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Sánchez quiere que el uso del 155 se ciña a la rápida convocatoria de elecciones catalanas
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EL NUEVO ESCENARIO TRAS LA ALIANZA DEL BIPARTIDISMO

Sánchez quiere que el uso del 155 se ciña a la rápida convocatoria de elecciones catalanas

Los socialistas apuestan por una intervención limitada y breve en caso de que Puigdemont, como creen, no recule. Confían en que unos comicios oxigenen el ambiente y cambien los protagonistas

Foto: Pedro Sánchez y Mariano Rajoy, poco antes de su última reunión pública en La Moncloa, el pasado 7 de septiembre. (EFE)
Pedro Sánchez y Mariano Rajoy, poco antes de su última reunión pública en La Moncloa, el pasado 7 de septiembre. (EFE)

El PSOE respiraba aliviado. Daba igual si se trataba de dirigentes próximos o lejanos a Pedro Sánchez. En el partido reinaba, como hacía mucho tiempo que no ocurría, un clima de cierta satisfacción por la respuesta del secretario general a la mayor crisis institucional del país desde la Transición. Reconfortaba su apoyo a la activación del artículo 155 de la Carta Magna, sí, pero también que hubiera arrancado al presidente del Gobierno el compromiso de abrir el melón de la reforma constitucional dentro de seis meses. Ese "éxito" que tanto había perseguido el PSOE, ese acuerdo "histórico" para buscar un nuevo marco de convivencia que pueda formalizar un encaje distinto de Cataluña, se había guisado concienzudamente durante semanas entre Pedro Sánchez y Mariano Rajoy, de forma muy discreta. Pero estaba hecho.

Aun así, el tanto anotado en la cuenta del PSOE no eclipsa lo más inminente: el comienzo del despliegue del 155, que puede desembocar en la intervención parcial o total de la autonomía en caso de que Carles Puigdemont no atienda el requerimiento formal del Gobierno antes del día 19. Y si esto último ocurre, los socialistas desean que esa toma del control sea "limitada" y lo menos traumática posible. Por eso la dirección defiende que la salida idónea es la convocatoria de elecciones anticipadas en Cataluña. El escenario, por cierto, ambicionado por Ciudadanos, el otro partido constitucionalista que respalda a Rajoy. Esa es la "interpretación" que Ferraz tiene del 155, y la que el jefe del partido ha trasladado al líder del Ejecutivo.

En la cúpula se reconocen "escépticos" y no creen que Puigdemont rectifique, aunque al tiempo confían en que la presión por la reforma opere

El equipo de Sánchez se declara "escéptico". Sí considera que la comparecencia del presidente y la posterior del secretario general del PSOE dibujan un nuevo marco, y la perspectiva de la apertura del debate de la reforma de la Carta Magna en un horizonte próximo —seis meses, tras medio año de trabajos en la comisión de revisión del modelo autonómico— colocan otros elementos muy importantes sobre el tablero. Por eso quiere pensar que la presión sobre el 'president' pueda crecer para que rectifique.

Pedro Sánchez y Mariano Rajoy pactan abrir la reforma constitucional dentro de seis meses

Presiones sobre el 'president'

Pero a la vez la dirección es consciente de que Puigdemont está sometido a fuertes "tensiones" dentro de su coalición, Junts pel Sí, y fuera de ella, con la CUP, que se siente "traicionada" por la suspensión de la declaración de independencia apenas unos segundos después de haberla proclamado. Eso, y el hecho fehaciente de que el jefe del Govern ha demostrado suficiente arrojo y determinación en estas semanas de pulso con el Estado, hacen pensar al PSOE que no habrá rectificación alguna. También porque de lo que quiere hablar el Ejecutivo catalán es sobre la secesión de Cataluña, como había asegurado el 'conseller' de Presidencia, Jordi Turull, desde primera hora de la mañana. El remate vino con un tuit de Puigdemont sobre las diez de la noche, tras el pleno extraordinario en el Congreso en el que Rajoy explicó a la Cámara los pasos que está dando para restablecer la normalidad constitucional en la comunidad. "Pides diálogo y te responden poniendo el 155 sobre la mesa. Entendido".

El 'president' tiene hasta las 10 de la mañana del lunes 16 de octubre para contestar al Ejecutivo si ya ha declarado o no la independencia, al margen de que esté ahora mismo suspendida o no. Y si contesta que sí —o no responde, en cuyo caso se entenderá como una confirmación—, entonces tendrá hasta el jueves 19, también hasta las 10, para rectificar. Si no recula, entonces sí se aplicará el 155: el Gobierno acudirá al Senado con la propuesta de medidas a adoptar para devolver a Cataluña a la senda de la legalidad [consulta el requerimiento en PDF].

Sánchez dice que si el 'president' no recula, no hay más salida que "los catalanes voten y decidan una nueva mayoría que permita aplicar el autogobierno"

Si esa es la secuencia que se produce, el PSOE tiene claro que la desembocadura natural son las elecciones anticipadas en Cataluña, con el objetivo de "recuperar la normalidad institucional y restaurar el autogobierno", en palabras de un alto mando del PSOE. Sánchez incluso reconoció este miércoles por la noche en una entrevista en Onda Cero que su voluntad es que la autonomía catalana salga "lo menos tocada posible", y añadió que si al final "desgraciadamente" se acude a la aplicación del 155 porque Puigdemont no repliega, entonces no hay más salida que la de que "los catalanes voten y decidan una nueva mayoría que permita aplicar el autogobierno". Para el secretario general, de hecho, la actual legislatura autonómica, que arrancó con los comicios del 27 de septiembre de 2015, "acabó los días 6 y 7 de septiembre", cuando la mayoría soberanista de JxS y la CUP aprobó las leyes de desconexión atropellando los derechos de la oposición. Este mandato, apuntó, "no da más de sí". Más aún: si el 'president' "no se siente capaz de volver a la legalidad" y de encauzar el diálogo por la "única senda posible", en el Congreso —y no vía mediación internacional, que el PSOE rechaza radicalmente—, "todo tiene que derivar en elecciones en Cataluña".

El ultimátum de Rajoy a Puigdemont: el primer plazo acaba el lunes 16 a las 10 horas

Sánchez y su equipo más cercano no solo estaban trasladando un mero deseo. El secretario general y Rajoy han mantenido muchas y largas conversaciones en las últimas semanas en las que han hablado "lógicamente" del 155 y de cómo aplicarlo. Pero ambos tienen el camino trazado y todos los escenarios previstos, de modo que las decisiones que vaya adoptando Rajoy estarán acordadas con el PSOE. La alianza es firme y está blindada. "Nosotros vamos a estar con el Estado social de derecho, y quien lo lidera es el presidente del Gobierno", decía el jefe de Ferraz en 'La brújula'.

Pros y contras

¿Unos nuevos comicios resolverían la situación de bloqueo? Distintos miembros del círculo más cercano del líder resoplan cuando se le preguntan. El escenario en Cataluña es tan volátil que ninguno sabe anticipar realmente. Pero en la dirección, y fuera de ella, sí defienden que una convocatoria destensaría el ambiente, oxigenaría el clima, propiciaría "el cambio de interlocutores" y repartiría nuevas cartas, en todo caso. En las alturas del PSOE —y del PSC, porque los dos partidos van de la mano— no se tiene siquiera claro que pueda beneficiar a las formaciones separatistas por el impacto emocional que pueda provocar la toma parcial del control de la autonomía. "Les encabronaría mucho más una intervención sin plazos, sine díe. A ellos tampoco les quedan más salidas que convocar elecciones", sentencia un cargo muy próximo al secretario general. "Tal como va la movida económica es imposible hacer pronósticos", convergen fuentes cercanas al primer secretario del PSC, Miquel Iceta. Hasta un presidente regional nada alineado con Ferraz concede que unos nuevos comicios no tienen por qué dársele mejor a los secesionistas: "Habrá menos diputados independentistas. Cuando haces el ridículo siempre sacas menos".

Los dirigentes críticos con Sánchez respiran aliviados y aplauden su "giro". En el equipo del jefe insisten en que siempre habló de "ley y diálogo"

¿En qué plazo habría elecciones en Cataluña? En la cúpula de Sánchez preferían no indicar tiempos cerrados. Sí que querrían que se celebrasen "pronto", pero no desde luego 54 días después de la aplicación efectiva del 155. Hará falta estirar los plazos y quizá incluso pasar por la destitución del Govern. Por ahora, no obstante, el líder prefiere descargar toda la responsabilidad en la Generalitat: "El dedo que presionará el botón del 155 es el de Puigdemont, no el Estado".

Foto: La vicepresidenta del Gobierno, Soraya Sáenz de Santamaría, y el presidente del Ejecutivo, Mariano Rajoy. (EFE)

El contento era general en la casa socialista. Diputados críticos con Sánchez confesaban en privado que les había "gustado mucho" el rol jugado por él, su apoyo "claro y sin peros" a Rajoy, el respaldo sin tapujos al 155 y el "logro" inequívoco de atraer a Rajoy hacia una reforma constitucional, la apuesta estratégica del PSOE desde los tiempos en los que Alfredo Pérez Rubalcaba como secretario general del PSOE y Pere Navarro como líder del PSC propiciaron la 'Declaración de Granada' de julio de 2013, y en la que ya se concretaba la aspiración de los socialistas a hacer de España un Estado federal. Los más distanciados con Sánchez, en todo caso, advertían de que, desde hace una semana había operado "un giro completo" a su discurso, a lo que él mismo decía en las primarias, al "asumir las tesis de siempre del PSOE como partido reformista y de grandes acuerdos". "Los que estamos en el mismo sitio estamos contentos. Pero hace unos meses ellos despreciaban estas cosas¡", señalaba un parlamentario. Un sentir compartido por otros compañeros que, no obstante, coincidían en aplaudir la gestión del secretario general.

Pedro Sánchez apoya a Mariano Rajoy y pacta con él una reforma constitucional

Los colaboradores más directos de Sánchez negaban que el giro obedeciera al tirón de orejas del Rey o a la presión interna. Contaban que el secretario general llevaba "semanas" hablando con Rajoy, generando poco a poco un clima de mayor proximidad —"la buena política no es la que se ve, sino la que se nota, y hay que crear espacios de confianza para que las cosas salgan de forma constructiva", decía el exdiputado—, convenciendo al presidente, en sus múltiples "conversaciones francas" con él, de la necesidad de abrir la reforma constitucional. Y todo en absoluto secreto, "pese a los muchos palos internos", como la carta enviada por algunos veteranos del partido que sentó fatal en Ferraz y que le acusaban de ponerse "de perfil" o las dudas por la reprobación a Soraya Sáenz de Santamaría, por el momento congelada. "Siempre hemos mantenido lo mismo: ley y diálogo. Ahora el cambio histórico es que se logra poner una pista de aterrizaje para los independentistas, y se visualiza que hay una alternativa", indicaba una dirigente del entorno del líder, que recordaba que para el éxito del acuerdo bipartidista ha sido clave la discreción. "Yo era el que iba a romper el PSOE y España y aquí estamos, echando una mano al presidente del Gobierno", ironizaba por su parte Sánchez.

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Satisfacción también en el PSC

El PSOE se siente a gusto reivindicando su "sentido de Estado", su "orgullo" por haber sido uno de los partidos arquitectos de la Constitución y por situarse ahora al lado del Ejecutivo en un momento crítico para el país. En esa línea tejió su discurso, de hecho, la portavoz socialista, Margarita Robles, en el pleno de este miércoles, en el que además invitó a Puigdemont al diálogo, pero sobre la modificación de la Carta Magna y en el Congreso, no fuera de él. Además, la dirección cree que ese "sentido de Estado" será reconocido por los ciudadanos y no acusará demasiada fuga hacia el partido de Pablo Iglesias. "Puede ser que algunos votantes que se fueron con ellos estén desencantados con nosotros, pero Podemos no está demostrando ninguna utilidad y puede quedarse como una opción testimonial. Desde luego, es mala foto que los partidos que abanderaban el fin del régimen de 1978 se queden fuera de la reforma constitucional. Y además, no tengo claro que el votante de Podemos que no es de la periferia sea independentista", valoraba un alto cargo de la ejecutiva.

Ferraz presume de "sentido de Estado" y no se inquieta por Iglesias: "Podemos no demuestra utilidad y puede quedarse como opción testimonial"

El júbilo no solo estaba presente en el PSOE. También se percibía en el PSC. En Miquel Iceta y en el resto de sus compañeros, pues Rajoy acudía primero a una medida "mesurada" y proporcional como el requerimiento a Puigdemont y, sobre todo, porque se abría la puerta a la reforma constitucional, una auténtica tabla de salvación electoral para los socialistas catalanes.

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De cualquier modo, aunque este miércoles mejorara ostensiblemente el clima, la incertidumbre persiste. Se abre una puerta a la "esperanza", sí, pero, como decía una diputada fiel al líder, "nadie sabe qué pasará ni si esto saldrá bien". Al menos, eso sí, el tablero ha sufrido un meneo considerable.

La reprobación a Santamaría, más en el aire que nunca

Este miércoles no tuvo lugar en la sesión de control al Gobierno la interpelación urgente del PSOE a la vicepresidenta por las cargas policiales vividas en la jornada del referéndum del 1-O y los fallos en la 'operación diálogo'. El martes, en la Junta de Portavoces, decidió aplazarla con el pretexto de que el presidente acudía al hemiciclo por la tarde. 

La interpelación pasa por tanto al miércoles que viene, pero de nuevo podría posponerse. La dirección se reserva esa carta. E incluso si finalmente interpela a Soraya Sáenz de Santamaría podría no promover la moción de reprobación una semana más tarde. El PSOE parece menos animado que nunca, y la cúpula recordaba que el delegado del Gobierno en Cataluña, Enric Millo, ya había pedido disculpas por la violencia policial del 1-O. La portavoz socialista, Margarita Robles, ni siquiera se detuvo en ese capítulo durante el debate en el pleno con Mariano Rajoy. 

Pedro Sánchez negó en Onda Cero también que se haya producido una "transacción" con el Gobierno, en el sentido de que el PSOE acepte el 155 a cambio de la reforma constitucional. "Nada tiene que ver. Ha habido un ejercicio de responsabilidad y de realismo y de futuro de los dos partidos", porque hay que dar una "respuesta" al conflicto "en el corto plazo pero también en el medio plazo", porque "lo que ha ocurrido" delata las deficiencias del Estado autonómico y la necesidad de "actualizarlo". "Nada tiene que ver una cosa con la otra: son las dos caras de la misma moneda", sostuvo. En su entorno niegan además que PSOE y PP hayan pactado el perímetro de los cambios en la Carta Magna. 

El PSOE respiraba aliviado. Daba igual si se trataba de dirigentes próximos o lejanos a Pedro Sánchez. En el partido reinaba, como hacía mucho tiempo que no ocurría, un clima de cierta satisfacción por la respuesta del secretario general a la mayor crisis institucional del país desde la Transición. Reconfortaba su apoyo a la activación del artículo 155 de la Carta Magna, sí, pero también que hubiera arrancado al presidente del Gobierno el compromiso de abrir el melón de la reforma constitucional dentro de seis meses. Ese "éxito" que tanto había perseguido el PSOE, ese acuerdo "histórico" para buscar un nuevo marco de convivencia que pueda formalizar un encaje distinto de Cataluña, se había guisado concienzudamente durante semanas entre Pedro Sánchez y Mariano Rajoy, de forma muy discreta. Pero estaba hecho.

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