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Una mandíbula emergida por la sequía resucita el 'caso Alcàsser' de Palencia
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Una mandíbula emergida por la sequía resucita el 'caso Alcàsser' de Palencia

Una dentadura incrustada en el lodo del pantano del Ebro coincide en edad y tiempo de la muerte con el misterioso caso de dos adolescentes desaparecidas en la zona hace 25 años

Foto: Fotografía de la mandíbula encontrada en el lodo del pantano del Ebro, en Cantabria.
Fotografía de la mandíbula encontrada en el lodo del pantano del Ebro, en Cantabria.

Una mandíbula trae de cabeza a tres comandancias de la Guardia Civil y a dos comarcas en Palencia y Cantabria. Apareció en el embalse del Ebro en octubre, en plena sequía. El bajísimo nivel del agua dejó al descubierto una dentadura solitaria, incrustada en el lodo. La encontró un hombre que paseaba por la orilla norte que da a Población de Yuso (Cantabria) y su evidente forma humana le sobresaltó. Nadie quiere precipitarse, pero todo apunta a que esa mandíbula misteriosa podría pertenecer a Virginia Guerrero o a Manuela Torres, las dos adolescentes de 14 y 13 años que desaparecieron en el año 1992 en Reinosa, a solo seis kilómetros del pantano, y de las que nunca más se ha vuelto a saber.

En Aguilar de Campoo, el pueblo donde nacieron las dos niñas y donde aún reside la familia de Virginia, hay una expectación enorme. En especial desde que el 'Diario de Burgos' publicó días atrás que la dentadura, según expertos forenses, correspondería a una persona de entre 13 y 16 años de edad que llevaría muerta unos 25 años. Exactamente la edad y el tiempo transcurrido desde la desaparición. Demasiada coincidencia para que no sea una de ellas. Y, sin embargo, nadie quiere adelantarse al resultado toxicológico. Ambas familias ya se llevaron demasiados sobresaltos por culpa de pistas falsas en los años siguientes a la desaparición de Virginia y Manuela, que ha sido calificada como el 'caso Alcàsser' de Palencia por su gran similitud: en ambos casos las niñas desaparecieron haciendo autoestop volviendo de fiesta, tenían las mismas edades y tan solo pasaron siete meses entre uno y otro suceso.

El caso de Reinosa es idéntico al de Alcàsser: chicas de la misma edad que desaparecen haciendo autoestop volviendo de fiesta en el año 1992

"Toda la prudencia y el máximo respeto a las familias. Antes de elucubrar hay que esperar a ver si corresponde o no a una de ellas. Este es un pueblo pequeño y las familias son conocidas, no queremos hurgar en su dolor solo en base a especulaciones", advierte Carlos Sierra, teniente de alcalde de Aguilar de Campoo. El hermano de Virginia, Emilio Guerrero, ha declinado atender a este diario hasta conocer el resultado de las pruebas genéticas.

placeholder Manuela (arriba) y Virginia (abajo), en una fotografía difundida tras su desaparición.
Manuela (arriba) y Virginia (abajo), en una fotografía difundida tras su desaparición.

Ese resultado podría llegar en los próximos días. Tras confirmar la edad y fecha aproximada de muerte en un primer análisis forense, la mandíbula fue enviada al Instituto Nacional de Toxicología y Ciencias Forenses (INTCF) de Madrid para un estudio exhaustivo. Los científicos ya han enviado los resultados al juzgado de Reinosa, instructor de la investigación. El próximo paso del instituto es cotejar el ADN de la dentadura usando el Programa Fénix, una base de datos que reúne muestras genéticas de familiares de personas desaparecidas, entre las que se encuentran las muestras que familiares de Virginia y Manuela cedieron tras la desaparición de las niñas. La operación se lleva bajo secreto judicial, pero el resultado definitivo podría estar listo en solo una semana.

Si se confirma que la mandíbula corresponde a una de las niñas, todo el operativo policial se volvería a reiniciar 20 años después de las últimas pesquisas. También puede que la mandíbula sea de otra persona (en ese caso, habría que investigar quién) o que esté demasiado dañada para extraerle el ADN. La pieza no conserva ninguno de sus molares, que son los dientes que mayor carga genética acumulan, aunque al menos un diente sí está en buenas condiciones. Los expertos deberán hilar muy fino para identificarla.

El caso de dos niñas desaparecidas en 1992 podría dar un giro 25 años después

"Una vez tengamos el resultado toxicológico, valoraré si reabro la investigación", confirma la titular del Juzgado de Primera Instancia de Reinosa e instructora del caso. Fue ella quien consideró que la pieza merecía un análisis forense y no se equivocó. La jueza deja entrever que si el ADN corresponde a una de las niñas, ordenará a la policía judicial, en esta caso a la Guardia Civil, investigar el hallazgo.

Los buzos de la Guardia Civil podrían regresar el pantano del Ebro 25 años después de rastrear sus aguas sin éxito

"No va a ser nada fácil. Primero por el estado de la mandíbula, y luego porque nadie sabe en qué punto fue arrojado el cadáver. Aunque haya aparecido en Población de Yuso podría haber dado muchos tumbos con las corrientes de agua en estos años", señala un agente experto en desapariciones. La comandancia de la Guardia Civil en Cantabria se limita a expresar "prudencia" y espera órdenes de la jueza de Reinosa. El primer paso lógico: volver a enviar a los buzos al pantano, tal como ya hicieron en 1992 sin obtener ningún resultado.

placeholder Lugar en el que presuntamente desaparecieron Virginia y Manuela mientras hacían autoestop. (Google Maps)
Lugar en el que presuntamente desaparecieron Virginia y Manuela mientras hacían autoestop. (Google Maps)

Habituados a los huesos

Como suele ocurrir en estos casos, la casualidad ha sido clave en el hallazgo. Primero porque solo una sequía extrema ha sido capaz de aflorar una mandíbula que podría llevar décadas bajo el agua. Y luego porque fue un visitante ocasional y no un vecino de Población quien se topó con ella. Si hubiera sido un vecino, posiblemente no le habría dado mayor importancia. Y es que en las aldeas colindantes están habituados a encontrar restos humanos en ese punto del embalse, ya que ahí se ubica el antiguo cementerio del pueblo, que quedó anegado en los años cuarenta para construir la presa, inaugurada en 1952.

Así lo reconocen los vecinos a 'El Norte de Castilla'. El joven que encontró la mandíbula acudió a un mesón cercano y explicó que ahí en el embalse había una mandíbula, pero todo el mundo le quitó importancia aludiendo al antiguo cementerio. De hecho, este mismo verano afloraron algunos restos óseos debido al mal sellado del cementerio, oculto bajo una capa de hormigón. "Pero se ve que el joven no se quedó tranquilo, por eso debió de ir a la Guardia Civil. Y tenía razón", cuenta uno de los testigos. En efecto, la mandíbula, por antigüedad, no puede pertenecer al cementerio. Si el joven se hubiera fiado de los parroquianos del mesón, tal vez hoy, tras las lluvias, la dentadura volvería a estar sumergida en algún punto del embalse.

Virginia y Manuela tendrían hoy 39 y 38 años. La investigación lleva más de una década archivada por falta de indicios

Virginia Guerrero y Manuela Torres tendrían hoy 39 y 38 años. En realidad, ninguna investigación hasta la fecha ha concluido que estén muertas. Ambas fueron vistas por última vez la tarde del 23 de abril, día de Castilla y León, del ya lejano año 1992. Las dos muchachas trataban presuntamente de regresar desde Reinosa a Aguilar de Campoo (30 kilómetros de distancia) haciendo autoestop, según recogen las pesquisas del caso, archivadas en el Juzgado número 2 de Cervera de Pisuerga. Sin embargo, ni el rastreo de la zona en la que desaparecieron, a la altura de la conocida fábrica de Cuétara de Reinosa, ni la exploración del pantano ni tampoco la emisión del caso en el célebre programa 'Quién sabe dónde' esclarecieron las desapariciones.

Por contra, las especulaciones fueron constantes en los primeros años en un país agitado aún por el crimen de Alcàsser e imbuido de la fiebre de los sucesos en televisión. La Guardia Civil siguió multitud de pistas falsas. Por ejemplo, a las familias se les encogió el corazón cuando en octubre de 1994 dos cráneos aparecieron bajo un puente en el embalse de Requejada, en Cervera de Pisuerga. Todo apuntaba a las niñas, pero el análisis del Instituto Nacional de Toxicología confirmó que los restos pertenecían a dos mujeres adultas. 23 años después de ese análisis, los científicos del instituto vuelven a tener ante sí un resto que podría arrojar luz sobre la misteriosa desaparición de Virginia y Manuela. Una mandíbula que en Aguilar de Campoo todos desean que ayude por fin a resolver el caso y dar paz a las familias.

Una mandíbula trae de cabeza a tres comandancias de la Guardia Civil y a dos comarcas en Palencia y Cantabria. Apareció en el embalse del Ebro en octubre, en plena sequía. El bajísimo nivel del agua dejó al descubierto una dentadura solitaria, incrustada en el lodo. La encontró un hombre que paseaba por la orilla norte que da a Población de Yuso (Cantabria) y su evidente forma humana le sobresaltó. Nadie quiere precipitarse, pero todo apunta a que esa mandíbula misteriosa podría pertenecer a Virginia Guerrero o a Manuela Torres, las dos adolescentes de 14 y 13 años que desaparecieron en el año 1992 en Reinosa, a solo seis kilómetros del pantano, y de las que nunca más se ha vuelto a saber.

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