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Drama en un paso de cebra: Ramón, 81 años, no volverá a cuidar a su mujer con alzhéimer
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volvía a casa de comprar medicinas a su esposa

Drama en un paso de cebra: Ramón, 81 años, no volverá a cuidar a su mujer con alzhéimer

El hombre de 81 años que perdió la vida ayer tras ser golpeado por un joven de 18 años se dedicaba en cuerpo y alma a cuidar a su esposa enferma

Foto: El personal de Emergencias estuvo durante media hora tratando de reanimar sin éxito al anciano. (EFE)
El personal de Emergencias estuvo durante media hora tratando de reanimar sin éxito al anciano. (EFE)

Ramón se levantó ayer como cada mañana, ayudó a su mujer a vestirse y a desayunar y ambos fueron de la mano al centro de día. Ella tiene alzhéimer y él, a sus 81 años, no puede hacerse cargo de todos los cuidados que requería su esposa. Tras dejarla en buenas manos, regresó a sus tareas pensando en que por la tarde volvería a recogerla. Fue a comprar el periódico y luego a la farmacia del número 18 de la avenida de los Fresnos de Torrejón, cerca de su casa. En este último establecimiento pagó sus medicinas —las propias de una persona de su edad— y las que cada mes recogía para tratar la enfermedad del olvido. Le dijo al mancebo que vendría luego a recogerlas porque antes debía hacer algunos recados.

Cuando abandonó el establecimiento, cruzó la calle como siempre por el paso de cebra. Un coche que circulaba más rápido de lo normal, sin embargo, alteró la paz del anciano pasando a poca distancia de su viejo cuerpo. El hombre recriminó al conductor su excesiva velocidad al volante. Le salió de dentro. No estaba bien correr así por una zona residencial y en pleno paso de peatones. El reproche, sin embargo, le costó caro. El joven reprendido, de solo 18 años, paró en seco su vehículo, abrió la puerta con violencia y bajó del coche con decisión. Se acercó al anciano y, sin mediar palabra, le propinó un puñetazo en la cara.

El golpe provocó la caída de la víctima en redondo. Cual peso muerto, los 81 años de Ramón y su bastón se desplomaron sobre el asfalto. Su corazón dejó de latir de repente y su vida comenzó a alejarse de su cuerpo, que seguía tirado como una colilla entre las rayas blancas del paso de cebra. Sin dudarlo un segundo, el agresor regresó sobre sus propios pasos, subió al coche y aceleró. Fue en ese instante cuando algunos viandantes se dieron la vuelta hacia el punto donde habían ocurrido los hechos. Alguno se quedó con la matrícula y con el modelo y el color del coche que estaba huyendo más rápido incluso de lo que había llegado.

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El farmacéutico salió en seguida del establecimiento y se acercó al cuerpo del anciano. Le trató de tomar el pulso, pero ya no tenía. Uno de los testigos llamó a Emergencias. La ambulancia tardó 10 minutos en llegar. Algunos vecinos afirman que podía haber venido más rápido porque se encuentra cerca. Sea como fuere, el personal sanitario llegó y trató sin éxito de reanimar a Ramón durante 30 largos minutos. El hombre estaba en parada cardiorrespiratoria y ningún masaje podía volver a activar su gastado corazón, que había dicho punto final.

El anciano era muy querido en el barrio. El dependiente de la farmacia que salió a tomarle el pulso recuerda que tenía buen humor, que de hecho habían estado bromeando momentos antes de la agresión que acabó con su vida y que siempre era muy correcto y cariñoso con su mujer. Desde la clínica dental que hay junto a la farmacia, que también frecuentaba el matrimonio de ancianos, confirman lo bien que se trataba la pareja, que casi siempre acudía acompañada por una chica que ayudaba al hombre en las tareas de la casa y en el cuidado de su mujer.

Foto: Juan Ignacio Zoido presenta el balance de criminalidad. (Efe)

La noticia de su muerte fue publicada inmediatamente por los principales medios de comunicación, con lo que el autor del homicidio supo enseguida que la agresión había paralizado el corazón del hombre, que él lo había matado, que la policía tenía su matrícula y que era cuestión de horas que los agentes dieran con su paradero. Lo que no reflexionó por la mañana lo pensó por la tarde. A sus 18 años, no tenía sentido convertirse en un fugitivo y por eso decidió entregarse en la comisaría de Torrejón de Ardoz. Lo hizo a las cinco de la tarde y el juez ya ha decretado prisión provisional, comunicada y sin fianza por un delito de homicidio.

Los agentes del Grupo de Policía Judicial, responsables de la investigación, detuvieron en ese momento al supuesto homicida, aunque no dieron con eso por concluidas las pesquisas. Los funcionarios tratan aún de localizar a la mujer que acompañaba al arrestado en el momento de la agresión y al propio vehículo con el que ambos huyeron de la escena del crimen, del cual los investigadores tienen matrícula y modelo.

Una hora después de que el joven se entregara, la esposa de Ramón abandonaba el centro de día al que acudía para recibir los cuidados adecuados y donde su marido la había dejado por la mañana. Sin embargo, ayer no estaba su esposo en la puerta de la instalación para acompañarla a casa.

Ramón se levantó ayer como cada mañana, ayudó a su mujer a vestirse y a desayunar y ambos fueron de la mano al centro de día. Ella tiene alzhéimer y él, a sus 81 años, no puede hacerse cargo de todos los cuidados que requería su esposa. Tras dejarla en buenas manos, regresó a sus tareas pensando en que por la tarde volvería a recogerla. Fue a comprar el periódico y luego a la farmacia del número 18 de la avenida de los Fresnos de Torrejón, cerca de su casa. En este último establecimiento pagó sus medicinas —las propias de una persona de su edad— y las que cada mes recogía para tratar la enfermedad del olvido. Le dijo al mancebo que vendría luego a recogerlas porque antes debía hacer algunos recados.

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