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Iglesias rescata el Podemos radicalizado de las europeas para derrotar a Errejón
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Iglesias rescata el Podemos radicalizado de las europeas para derrotar a Errejón

El secretario general cambia de estrategia y afronta la batalla congresual desde la trinchera de la radicalización, tras intentar convertirse en bisagra entre errejonistas y 'anticapis'

Foto: El líder de Podemos, Pablo Iglesias (2d), durante una reciente manifestación contra la pobreza energética. (EFE)
El líder de Podemos, Pablo Iglesias (2d), durante una reciente manifestación contra la pobreza energética. (EFE)

Nacionalización de los sectores estratégicos, renta garantizada, “regulación fuerte” del sistema financiero o “tejer una red de contrapoderes” para contribuir a “generar un nuevo sentido común mayoritario como condición de posibilidad para un impulso constituyente”, que en lo concreto se traduciría en una revolución. Pablo Iglesias está apostando por la radicalización de su discurso y sus propuestas de cara a la batalla de Vistalegre II, recuperando aspectos clave del programa de las elecciones europeas que fueron moderándose o directamente se desecharon en las siguientes citas electorales.

La vuelta al Podemos más rupturista supone la polarización con el número dos, Íñigo Errejón, asentado en posiciones más moderadas o en la denominada “normalización”. De ello intenta sacar partido el secretario general, que en tono electoralista se ha presentado durante las últimas horas como el garante para que Podemos no se acabe pareciendo al PSOE.

Los anticapitalistas, claves para el desempate en Podemos

Los principales sectores del partido ya han engrasado su maquinaria de campaña para afrontar la recta final del congreso de Vistalegre II. A falta de 48 horas para que se cierre el plazo de las transacciones, las posibilidades de un acuerdo previo que evite el choque de trenes son prácticamente nulas, como coinciden en reconocer desde los distintos equipos. Los calendarios de campaña están ya configurados, se perfilan las listas de candidatos y se rehacen los discursos para marcar perfil propio.

Tras intentar convertirse en bisagra entre el sector errejonista y el anticapitalista para lograr un acuerdo unitario, Pablo Iglesias ha cambiado de estrategia y afronta la batalla congresual desde la trinchera de la radicalización. La nacionalización de las empresas eléctricas ha sido la última medida que ha puesto sobre la mesa.

A falta de 48 horas para que se cierre el plazo de las transacciones, las posibilidades de un acuerdo que evite el choque de trenes son prácticamente nulas

El votante de un congreso interno, a pesar de que puedan participar todos los inscritos, paguen o no cuota, no es el mismo que el de unas elecciones. Los censos, además, están en manos de la secretaría de Organización que controla Iglesias. Una información que desde el sector errejonista han solicitado, al igual que los datos por territorios de la consulta de diciembre, de forma infructuosa hasta el momento.

El militante se identifica más con las posiciones radicales que el electorado común, como se desprende del abrumador rechazo en una consulta interna a la investidura de Pedro Sánchez (el 88,23% de los casi 150.000 votos emitidos), o el apoyo mayoritario del 84,5% a la alianza con Izquierda Unida. Las medidas del programa de las europeas, algunas de las cuales rescata ahora Iglesias tras ser desechadas para ganar en centralidad y transversalidad, también fueron plasmadas después de un proceso de elaboración colectiva por la militancia y círculos sectoriales con una fuerte influencia de los movimientos sociales.

El sistema de participación en Podemos, abierto a cualquier persona que se inscriba en su web —que al cierre del censo para Vistalegre II rebasaban la cifra de 450.000—, implica que puedan votar militantes o simpatizantes de otras formaciones. Entre aquellas fuerzas con más intereses en determinar la hoja de ruta del partido se encuentran las alianzas aglutinadas en Unidos Podemos, principalmente Izquierda Unida. La radicalización de Iglesias lo acercaría más a los simpatizantes o militantes de la formación de izquierdas, pero también su apuesta por fortalecer la creación de un bloque histórico, en la línea de lo defendido por su coordinador federal, Alberto Garzón.

El líder de IU firmó una carta el pasado viernes lamentando el intento “de desprestigiar a nuestra organización y ponerla como contraejemplo de la propuesta de cada facción” en el debate interno de Podemos. Un “contraejemplo” que si alguna “facción” lo utilizó en su discurso fue la vinculada al secretario político. De hecho, Iglesias reaccionó a la crítica disculpándose “en nombre de Podemos”, coincidiendo en que “a todos los aliados les debemos respeto”.

De mantenerse los equilibrios internos, el proyecto liderado por Miguel Urbán podría ser la llave para determinar los acuerdos posteriores a Vistalegre II

La misiva de Garzón incide en “no practicar ningún tipo de injerencia” y en la necesidad de mantenerse neutral en el proceso interno de Podemos, pero remata defendiendo el “modelo organizativo de radicalidad democrática” de su formación “para promover una política de ruptura democrática”. Una posición que, junto a las críticas de las facciones que pondrían su organización como “contraejemplo”, se lee como más cercana a las tesis de Iglesias que a las de Errejón.

El giro del secretario general hacia una postura más rupturista, polarizando con el reformismo que caracterizaría a Errejón, lo sitúa asimismo en una posición más afín a la del sector de anticapitalistas. De mantenerse los equilibrios internos, el proyecto liderado por el eurodiputado Miguel Urbán podría convertirse en la llave para desequilibrar la balanza en el consejo ciudadano que salga elegido de Vistalegre II. Una situación que facilitaría los acuerdos entre ambos sectores dentro del órgano de dirección para conseguir una mayoría frente a los cargos errejonistas. La campaña interna en Podemos ya está en marcha y la polarización entre Iglesias y Errejón es cada vez más acusada.

Nacionalización de los sectores estratégicos, renta garantizada, “regulación fuerte” del sistema financiero o “tejer una red de contrapoderes” para contribuir a “generar un nuevo sentido común mayoritario como condición de posibilidad para un impulso constituyente”, que en lo concreto se traduciría en una revolución. Pablo Iglesias está apostando por la radicalización de su discurso y sus propuestas de cara a la batalla de Vistalegre II, recuperando aspectos clave del programa de las elecciones europeas que fueron moderándose o directamente se desecharon en las siguientes citas electorales.

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