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Alivio en la dirección del PP e indiferencia de sus parlamentarios ante el portazo de Aznar
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El expresidente evita acudir al XVIII congreso

Alivio en la dirección del PP e indiferencia de sus parlamentarios ante el portazo de Aznar

El expresidente no quería ir al congreso del PP ni en Génova le querían ver por allí; ahora renuncia a la presidencia de honor de un partido que le llama "referente" pero no le entiende

José María Aznar no quería ir al próximo congreso del PP ni la actual dirección de su partido le esperaba en la asamblea. El expresidente del Gobierno encontró la solución para ambas partes, es posible que sin quererlo, al renunciar a la presidencia de honor de la formación creada por Manuel Fraga y refundada por él mismo en 1990 hasta llevarla al poder en 1996, pero que ya no le entiende.

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Sin esperar a consigna alguna ni preparar la respuesta, dirigentes y parlamentarios del Grupo Popular coinciden en proclamar su respeto por Aznar, mientras que en el actual aparato reconocen su alivio: se libran del habitual discurso crítico del antiguo jefe de su actual presidente. Solo le reprochan el momento elegido para dimitir, mientras Fernando Martínez-Maillo intentaba 'vender' su ponencia para el congreso y Rajoy se encontraba en Nueva York (en el Consejo de Seguridad de la ONU) para relanzar la presidencia exterior de España. La mayoría no ha trabajado directamente con el expresidente, apenas el propio Mariano Rajoy, Javier Arenas y Pablo Casado.

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El exjefe del Ejecutivo solo acudía a las reuniones de su partido o se pronunciaba en momentos muy señalados, como después de la victoria de 2011, o los fiascos posteriores, cuando pidió un congreso "abierto" y urgente del partido; pero también cuando se ofreció para ayudar en lo posible para formar una mayoría de gobierno tras la recuperación electoral del 26-J pasado.

Aznar no encontraba eco interno a sus discursos en el PP desde el congreso de Valencia (2008), ni siquiera en los momentos más bajos de la pasada legislatura útil y menos después de que Rajoy se afianzara en el poder y en el control del partido después de la etapa de bloqueo político.

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Los dirigentes del PP no están ahora para debatir las críticas de su expresidente o atender a sus avisos como "guardián de las esencias" (expresión de sus antiguos fieles), prefieren asentarse en el poder y centrarse en sacar adelante la legislatura, además de responder al desafío independentista en Cataluña.

El último análisis publicado por Faes, dirigido contra Soraya Sáenz de Santamaría en persona por dudar del papel del PP frente al Estatuto catalán, ya confirmó la ruptura oficial de la fundación de José María Aznar con la dirección del PP. Rajoy ordenó a los suyos no entrar en debate público alguno y nadie lo hizo.

Ayer, sin instrucción alguna (el jefe del Ejecutivo estaba en Nueva York), desde los dirigentes más veteranos como Jesús Posada o Pío García-Escudero a los más jóvenes, como Andrea Levy o Pablo Casado, coincidieron en repetir las mismas palabras ante la decisión de Aznar: respeto ante una decisión personal de quien es y seguirá siendo "un referente" para el PP por su labor al frente del partido y del Gobierno. De su última etapa no dijeron nada.

José María Aznar no quería ir al próximo congreso del PP ni la actual dirección de su partido le esperaba en la asamblea. El expresidente del Gobierno encontró la solución para ambas partes, es posible que sin quererlo, al renunciar a la presidencia de honor de la formación creada por Manuel Fraga y refundada por él mismo en 1990 hasta llevarla al poder en 1996, pero que ya no le entiende.

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