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Susana Díaz viste el traje de 'estadista' de sus primeros tiempos en Madrid
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VI CONFERENCIA DE PRESIDENTES

Susana Díaz viste el traje de 'estadista' de sus primeros tiempos en Madrid

La presidenta de Andalucía se pone al frente de las comunidades socialistas en una Conferencia de Presidentes que el PSOE temió que se convirtiera en un asalto más de la guerra interna

Foto: La jefa de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, este martes en el Senado tras la VI Conferencia de Presidentes. (EFE)
La jefa de la Junta de Andalucía, Susana Díaz, este martes en el Senado tras la VI Conferencia de Presidentes. (EFE)

La VI Conferencia de Presidentes, que tanto había reclamado Susana Díaz a Mariano Rajoy en los últimos tiempos, brindó a la andaluza una oportunidad de oro para recuperar el discurso de mujer de Estado, con el que deslumbró en sus primeras intervenciones como presidenta en Madrid. Entonces era aplaudida por apelar a la unidad de España o enfrentar sin medias tintas el problema territorial con Cataluña. Después, la guerra interna del PSOE y su duelo a cuchillo con Pedro Sánchez arrojaron un perfil muy distinto. Quizá más parecido a la imagen que había de ella en Andalucía antes de que empezara su operación para convertirse en la primera mujer presidenta de la Junta.

[Consulte aquí en PDF los acuerdos alcanzados en la VI Conferencia de Presidentes Autonómicos]

En plena carrera por conquistar el liderazgo del PSOE, Díaz sabe que tiene que convencer de que tiene altura política no solo para controlar el partido, sobre eso pocos dudan, sino sobre todo para ser la candidata a la presidencia del Gobierno en las próximas elecciones generales. Sobre si tiene tirón suficiente para desempeñar ese papel, muchos, incluso dentro de sus afines en el PSOE, expresan ciertas dudas y reservas.

Susana Díaz: “Ningún territorio le paga los servicios públicos a otro”

Díaz es la presidenta de la comunidad más poblada de España. Su peso político quedó claro cuando de forma natural lideró los mensajes de los presidentes socialistas en el debate interno. Detrás tiene a Ximo Puig (Valencia), a Guillermo Fernández Vara (Extremadura) o a Javier Fernández (Asturias y presidente de la gestora) como los principales referentes remando a su favor y afianzando su discurso, sin restarle protagonismo. Muchos fueron los que defendieron la necesidad de una armonización que impida la competencia fiscal entre comunidades, pero ninguno lo hizo, según fuentes de su equipo, con su "vehemencia".

Mucho trabajo previo

En los últimos tiempos, a Susana Díaz están acostumbrados a oírla en Madrid hablando de la guerra socialista. A muchos les sorprendió la forma tan concienzuda como se había preparado los temas de la cumbre de presidentes y su manejo de los términos y las cifras de la financiación autonómica. Detrás había, admitieron en su equipo, muchas horas de intenso trabajo.

Foto: Ximo Puig y Guillermo Fernández Vara conversan durante la VI Conferencia de Presidentes, celebrada este 17 de enero en el Senado. (EFE)

Algunos de los barones socialistas dejaron claro que esta cita no podía convertirse en "un congreso bis" o un nuevo asalto de la animada batalla socialista. Hacía apenas 24 horas que la candidatura de Patxi López había tirado por tierra los planes de la gestora de "pacificar" el patio socialista y había dinamitado el calendario planeado. Tiempos, claro, a favor de Susana Díaz y pensados para que pueda aguantar hasta el último minuto el anuncio oficial de su salto a Ferraz sin erosionarse como presidenta de Andalucía. La oposición está marcándola férreamente con su dedicación al partido y su supuesta dejación de los problemas de los andaluces.

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Que la reforma de la financiación autonómica va a tensionar de nuevo al PSOE se hizo evidente por la confrontación con la presidenta de Baleares, Francina Armengol. Ella, aliada de Pedro Sánchez y ahora firme defensora de Patxi López, se alineó en el debate interno sobre la autonomía fiscal con Madrid. Cierto es que otras comunidades del PP como Galicia o Castilla y León lo hicieron con el 'bando' socialista. Siempre que toca repartir la tarta de ingresos del Estado hay pugna en las filas de cada partido y el debate se realiza mucho más en clave de territorios que de banderas partidarias, trató de explicar uno de los presidentes socialistas.

“Ni España roba a nadie ni ningún territorio le paga los servicios públicos a otro, pero la mejor manera de evitar ese tipo de debate es tener un sistema de financiación justo, con criterios objetivos”, defendió Susana Díaz. Si podrá compaginar la secretaría general del PSOE y la presidencia de la Junta de Andalucía es otra de las grandes dudas que planean sobre los planes, aún no confesados ni verbalizados públicamente, de la protagonista. Sobre todo en debates como el de la financiación autonómica, donde nunca llueve a gusto de todos y es difícil casar todos los intereses. Los socialistas arriesgan mucho si pierden de vista que de Susana Díaz se espera que anteponga los intereses de Andalucía porque para eso la han votado. Pero ella misma y su equipo saben que su discurso debe cuidarse de trascender lo autonómico si quiere que deje de pesar sobre ella la etiqueta de que será una candidata fallida más allá de Despeñaperros. Sobre esa difícil cuerda hizo sus equilibrios.

De camino, la cita sirvió a Susana Díaz para cultivar su discurso más social y de izquierdas, abanderando una cruzada a lo Robin Hood contra quienes bajan impuestos a los ricos y no se solidarizan con los pobres. Frente a quienes la acusan de estar en el ala más a la derecha del PSOE, dejó claro que no ve posible, pese al clima de diálogo, pactar los Presupuestos con Rajoy. Sí encontrará la mano tendida de la andaluza para abordar el Brexit o defender Europa. Y de forma llamativa eligió no confrontar con el presidente del Gobierno sino con la presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes, a quienes muchos ven como la mejor opción para tomar el relevo a Rajoy. Sobre eso quizá tuvo más control Madrid que Andalucía, pero en última instancia ese duelo les dio todavía más relevancia a ambas.

Foto: Susana Díaz en el comité federal del PSOE. (EFE)

La presidenta de Andalucía lleva meses complicados en su comunidad con las mareas sanitarias contra los recortes en plena efervescencia, las plantillas docentes 'quemadas' por la falta de nuevas plazas y toda una efectiva campaña, con más de 300.000 firmas a favor, del PP contra los elevados tipos en los impuestos de sucesiones y donaciones. Pese a que, fruto del acuerdo firmado con Ciudadanos, el mínimo exento para las herencias se ha elevado a 250.000 euros, siguen siendo muchos los andaluces que se ven obligados a renunciar al legado de sus padres o se censan en Madrid para esquivar esta elevada presión fiscal. Unos 40.000 al año, según fuentes del PP, que machaca con el mensaje de que Andalucía es la comunidad de España donde se pagan más impuestos.

La recuperación de las 35 horas de los funcionarios públicos es otro de los guiños bien armados con que Díaz trata de eliminar presión sobre su gestión en pleno examen sobre si será capaz de liderar el PSOE pero, sobre todo, si podría ser candidata al Gobierno de España. "No le saquen más punta al lápiz", pidió, dejando claro que no iba a hablar de su partido con el Senado como telón de fondo. Pero, haga lo que haga, el contexto es el que es.

La VI Conferencia de Presidentes, que tanto había reclamado Susana Díaz a Mariano Rajoy en los últimos tiempos, brindó a la andaluza una oportunidad de oro para recuperar el discurso de mujer de Estado, con el que deslumbró en sus primeras intervenciones como presidenta en Madrid. Entonces era aplaudida por apelar a la unidad de España o enfrentar sin medias tintas el problema territorial con Cataluña. Después, la guerra interna del PSOE y su duelo a cuchillo con Pedro Sánchez arrojaron un perfil muy distinto. Quizá más parecido a la imagen que había de ella en Andalucía antes de que empezara su operación para convertirse en la primera mujer presidenta de la Junta.

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