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El adiós final a López Alba: "Se tomó la vida como el periodismo, demasiado en serio"
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El adiós final a López Alba: "Se tomó la vida como el periodismo, demasiado en serio"

Políticos, periodistas y familiares se despiden de un profesional convertido en referente, un informador y escritor "honesto", "decente" e "integro", fallecido hace un mes en Madrid

Foto: El periodista y escritor Gonzalo López Alba, junto al expresidente José Luis Rodríguez Zapatero. (Inma Mesa | PSOE)
El periodista y escritor Gonzalo López Alba, junto al expresidente José Luis Rodríguez Zapatero. (Inma Mesa | PSOE)

No se escuchaba ni el bisbiseo habitual. Ni un tímido murmullo. El latir de las teclas de los portátiles era casi la única compañía de las palabras. De los elogios y de las emociones, de las frases a veces entrecortadas por la congoja y el llanto sincero del alma. Era la mayor muestra de respeto y admiración a un periodista como pocos. Gonzalo López Alba. El profesional "honesto", "riguroso", "íntegro", meticuloso hasta la extenuación, perfeccionista al límite, referente para sus compañeros y para las nuevas generaciones. El hombre que, como decía José Luis Rodríguez Zapatero, "se tomó la vida como el periodismo: demasiado en serio".

Ha pasado un mes desde el fallecimiento, a los 58 años, de López Alba (Villafranca del Bierzo, León, 1959-Madrid, 5 de febrero de 2018), informador en diferentes medios desde los años ochenta —'ABC', 'El Sol', OTR, 'Interviú', 'Vozpópuli', 'infoLibre'...—, excolumnista de El Confidencial, premio Luis Carandell 2007 al mejor cronista parlamentario, escritor, lector voraz. Y decenas de compañeros, políticos y familiares quisieron rendirle homenaje, bajo el impulso de la Asociación de Periodistas Parlamentarios, en la que fuera su casa profesional durante décadas. En el Congreso. Querían recordar la figura y el legado de quien se definía como un humilde "plumilla", un cronista "a pie de obra". Y llenaron la sala Ernest Lluch.

"Era un periodista clásico, un plumilla, alguien a quien le gustaba el noble oficio de contar. Primero se informaba y luego contaba", elogia Ana Pastor


Porque, como aseguraba Jesús Maraña, director editorial de 'infoLibre', el de López Alba quizá sea "el único nombre propio" de periodista calificado de "honesto, decente, generoso, humilde y riguroso" por distintas cabeceras de signo ideológico opuesto. Algo "inaudito" en un país de "trincheras" y aficionado a los "sectarismos". Y es que él gozaba del respeto y del "aprecio" sincero de colegas y dirigentes. Y muchos estaban allí, en la Ernest Lluch de la Cámara Baja. Entre los rostros conocidos, compañeros y jefes de medios, como el director de este periódico, Nacho Cardero, o el exresponsable de 'Interviú', su amigo Alberto Pozas. Entre los políticos, no solo estaba el de Zapatero. También el de Alfredo Pérez Rubalcaba o el presidente de Asturias y exjefe de la gestora, Javier Fernández, junto a otros muchos diputados socialistas. El PSOE fue el partido al que Gonzalo cubrió durante años, al que se dedicó en cuerpo y alma. Hasta el punto de que él mismo se convirtió en "fuente consultable y consultada" para muchos cuadros del partido, en palabras del expresidente del Gobierno.

Zapatero reconoció que era de los periodistas a los que más "consideración, respeto y aprecio personal" tenía, y esa "debilidad" era "recíproca", también marcada por su coincidencia generacional y de origen, pues ambos crecieron en León. Para el exjefe del Ejecutivo, López Alba era un periodista "imbatible en la integridad", "con una vocación muy superior a sus colegas", "rabiosamente independiente", "penetrante", un informador político "con mayúsculas". El hombre que "radiografió como nadie" el 35º Congreso en que él venció, y que plasmó en su libro 'El relevo' (Taurus, 2002). "Gonzalo López Alba es un referente del buen periodismo", remachó Zapatero, sin ahorrar calidez a quien definió como un "amigo indudable" y una persona "entera".

El viejo PSOE

"Un periodista clásico, un plumilla, alguien a quien le gustaba el noble oficio de contar. Primero se informaba y luego contaba. Era reflexivo y metódico. Muy crítico", recordaba a su vez la presidenta del Congreso, Ana Pastor, evocando también el último texto que escribió para este periódico, en junio pasado, antes de tomarse un periodo sabático, y en el que con amargura se disculpaba por no haber sabido anticipar la victoria de Pedro Sánchez en las sangrientas primarias que disputó con Susana Díaz. Ninguno de los dos estaba este lunes en el homenaje en la Cámara, aunque los dos le mencionaron en Twitter. Pero si los dos candidatos representaban dos PSOE, en la Ernest Lluch había sobre todo uno de ellos. Ese viejo PSOE. El que representan Fernández, Rubalcaba, Zapatero. También Eduardo Madina o los diputados Ciprià Císcar, José María Barreda, José Andrés Torres Mora o Antonio Gutiérrez Limones. La dirección envió a la portavoz parlamentaria, Margarita Robles, que tuvo que marcharse antes de que concluyera el acto, y a Odón Elorza. Patxi López, el tercero en discordia de aquella guerra fratricida y miembro de la ejecutiva federal, sí quiso compartir igualmente el tributo a un periodista "de los grandes", como decía Pastor.

Zapatero le define como "imbatible en la integridad", "rabiosamente independiente", que llegó a convertirse en "fuente consultable y consultada"

A Jesús Maraña y Rosa Paz, periodistas y amigos de López Alba, se les quebraba la voz de la emoción. "El enorme patrimonio de Gonzalo era su credibilidad. Era fiable. Nunca publicaría un dato sin haberlo contrastado", subrayaba el máximo responsable de 'infoLibre', al que más le costaba seguir su propio discurso, y al que más le asomaban las lágrimas. Recorrió al Gonzalo periodista "concienzudo, puntilloso", "alérgico a los focos y a las candilejas" —todos sus compañeros sabían cuánto odiaba participar en tertulias, cuánto renegaba del "goce narcisista", no quería "impartir doctrina"—, pero también al escritor que logró publicar su novela 'Los años felices' (Planeta, 2014), en algunos pasajes un trasunto de su propia experiencia vital, y de la que sin embargo no llegó a conseguir que viera la luz la segunda parte. El escritor enamorado de Jorge Luis Borges (como Zapatero, por cierto) que también se autoeditó en Amazon 'My dear love' (2017), una narración sobre los peligros de las redes sociales, y que, como ya anunció en su despedida en El Confidencial, se zambulló en un nuevo ensayo sobre los últimos años del PSOE, y que dejó inacabado a su muerte. "Tú querías hacer literatura. Escribir era defenderte de la angustia", explicaba Paz.

Maraña o Pastor caminaron sobre otra de las vivencias de López Alba, su paso por la precariedad ya en la madurez de su profesión. El torbellino de la crisis económica mezclado con la revolución de la prensa. Cambios que le obligaron a "reinventarse", como reconocía Sonia García López, su sobrina, que ejerció como portavoz de la familia. "Resulta muy difícil tener esa dedicación —escribía el propio periodista en estas páginas, en su blog 'Interiores', al que dedicaba horas— cuando la retribución no alcanza ni siquiera los 1.000 euros (tampoco esto es excusa, porque aunque inicialmente obligado por las circunstancias yo lo elegí voluntariamente, sino reivindicación y advertencia sobre la situación en la que muchos de mis compañeros desempeñan su trabajo, singularmente los más jóvenes, pero también muchos que han sido expulsados del mercado laboral al cruzar la barrera de los 50 años)".

placeholder El periodista Gonzalo López Alba, con José Blanco, ex vicesecretario general y exsecretario de Organización del PSOE, en la sala de prensa de Ferraz. (Inma Mesa | PSOE)
El periodista Gonzalo López Alba, con José Blanco, ex vicesecretario general y exsecretario de Organización del PSOE, en la sala de prensa de Ferraz. (Inma Mesa | PSOE)

Él mismo ya había dicho, cuando recogió su premio Luis Carandell en el Senado, en 2007, y ante el entonces príncipe de Asturias, que la precariedad laboral "es la primera termita del periodismo". Y eso que por aquellos días no se atisbaban los nubarrones que luego sobrevinieron. "Gonzalo vivió la doble crisis. El periodismo puede transformar sus herramientas, pero ha de conservar las esencias del oficio, las raíces de Gonzalo López Alba, las raíces éticas", reflexionó la presidenta del Congreso, que hizo hincapié en cómo el "silencio más absoluto" de la sala acompañaba el acto. Era el adiós a Gonzalo. El signo de respeto de la profesión, de los políticos, de su familia, un mes más tarde de su repentina muerte, esa negra noticia que llegaba a todos el día en que Madrid nevaba y que a todos "heló el corazón", como recordaba la periodista Sandra Gallardo, vicepresidenta de la APP.

Era inevitable glosar al Gonzalo más humano. A ese personaje analógico y "tristón" a veces, cuya melancolía era "una gran coraza" con la que protegía su corazón "sensible, vulnerable, de hombre bueno", le definía Paz. A ese hijo totalmente devoto de su madre y entregado a sus hermanos, a ese hombre "auténtico", sentenciaba Zapatero. "Eras tímido, hermético. Amabas las palabras y ese amor te llevó al periodismo", señalaba la sobrina. "Eras solitario, casi misántropo —Paz de nuevo—. Pero tenías muchos amigos". Y muchos estaban este lunes allí para despedirle. Pero, como ya vaticinaba Pastor, aún muchos le tendrán muchos años en su "corazón y en su cabeza". Maraña coincidía: "Nadie nunca muere del todo mientras permanezca en la memoria de otros".

No se escuchaba ni el bisbiseo habitual. Ni un tímido murmullo. El latir de las teclas de los portátiles era casi la única compañía de las palabras. De los elogios y de las emociones, de las frases a veces entrecortadas por la congoja y el llanto sincero del alma. Era la mayor muestra de respeto y admiración a un periodista como pocos. Gonzalo López Alba. El profesional "honesto", "riguroso", "íntegro", meticuloso hasta la extenuación, perfeccionista al límite, referente para sus compañeros y para las nuevas generaciones. El hombre que, como decía José Luis Rodríguez Zapatero, "se tomó la vida como el periodismo: demasiado en serio".

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