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El asesino del crimen de Usera, huido por error, se esconde en Venezuela de la Policía
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El asesino del crimen de Usera, huido por error, se esconde en Venezuela de la Policía

Los investigadores temen que la matanza de tres personas quede impune tras la lentitud judicial que permitió al sospechoso evadir la acción de las fuerzas de seguridad alemanas

Foto: Tres personas fueron asesinadas de forma violenta en el despacho de abogados de la madrileña calle de Marcelo Usera. (EFE)
Tres personas fueron asesinadas de forma violenta en el despacho de abogados de la madrileña calle de Marcelo Usera. (EFE)

Mañana se cumplen nueve meses de la matanza de Usera y el autor del triple crimen continúa huido de la Justicia española. La Policía Nacional tiene un sospechoso prácticamente desde el principio, un militar americano residente en Alemania que días antes de la masacre remitió mensajes amenazantes al teléfono del dueño del despacho en el que tuvo lugar el suceso, Víctor Joel Salas. Este último, que viajaba con frecuencia a otros países, había tenido una relación sentimental con la pareja del estadounidense, que se enteró de ello y viajó presuntamente hasta Madrid para cargarse al amante de su novia. Joel Salas no estaba en ese momento en el bufete, el visitante no encajó bien las excusas que daba la secretaria y se volvió loco.

La meridiana claridad de los investigadores, sin embargo, se topó con la burocracia judicial. Los agentes querían detener al hombre, que incluso estaba ya localizado por la policía alemana, pero el Juzgado número 41 de Madrid, que dirige la diligencias, rectificó a los agentes españoles, que pretendían hacer las gestiones policialmente, y les obligó a cursar una comisión rogatoria vía judicial, procedimiento que necesariamente requiere de más tiempo y que en este caso incluso se alargó todavía más de lo previsto, debido a que no había personal para traducir los escritos y a que eran inminentes las vacaciones de verano, que retrasaron la gestión del trámite hasta finales de septiembre.

Foto: El pasado 22 de junio, el asesino se presentó en el despacho de abogados de la calle Marcelo Usera y mató a tres personas. (EFE)

Cuando las autoridades alemanas recibieron la comisión rogatoria, ya era tarde. La policía de aquel país había perdido la pista al sospechoso. De hecho, hasta el día de hoy, el Juzgado 41 no ha recibido respuesta de Alemania, una diligencia esencial para seguir avanzando hacia la única línea de investigación que la policía considera ajustada a la realidad en este asunto. El paradero del perseguido se torna ahora una incógnita, aunque los investigadores acaban de recibir informaciones que apuntan a la presencia del militar americano en Venezuela, extremo que complica claramente las diligencias.

Así lo confirman fuentes policiales consultadas, que se muestran muy preocupadas por esta huida, que consideran consecuencia de la mencionada lentitud judicial. Aunque en ningún caso tirarán la toalla, entienden que se torna muy probable que la fuga del estadounidense sea muy difícil de atajar a estas alturas, con lo que las posibilidades de que el caso se quede finalmente sin resolver se vuelven altas. Los familiares de las víctimas, en ese caso, no verían al autor de la carnicería entrar en prisión. Estos últimas, de hecho, han seguido puntualmente el desarrollo de las pesquisas a pesar de que algunos residen al otro lado del Atlántico.

En concreto, los padres de Elisa C. G. (de 33 años) —jueza cubana que trabajaba como pasante en la oficina de Joel Salas— viajaron desde La Habana a Madrid para recibir información sobre cómo iba la investigación de la muerte de su hija, se reunieron con el instructor y se ofrecieron a colaborar en todo lo necesario. Al mismo tiempo, remitieron cartas a la policía con el fin de mostrar su "angustia" y denunciar la "atípica situación" que observaban en el lento proceso judicial, que por aquel entonces se encontraba aún bajo secreto de sumario.

Además de la de Elisa, el asesino arrebató la vida a Pepe C. V. (43 años), un cliente que ese día había ido a la oficina a hacer unas consultas, y a la secretaria del despacho, también de origen cubano, Maritza O. R. (46 años). Una vez perpetrada la masacre, el criminal trasladó los cadáveres de las dos chicas a un lado del despacho y el del cliente a otra habitación, echó gasolina, papeles y libros sobre los cuerpos y prendió fuego al inmueble, una lumbre que rápidamente se extendió por la totalidad de la instalación.

Foto: Elisa C. G.

Ya los primeros días tras la matanza, la policía descartó que los asesinatos hubieran sido cometidos por un sicario, como se comentó desde algunos medios, dado que el 'modus operandi' no coincidía en absoluto con el que caracteriza a estos profesionales del homicidio, que, según las fuentes consultadas, llegan al lugar elegido para cometer la matanza, aprietan el gatillo y se marchan. Lo que hizo el triple asesino de Usera, sin embargo, no tiene nada que ver con este modo de actuar, ya que estuvo un rato largo en el despacho, se mostró visiblemente nervioso antes de matar y materializó la masacre con un instrumento que se encontraba en la propia oficina.

El triple asesinato que conmocionó al barrio madrileño de Usera

También quedó descartada en seguida la posibilidad de que el autor de los hechos fuera un cliente del despacho. Los investigadores pusieron el foco en este extremo tras conocer que entre la cartera del abogado había personal con antecedentes penales. Al mismo tiempo, mantuvieron abierta otra línea que apuntaba a una posible venganza de algún delincuente peruano, dado que el dueño del despacho había sido fiscal en su tierra años antes y había encerrado a numerosos narcotraficantes. Ambas hipótesis fueron cerradas inmediatamente al descubrirse el móvil pasional gracias al citado mensaje.

Mañana se cumplen nueve meses de la matanza de Usera y el autor del triple crimen continúa huido de la Justicia española. La Policía Nacional tiene un sospechoso prácticamente desde el principio, un militar americano residente en Alemania que días antes de la masacre remitió mensajes amenazantes al teléfono del dueño del despacho en el que tuvo lugar el suceso, Víctor Joel Salas. Este último, que viajaba con frecuencia a otros países, había tenido una relación sentimental con la pareja del estadounidense, que se enteró de ello y viajó presuntamente hasta Madrid para cargarse al amante de su novia. Joel Salas no estaba en ese momento en el bufete, el visitante no encajó bien las excusas que daba la secretaria y se volvió loco.

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