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Los gallegos son los más reacios a donar los órganos de sus fallecidos
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Navarra y Murcia, las más solidarias

Los gallegos son los más reacios a donar los órganos de sus fallecidos

"La decisión siempre es un equilibrio entre dos factores, el que hace la entrevista y a quien se la hacen"

Foto: Foto de archivo de un trasplante en el Hospital Vall d'Hebron. (EFE)
Foto de archivo de un trasplante en el Hospital Vall d'Hebron. (EFE)

¿Sabe usted si su familiar quería ser donante?”. La pregunta se produce en el hospital, poco después de confirmarse la muerte de un ser querido, y según explica Rafael Matesanz, director de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), solo caben tres respuestas: “Que sí, que no, o la más probable, que no lo sepa. En ese caso, empieza la conversación para conseguir que se autorice la donación”.

La tarjeta de donante de órganos carece de valor legal y el testamento apenas se utiliza para expresar este deseo, por lo que “la última palabra la tiene siempre la familia”. De esta manera, la posibilidad de un trasplante depende de la conversación entre un profesional y una persona que acaba de perder a un ser querido, “lo que requiere una técnica y una habilidad importantes por parte del entrevistador”.

Las familias gallegas, las que más se resisten

Matesanz no duda a la hora de señalar un centro ejemplar en lo que se refiere a convencer a las familias de los fallecidos: “El Hospital de Alicante, que es el que ha entrenado a prácticamente todos los entrevistadores de España”. Según los datos que maneja la ONT, en el territorio que cubre este centro, en torno al 6% de las familias se resiste a la donación, frente al 15,6% a nivel nacional.

Las diferencias también son importantes entre las comunidades autónomas, pero Matesanz advierte de que “la fotografía de un año no tiene por qué ser representativa”. Pese a la dificultad en lo que respecta a sacar conclusiones en este sentido, el director destaca algunas regiones del norte por sus buenos resultados: “País Vasco y Navarra, sobre todo, pero en ocasiones también Cantabria y Asturias. Hay una cultura de donación en esa zona y tienen muy buenos sistemas”.

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Murcia es otra comunidad que ha ido mejorando, hasta situarse en 2016 como la segunda con menor porcentaje de negativas familiares (8,4%), por detrás de Navarra (4,8%). “Hace cinco o 10 años no era de las primeras, pero ha tenido una eclosión en cuanto a número de donantes y bajada de negativas. Se ha dado un cambio de personas en la comunidad y ahora están en el pelotón de cabeza”, explica Matesanz.

Por el contrario, las comunidades que presentan mayor porcentaje de negativas en 2016 son Galicia (26,8%) y Canarias (25,7%). “Los gallegos se llevan la palma todos los años y, por lo que nos cuenta la gente que analiza esta tendencia en la comunidad, se debe sobre todo a las negativas en el ámbito rural. En grandes ciudades como Coruña, Vigo o Santiago no se dan tantos casos”, explica el director de la organización.

Preguntado por los malos resultados de Canarias, Matesanz advierte de que la comunidad no tiende a estar entre las peores y sugiere analizar los datos con precaución: “Es una de las comunidades que más han crecido en donación, pero la negativa familiar también ha aumentado. Esto quiere decir que han detectado muchos más donantes y que algunos se han negado”, señala. En este sentido, Matesanz asegura que no cabe hablar de malos resultados en España, puesto que incluso los territorios con porcentajes más altos se sitúan muy por debajo de países de nuestro entorno, como Reino Unido o Francia, donde las negativas se mantienen en torno al 40%.

Al margen de las diferencias entre unas comunidades y otras, Matesanz apunta también a un tipo de familia que tiende a resistirse en lo que respecta a la donación: “Tenemos mayores problemas con inmigrantes de origen asiático y de algunos musulmanes. Hay muchos imanes que dicen que la donación es compatible con el islam, pero otros opinan que no. Por otro lado, las religiones orientales como el sintoismo o el budismo se compaginan mal con la idea de la muerte cerebral, lo que explica que en Japón apenas haya donación por muerte encefálica y en China esté empezando ahora. Este tipo de familias son muy difíciles de convencer”.

De todos modos, el director de la ONT insiste en no generalizar a la hora de hablar de extranjeros, ya que "los inmigrantes están donando al mismo nivel que los españoles y tienen las mismas negativas familiares". Otro mito que Matesanz se preocupa por desmentir es el de la influencia negativa de religiones como el cristianismo: "La Iglesia católica siempre nos ha ayudado y se han hecho llamamientos desde todos los niveles de esta institución para fomentar las donaciones. Las religiones habituales en nuestro entorno no afectan de manera alguna a la decisión que pueda tomar una familia".

Donar órganos, el único recuerdo positivo

Pese a las conclusiones que se obtienen a partir del análisis de los datos, elaborar un perfil de las personas que se oponen a la donación resulta complicado, y es que depende en gran medida de cómo se haya producido la muerte del paciente. Prueba de ello es que las negativas familiares son mucho más frecuentes en los casos de muerte cerebral que en los de parada cardiaca. "Una de las razones básicas para que la familia diga que no es el no entender que una persona a la que todavía le late el corazón esté muerta. Cuando el corazón se ha parado, resulta mucho más sencillo", explica Matesanz.

Según señala, el dolor que sienten en ese momento los familiares es lo que motiva en la mayoría de las casos el rechazo a la donación. De hecho, tal y como explica el director de la ONT, "en Alicante han entrevistado a varias familias un año después de haberse enfrentado a esa situación y, de los que en su momento se negaron, un gran porcentaje cambiaría de postura si se volviera a plantear esa situación". Por otro lado, los que autorizaron la donación no se arrepienten, sino más bien lo contrario: "La inmensa mayoría te dice que uno de los pocos recuerdo positivos del fallecimiento de su familiar es el consuelo que han encontrado en haber dado vida a otra persona".

¿Sabe usted si su familiar quería ser donante?”. La pregunta se produce en el hospital, poco después de confirmarse la muerte de un ser querido, y según explica Rafael Matesanz, director de la Organización Nacional de Trasplantes (ONT), solo caben tres respuestas: “Que sí, que no, o la más probable, que no lo sepa. En ese caso, empieza la conversación para conseguir que se autorice la donación”.

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