Podemos busca nueva banda sonora, a través de un concurso

De la programación a la producción. Esta es la máxima que regirá la nueva etapa de la fundación de Podemos, el 'think tank' Instituto 25M por la Democracia, cuya dirección asumirá Federico Severino en sustitución de Jorge Lago. Un espacio de creación político-cultural, que hará especial hincapié en lo audiovisual como medio de expresión más eficaz. Inmersos en la tarea de “construir movimiento popular”, máxima salida de Vistalegre II, la formación busca de forma paralela crear sus propios referentes culturales, generar identidad. Para ello, nada mejor que empezar por crear su propia banda sonora.

“Las canciones de Podemos”, explican miembros del nuevo patronato, quienes insisten en la necesidad de generar contenidos. Su intención pasa por abrir el debate sobre esta necesidad, planteando asimismo un “concurso de ideas” o creaciones. Un hilo musical para identificar un nuevo momento histórico, según invocan, en clave constituyente. Precisamente, la banda sonora que ha acompañado a Podemos hasta ahora ahondaba sus raíces en los himnos de la Transición, principalmente 'L'Estaca', de Lluís Llach, que sonó en la asamblea fundacional y volvió a hacerlo en Vistalegre II coincidiendo con la presentación de la nueva dirección, pero también otros clásicos como 'Canto a la libertad', de José Antonio Labordeta, o 'A galopar', de Paco Ibáñez.

TE PUEDE INTERESAR

Pablo Iglesias desmantela la fábrica de ideas de Podemos copada por el sector errejonista

Iván Gil

El primer intento de crear un himno propio nació muerto. Fue una sintonía creada por Joe Crepúsculo para las elecciones autonómicas de 2015. No caló. El propio Pablo Iglesias dijo entonces que no le gustaba: “No todo lo podemos hacer bien en Podemos, y desde luego esta sintonía a mí no me entusiasma”. Sonó en los mítines, pero se priorizaron otros clásicos de la canción protesta, como el 'Cambia todo cambia', de Mercedes Sosa, o el 'Pueblo unido jamás será vencido', de Quilapayún, presentes siempre en las celebraciones electorales, intercalados con otros 'hits' locales. Podemos busca romper “los candados de la Transición”, pero todavía baila con su banda sonora.

“Estamos en disposición de producir material inédito”, aseguran desde el nuevo equipo que dirigirá la fundación del partido. Nuevos “formatos atractivos”, expresiones y contenidos, generados tanto por miembros del partido como de la sociedad civil, que les permitan “llegar a más gente”. El feminismo estará en el centro de su agenda, mientras que algunos de sus primeros materiales versarán sobre 'la trama'.

La formación busca convertir su 'think tank' en “una potente plataforma de producción audiovisual, editorial y de eventos”

Con su conversión en una “potente plataforma de producción audiovisual, editorial y de eventos”, el 'think tank' de Podemos busca profundizar “en el campo de la lucha contra-hegemónica”. La formación y capacitación de cuadros será otro de sus ejes de trabajo, a través de las universidades de verano, centradas en las bases, y la creación de espacios formativos propios para cargos públicos y de partido.

Los encargados de pilotar la fundación en esta nueva fase son todos afines al secretario general, que relevan a un patronato que hasta ahora había sido copado por destacados errejonistas. Belén Guerra, Ana Domínguez, Ione Belarra, Ana Castaño, Vicenç Navarro, Francis Gil, Manolo Monereo, Jesús Montero y Jessica Albiach —la única dirigente errejonista— son los nuevos miembros del patronato.

El sesgo errejonista del laboratorio de ideas de la formación ya fue puesto en tela de juicio por Pablo Iglesias en un consejo ciudadano celebrado hace cerca de un año, coincidiendo con el recrudecimiento de la guerra interna entre sectores. El secretario general cuestionó ante los suyos la utilidad de la fundación y puso en duda su futuro si seguía respondiendo a los mismos intereses de parte, según corroboraron entonces fuentes presenciales de dicho encuentro. Este lunes se han oficializado los relevos, que cierran una etapa del partido y consuman la reestructuración de la dirección y de los cargos en el grupo parlamentario iniciada tras Vistalegre II, mediante la cual los dirigentes errejonistas han perdido protagonismo.