Así vivió en prisión el violador de Pirámides: televisión, manualidades y jefe del gimnasio
Arlindo Luis Carbalho pasó sus 20 años entre rejas con un ejemplar comportamiento propio de los internos condenados por este tipo de delitos
Arlindo Luis Carbalho Cordero fue condenado por la Audiencia Provincial de Madrid a 514 años de prisión por violar a un centenar de mujeres. Ingresó en la cárcel en 1997 y no salió hasta el pasado 21 de enero, debido a que el tribunal acumuló las responsabilidades y determinó, en línea con lo que establece la ley, que el preso solo podía cumplir un máximo de 20 años.
Durante estos 7.300 días que el recluso ha permanecido encarcelado, la mayoría de ellos en el centro penitenciario de Herrera de la Mancha (Ciudad Real), su comportamiento ha sido "ejemplar". Así al menos lo definen fuentes de Instituciones Penitenciarias, que aseguran también que la buena conducta es habitual en los condenados por estas tipologías delictivas.
En prisión, aseguran las mismas fuentes, el conocido como violador de Pirámides —denominado así por la zona de Madrid en la que actuaba— pasaba gran parte de su tiempo en el gimnasio del módulo 2 de la instalación penitenciaria. Le gustaba levantar pesas y mantenerse en forma, por eso visitaba a diario la instalación. Su buen comportamiento, de hecho, provocó que le nombraran encargado del gimnasio. Sin embargo, no era el ejercicio físico su única afición. Carbalho Cordero también acudía con frecuencia al taller de manualidades para desarrollar otras habilidades y a la sala de televisión.
El interno era visitado habitualmente por sus familiares más cercanos, muchos de los cuales venían desde Valencia de Alcántara (Cáceres), donde actualmente reside el condenado con su madre. Allí fue, de hecho, directamente después de abandonar la cárcel de Cáceres, donde pasó sus últimos días entre rejas antes de abandonar la vida penitenciaria.
En Herrera de La Mancha, donde ha pasado la mayor parte de los últimos 20 años, Carbalho Cordero ha compartido celda con el presunto pederasta de Ciudad Lineal, Antonio Ortiz, recientemente juzgado, que se encuentra a la espera de la sentencia de la Audiencia Provincial de Madrid; el asesino de Rocío Wanninkhof y Sonia Carabantes, Tony Alexander King; o el autor de la muerte de la niña Mari Luz Cortés, Santiago del Valle, entre otros. No en vano es en esta prisión donde se concentran la mayoría de reclusos condenados por este tipo de delitos.
Siempre elegía a mujeres. Tras acabar su jornada laboral, como instalador de gas a domicilio, elegía a una de sus víctimas, la seguía y la violaba
Tras la sentencia de la Audiencia Provincial, el Tribunal Supremo confirmó la pena contra Carbalho Cordero y rechazó aplicarle la atenuante de enfermedad mental. Antes de entrar en prisión, el condenado vivía en Madrid, donde se desplazó a trabajar desde Valencia de Alcántara, con su mujer y sus dos hijos. Fue detenido en enero de 1997 después actuar durante años. En concreto, empezó sus primeras agresiones sexuales a finales de los años ochenta y, tras su arresto, confesó estar detrás de la violación de un centenar de mujeres.
Carbalho Cordero nació en Portugal, aunque tenía la nacionalidad española, y después de mantener en vilo a la Policía Nacional durante casi una década fue localizado gracias a la colaboración de un ciudadano. "Ya era hora de que me detuvierais", les dijo a los agentes que le pusieron los grilletes al agresor, que siempre elegía a mujeres como víctimas de sus ataques. Tras acabar su jornada laboral (era instalador de gas a domicilio), seleccionaba a una, la seguía y la violaba, un 'modus operandi' que repitió durante ocho años, desde 1988 —cuando tenía 23 años— hasta 1996.
Arlindo Luis Carbalho Cordero fue condenado por la Audiencia Provincial de Madrid a 514 años de prisión por violar a un centenar de mujeres. Ingresó en la cárcel en 1997 y no salió hasta el pasado 21 de enero, debido a que el tribunal acumuló las responsabilidades y determinó, en línea con lo que establece la ley, que el preso solo podía cumplir un máximo de 20 años.