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Activismo frente a opacidad: el Govern gana la guerra de los corresponsales
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la pelea por la imagen exterior

Activismo frente a opacidad: el Govern gana la guerra de los corresponsales

Un off the record con periodistas internacionales desvela los problemas de comunicación del Gobierno. La Generalitat lleva años trabajando ese frente de imagen

Foto: Manifestación independentista en Barcelona. (EFE)
Manifestación independentista en Barcelona. (EFE)

El pasado miércoles 13 de septiembre, a las seis de la tarde, un grupo de 20 corresponsales entró en Moncloa. Un grupo selecto de la prensa internacional destacada en España acudía citado por el Gobierno para hablar de Cataluña. La ocasión parecía importante y alguno incluso interrumpió su cobertura desde Barcelona y tomó un AVE para estar en Madrid esa tarde.

Los políticos encargados del briefing (un encuentro 'off the record', del que no se puede publicar lo que se dice) eran Dolors Monserrat, ministra de Sanidad, y José Luis Ayllón, secretario de Estado de relaciones con las Cortes y subordinado de Soraya Sáenz de Santamaría en el tema catalán, quienes llegaron con 20 minutos de retraso. El Ejecutivo había elegido a dos políticos catalanes para tratar con la prensa internacional. No es habitual que el Gobierno cite a los corresponsales en Mocloa pero esta iba a ser la segunda vez en una semana. El 7 de septiembre, Íñigo Méndez de Vigo, ministro portavoz, estuvo una hora y cuarto con el mismo grupo de corresponsales. Antes de eso, solo se habían producido dos reuniones en año y medio.

Ayllón y Monserrat, según tres de los presentes, no contaron nada nuevo. “Hablaron del Estatut de Zapatero, de que el PP no es tan minoritario en Cataluña como lo pintan y de que hace nada estaban gobernando con CiU. Sin salirse del guión, ambos insistían en que no sabían cómo sería en nuestros países pero en España este referéndum era ilegal”, explica uno de ellos.

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Al terminar la exposición de Monserrat y Ayllón, un periodista británico de un importante semanario les soltó: “El off the record debería servir para algo. No entiendo que una clase de historia contemporánea sea off the record”. Un periodista francés insistió en que la regla del off the record solo era aceptable cuando se ofrecía información interesante. Se quejó de que si solo les contaban cosas archisabidas al menos deberían dejar que pudieran publicarlo como si fuera una rueda de prensa.

Otro de los presentes resume la cita, que duró unas dos horas: “Transmitieron que no va a haber referéndum, ni tampoco un 9-N, que van a pararlo y recordaron las palabras de Rajoy cuando dijo que hará lo que sea necesario. Comentaron que igual en algún pueblo alguien vota y alguien sacará una urna, pero que el grueso lo van a parar. No se aventuraron a especular con las posibles acciones futuras porque dicen que están en una dinámica de acción/reacción. Dependiendo de lo que hagan los otros, reaccionarán de una u otra manera”.

A cualquier lector medianamente informado le sonará el discurso. Es lo que ha mantenido Moncloa durante todo el procés. A veces abiertamente, a veces como “fuentes de Moncloa” o “fuentes cercanas a Moncloa”. “Te convocan a un off the record para repetir argumentarios que ya están escuchados en otras partes y que encima no se pueden citar”, reflexiona este corresponsal.

Durante la cita, Ayllón reaccionó a las quejas. “Yo es que no sé lo que saben ni lo que dejan de saber ustedes”, les dijo. Y desde ese momento intentó ofrecer algo más de contenido, según recuerdan los periodistas consultados. Comentó, por ejemplo, que Ada Colau le parecía admirable –la reunión fue antes de que firmara con Junqueras y Puigdemont la carta en el Financial Times- y rebatió argumentos de los independentistas. Cada cierto tiempo repetía: “Espero que eso no lo supieran”. El ambiente entre la mayoría de corresponsales fue de decepción, de pérdida de tiempo e incluso hubo quien planteó elevar una queja.

Pudo ser una mala tarde, un acto que sale mal o un problema puntual. Pero todos los consultados coinciden en que es algo más, que durante años Moncloa ha dejado de lado a los corresponsales extranjeros –justo lo contrario de la que ha hecho la Generalitat- y que eso empieza a pesar en la cobertura de la prensa internacional sobre el tema. Rajoy siempre ha presumido de no leer mucho la prensa –más allá del Marca- pero fuentes diplomáticas recuerdan que en un simulacro de referéndum la imagen que se venda al exterior es muy importante.

placeholder Mariano Rajoy en una reunión en Moncloa. (Reuters)
Mariano Rajoy en una reunión en Moncloa. (Reuters)

“No queremos contar solo la versión catalana pero es que ellos son muy accesibles mientras que con el Gobierno español no hay forma de hablar. Además, las pocas veces que nos citan nos cuentan alguna cosa que no usamos pero que inmediatamente leemos en la prensa española citando fuentes próximas a Moncloa”, cuenta un periodista que estuvo en el briefing. Varios han hablado para este reportaje bajo la condición del anonimato conscientes de que se saltan un off the record. "Si hubiese algo digno de ser off the record no lo habríamos contado, pero eran todo cosas que ya se habían dicho".

Raphael Minder, corresponsal de 'The New York Times' en España y autor del libro ‘The struggle for Catalonia. Rebels politics in Spain’ (La lucha de Cataluña. Rebeldes políticos en España), no pudo acudir al briefing de Moncloa pero su experiencia es interesante: “Hay que entender el punto de partida y es que hay un contrincante (la Generalitat) que quiere darle visibilidad al tema y otro (el Gobierno) que quiere enterrarlo. En un referéndum clásico, dos partes quieren convencer de sus argumentos pero aquí no estamos en eso por eso es complicado comparar las políticas de información. Madrid dice que el único problema es la falta de respeto a las leyes del Estado español”.

“El Gobierno tiene las embajadas y los organismos internacionales para transmitir su mensaje al exterior, no ha necesitado a la prensa. Con la Generalitat era al revés: como no tenía maquinaria en el exterior ha trabajado a los corresponsales”, razona un periodista extranjero con años de experiencia en Madrid. Así, Raúl Romeva es accesible, el Gobierno catalán tiene una dirección de comunicación internacional, organizan desayunos en Madrid donde presentan a miembros destacados del independentismo y a menudo están disponibles para dar citas a la prensa internacional. "Te mandan toda la agenda en inglés todo son facilidades". Y bombardean a las embajadas extranjeras en Madrid con boletines con su actividad.

Los independentistas presumen de que la estrategia empieza a dar sus frutos. El pasado fin de semana a Puigdemont le dedicaron un reportaje en Le Figaro Magazine y a Romeva en el Frankfurter Allgemeine alemán. Cuando Puigdemont, Junqueras y Colau quieren mandar un mensaje la carta se publica en el Financial Times, por ejemplo. Les ha costado hacer llegar su mensaje porque el tema del independentismo catalán se convirtió durante años en un tema agotado en el que no hay nada realmente nuevo que contar para los corresponsales. Y también han recibido reveses. El domingo el FT publicaba un editorial criticando la falta de garantías del referendúm y señalando que no podía ser la base para el nacimiento de un Estado.

Una fuente de Moncloa muy cercana al proceso recuerda que el Gabinete de información tenía antes dos direcciones generales, una nacional y una internacional, organismo que llevaron periodistas reconocidos como Juan Cierco (ex de 'ABC') o Javier Valenzuela (ex de 'El País'). “Era gente con cierto nivel y conocimiento del panorama internacional, periodistas con experiencia fuera, que habían sido corresponsales o funcionarios en el extranjero. Gente con nivel y con idiomas porque había que comunicarse con embajadas, corresponsales, directores de periódicos...".

Poco después de la llegada de Rajoy a Moncloa, en plenos recortes, la dirección general de comunicación internacional fue degradada a subdirección. "La orden con Cataluña que se nos dió fue adoptar un perfil bajo, lo cual es ausencia, es política de silla vacía. Por ejemplo, cuando hacían un debate en la BBC, o la CNN con un representante independentista catalán, nuestra directiva era no aparecer, no estar. Yo me tiraba de los pelos. Apenas hubo entrevistas del presidente en medios internacionales. Se les pedía a los medios que no preguntasen sobre Cataluña”, cuenta. El resultado es que “al final hablaba sólo una parte. Cuando ahora salen editoriales en medios extranjeros hay un relato que tienen clarísimo. Y cuando un corresponsal escribe algo que no les gusta lo ponen verde pero no intentan convencerle de nada, no le dan una versión de los hechos y no hablan con ellos”.

Otra fuente, consejero de información de una embajada española, recuerda que la orientación del relato es absolutamente clave para ganar la batalla

Otra fuente, consejero de información de una embajada española, recuerda que en temas como el de Cataluña la orientación del relato es absolutamente clave para ganar la batalla. "Lo que está ocurriendo ahora con los carteles y las papeletas, por ejemplo, se puede contar como un acto autoritario contra un movimiento civil o como una intervención policial ante una ilegalidad que roza el golpe de estado. El enfoque lo es absolutamente todo y España durante mucho tiempo se ha negado a enfocar".

En las dos últimas semanas hay signos evidentes de que Moncloa es consciente y prepara un cambio de rumbo. Los dos briefings en Moncloa para la prensa internacional son muestra de ello. También se ha movilizado a los embajadores y se han empezado a mandar argumentarios -o ha aumentado el número de destinatarios, de forma que ahora le llega a más gente-. En uno de estos documentos, enviado el pasado 12 de septiembre, después de la Diada, el resumen de prensa solo incluye cinco noticias con una versión de fracaso y división en la Diada y citas contra el procés de Íñigo Méndez de Vigo, Pedro Sánchez, Inés Arrimadas, la alcaldesa de L'Hospitalet, Nuria Marín (PSC) y el tenista Rafa Nadal. "En Moncloa ahora quieren correr pero eso ya no sirve. Los catalanes les llevan años de ventaja. llegan tarde", opina un periodista de un diario americano. Quedan dos semanas para el 1-O.

El pasado miércoles 13 de septiembre, a las seis de la tarde, un grupo de 20 corresponsales entró en Moncloa. Un grupo selecto de la prensa internacional destacada en España acudía citado por el Gobierno para hablar de Cataluña. La ocasión parecía importante y alguno incluso interrumpió su cobertura desde Barcelona y tomó un AVE para estar en Madrid esa tarde.

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