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Así ha pasado Granados dos años entre rejas: leer, 'apostar' y andar al estilo Rajoy...
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vida de un recluso en estremera

Así ha pasado Granados dos años entre rejas: leer, 'apostar' y andar al estilo Rajoy...

Uno de los pocos presos preventivos que han pasado más de dos años encerrados no ha podido usar la piscina que él mismo inauguró porque estaba estropeada

Foto: Francisco Granados, durante su comparecencia por videoconferencia desde la cárcel en la comisión de investigación de la Asamblea de Madrid el pasado 3 de junio. (EFE)
Francisco Granados, durante su comparecencia por videoconferencia desde la cárcel en la comisión de investigación de la Asamblea de Madrid el pasado 3 de junio. (EFE)

El juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco envió a prisión al exconsejero madrileño Francisco Granados el 31 de octubre de 2014 por su papel destacado en el caso Púnica, que investiga las adjudicaciones de obras públicas concedidas por el exdirigente popular a empresarios afines. Ingresó a las 18:03 en el centro de Soto del Real, donde suelen entrar los reclusos antes de ser ubicados definitivamente. Al día siguiente, fue trasladado a la cárcel de Estremera, precisamente la instalación que él mismo había inaugurado seis años antes. Desde aquel 1 de noviembre, el exsenador ha estado encerrado entre sus modernas paredes y se ha convertido en uno de los presos preventivos que más tiempo han pasado entre rejas.

Durante su estancia en Estremera, Granados ha dedicado gran parte de las 24 horas del día a leer, sobre todo en su celda. "Ha devorado infinidad de libros", explican fuentes penitenciarias, que detallan que el recluso dedicaba a la lectura sobre todo las horas centrales y finales de la jornada. En concreto, entre las 14:00 y las 16:30 y desde que se cerraban las celdas, a las 20:00, hasta que se acostaba. Aunque tenía televisión en su celda, prefería un buen libro para pasar el rato y pocas veces se decantaba por la 'caja tonta'. Tampoco solía dejarse caer por la sala común de televisión.

Foto: Francisco Granados. (EFE)

No estaba al día de lo que publicaban los medios en parte porque no veía los telediarios. De hecho, fueron sus compañeros de prisión los que se enteraron antes que él de que el juez Velasco había acordado ponerle una fianza de 400.000 euros. Lo vieron en la televisión el pasado 17 de mayo y se lo comunicaron inmediatamente. Lo primero que hizo Granados entonces fue pedir calma a sus amigos, que se mostraban enormemente optimistas por la noticia, dada la elevada cuantía que había establecido el magistrado. No en vano, su tranquilidad se prolongó durante los días siguientes.

Además de leer, al exconsejero madrileño también le gustaba jugar a las cartas o al dominó con otros reclusos. Esta otra afición, sin embargo, no era vista con buenos ojos por los funcionarios del centro penitenciario, que sospechaban que tanto Granados como sus colegas apostaban dinero durante el juego, extremo normativamente prohibido en las instalaciones. No podían demostrarlo, porque no tenían pruebas, pero sus conjeturas basadas en su experiencia eran suficientes para ellos, que retiraron en más de una ocasión la baraja o las fichas a los jugadores.

Foto: Francisco Granados en su calle en Valdemoro. (Fotomontaje realizado por Vanitatis)

Aun así, el exsenador y sus amigos volvían al 'vicio' en cuanto podían. Lo prefería Granados a otras actividades como el deporte, por ejemplo, que en absoluto era su fuerte. El gimnasio apenas lo pisó las primeras semanas de su estancia en Estremera. Poco a poco lo fue dejando y se limitó a andar rápido en el patio para mantenerse en forma y despejar su mente, a jugar al futbolín o puntualmente al fútbol sala. No utilizó la piscina, por supuesto, porque se encuentra inservible, a pesar de que era uno de los grandes atractivos del centro penitenciario y un elemento que la convertía en la prisión más moderna de España cuando fue inaugurada en 2008.

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Los amigos del exdirigente popular en la cárcel eran como él: tranquilos, educados y aseados. Aunque su relación con todos los reclusos era cordial y fluida, se mostraba más dado a juntarse con quienes cumplían su mismo perfil, que además eran la mayoría dentro del Módulo 3 en el que residía. En general, en este espacio de Estremera se concentran los presos preventivos que pisan por primera vez una prisión y que tienen buena conducta, muchos de ellos de avanzada edad, con lo que resulta complicado que se cuelen reos conflictivos. Sin embargo, las grandes redadas de los últimos meses contra organizaciones de origen asiático o georgiano han hecho que no haya más remedio que hacer hueco a algunos de estos últimos también en el mencionado módulo, lo que ha provocado que se haya colado alguno más "complicado", como lo definen las fuentes consultadas.

Foto: Francisco Granados sale custodiado de su domicilio. (EFE)

El exconsejero es hombre de costumbres. Hace cola regularmente en la cabina para llamar a los números que tiene autorizados y recibe puntuales visitas de su mujer y de sus hijas. A la hora del almuerzo, se sienta siempre con sus tres amigos al principio del comedor, junto a la puerta de entrada, con su bandeja y sus cubiertos de plástico rojo como los del resto de internos. Nunca hace ruidos ni da problemas, y suele vestir con vaqueros, polos, jerséis, camisetas o, en ocasiones, chándal. Nunca de marcas ostentosas.

Además, es amable con todos: con los reclusos de su módulo, con los funcionarios que trabajan junto a él, con los que dirigen los locutorios para hablar con la familia. Las fuentes penitenciarias consultadas aseguran que no ha recibido en ningún momento trato distinto al que ha tenido el resto de presos, más allá de alguna entrevista reservada con el director del departamento de ingresos de la prisión. En una ocasión, según algunos de sus compañeros, le ofrecieron el traslado a otro módulo más pequeño, que contaba con la mitad de internos que el suyo y con un perfil "más deportivo", pero Granados lo rechazó.

El juez de la Audiencia Nacional Eloy Velasco envió a prisión al exconsejero madrileño Francisco Granados el 31 de octubre de 2014 por su papel destacado en el caso Púnica, que investiga las adjudicaciones de obras públicas concedidas por el exdirigente popular a empresarios afines. Ingresó a las 18:03 en el centro de Soto del Real, donde suelen entrar los reclusos antes de ser ubicados definitivamente. Al día siguiente, fue trasladado a la cárcel de Estremera, precisamente la instalación que él mismo había inaugurado seis años antes. Desde aquel 1 de noviembre, el exsenador ha estado encerrado entre sus modernas paredes y se ha convertido en uno de los presos preventivos que más tiempo han pasado entre rejas.

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