La abadía de Montserrat, gran referencia catalanista, opta por "evitar humillaciones"

Las abadías de Santa María de Montserrat (benedictina) y la cisterciense Santa María de Poblet, los centros históricos más relevantes de Cataluña, suscribieron a través de su abad, el padre Josep Maria Soler, y su prior, fray Octavi Vilà, una declaración conjunta, la primera que hacen ambos monasterios en sus más de 1.000 años de existencia.

La misma fue suscrita cuando ya había estallado el conflicto político entre las autoridades de la Generalitat y el Gobierno del Estado. En esa declaración, de seis escuetos párrafos, los rectores de sus comunidades religiosas apelan al “diálogo, la paz, las libertades de expansión democrática, la convivencia social y el respeto a los derechos individuales y a los de nuestro pueblo… Nuestros monasterios están fuertemente arraigados en la espiritualidad y la historia de Cataluña… El derecho a la participación en la vida política y social tiene que estar garantizado… Con toda humildad solicitamos a los gobernantes de Cataluña y España, un ejercicio de máxima prudencia y responsabilidad para un diálogo constructivo… Rezamos a Santa María, bajo la advocación de Montserrat, patrona de Cataluña, por nuestro pueblo…”.

Después vinieron el referéndum del 1-O y la cascada de acontecimientos dramáticos que han hecho saltar por los aires el consenso constitucional de 1978.

Montserrat, la montaña sagrada para los catalanes, es el principal foco religioso/católico del independentismo, donde acuden con frecuencia en busca de consejo y consuelo espiritual Jordi Pujol y ahora Oriol Junqueras. Pero Poblet (1150), a su vez, es el panteón de los condes de Barcelona y de los reyes del reino de Aragón, entre ellos, Jaime I y Alfonso II. Lugar donde le correspondía ser enterrado a don Juan de Borbón, abuelo del actual rey de España, y que declinó por El Escorial al intuir que un día podría morar en “tierra no española”, porque en esos momentos, antes de expirar, ya veía al leviatán secesionista.

Vida benedictina en la actual situación

“Intentamos mantenernos al margen de la situación política, que, naturalmente, seguimos con interés y gran preocupación”, subraya un portavoz de la abadía benedictina.

Son conscientes de que mucha gente en Cataluña, España y el resto del mundo considera a Montserrat un foco ideológico de independentistas donde muchos o algunos de sus monjes han participado en 'cadenas' —con profusión de esteladas— a favor de la segregación de ese pequeño territorio de España.

“Este es un lugar de acogida, con sensibilidades diversas que vienen de toda España, y no podemos posicionarnos oficialmente y como tal monasterio en un sentido u otro. Luego, cada monje tiene su opción… Nosotros —insiste el mismo portavoz— propiciamos el diálogo, el acuerdo donde nadie humille al contrario…”.

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Recalca la fuente autorizada que a Montserrat llegan autoridades religiosas de todos los puntos de España, “a todos tratamos con respeto y libertad de acción…”.

—Sí, sí, obvio, pero ¿por qué tienen ustedes esa imagen de amparadores del independentismo?

—Este monasterio, como todos, está arraigado en un lugar concreto, Cataluña, y por lo tanto, debemos tener muy presente ese contexto… Pero somos conscientes de que la actual situación en España no es la de la dictadura del general Franco, ni siquiera de la Transición… España no es una dictadura, tiene instituciones democráticas y nuestro papel hoy no es esconder a nadie… El padre Soler [abad] viaja por todo el mundo y conoce las percepciones que se ofrecen sobre el problema catalán… Nuestro abad nunca ha dicho si es independentista o no… Porque tenemos claro que a título individual cada monje puede conducirse como quiera, pero a título colectivo, es otra cosa…”.

Silencio de Omella

Cuando el 27 de septiembre pasado el presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE), Ricardo Blázquez, dio a conocer una nota en nombre del episcopado español en su conjunto sobre el 'choque de trenes', manifestando explícitamente equidistancia entre los 'golpistas' catalanes y el Estado constitucional —que mantiene extraordinarias ventajas económicas, institucionales y de representación para la Iglesia católica—, numerosos fieles de la religión de Cristo se llevaron las manos a la cabeza.

Pocos días antes, a raíz de una protesta formal de 26 curas catalanes —partidarios de la secesión—, cuyo líder es el párroco de Calella (Barcelona), hizo cambiar el rumbo en la cadena televisiva 13TV. Blázquez ordenó a Fernando Giménez Barriocanal —militante del movimiento Camino Neocatecumenal (kiko)— dar satisfacción a los curas sediciosos y la concedió.

La influencia del cardenal de Barcelona Joan Josep Omella (Teruel), miembro de la comisión permanente y en la línea del papa Francisco, ante el resto de sus colegas es enorme. Fue el principal artífice de la 'equidistancia'. Ahora está callado a la espera de que pase el vendaval… Si pasa.

Por el momento, solo dice a través de algún portavoz que sigue los acontecimientos con “preocupación” y “oraciones”.

Buena receta para un quilombo que solo parece tener arreglo en la orteguiana 'conllevanza'.

Mientras tanto, la Iglesia de Cristo se 'descaralla' y se desangra.