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Íñigo Errejón pone 'deberes' a Podemos para atraer al 52% que nunca les votaría
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TRAS LA PUBLICACIÓN DEL CIS POSELECTORAL

Íñigo Errejón pone 'deberes' a Podemos para atraer al 52% que nunca les votaría

Entre sus afines cunde la sensación de que los resultados del CIS refuerzan las tesis de la "mano tendida a los que faltan", que se evita desde el sector pablista para "no parecerse al PSOE"

Foto: El portavoz de Podemos, Íñigo Errejón, este martes en el Congreso de los Diputados. (EFE)
El portavoz de Podemos, Íñigo Errejón, este martes en el Congreso de los Diputados. (EFE)

Los resultados del CIS poselectoral han situado a Unidos Podemos como segunda fuerza política del país, a casi cinco puntos de ventaja de un PSOE descalabrado por su crisis interna y creciendo un 0,7% respecto al 26-J, pero la lectura realizada en Princesa 2 no ha sido nada complaciente. El motivo no se centra en la brecha que “todavía” los separa de un PP en ascenso, a 12,7 puntos de distancia de Unidos Podemos, según el análisis inmediato que hizo la ejecutiva poco después de haberse hecho públicos los datos, sino a otros indicadores que cuestionan las posibilidades de crecimiento de la formación. La incapacidad para recoger los votos que pierde el PSOE y, sobre todo, el hecho de que sean la fuerza que más rechazo produce entre la población —casi un 52% de los españoles asegura que nunca votará a Unidos Podemos—, un preocupante dato para las aspiraciones del partido que ha subrayado el propio secretario político, Íñigo Errejón.

La posibilidad de haber tocado techo, más allá de consumar el 'sorpasso' demoscópico y situarse virtualmente como principal fuerza de la oposición, ha llevado al número dos del partido a sacar la conclusión de que la formación debe "ponerse deberes” tras analizar en profundidad el último CIS. “Nuestra tarea y nuestra oportunidad es garantizar que hay alternativas, y eso es un trabajo para el que por primera vez en nuestra historia tenemos tiempo”, explicó en referencia a la labor parlamentaria del partido.

En el debate entre calle e instituciones que ha centrado una buena parte de la confrontación entre los dos modelos de partido asociados a cada sector, Errejón parece inclinarse por las instituciones como herramienta para seguir creciendo. Una opinión que confronta con la del sector pablista y anticapitalista, para quienes es preciso un Podemos menos institucionalizado como sinónimo de menos domesticado.

Íñigo Errejón ha tratado de desvincular las conclusiones extraídas del CIS con el rumbo que debe seguir la formación para superar estos límites, es decir, lo ha alejado del debate interno sobre la hoja de ruta a adoptar para el nuevo ciclo político que enfrenta a los dos grandes sectores del partido. Sin embargo, entre sus afines cunde la sensación de que los resultados de esta encuesta poselectoral refuerzan sus ideas fuerza.

Las tesis de la mano tendida —al electorado socialista—, más allá de a la sociedad civil ya movilizada, de parecerse más al conjunto de la sociedad en lugar de buscar que esta se parezca al partido, de centrar el discurso en función de las expectativas medias sin buscar una impugnación más sistémica o de canalizar las demandas en las instituciones y no tanto expresar el descontento en las calles. En definitiva, el Podemos de la propuesta frente al Podemos de la protesta o, lo que es lo mismo, el Podemos “de los que faltan” frente al Podemos “de los que se han quedado por el camino”.

El PSOE se hunde, según el CIS

La simbiosis con el electorado desencantado del PSOE, como primer paso para ocupar el espacio sociológico que Podemos se propuso desde su nacimiento, tendría un mejor encaje, al menos a corto plazo, con los presupuestos que defiende el errejonismo, y no son pocos los dirigentes socialistas que lo han insinuado tanto en público como en privado. Y es que el discurso de Pablo Iglesias, más allá del tono duro por el que ha apostado, de dar miedo a los poderosos, se percibe como más polarizador y menos orientado a pescar en su caladero: “Ser transversal no es parecerse al PSOE, sino a la PAH y a otras organizaciones que se han acercado a nosotros y con las que estoy orgulloso de caminar juntos", remachaba el secretario general durante su intervención en la Universidad de Podemos el pasado mes de septiembre.

El 26-J como referente frente al CIS

La estrategia promovida por el secretario general se fija más en el largo plazo. En primer lugar, para asegurar la supervivencia de Podemos, evitando ser una fuerza subalterna al PSOE y sorteando para ello hipotéticas coaliciones en condiciones de inferioridad —como ha plasmado en su documento político estratégico la candidatura liderada por Ramón Espinar en las primarias madrileñas—. La enseñanza de Izquierda Unida con el primer Gobierno de Susana Díaz está detrás de este temor. Asimismo, aspira a una transformación social más profunda, que evite caer en la moderación tratando de buscar réditos electorales cortoplacistas. Actuar como se piensa para no acabar pensando como se actúa o, según han actualizado esta máxima al contexto actual: evitar encerrarse en el Parlamento para no perder el contacto con la calle, con los problemas reales de la gente.

Errejón ha querido remarcar que no van "a crecer por los errores de otros”, ha justificado la ausencia de trasvase de los votantes del PSOE, que se quedan mayoritariamente en la abstención, porque están "en shock” después del apoyo de esta formación a Mariano Rajoy en la investidura y porque todavía “no ven claras las alternativas”. Es en este punto en el que sitúa la oportunidad para demostrar, mediante el trabajo y la experiencia parlamentaria, que Unidos Podemos es la alternativa. Entiende que una fuerza del cambio “suscite más inquietud”, y de ahí la tarea de que la unidad popular “no sea juntar siglas ni banderas, sino que la gente confíe” en su proyecto.

Desde el sector pablista, en cambio, dan por amortizada la estrategia de la mano tendida y del perfil socialdemócrata, después de que la campaña del 26-J se basase en estos postulados sin lograr obtener los resultados esperados. El CIS se ha convertido en otra arma arrojadiza entre los dos sectores enfrentados en el partido.

Los resultados del CIS poselectoral han situado a Unidos Podemos como segunda fuerza política del país, a casi cinco puntos de ventaja de un PSOE descalabrado por su crisis interna y creciendo un 0,7% respecto al 26-J, pero la lectura realizada en Princesa 2 no ha sido nada complaciente. El motivo no se centra en la brecha que “todavía” los separa de un PP en ascenso, a 12,7 puntos de distancia de Unidos Podemos, según el análisis inmediato que hizo la ejecutiva poco después de haberse hecho públicos los datos, sino a otros indicadores que cuestionan las posibilidades de crecimiento de la formación. La incapacidad para recoger los votos que pierde el PSOE y, sobre todo, el hecho de que sean la fuerza que más rechazo produce entre la población —casi un 52% de los españoles asegura que nunca votará a Unidos Podemos—, un preocupante dato para las aspiraciones del partido que ha subrayado el propio secretario político, Íñigo Errejón.

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