Las 24 horas de Puigdemont escondido en Bélgica
Todas las hipótesis, tanto las que baraja el Gobierno español como las que se comentan en Barcelona, apuntan a que Puigdemont está estudiando pedir asilo en Bélgica
Giro de guion inesperado en la saga catalana. Este lunes, el expresidente Carles Puigdemont ha salido de España por sorpresa. Tomó un coche desde Cataluña, cruzó los Pirineos y se desplazó a la ciudad de Marsella. Una vez en la ciudad francesa, se subió a un avión para viajar hasta la capital de Europa. No se le esperaba en Bruselas y su llegada, junto a la de cinco exmiembros de su Ejecutivo, ha causado un verdadero revuelo.
Pese a los persistentes rumores sobre una posible comparecencia, Puigdemont no se ha dejado ver. Tampoco ninguno de sus acompañantes: Meritxell Borràs (ex consejera de Gobernación); Antoni Comín (ex Salud); Joaquim Forn (ex Interior); Dolors Bassa (ex Trabajo y Asuntos Sociales) y Meritxell Serret (ex Agricultura). Y, aunque se ha llegado a dudar de ello, la confirmación final ha venido de boca de su nuevo representante legal: Paul Bekaert, letrado histórico de ETA en Bélgica.
Todas las hipótesis, tanto las que baraja el Gobierno español como las que se comentan en Barcelona, apuntan a que Puigdemont está estudiando pedir asilo en Bélgica. La contratación de Bekaert, que ha logrado anteriormente entorpecer la extradición de españoles a España, apunta en esta dirección. No obstante, por el momento el letrado explica a El Confidencial que “no se ha decidido nada”.
Fuentes cercanas al PDeCAT apuntan a que la huida a Bélgica era una de las muchas hipótesis que se han barajado durante el 'procés'. Pero, ante todo, ponen de manifiesto su sorpresa ante la decisión del 'expresident' catalán, que no informó previamente ni a su partido, ni a su abogado, ni a su socio de gobierno, ERC. Ahora se cree que Puigdemont se quedará en Bélgica, tramitará su petición de asilo, mientras su 'séquito' regresa a Barcelona. No se descarta que incluso hagan algún tipo de gesto simbólico como “gobierno en el exilio” para reforzar su relato.
Dos días después de que el Gobierno de Mariano Rajoy aprobara la aplicación del artículo 155 y en la misma jornada en la que el fiscal general del Estado, José Manuel Maza, desvelaba las dos querellas contra él y quienes le acompañaron en el Govern, Puigdemont ha dado un paso más en su empeño por “internacionalizar” la cuestión catalana. Su presencia en Bélgica ya ha causado una crisis política interna, que incluso cuestiona la viabilidad de la actual coalición gubernamental belga.
Pero, además, si se dicta una orden de detención contra Puigdemont por parte de un juez español y éste no es entregado inmediatamente a las autoridades judiciales españolas, las posibilidades de que haya una crisis diplomática entre Bélgica y España son muy altas. Un escenario propicio para la causa catalana, que finalmente habrían logrado involucrar a otros gobiernos europeos. Pero la estrategia apunta aún más lejos de un enfrentamiento bilateral entre belgas y españoles.
Si un juzgado belga decidiera bloquear la extradición de Puigdemont a España, cabe la posibilidad de que el asunto acabe en la mesa a la que se sientan todos los jefes de Estado y de Gobierno europeos en Bruselas. El conocido como 'protocolo Aznar’ restringe la posibilidad de que un Estado de la UE proporcione asilo político a un nacional de otro socio europeo.
Sin embargo, la legislación europea permite cuatro excepciones y una de ellas especifica que si un país -en este caso Bélgica- decide dar asilo a un español de manera unilateral, deberá informar de ello al Consejo Europeo, es decir, a los líderes. Sería muy difícil para la UE entonces eludir la cuestión, que además podría amenazar con descarrilar el momento de frágil unidad auspiciada tras el Brexit, sobre la que Francia y Alemania pretenden relanzar el proyecto europeo.
Giro de guion inesperado en la saga catalana. Este lunes, el expresidente Carles Puigdemont ha salido de España por sorpresa. Tomó un coche desde Cataluña, cruzó los Pirineos y se desplazó a la ciudad de Marsella. Una vez en la ciudad francesa, se subió a un avión para viajar hasta la capital de Europa. No se le esperaba en Bruselas y su llegada, junto a la de cinco exmiembros de su Ejecutivo, ha causado un verdadero revuelo.
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