Podemos toma la red: batalla relámpago por el 'caso Cassandra' y el delito de terrorismo
La guerra por influir en la opinión pública se juega, cada vez más, en la red. El campo de batalla natural de Podemos, que interpreta cualquier intento de control como un ataque a sus intereses
La semana comenzaba con una polémica Propuesta No de Ley (PNL) de Unidos Podemos, registrada por Pablo Iglesias, acompañado por la tuitera, todavía no condenada, Cassandra Vera, “en la línea” de suprimir el artículo sobre enaltecimiento del terrorismo en el Código Penal. Pronto se dispararon todas las alarmas del resto de grupos parlamentarios, arrastrados con el viento en popa del posicionamiento de Unidos Podemos respecto a los sucesos de Alsasua, en el que consideraban a los agresores de agentes de la Guardia Civil “víctimas” del sistema judicial al ser juzgados por un delito de terrorismo.
Apenas 48 horas después, y con el marcaje de populares y socialistas, pues éstos últimos consideraron “irresponsable” y “absolutamente imprudente eliminar el delito" de enaltecimiento del Código Penal, todo comenzó a cambiar con la condena de la tuitera por publicar chistes sobre el asesinato de Carrero Blanco a manos de ETA. La reacción no se hizo esperar, los dirigentes de Podemos se sumaron a las muestras de solidaridad en redes sociales, las 'brigadas moradas' contraatacaron para condicionar con sus argumentos la opinión pública e, incluso, lanzaron una campaña de autoinculpación colectiva. El relato público se volteó.
El propio grupo socialista rectificaba y se mostraba dispuesto a revisar y rebajar el delito de enaltecimiento del terrorismo. Podemos se bajaba así de la montaña rusa con la sensación de victoria. El PSOE, a través de su portavoz adjunta Isabel Rodríguez, trasladaba ahora que “igual hay que ajustar el tipo penal si se usa para condenar actitudes que nada tienen que ver con enaltecimiento del terrorismo o con ataque a las víctimas del terrorismo”, Podemos pasaba del desgaste político y editorial por sus “tics autoritarios” a enarbolar la bandera de la “libertad de expresión” y, lo que es más importante para los estrategas del partido, daba cuenta de su predominio en la esfera pública digital.
Podemos cosechó su millón de votos en las elecciones europeas apostando prácticamente todo a las redes sociales
Podemos nació en el departamento de Ciencias Políticas y de la Administración III de la Universidad Complutense, pero más allá de los platós en los que se acogía al todavía politólogo de la UCM Pablo Iglesias, cosechó su millón de votos en las elecciones europeas apostando prácticamente todo a las redes sociales. La esfera digital es el medio natural de difusión de la formación, tanto para incrementar su visibilidad como para influir, sin filtros, en la opinión publica.
El diputado y secretario de comunicación del partido, Juanma del Olmo, así lo reconocía esta semana en un debate sobre libertad de expresión: “En las redes se está disputando el relato público”, explicaba, para acto seguido defender la importancia que Podemos le daba a la comunicación digital. Una nueva forma de propaganda sin apenas costes y más eficaz que la convencional por su fuerte influencia. Amenazar su control, pues, es sinónimo de amenazar el 'know-how' de la formación.
En esta línea concluía que está en juego quién definirá el espacio virtual: “Si la mayoría social o la trama a través de mecanismos coercitivos del Estado”. El diputado Rafa Mayoral, que participaba en el mismo debate junto al concejal Guillermo Zapata y el músico César Strawberry, ambos imputados y posteriormente absueltos por publicar unos tuits, y la periodista Virginia Pérez, en calidad de presidenta de la Plataforma en Defensa de la Libertad de Información (PDLI), advertía sobre las intenciones que en su opinión tenía la judialización del debate en las redes: “Perseguir la capacidad de determinados sectores para acabar con la versión oficial”.
Para el partido está en juego quién definirá el espacio virtual, “si la mayoría social o la trama a través de mecanismos coercitivos del Estado”
El propio Pablo Iglesias afirmaba hace unos meses que "existe un auténtico activismo en las redes sociales que es invisible y que es una forma muy innovadora para cambiar la política de este país". Lo hacía en un encuentro ante 300 de sus seguidores más influyentes en redes sociales el pasado mes de enero, y a quienes él mismo apodó como “brigadas moradas”. Un ejército de partisanos en continuo crecimiento e imprescindible para llevar a cabo una estrategia de contrainformación y respuesta rápida ante situaciones de crisis comunicativas que afectan a la imagen de la formación. Iglesias, con dos millones de seguidores, supera a muchos de los grandes medios de comunicación españoles. El ecosistema ha cambiado, a Podemos le favorecen los nuevos usos y consumos de la comunicación y cualquier ataque a sus principios de libertad total de expresión se recibe como un ataque a sus intereses.
La batalla por la opinión pública se juega, cada vez más, en la red. Apostar por estas reglas, conociendo sus algoritmos y dinámicas ha sido crucial para la irrupción de nuevos actores políticos, como fue el caso de Donald Trump en EEUU. No está exenta de riesgos ni posverdades, pero de momento todo son ventajas para la nueva política. Podemos ha tomado la red y, esta semana, ganado una batalla relámpago que parecía perdida a principios de semana.
La semana comenzaba con una polémica Propuesta No de Ley (PNL) de Unidos Podemos, registrada por Pablo Iglesias, acompañado por la tuitera, todavía no condenada, Cassandra Vera, “en la línea” de suprimir el artículo sobre enaltecimiento del terrorismo en el Código Penal. Pronto se dispararon todas las alarmas del resto de grupos parlamentarios, arrastrados con el viento en popa del posicionamiento de Unidos Podemos respecto a los sucesos de Alsasua, en el que consideraban a los agresores de agentes de la Guardia Civil “víctimas” del sistema judicial al ser juzgados por un delito de terrorismo.