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Así cazó la UCO al asesino de Diana Quer: 16 meses de rastreos, análisis e interrogatorios
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la chica fue hallada desnuda en un pozo

Así cazó la UCO al asesino de Diana Quer: 16 meses de rastreos, análisis e interrogatorios

El Chicle era el principal sospechoso de los agentes desde antes de que el Juzgado número 1 de Ribera decretara el archivo provisional del caso en abril, aunque entonces no había pruebas suficientes

Foto: Efectivos de la UCO trasladan a José Enrique Abuín, conocido como el Chicle, asesino confeso de Diana Quer, tras un registro realizado en su domicilio. (EFE)
Efectivos de la UCO trasladan a José Enrique Abuín, conocido como el Chicle, asesino confeso de Diana Quer, tras un registro realizado en su domicilio. (EFE)

El caso Diana Quer había entrado en un callejón sin salida. Tras analizar antenas telefónicas, cámaras, matrículas, mensajes telefónicos, el inservible móvil de la chica y tomar testimonio a dos centenares personas del entorno de la desaparecida y del mundo delincuencial de la zona, los agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil se encontraban confundidos, sin saber qué tecla tocar para seguir avanzando, pero vigilantes como lechuzas. Tenían un sospechoso que destacaba sobre el resto, aunque no las pruebas para sustentar una acusación.

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De ahí que, ante la imposibilidad de encontrar nuevos elementos, el pasado 19 de abril el juez Félix Isaac Alonso -titular del Juzgado de Instrucción número 1 de Ribeira- optara por decretar el archivo de las actuaciones. "No existen indicios suficientes para dirigir el presente procedimiento contra persona determinada alguna", argumentó el magistrado, que sí admitía la existencia de elementos que apuntaban a una desaparición forzosa y a "otros ilícitos graves" en torno al suceso además de señalar que había diferentes sospechosos que no podían ser descartados.

Foto: Trasladan al detenido por crimen de Diana Quer a su vivienda para un registro. (EFE)

El auto de sobreseimiento provisional del caso a la espera de que hubiera nuevos datos que permitieran reabrir la investigación dejaba de este modo en suspenso un misterio que había mantenido en vilo a los españoles desde que la joven madrileña dejara de dar señales de vida el 22 de agosto de 2016 en A Pobra do Caramiñal (A Coruña), cuando regresaba a casa de madrugada tras pasar por las fiestas del pueblo.

Un mensaje enviado aquella misma noche por Diana a un amigo mientras la joven hacía el camino de vuelta daba una primera pista a los agentes de la Guardia Civil. "Me estoy acojonando, un gitano me está llamando", confesó la chica a su interlocutor. "¿Y qué te ha dicho?", le preguntó éste. "Morena, ven aquí", respondió la joven. Fue la última conversación que mantuvo la chica a través de WhatsApp. Esta línea de investigación iniciada por el instituto armado, sin embargo, era solo una más, ya que por sí sola no permitía a los funcionarios practicar demasiadas diligencias más allá de interrogar a todos los feriantes y personas que podían haberse cruzado con la joven entre las 2 y las 3 de la madrugada.

placeholder Operarios de la funeraria trasladan al policlínico de Conxo en Santiago de Compostela el cuerpo. (EFE)
Operarios de la funeraria trasladan al policlínico de Conxo en Santiago de Compostela el cuerpo. (EFE)

Estas tomas de declaración, otras decenas que pusieron en marcha los agentes en entornos delincuenciales con los que la joven pudo tener alguna relación puntual y muchas más que derivaban del análisis de las cámaras por donde pasó aquella noche, de las antenas telefónicas o de la reconstrucción de sus últimas horas llevaron a los investigadores a mantener varias vías abiertas, todas ellas posibles, dados los escasos datos que las sustentaban.

No en vano todas eran trabajadas hasta la saciedad por los funcionarios de la UCO, que comprobaban incluso las llamadas ciudadanas más inverosímiles, que aseguraba haber visto a la joven madrileña en los lugares más recónditos del país. La investigación ha sido una de las más mediáticas de los últimos años y ésto provocaba que cientos de personas quisieran colaborar en el hallazgo de la joven, dado además lo mal que lo estaba pasando su familia en directo, cuyas intimidades fueron puestas en evidencia también durante las pesquisas.

Entre estas líneas de investigación, estaba la que apuntaba a José Enrique Abuín, conocido como el Chicle, que fue interrogado por los agentes de la UCO en el marco de las tomas de declaración que los miembros del instituto armado llevaron a cabo durante las pesquisas. Se trataba de un vecino de Outeiro, una pequeña localidad de la pedanía de Taragoña, el lugar en el que fue encontrado el teléfono de Diana apenas dos meses después de la desaparición. El hombre, de 41 años, tenía antecedentes penales por tráfico de drogas y policiales por agresión sexual contra un familiar, ilícito este último por el que no fue finalmente condenado.

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Tenía el perfil, también encajaba el trayecto realizado por el móvil de la chica con el domicilio de El Chicle y otros elementos apuntaban igualmente al sospechoso, pero el juez no consideró que fueran suficientes para sostener una acusación de forma consistente. De ahí que cerrara el caso temporalmente, hasta que los guardias civiles responsables de las pesquisas detectaran nuevas pruebas que respaldaran la imputación. Los agentes de la UCO siguieron trabajando y localizaron nuevos indicios que les llevaron a planear la detención y reabrir la causa de forma definitiva.

Sin embargo, una nueva actuación por parte de el Chicle -mote con el que se le conocía desde pequeño- precipitó la actuación policial. El principal sospechoso trató de retener, secuestrar y robar a una joven de 30 años en la localidad coruñesa de Boiro el pasado 25 de diciembre. La agredida denunció los hechos, describió al atacante y motivó la reacción de la Guardia Civil, que detuvo a Abuin el pasado viernes. En el interrogatorio, el arrestado negó inicialmente la acusación. Su mujer Rosario Rodríguez, sin embargo, también detenida, tumbó la coartada que había permitido al sospechoso eludir la imputación.

El Chicle no tuvo más remedio entonces que admitir su vinculación con la desaparición de Diana Quer, pero aún sin contar toda la historia. Dijo que la había atropellado y que se asustó y escondió el cadáver, un relato que le permitía reducir los delitos que se le imputaban en el caso de ser dado por bueno por los investigadores, que sin embargo siguieron insistiendo porque había cosas que no cuadraban. Finalmente terminó reconociendo que raptó a la chica, la intentó violar, pero ella se resistió y la estranguló.

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Tras la confesión, el hombre contó que había arrojado el cuerpo sin vida de la chica a un pozo situado dentro de una nave industrial abandonada de la que tenía la llave porque había trabajado ahí años antes en Muebles Maite Rial, mercantil que la ocupaba. La Guardia Civil y la comisión judicial se desplazaron hasta la zona y encontraron el cadáver de la joven madrileña donde había indicado Abuin, a diez metros de profundidad, desnudo, sin maniatar y en avanzado estado de descomposición.

Los agentes tratan ahora de esclarecer los pormenores del caso. Por el momento, trabajan con la hipótesis de que Diana fue secuestrada alrededor de las 2.42 horas, introducida en el Alfa Romeo gris con matrícula 9566DYN del Chicle y trasladada hasta el almacén de muebles que llevaba años vacío. Se desconoce si trató de abusar de ella y la asesinó durante el trayecto o al final del mismo. En medio del recorrido, eso sí, el asesino habría arrojado el móvil a la ría, justo a la altura de Taragoña. No en vano, la señal del terminal estuvo activa hasta las 3.30 horas.

El caso Diana Quer había entrado en un callejón sin salida. Tras analizar antenas telefónicas, cámaras, matrículas, mensajes telefónicos, el inservible móvil de la chica y tomar testimonio a dos centenares personas del entorno de la desaparecida y del mundo delincuencial de la zona, los agentes de la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil se encontraban confundidos, sin saber qué tecla tocar para seguir avanzando, pero vigilantes como lechuzas. Tenían un sospechoso que destacaba sobre el resto, aunque no las pruebas para sustentar una acusación.

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