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El oso pardo que mantiene en alerta a 15 pueblos de Cantabria: "Pasea por las calles"
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5 ataques de osos cantábricos a humanos en 25 años

El oso pardo que mantiene en alerta a 15 pueblos de Cantabria: "Pasea por las calles"

La principal hipótesis apunta a que se trata de un único oso "de unos dos o tres años y de cierto tamaño" que ha decidido quedarse en la zona por la facilidad con la que encuentra alimentos

Foto: Guillermo Palomero, presidente de la Fundación Oso Pardo, inspecciona excrementos del ejemplar en uno de los pueblos
Guillermo Palomero, presidente de la Fundación Oso Pardo, inspecciona excrementos del ejemplar en uno de los pueblos

Los vecinos del municipio de Cabezón de Liébana, en Cantabria, se toparon por primera vez con el oso pardo el pasado verano, cuando lo vieron comiendo cerezas en los campos de la zona. Desde entonces, el animal ha visitado varios pueblos de la región e incluso ha paseado por sus calles, remontándose el último avistamiento a nochevieja. "La gente está preocupada porque vas andando y no sabes dónde te lo vas a encontrar, lo mismo aparece al amanecer que a media tarde o por la noche. Los vecinos ahora intentan evitar las pistas forestales y andan por lugares más iluminados", explica a El Confidencial Jesús Fuente, el alcalde de Cabezón de Liébana, municipio que comprende 15 localidades.

En este sentido, Fuente comenta que los habitantes de Cabezón están acostumbrados a los animales salvajes, pero no a encontrarse con osos pardos junto a sus casas. "Nunca se han visto a tan poca altitud. Ni siquiera los más mayores de los pueblos recuerdan haberlos visto alguna vez. Esta no es su zona", señala. De todos modos, desde que comenzó la temporada de cerezas en 2017, el oso ya ha aparecido más de diez veces por el municipio. "Primero se le vio en Cambarco, luego en Frama, donde se paseó por todo el pueblo, y después aquí en Cabezón, que le vimos a 200 metros del ayuntamiento comiendo colmenas".

placeholder Una de las trabajadoras de Fundación Oso Pardo inspecciona varias huellas
Una de las trabajadoras de Fundación Oso Pardo inspecciona varias huellas

De hecho, el número de avistamientos ha llegado a tal punto que la Fundación Oso Pardo, organización que se encarga de la protección de estos animales en la Cordillera Cantábrica, no descarta que por la zona esté merodeando más de un ejemplar. "Eso es algo que por el momento no podemos descartar", comenta a este diario Guillermo Palomero, presidente de la fundación. Sin embargo, la principal hipótesis con la que trabajan apunta a que se trata de un único oso "de unos dos o tres años y de cierto tamaño" que ha decidido quedarse en la zona por la cantidad de alimentos que encuentra en la misma. "Aquí la comida la tiene fácil. Primero la cereza, luego la manzana... Tiene comida más a mano que si está en un monte alto, eso está claro", comenta el alcalde de Cabezón de Liébana.

Cinco ataques en 25 años

En los últimos 25 años, los osos pardos tan solo han protagonizado cinco ataques a humanos en la Cordillera Cantábrica, y ninguno de ellos con consecuencias fatales. Pese a ello, Palomero insiste en ser precavido a la hora de toparse con un ejemplar. "No son osos de peluche, son animales salvajes. Por naturaleza no buscan hacernos daño y tienden a rehuirnos, pero sí son muy peligrosos cuando se sienten amenazados. Ahí es cuando se producen los ataques", explica.

En este sentido, desde la organización recomiendan reaccionar de distintas formas en función de la situación en la que uno se encuentre al oso. En el caso de que se le vea a distancia y el animal no detecte la presencia humana, "lo mejor es retirarse despacio y sin correr". Si por el contrario el oso detecta tu presencia, "hay que conservar la calma, hablar suavemente con voz normal al animal e ir alejándonos despacio". Por último, para aquellas ocasiones en las que ninguna de estas opciones es suficiente y el oso se siente amenazado, lo más probable es que el animal realice una pequeña carrera hacia la persona y se frene justo antes de llegar a su posición. "Aunque puede resultar difícil, en este caso hay que mantener la calma, continuar en nuestro lugar, hablando suave y moviendo las manos pausadamente, para ir retirándonos despacio cuando relaje su atención sobre nosotros".

"Existe un protocolo de intervención, que lleva unos seis años en marcha, y plantea medidas como disparar balas de caucho o tirar fuertes petardos"

Al margen de cada situación concreta, Palomero subraya que la solución para el oso que merodea por Cabezón pasa por que el animal deje de estar acostumbrado a la presencia humana. "Varios vecinos se lo han encontrado paseando por estos pueblos a poca distancia y el animal no se marchaba. Se trata por tanto de un animal en proceso de habituación a los humanos, que no es algo inusual, pero sí es muy poco deseable", explica el presidente de la fundación. "Lo que hay que impedir es que se acostumbren a buscar comida en los pueblos y a tolerar la presencia humana en distancias cortas. Para eso existe un protocolo de intervención, que lleva unos seis años en marcha, y plantea medidas como dispararles balas de caucho o tirar fuertes petardos".

El otro visitante: un osezno herido

Aunque la preocupación de los vecinos se centra en el oso de entre dos y tres años, el pasado noviembre un nuevo visitante llegó al municipio: un osezno de aproximadamente un año que, según Ecologistas en Acción de Cantabria, tiene una pata herida por el disparo de un cazador. Al igual que ocurre con el ejemplar de mayor tamaño, el osezno ha aparecido por la zona en busca de alimentos en varias ocasiones, la última de ellas este mismo miércoles. "El pequeño no da miedo, es casi como un juguete. De hecho, mucha gente subió por las calles de Cambarco por la noche a ver si se lo encontraban", explica el alcalde de Cabezón de Liébana.

De todos modos, tanto la Fundación Oso Pardo como el alcalde temen que dentro de un año, cuando el osezno ya haya crecido, el animal comience a merodear por los pueblos sin temor alguno a los humanos. "Ese es el problema. Si no creciese, pues claro que es un atractivo, una cosa graciosa, pero el problema es que si sigue por aquí acabará alcanzando un tamaño considerable y podría resultar peligroso", comenta el alcalde. Por esta razón, desde la organización que preside Palomero insisten en que las autoridades deben capturar al osezno cuanto antes para curarlo y, tras un periodo de rehabilitación, volver a ponerlo en libertad. "Se ha perdido un tiempo precioso al no actuar durante un mes, dejando así que se acostumbre a la presencia humana", critica el presidente de la fundación.

De hecho, Palomero subraya que de cara al futuro conviene agilizar este tipo de intervenciones con osos, ya que todo apunta a que situaciones similares se repetirán en los próximos años. "Los osos cantábricos siempre se han aproximado a los pueblos a comer fruta y a robar miel, pero lo hacían por la noche y con gran temor a los humanos. El problema es que ahora algunos osos jóvenes empiezan a identificar los entornos humanos con el fácil acceso a alimentos y no tienen miedo a las personas", explica. "Esto es algo que llevamos tiempo avisando. No porque seamos muy listos, sino porque ya está ocurriendo en otros países".

Los vecinos del municipio de Cabezón de Liébana, en Cantabria, se toparon por primera vez con el oso pardo el pasado verano, cuando lo vieron comiendo cerezas en los campos de la zona. Desde entonces, el animal ha visitado varios pueblos de la región e incluso ha paseado por sus calles, remontándose el último avistamiento a nochevieja. "La gente está preocupada porque vas andando y no sabes dónde te lo vas a encontrar, lo mismo aparece al amanecer que a media tarde o por la noche. Los vecinos ahora intentan evitar las pistas forestales y andan por lugares más iluminados", explica a El Confidencial Jesús Fuente, el alcalde de Cabezón de Liébana, municipio que comprende 15 localidades.

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