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Mario Cornacchia, el "capo" que controla los 'after hours' de la noche madrileña
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un entramado societario para gestionarlos

Mario Cornacchia, el "capo" que controla los 'after hours' de la noche madrileña

Sus locales se llenan cada semana y la Policía ha intervenido decenas de veces. Pero la actividad sigue gracias a compañías pantalla y a la falta de una legislación clara

Foto: El Ayuntamiento de Madrid ha llevado a cabo varias operaciones para cerrar los 'afters' de Cornacchia. (EC)
El Ayuntamiento de Madrid ha llevado a cabo varias operaciones para cerrar los 'afters' de Cornacchia. (EC)

Cornacchia significa cuervo en italiano y aunque Mario tiene poco que ver con el país transalpino, sí recuerda a la enigmática ave por la astucia y el misterio. Nadie suele verle por los 'after hours' que regenta o ha regentado en Madrid, al menos trece, que van cambiado de nombre o ubicación a medida que las sanciones y las deudas le apremian. Pero él está siempre presente, controlando todo por las cámaras que vigilan sus negocios y que escruta por la pantalla de su móvil.

Ni siquiera algunos de sus trabajadores han tratado en persona con él. Buscarle en la dirección asociada a su domicilio tampoco arroja grandes resultados, lo haga un funcionario de justicia, un cartero o un periodista. El portero del inmueble asegura verle solo cuando va a recoger las cartas de algunas de las 22 sociedades que figuran a su nombre.

Garage, Jaguer, Las Horas, Soniquete, Palma Beat, Caballero, Astronautas… Mario Cornacchia Lobato, nacido en Madrid en 1969, está detrás de los más importantes locales que abren cuando el resto de discotecas cierran. Al margen de la legalidad y sorteando las sanciones, camufla su actividad con licencias de bar-cafetería. Su modus operandi es de sobra conocido por las autoridades, que a menudo se presentan a las puertas de los ‘afters’. "Sabe aprovechar todos los recovecos para alargar los trámites judiciales y seguir abierto", explican fuentes municipales que han investigado sus negocios.

La Agencia Tributaria de Madrid tiene claro que sus sociedades son pantallas para evitar problemas legales. Le sirven para mantener una red de locales que pueden generar hasta 3.000 euros cada uno por madrugada. La policía interviene día sí y día también, pero al público de estos locales poco le importa. Los 'afters' de Cornacchia nunca están vacíos.

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El local Las Horas (calle Magdalena 32) lleva funcionando desde hace siete años a pesar de las reiteradas sanciones del Ayuntamiento de Madrid y de las denuncias casi diarias de los vecinos. "Es el local más conflictivo de la capital", reconocía a El Confidencial un policía municipal del barrio de Lavapiés, donde se encuentra. Este periódico ha confirmado que al menos cuatro de los 'afters' asociados a sus sociedades funcionan a día de hoy y que ha abierto al menos trece en la última década. La cifra podría ser más elevada, pero el rastreo se hace complicado ya que sus empresas no cuentan como domicilio social el lugar del local que ampara su actividad. Es más, en dos de las direcciones que más se repiten (Marqués de Riscal 11 y Montalbán 10) , nadie ha oído jamás hablar de Mario Cornacchia. En la otra, situada en la calle San Bernardo, solo pasa ocasionalmente a recoger la correspondencia.

El Confidencial ha solicitado a Mario Cornacchia una entrevista en reiteradas ocasiones para este reportaje, pero este ha declinado la propuesta.

De trabajador a dueño de las madrugadas

La mayoría de sus locales se encuentran en los céntricos barrios de Malasaña y Lavapiés, aunque también ha tenido 'afters' en Aluche y Chamberí. Empezó al otro lado de la barra, trabajando en la noche para terceros hasta que decidió hacer rentable recoger al público que sigue con ganas de fiesta a partir de las seis de la mañana. "Es un hombre discreto, como un capo. No se deja ver, aunque cuando hay alguna inspección acude al local e invita a café", explican fuentes policiales. "Nadie controla tantos 'after hours' como él, tiene el 60% de los del centro de Madrid".

Foto: Varios flyers de las sesiones matinales madrileñas donde no ocultan su horario, a pesar de estar prohibido (M.Z.)

"Es una mafia especializada, buscan locales con licencia de bar normal para abrir a las seis de la mañana y con equipo de música, aunque sea antiguo, pero que esté ya autorizado", desarrolla Jorge Pineda, abogado que representa actualmente a la comunidad de propietarios de la calle Santa Teresa 14 contra el 'after' Jaguer (renombrado Astronautas hace unos días) en la misma calle. Este local tiene cerca de 90 actas de la Policía. "Son insumisos, les dicen que bajen la música y no lo hacen", añade el letrado.

En los locales hay una cafetera, pero es inutilizable. El supuesto café cuesta quince euros.

Abrir con una licencia de actividad que no es la real es un fraude en el que incurren todos los 'after hours' de la capital. Porque los 'after hours' no existen en la legislación de la Comunidad de Madrid, a pesar del ingente público que los frecuenta. Cientos de personas buscan información sobre ellos en internet y decenas de jóvenes llenan sus salas hasta llegar a superar el aforo permitido. Hay demanda de locales de este tipo, pero no hay una figura legal que los ampare. Es por ello que, para funcionar, se camuflan con permisos de bar-cafetería que sí pueden abrir a partir de las 6 de la mañana.

placeholder Listado de precios –con café a quince euros– de Las Horas. Abajo, destaca la firma de Cornacchia.
Listado de precios –con café a quince euros– de Las Horas. Abajo, destaca la firma de Cornacchia.

En uno de los juicios contra el local de Magdalena, en 2015, los propios trabajadores defendían la actividad de cafetería asegurando que el local contaba con mesas y sillas y hasta una cafetera que se utilizaba para poner cafés. Eso sí, la carta del bar deja claro que a 15 euros cada uno. En el mismo juicio, un policía aseguraba no haber visto nunca este mobiliario, y que la cafetera tenía encima "diversos objetos que impedían su funcionamiento".

A pesar de contar con licencias que les permiten abrir de madrugada, ningún local de la Comunidad de Madrid puede poner música antes de las 9 de la mañana. Sin embargo, policías y vecinos confirman que la música electrónica es una constante en sus locales, como también ha podido comprobar este periódico. En las redes sociales, de hecho, utilizan como reclamo la presencia de numerosos DJ en los carteles que anuncian sus sesiones. Como admite una fuente municipal, a pesar de los recursos destinados a intentar cerrarlos, “quizás la única forma de acabar con las molestias que los 'afters' generan en los vecindarios sería incluirlos en la legislación e imponerles normas claras”.

"Se llevaron hasta el papel higiénico"

Si el lector se acerca a Las Horas cualquier mañana –abre todos los días–, lo encontrará en funcionamiento. Eso a pesar de que los locales de Cornacchia han protagonizado hace menos de un año una actuación inédita en la lucha de la administración contra los 'afters' de la capital. En diciembre de 2016 tuvo lugar la primera operación en locales matinales coordinada por la Policía Municipal, la Agencia Tributaria del Ayuntamiento y diferentes áreas del consistorio. Miembros de todas las instituciones se presentaron en dos locales para acorralar a Cornacchia por el flanco de lo cívico –ruidos, aforo, licencias– y por las deudas que cumulaban sus sociedades. El operativo se bautizó como operación Búho y tuvo lugar en dos 'afters' propiedad de nuestro protagonista: Las Horas y el Soniquete, en la calle Boix y Morer 24. En esta actuación requisaron todo lo que encontraron en el local: equipo de música, cámaras frigoríficas, tragaperras y hasta los refrescos, con el fin de saldar parte de la deuda que las sociedades Vessel Track y Weekend Zone, que están detrás de estos locales, tenían con la Administración.

El embargo se hizo ‘in situ’ como medida excepcional, reservada únicamente para los casos en los que "los deudores ocultan absolutamente su patrimonio de forma fraudulenta", indica un informe sobre esa actuación elaborado por la Agencia Tributaria del Ayuntamiento de Madrid. Después de investigarle, no encontraron ninguna otra propiedad a nombre de Cornacchia o de las sociedades. Incluso gran parte de los objetos embargados resultaron haber sido alquilados. Además, el fisco bloqueó unos 70.000 euros de una cuenta corriente personal.

Aun con el dinero y todos los bienes requisados –todavía sin subastar a día de hoy–, no se saldaron las cuentas pendientes con la Administración y se concedió un pago fraccionado de la deuda que ya han dejado de cumplir, como indican fuentes de la Agencia Tributaria. Se bloquearon incluso todos los pagos realizados mediante TPV, las máquinas de cobro con tarjeta, pero curiosamente, señalan, ya no se efectúa ningún cobro por esta vía. "Se llevaron hasta el papel higiénico", evoca un extrabajador de Cornacchia.

Dos vecinos de Las Horas recuerdan bien la intervención: "Sabíamos que volverían a abrir, porque no era la primera vez que les cerraban, y efectivamente a los dos días estaba otra vez en funcionamiento", cuentan desesperados desde la comunidad de Magdalena 32, que se ha personado en la causa del Ayuntamiento contra este negocio. "Cornacchia al principio fue muy amable, quería incluso venir a las reuniones de la comunidad, pero pronto dejó de aparecer", explica uno de estos vecinos que prefiere ocultar su nombre por miedo a represalias.

Al llegar a los locales la Policía constató que los 'afters' superaban el aforo y que había gente fumando en el interior. El consumo de estupefacientes y las peleas en la puerta son otro factor común en las inspecciones policiales, como subrayan las numerosas sentencias de los tribunales madrileños que retratan sus sociedades.

En esta operación la Agencia Tributaria intentaba saldar los 80.000 euros de deudas que en ese momento tenían estos dos locales. Hasta pocos días antes ascendían a casi 400.000, que fueron rebajados 'in extremis' tras un recurso en el contencioso. Cornacchia nunca acata una orden sin pelearla.

Entramado societario

Con recursos por defectos de forma o aprovechando los tiempos eternos de la Justicia, algunos locales vuelven a abrir el fin de semana siguiente al de una orden de cese de actividad. Entre mayo de 2014 y enero de 2015, El Garaje, pesadilla de los vecinos de la calle Jesús del Valle, recibió al menos cuatro órdenes de cierre temporal. En Las Horas de calle Magdalena, tal y como consta en una sentencia de Octubre de 2015, se llevaron a cabo inspecciones "los días 20 de julio, 9 y 11 de agosto, 29 y 30 de noviembre, 1, 6, 8, 11, 14, 16, 22 y 23 de diciembre de 2013, 17 de enero, 1 y 2 de febrero, 13 y 14 de septiembre, 5, 11 y 20 de octubre, 9, 15, 28 y 29 de noviembre y 12 de diciembre de 2014". Un mes después de esa sentencia se dictó otra orden de cierre, pero el local volvió abrir pocos días después. Y un año más tarde, la operación Búho se encontró con el 'after' abierto.

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Este periódico ha localizado 31 sentencias que se centran en alguna de las sociedades de Cornacchia que controlan los locales de ocio. La pelea judicial suele ser con el Ayuntamiento, representado por letrados consistoriales, y cualquier sentencia que admita recurso es llevada hasta los más altos tribunales acogiéndose a defectos de forma en las actuaciones policiales o en las notificaciones. En febrero de 2015, el Tribunal Superior de Justicia de Madrid dio la razón a la sociedad de Cornacchia que está detrás de Las Horas (Vessel Track, SL) porque el Consistorio no había conseguido entregarle una notificación de clausura del local y de una multa de 90.828 euros. Los empleados no estaban autorizados a recogerla y no se encontraba nadie en el despacho de la calle de San Bernardo donde Cornacchia tiene un buzón de correo.

Una vez más, no es un caso aislado. Un informe de la Agencia Tributaria de Madrid sobre los locales de Cornacchia explica que "estas empresas conforman un entramado societario constituido con el único fin de esquivar la responsabilidad derivada de los numerosos procedimientos sancionadores abiertos ante las irregularidades cometidas en el desarrollo de su actividad comercial, a fin de imposibilitar el cobro de las deudas que van generando".

En la práctica, se trata de empresas pantalla para ocultar una actividad no regulada. El último año que una sociedad de Mario Cornacchia presentó sus cuentas fue en 2012, cuando Weekend Zone (detrás de los 'afters' Soniquete y The End) declaró una facturación de 206.500 euros, con unas pérdidas de 426 euros. Es la única que ha presentado cuentas después de que él se convirtiese en el administrador principal. Otras seis dejaron de hacerlo tras entrar Cornacchia en el órgano ejecutivo y el resto no lo han hecho nunca.

placeholder Cartel en la puerta del 'after' Las Horas, en Lavapiés (M.Z.)
Cartel en la puerta del 'after' Las Horas, en Lavapiés (M.Z.)

Un nuevo caso (laboral) en los juzgados

De los problemas en dar con Cornacchia sabe algo Pablo Cebolla, uno de sus extrabajadores. Le ha denunciado por, supuestamente, no pagarle 4.000 euros de atrasos en su salario. Ha demandado al empresario y a Anglet Bros SL (que controla Jaguer), pero el juez encargado del acto de conciliación previo a la apertura del juicio constató, este mismo mes de septiembre, que el demandado no estaba. Había sido imposible notificarle la citación.

"Hacía de relaciones públicas, pero también ponía copas o las recogía, un poco de todo", explica Cebolla sobre los meses que estuvo trabajando en el Jaguer, hasta el pasado 11 de agosto después de "meses de retraso" en su retribución. "Mario me prometió hacerme contrato pero no lo hacía, así que a los seis meses le dije que me iba y me lo volvió a decir. Aguanté un tiempo más, pidiéndole mis nóminas hasta que ya fui a la Seguridad Social y vi que no estaba contratado", explica el trabajador que asegura no haberle visto nunca en persona: "Yo hablaba siempre con el encargado, y con él por teléfono o por WhatsApp", añade.

También en la operación Búho, el operativo que incluía inspectores de trabajo se topó en Las Horas y Soniquete con casos de trabajadores no dados de alta en la Seguridad Social y extracomunitarios trabajando sin tener permiso de residencia, señalan fuentes de la investigación. A Cebolla no le sorprende: “No soy el único al que no paga. Es un pirata, porque dinero no le falta”.

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Cornacchia significa cuervo en italiano y aunque Mario tiene poco que ver con el país transalpino, sí recuerda a la enigmática ave por la astucia y el misterio. Nadie suele verle por los 'after hours' que regenta o ha regentado en Madrid, al menos trece, que van cambiado de nombre o ubicación a medida que las sanciones y las deudas le apremian. Pero él está siempre presente, controlando todo por las cámaras que vigilan sus negocios y que escruta por la pantalla de su móvil.

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