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El pueblo con forma de España que quiere votar no a la independencia de Cataluña
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LA OTRA CATALUÑA ANTES DEL 1-O

El pueblo con forma de España que quiere votar no a la independencia de Cataluña

En Badia del Vallès, un pueblo de 13.500 habitantes a media hora de Barcelona, no se ven esteladas ni multitud de proclamas a favor del 1-O. Es un punto negro para los 'indepes', un feudo del PSC

Foto: La avenida de Burgos, una de las arterias principales de la localidad barcelonesa de Badia del Vallès, este 29 de septiembre. (J. R.)
La avenida de Burgos, una de las arterias principales de la localidad barcelonesa de Badia del Vallès, este 29 de septiembre. (J. R.)

De los balcones de las moles de viviendas colmena no cuelgan 'estelades'. Apenas se divisa una por la avenida de Burgos, una de las arterias principales de la localidad. Se la ve casi solitaria, como vergonzosa, y unos pisos por encima de otra enseña, la española. Menudean mucho más otras banderas, amarillas, las de ‘No volem amiant’, el recordatorio omnipresente de que todos esos inmuebles casi calcados, construidos en pleno desarrollismo franquista, están enfermos. Los carteles de ‘Democràcia’, ‘Vota sí’ o ‘Votem per ser lliures’ escasean. Están plantados en algunos postes, algunos de ellos rasgados. Una aislada pintada azul con la leyenda ‘Votarem 1-O’ en plena calle de Menorca, al lado de la autopista C-58, a las afueras del pequeño pueblo, es casi el único grito visible del referéndum.

Esto también es Cataluña. Es Badia del Vallès, una localidad a menos de media hora en tren desde la plaza de Catalunya de Barcelona. 13.500 vecinos apiñados en un kilómetro cuadrado, encajonados en un terreno imposible de expandir porque limita con Cerdanyola, Barberà, Sabadell y la propia autopista C-58. Un municipio con un trazado que imita la forma de España, con nombres de calles que remedan la geografía del país (avenida del Cantábrico, calle de Oporto, avenida de la Vía de la Plata, calle Bética, avenidas de Burgos, de la Costa Brava, del Mediterráneo, calles de Zaragoza, La Mancha, Ibiza, Mallorca, Menorca…), con colegios rotulados con nombres de bailes regionales (La Jota, La Sardana y Las Seguidillas). Un pueblo que no se siente independentista. Para nada. Algunos de sus ciudadanos sí quieren intentar votar este domingo. Pero para marcar la papeleta del no, como protesta contra el Gobierno de Mariano Rajoy. Hasta los partidarios del sí a la secesión son conscientes de que la localidad es un hueso duro de roer, un feudo histórico del PSC, un epicentro de voto obrero que solo las nuevas generaciones están empezando a cambiar. La convivencia, no obstante, es cien por cien normal y no se prevén conflictos el 1-O, aunque sí una movilización bastante baja.

Badia nació en los setenta como un polígono de viviendas que administraban Barberà y Cerdanyola, pero en los noventa adquirió su independencia


Badia nació en los setenta, en pleno franquismo, como un polígono con bloques de viviendas preparadas para acoger a los emigrantes de otras partes de España que viajaban a Cataluña para “buscarse la vida” y escapar de la miseria, como recuerdan unas vecinas sentadas este viernes en la plaza del pueblo, al lado del Ayuntamiento. Cerdanyola y Barberà del Vallès se quedaron encargadas de la ‘custodia’ de aquel kilómetro cuadrado de tierra. Se levantaron edificios protegidos —el 100% de las viviendas son VPO—, aunque no fábricas, ni apenas equipamientos. Era una ciudad dormitorio en el área metropolitana de Barcelona, sin más pretensiones.

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"¡Esto es España!"

Pero ni Cerdanyola ni Barberà, como relata la alcaldesa de Badia, la socialista Eva Menor (madrileña ella misma, casada con un catalán), se “preocupó” de los vecinos que ocupaban aquel mapa de España en pequeñito. Los ciudadanos se levantaron y pidieron la independencia de sus ‘protectores’, y la consiguieron, aunque la huella de ambos queda en la bandera. Verde, de Cerdanyola; amarillo, de Barberà, y la golondrina negra como metáfora del origen del pueblo, el de los miles de emigrantes que lo construyeron. Desde aquel año, 1994, gobierna el PSC. El PDeCAT y ERC ni siquiera tienen representación hoy en el Ayuntamiento. Sí la tienen los grupos de la oposición vinculados a la CUP y a los comunes, aunque no son abiertamente ‘indepes’. Badia es otra cosa. Es una localidad muy homogénea, en la que sus ciudadanos se saben distintos a los que salen portando 'estelades' y coreando ‘Independència’. Aquí no hay nada de eso.

placeholder El trazado de la localidad barcelonesa de Badia del Vallès, que replica el mapa de España. (Google / Raquel Cano)
El trazado de la localidad barcelonesa de Badia del Vallès, que replica el mapa de España. (Google / Raquel Cano)

Basta salir a la calle para comprobarlo, cruzar las pequeñas calles que separan Barberà, sus casitas bajas, su fisonomía variada, y toparse con los inmuebles enormes y grises. Y preguntar. Escuchar las conversaciones, casi siempre en castellano. “¡Aquí no va a votar nadie! Nosotros queremos a los catalanes, llevamos aquí 50 años, nuestros maridos se quitaron la piel para ayudar a los catalanes, pero nos sentimos españoles, pero ¡esto es España!”, exclama Francisca, una jubilada que como dos de sus amigas que se sientan con ella en el banco de la plaza del pueblo vino de Badajoz durante la dictadura. Eran tiempos incluso en los que “para encontrar a un catalán —de cuna, se entiende— tenías que morirte del asco”.

Algunos mayores ven que la cosa está poniéndose "fea" ("va a haber una guerra", exagera una), y temen por el futuro de su pensión y por sus hijos


Las tres mujeres, como una cuarta de Murcia que no quiere dar su nombre, o como Carmen, que luego se suma a la charleta al sol del otoño, tienen muy claro que no se acercarán a votar este domingo, que harán vida “normal” con los suyos, cocinarán “el potaje… y a comer”. Pero son conscientes de que el 1-O “se puede liar” en Cataluña, que está “poniéndose feo”. “¡Va a haber una guerra! ¡Lo veo negro!”, exclama hiperbólica Francisca. Podría incluso proclamarse la independencia, que rechazan con vehemencia. Gregoria se ha planteado incluso marcharse de Cataluña y volver a Badajoz. Sus amigas no están de acuerdo. “Vivimos aquí y aquí moriremos, pero como españoles”. Ellas, como tantos otros vecinos de Badia, se sienten catalanas, han echado raíces aquí, tienen a sus familias y a sus hijos y no quieren alejarse de ellos. Pero los jubilados sí temen las consecuencias de una secesión. Les preocupa su pensión, el poder sacar la cabeza.

placeholder Carteles a favor del sí en el referéndum soberanista del 1-O en Badia del Vallès, este 29 de septiembre. (Foto: J. R.)
Carteles a favor del sí en el referéndum soberanista del 1-O en Badia del Vallès, este 29 de septiembre. (Foto: J. R.)


“¿Y qué futuro van a tener ellos?”, se pregunta Antonio, nacido en Sevilla, de 67 años, mientras mira a sus pequeños nietos gemelos e intenta contener sus travesuras mientras juegan en plena calle, en la avenida del Cantábrico, ya pegada a Barberà. Él también es de los que está “muy preocupado”. No solo por su situación personal, sino por el “enfrentamiento social”, la fractura de la convivencia. “Yo sí noto tensión. Ya no es la armonía de antes. Ya no se puede hablar de todo como antes, ser sincero como antes. Tengo tres hijos que se han criado aquí, en Badia, y de estos temas no se habla en casa. Sí que me dicen que ellos no han votado la Constitución, que no se sienten reflejados en ella, y es verdad. Debe ser reformada”, sostiene este hombre, que sin que el periodista le pregunte precisa que no es “pepero”, sino un hombre “de izquierdas”.

¿Cabe ahora el diálogo?

Antonio no irá tampoco a votar el 1-O por convicción —“Yo estoy a favor de lo que ha dicho [Joan Manuel] Serrat. No le veo futuro al referéndum, no dicen la realidad de qué supondría la independencia, y nos están conduciendo a los catalanes a un desastre total”—, aunque sí apunta argumentos que comparten otros vecinos que o no votarán o que incluso sí quieren intentar echar su papeleta en la urna con el no. De hecho, si hay un sentimiento común claramente perceptible en Badia, con mayor o con menor intensidad, es el rechazo al Gobierno de Rajoy y su “inacción”. Muchos señalan al presidente como responsable de que las cosas hayan llegado hasta aquí. Y muchos defienden sin subterfugios el derecho a decidir, pero legal y pactado.

Unos y otros sí coinciden en que las cosas deben "cambiar", que tenía que haberse recurrido al diálogo, y cargan contra la inacción de Rajoy


Porque al margen del partido al que voten sí hay una conciencia generalizada de que la relación de Cataluña y el resto de España debe “cambiar”. Incluso algunos creen que una reforma de la Constitución podría servir para recomponer los lazos rotos. “Posiblemente un nuevo acuerdo no contentaría a la CUP. Pero la política es debatir, hablar y llegar a pactos que satisfagan a todo el mundo. Claro que, llegados a este punto, ese acuerdo debería ser muy bueno”, indica Roberto Ureña, militante de ERC y encargado en Badia de la logística del 1-O, el responsable de que se pueda votar en los locales habilitados por la Generalitat —el centro cívico y el instituto Badia—, porque la alcaldesa se ha negado, como el resto de regidores del PSC, a abrir los colegios públicos para la votación.

placeholder La entrada que da a la localidad de Badia, desde Barberà del Vallès, este 29 de septiembre. (J. R.)
La entrada que da a la localidad de Badia, desde Barberà del Vallès, este 29 de septiembre. (J. R.)

Eva Menor, sin embargo, no ha recibido presión de sus vecinos, como sí ha ocurrido en otros municipios gobernados por los socialistas. Ni ha sufrido escraches, ni la han increpado. Badia es bastante homogéneo y la opinión dominante, con rotundidad, es el no a la independencia. "Pero hace 15 días hubo un acto con Gabriel Rufián, Alba Vergès [ERC], Albano Dante Fachín [Podem] y Àngels Martínez [Catalunya Sí que es Pot] y no pasó nada de nada", apunta. "Cierto", ratifica Ureña, que se congratula además del "éxito" de público para un municipio tan complicado de atraer para el separatismo como este. "Badia es lo más parecido a un barrio de otras ciudades, solo que en este caso se independizó por la movilización de la ciudadanía, que fue la que tiró de las instituciones", indica Menor, que gobierna su ciudad en minoría pero fue investida con los votos del PP.

La alcaldesa subraya que sus vecinos defienden una "catalanidad no excluyente", y no lo achaca a su origen, sino también a factores socioeconómicos

La alcaldesa subraya que sus vecinos sobre todo "defienden su catalanidad", "agradecen a Cataluña haber tenido una vida mejor", pero "su catalanidad no es excluyente". Menor se niega a que se explique la "singularidad" de su pueblo por el origen emigrante de sus ciudadanos, porque las segundas generaciones, criadas aquí, tampoco son mayoritariamente independentistas. Hay otro factor: la "brecha socioeconómica". La renta per cápita está casi 15 puntos por debajo de la media de Cataluña, el paro es más elevado, la población está envejecida. "El electorado más secesionista es de clase más alta".

Críticas por excitar el "espíritu andaluz"

También ha ayudado, dice, la "desatención" total de la Generalitat en estos años: mientras que el PSC ha mimado el municipio, argumenta, la antigua Convergència o ERC no han desfilado por allí, y el Govern "no se ha preocupado por las necesidades de Badia", pues ha cerrado institutos, no pone recursos sobre la mesa o no ha ayudado a resolver el problema del amianto que padecen todos los bloques de viviendas. Ureña, en cambio, acusa a los socialistas de haber "promovido el espíritu andaluz y excitado la vena patriótica con la creación de agrupaciones rocieras que no se ven en otras ciudades" y de haberse encargado de ir "acaparando todo el control" del pueblo. "Badia es del PSC", remata. No en vano allí abrió su última campaña de generales la ya fallecida Carme Chacón, en diciembre de 2015.

placeholder Eva Menor, alcaldesa de Badia, del PSC, este 29 de septiembre, con el mapa de la localidad a su derecha. (J. R.)
Eva Menor, alcaldesa de Badia, del PSC, este 29 de septiembre, con el mapa de la localidad a su derecha. (J. R.)

Menor, como su partido, es defensora a ultranza de una salida pactada y una reforma de la Constitución. "Con un acuerdo, desde luego la gente se relajaría", conviene Lidia, al frente de una droguería en el mercado municipal. "Una solución quizá pudiera ser el Estado federal. Porque ahora la cosa va de orgullo y de cojones", sentencia a su lado Cristina, su hermana. Ninguna de las dos jóvenes se confiesa independentista pero ambas quieren intentar votar este domingo. "Estoy muy indignada por el hecho de que nos quieran quitar el derecho a votar. Eso es lo que me enerva, es una represión en toda regla. Mucha gente sí tenemos la sensación de que España no nos deja avanzar —argumenta Cristina, más combativa—. Yo sí creo en una solución dialogada. Pero el principal problema es el Estado. La solución debería ser cambiar al Gobierno antes de separarnos".

Las dos hermanas se han criado en Cataluña, aunque también han vivido en Madrid. Una, Lidia, sintió cómo en alguna ocasión la ofendían en la capital por ser catalana. La otra, Cristina, en cambio se marchó a Madrid para estudiar interpretación porque en Barcelona le llegaron a hacer "llorar" por no dominar perfectamente el catalán en las clases de improvisación. Ambas, como tantos y tantos en Badia, son castellanohablantes. Igual que el propio Roberto Ureña. Por eso no resulta raro ver, pegada a la plaza del Ayuntamiento, un centro para que los adultos aprendan catalán. Pero para los mayores no siempre es fácil. Gregoria fue de hecho a unos cursillos, pero al final desistió. Y tampoco extraña que la mayoría conteste que prefiere televisiones nacionales para informarse a la autonómica TV3.

Algunos sí participarán el 1-O en protesta contra el PP, pero los hay que defienden el sí y atacan al Estado por la "represión" y por no dejar votar

En la carnicería que da a una de las entradas del mercado la conversación se anima. Pasan las dos de la tarde y hay menos parroquianos. "Yo no soy independentista, pero sí catalanista. Yo voy a ir a votar, porque quiero ejercer mi derecho, pero no quiero la independencia. Me da miedo lo desconocido ", asegura Juani, mientras coloca la mercancía. "Para mí es un voto de protesta contra Rajoy, porque no nos deja votar. Estoy segura de que si hubiera un referéndum legal, saldría ganador el no". Al mostrador llega otra carnicera. Ella en cambio está dispuesta a votar sí. "Si dicen que nos irá mejor es por algo. Quiero lo mejor para aquí".

placeholder Una estelada y una bandera de España colgadas de los balcones de un bloque de viviendas en la avenida de Burgos de Badia, este 29 de septiembre. (J. R.)
Una estelada y una bandera de España colgadas de los balcones de un bloque de viviendas en la avenida de Burgos de Badia, este 29 de septiembre. (J. R.)

Jordi Capdevila, responsable de la gestión del mercado, también quiere votar a favor de la independencia. Pero el vive en un municipio cercano, Ripollet, con otra estructura sociológica. "Yo, que corrí para escapar de los grises en el franquismo, siento que hemos vuelto como 50 años atrás con esta represión del Estado al pueblo", se queja, mientras critica la llegada de policías nacionales y guardias civiles y advierte de que si no se permite votar, los catalanes saldrán "a la calle en masa" el domingo. "Y eso que algunos, como mis padres, que han ido a todas las manifestaciones de la Diada de estos últimos años, se están echando atrás por miedo al follón". Jordi no tiene miedo a la secesión y cree que a Cataluña, "fuerte económicamente", le iría mejor.

El Gobierno "corrupto" de Rajoy

Roser, dueña de una tienda de frutos secos del mercado, se acerca a la conversación. Ella vive en Sabadell y coincide con el criterio de Jordi, y ambos reconocen que Badia es otro rollo. Ella irá a votar —"y toda mi familia"— para apoyar la secesión. "El diálogo se tenía que haber hecho hace años, y no tendríamos que haber llegado a esto. Pero estamos quemados. Es verdad que la Generalitat ha ido más allá de lo que debía, pero también hicimos las Diadas por algo, y el Gobierno se las tomó a pitorreo. Ellos están metiendo mucho miedo. Los que hacen las leyes son ellos y los que no las cumplen son ellos. No predican con el ejemplo", indica, asumiendo que el 1-O no contará con garantías y que "la chusma buscará provocar incidentes". "Pero para mí el referéndum sí es válido. Si me lo hubieras preguntado hace años...", añade, matizando que ella no "odia" a los españoles.

"España no tiene remedio", argumenta un partidario del referéndum. "No me hace nada de gracia", opone uno de los detractores del 1-O

El quiosquero de la avenida de Burgos, un chaval joven, parco en palabras, sí vive en Badia, y también se movilizará mañana, aunque prefiere no explicitar su opción. Carga sin comtemplaciones contra el Gobierno "corrupto" de Rajoy, "que debería estar en prisión", y contra un Tribunal Constitucional "corrompido, elegido por partidos corruptos que se pasan las leyes por el forro". "Mucha gente ha llegado a la conclusión de que España no tiene remedio, y alguna gente votará no por la corrupción de Rajoy", incide. Contra el presidente embiste igualmente Abraham, pero también lo hace contra Carles Puigdemont. "O me roba el uno o me roba el otro. Luego los dos van cogiditos de la mano. Son los mismos perros con diferente collar". Pero Abraham, un hombre de unos treinta años que acaba de dejar su moto aparcada en la avenida de Burgos, o como Miguel, más entrado en años, no participará del 1-O. "No me hace ni puta gracia", protesta este último, sin ambages. "No me gusta que pisoteen la bandera catalana, pero tampoco la española". "Los dos Gobiernos han sido unos irresponsables, y son unos cabezones", se queja el sevillano Antonio, quien se indigna cuando le hablan de "represión" de España. "Lo que hace el Estado es defender la legalidad y la Constitución. Es su obligación".

placeholder Carteles y pintada a favor del 1-O en la calle de Menorca de Badia. (J. R.)
Carteles y pintada a favor del 1-O en la calle de Menorca de Badia. (J. R.)

A poco más de 24 horas del 1-O, en Badia no se ven sentadas, ni concentraciones, ni mareas de 'estelades', ni tan siquiera se siente la presencia de los 'mossos'. Y eso que, como dice Ureña, los pocos separatistas que hay en el pueblo —"hay más partidarios del derecho a decidir, y los jóvenes están cambiando respecto a sus mayores"— se han organizado para custodiar los centros de votación del domingo e impedir que se precinten. Aquí la vida, a menos de media hora de Barcelona o de otros núcleos más 'indepes', tiene poco que ver. Es otra Cataluña. Parece otro mundo, alejado a años luz de la efervescencia soberanista.

De los balcones de las moles de viviendas colmena no cuelgan 'estelades'. Apenas se divisa una por la avenida de Burgos, una de las arterias principales de la localidad. Se la ve casi solitaria, como vergonzosa, y unos pisos por encima de otra enseña, la española. Menudean mucho más otras banderas, amarillas, las de ‘No volem amiant’, el recordatorio omnipresente de que todos esos inmuebles casi calcados, construidos en pleno desarrollismo franquista, están enfermos. Los carteles de ‘Democràcia’, ‘Vota sí’ o ‘Votem per ser lliures’ escasean. Están plantados en algunos postes, algunos de ellos rasgados. Una aislada pintada azul con la leyenda ‘Votarem 1-O’ en plena calle de Menorca, al lado de la autopista C-58, a las afueras del pequeño pueblo, es casi el único grito visible del referéndum.

Esto también es Cataluña. Es Badia del Vallès, una localidad a menos de media hora en tren desde la plaza de Catalunya de Barcelona. 13.500 vecinos apiñados en un kilómetro cuadrado, encajonados en un terreno imposible de expandir porque limita con Cerdanyola, Barberà, Sabadell y la propia autopista C-58. Un municipio con un trazado que imita la forma de España, con nombres de calles que remedan la geografía del país (avenida del Cantábrico, calle de Oporto, avenida de la Vía de la Plata, calle Bética, avenidas de Burgos, de la Costa Brava, del Mediterráneo, calles de Zaragoza, La Mancha, Ibiza, Mallorca, Menorca…), con colegios rotulados con nombres de bailes regionales (La Jota, La Sardana y Las Seguidillas). Un pueblo que no se siente independentista. Para nada. Algunos de sus ciudadanos sí quieren intentar votar este domingo. Pero para marcar la papeleta del no, como protesta contra el Gobierno de Mariano Rajoy. Hasta los partidarios del sí a la secesión son conscientes de que la localidad es un hueso duro de roer, un feudo histórico del PSC, un epicentro de voto obrero que solo las nuevas generaciones están empezando a cambiar. La convivencia, no obstante, es cien por cien normal y no se prevén conflictos el 1-O, aunque sí una movilización bastante baja.

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