibilidad social como el matrimonio homosexual, contra el que se movilizó y que llevó al Tribunal Constitucional para, finalmente, terminar por aceptarlo luego, no derogarlo con su mayoría absoluta y hasta exhibir la presencia de Rajoy en la boda de Javier Maroto.

Al PP le ha pasado estas semanas lo que ya le ocurrió en su momento con otros asuntos de sensibilidad social como el matrimonio homosexual

PSOE y Podemos ve volcaron en apoyar la protesta con entusiasmo, aunque con matices y diferencias, porque los socialistas se sumaron al paro parcial y los de Pablo Iglesias prefirieron la huelga y su ausencia de cualquier otro acto como el del Congreso, donde no estaban ninguno de sus diputados ni sus dos representantes en la Mesa de la Cámara. Y los dos partidos han competido estas semanas en iniciativas parlamentarias, como la que busca combatir la brecha salarial.

Ciudadanos no apoyaba la protesta porque, según explicó Inés Arrimadas, el manifiesto incluía críticas al sistema capitalista, aunque sí asistió su cúpula a la manifestación. Y Albert Rivera acudió al citado acto del Congreso.

Con matices, al Gobierno le ha ocurrido también estas semanas algo parecido con la protesta de los pensionistas en la calle: le ha cogido por sorpresa, le ha sobrepasado, intentó argumentar que no había razones para la protesta y, finalmente, ha obligado a ir el próximo miércoles a Rajoy al pleno del Congreso con alguna mejora bajo el brazo.

En ambos casos, las alertas y la sensibilidad del Ejecutivo no han funcionado y el motor diésel de La Moncloa ha tardado en ponerse en marcha, después de dudas y visibles muestras de descoordinación y aturdimiento.

El 8 de marzo más participativo, más visible y más transversal ha sido un éxito histórico, fácilmente medible con la constatación del enorme eco de la movilización, la presencia del discurso feminista en la agenda política y la capacidad para modificar el discurso de los más reacios, especialmente el del Gobierno, desbordado por la ola del mensaje de la igualdad y la lucha contra el machismo.

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