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Medio centenar de personas mueren de infarto cada año en los hoteles de Madrid
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Medio centenar de personas mueren de infarto cada año en los hoteles de Madrid

El perfil de los que sufren paradas cardiorrespiratorias es el de ciudadanos extranjeros que han viajado a la capital de España por motivos laborales

Foto: Flores y velas en el Ayuntamiento de Valencia en memoria de la exalcaldesa Rita Barberá. (EFE)
Flores y velas en el Ayuntamiento de Valencia en memoria de la exalcaldesa Rita Barberá. (EFE)

La muerte de la exalcaldesa de Valencia Rita Barberá, fallecida el pasado miércoles a los 68 años de un infarto en el hotel Villa Real de Madrid, situado a pocos metros del Congreso de los Diputados, no es un suceso extraordinario en la capital de España, algo que ocurra muy de vez en cuando. Al contrario. Cada año se producen alrededor de medio centenar de defunciones en hoteles de Madrid como consecuencia de un ataque al corazón. En concreto, en 2015 hubo 60 fallecimientos provocados por esta dolencia, una cifra que podría repetirse este ejercicio o al menos quedarse cerca.

Por el momento, según datos proporcionados por el portal especializado Efuneraria, en lo que va de año ha habido 50 infartos con resultado de muerte en hoteles de cuatro o más estrellas ubicados en Madrid, un número que casi con toda seguridad aún tiene que revisarse al alza dado que diciembre es proclive a este tipo de casos y aún queda ese mes por contabilizar. En 2014, la cifra fue aún mayor y superó los 60 casos, por lo que si este año no se alcanza ese límite nos encontraríamos ante una tendencia decreciente en estos sucesos a lo largo de los tres últimos ejercicios.

Foto: El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, a su llegada a la capilla ardiente. (EFE)

Fuentes del sector explican que Barberá, de hecho, cumplía con el perfil de los que sufren estas dolencias, que generalmente se dan en ciudadanos que viajan solos y en un contexto laboral. Los infartos en ciudadanos que vienen de vacaciones son menos frecuentes, aunque por supuesto también existe, explican las mismas fuentes, que recuerdan hace unos años la desgraciada muerte de un inglés recién jubilado que visitaba España junto a su mujer en viaje de placer. Sus hijos le habían regalado un periplo por nuestro país con motivo de su retiro, pero la mala suerte le llevó a encontrar el final de su vida precisamente en uno de los hoteles más lujosos de la capital. En estos casos, además, la familia suele reclamar la repatriación del cuerpo y todo se hace aún más triste.

El caso de Barberá cumplió los estándares habituales. Los servicios de emergencias recibieron una llamada a las siete de la mañana que alertaba de que una huésped había entrado en parada cardiorrespiratoria. Los médicos del 112 se desplazaron en pocos minutos hasta el hotel y trataron de reanimar sin éxito a la mujer durante nada menos que 30 minutos. La autopsia confirmó horas después que el infarto había sido la causa de la muerte. La exalcaldesa de Valencia tomaba pastillas precisamente para atajar dolencias del corazón y había llamado a los senadores con los que había quedado para excusarse porque esa mañana se sentía mal.

Los médicos del 112 se desplazaron en pocos minutos hasta el hotel y trataron de reanimar sin éxito a la mujer durante nada menos que 30 minutos

Sin embargo, en un aspecto el caso de Barberá no encajaba en el suceso tipo. La mayoría de fallecidos en hoteles madrileños por ataques al corazón no son españoles, sino extranjeros. En concreto, según datos suministrados por el mismo portal, alrededor del 70% de los que pierden la vida por esta causa en Madrid provienen de fuera del país y están pasando unos días aquí. Se trata en su mayoría de estadounidenses e italianos, nacionalidades más propias de la capital de España, ya que en Barcelona, donde se dan entre 25 y 30 muertes al año por infarto en establecimientos hoteleros, predominan las víctimas inglesas sobre el resto de países.

Foto: Cospedal, Rajoy, Villalobos y Ana Pastor se amontonan junto a los asistentes al funeral de Rita Barberá. (EFE)

Las fuentes consultadas explican que en la mayor parte de los casos los fallecidos llevaban una vida vinculada a situaciones de estrés, un fenómeno que no provoca directamente el infarto pero que sí puede desencadenarlo o precipitarlo. Extranjeros en viaje de negocios sometidos a tensiones profesionales que llegan agotados al hotel y que tenían algún tipo de predisposición conformarían por lo tanto un grupo de riesgo, según las mismas fuentes.

A pesar de que el perfil de Barberá se ajustaba en gran parte, su caso tenía una diferencia por su calidad de personaje público. Justo después de que la autoridad judicial levantara el cadáver de la exalcaldesa pasadas las 9.30 horas del 24 de noviembre, el hotel comenzó a convertirse en foco de atención de todo el país. El ministro del Interior, Juan Ignacio Zoido, y la responsable de Defensa, María Dolores de Cospedal, una de las pocas dirigentes del PP que defendieron a Barberá, se desplazaron al lugar para interesarse por su excompañera horas antes de que el cuerpo fuera trasladado al Instituto Anatómico Forense para llevar a cabo la autopsia, que confirmó que la senadora se había convertido en una más de ese grupo de medio centenar de personas que cada año pierden su vida en un hotel.

La muerte de la exalcaldesa de Valencia Rita Barberá, fallecida el pasado miércoles a los 68 años de un infarto en el hotel Villa Real de Madrid, situado a pocos metros del Congreso de los Diputados, no es un suceso extraordinario en la capital de España, algo que ocurra muy de vez en cuando. Al contrario. Cada año se producen alrededor de medio centenar de defunciones en hoteles de Madrid como consecuencia de un ataque al corazón. En concreto, en 2015 hubo 60 fallecimientos provocados por esta dolencia, una cifra que podría repetirse este ejercicio o al menos quedarse cerca.

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