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Los 'efectos Decathlon' y 'Calleja' disparan los rescates de montaña
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FALTA PREPARACIÓN Y SOBRA OSADÍA

Los 'efectos Decathlon' y 'Calleja' disparan los rescates de montaña

Los accidentados en espacio natural no han parado de crecer desde 1980. Hay comunidades que valoran cobrar a los rescatados por el servicio

Foto: La Guardia Civil durante un rescate en Monte Perdido. (EFE)
La Guardia Civil durante un rescate en Monte Perdido. (EFE)

En 1981 la Guardia Civil realizó 64 rescates en alta montaña. Casi todos salieron en prensa, porque la tipología del rescatado eran montañeros con experiencia que habían sufrido un percance. Incluso se ofrecían datos concretos de los accidentes, como demuestra la hemeroteca de 'ABC' en el caso de la muerte del religioso marista Eloy Sanmartino en el puerto de San Isidro: "El hermano Eloy sufrió un resbalón al dar un salto rutinario por la montaña, en la zona del mencionado puerto, con tan mala fortuna que se precipitó al vacío en desplome de 20 metros en caída libre para después, ya en contacto con la superficie de tierra, caer por un terraplén de 200 metros con una fuerte inclinación, lo que le ocasionó una muerte prácticamente instantánea".

Hoy los accidentes en montaña han dejado de ser casos aislados: el ''boom' del deporte de aventura ha poblado la montaña de urbanitas con escaso conocimiento y demasiada osadía. A tenor de las estadísticas, solo los rescates de la Guardia Civil –la institución que más rescata en España, pero no la única–, se cifran en más de 1.500 al año. Y las cifras no han dejado de crecer desde principios de los ochenta, cuando comienza la serie histórica.

Los expertos coinciden en el análisis: hay más rescates porque cada vez hay más aficionados a la montaña. Entre los principales motivos se citan tres: el auge de los móviles y los efectos 'Decathlon' y 'Calleja'. La expansión de la telefonía móvil (y de su cobertura) es la primera de las claves: "Si te fijas, los rescates se disparan durante la década de los noventa. La gente tiene un aparato con el que pedir ayuda y recurre a él en cuanto se siente amenazada", explica Primitivo Hernández, teniente coronel del Servicio de Montaña de Jaca de la Guardia Civil. "Es verdad que hay ocasiones en las que parece que los rescatados podrían haber salido por su propio pie, pero es imposible saber qué hubiera sucedido en el caso de no aparecer la Guardia Civil", continúa Hernández.

Equipados y motivados, pero sin formación

Fue Jordi Jané, consejero de Interior en la Generalitat de Catalunya, quien acuñó el término 'efecto Decathlon'. Hace referencia a aquellos deportistas ocasionales, en el mejor de los casos, que gastan mucho dinero equipándose en grandes superficies deportivas, como Decathlon, y ya creen que pueden acometer cualquier reto. Es entonces cuando llegan los problemas: "Hay que diferenciar bien entre tener la equipación necesaria y tener la formación necesaria. Muchos suben con la ropa adecuada, pero no tantos con la formación y la experiencia. Y, si no conoces el medio, es muy complicado que sepas identificar los peligros", dice Alberto Ayora, experto en seguridad de la Federación Española de Deportes de Montaña y Escalada (Fedme). "Hay que salir a la montaña, claro, pero después de una preparación o progresión. Y también darle importancia al equipo, que he llegado a ver a gente en el Aneto sin piolet ni crampones", considera Ayora.

Hernández apuntala esta versión: "Acceder a la montaña cada vez es más fácil y es obvio que los montañeros no tienen la experiencia media con la que contaban hace 30 años. Ahora es barato equiparse y, si surge cualquier imprevisto, se dispone de un teléfono para comunicar la emergencia al instante". Al respecto, este teniente coronel de la Guardia Civil recuerda que la montaña "no es un parque temático, donde todos los peligros están controlados" y pide más previsión: "Hay personas que miran al cielo, ven que está azul, y ya dan por hecho que ese va a ser el clima todo el día. En la montaña el tiempo cambia de un momento a otro y hay que tenerlo previsto. Aún recuerdo el caso de una pareja de profesores que murió de frío hace unos años en el Macizo de Larra mientras hacía senderismo. De repente entras en una zona de niebla, baja la temperatura, te desubicas y... hay que estar preparado para estas situaciones".

Acceder a la montaña cada vez es más fácil y es obvio que los montañeros no tienen la experiencia media con la que contaban hace 30 años

El otro efecto mencionado hace referencia a Jesús Calleja, un aventurero televisivo que está inspirando a muchos ciudadanos a alcanzar nuevas metas en la montaña. En sus programas, aunque realiza constantes avisos de seguridad, se le puede ver conquistando cimas portentosas sin perder la sonrisa: "Sí hemos notado un repunte importante desde que se emite este programa y otros similares. Me parece maravilloso que se venda la aventura alpina y se pinte como un panorama idílico en el que cualquier cosa se puede conseguir", razona Primitivo Hernández, "pero se debería hace más hincapié, en esos mismos programas, en explicar que hay rutas que requieren experiencia y formación, que no están a la altura de cualquiera. No todo el mundo es Jesús Calleja", dicen desde la Guardia Civil.

Animados por el mensaje de superación, ha llegado a la montaña un sector poblacional desconocido: los montañeros maduros pero sin mucha experiencia. En la federación han notado un crecimiento en la presencia de aficionados de entre 50 y 60 años que se acercan al monte sin miedo. "Ha sido un fenómeno que ha estallado con la crisis; algunos de estos montañeros se la juegan mucho cuando no están preparados. Yo siempre digo lo mismo: si no estás bien físicamente en la ciudad, peor vas a estar en la montaña, a pesar del aire puro, porque el terreno es mucho más exigente".

En esta línea también se puede enmarcar el auge de las pruebas deportivas extremas como el ultra trail, una modalidad de maratón extremo que a menudo transita terrenos montañosos, o disciplinas ciclistas adaptadas al campo, como el enduro, una prueba con ascensos y descensos constantes, en ocasiones muy pronunciados y solo aptos para corredores experimentados. Los rescates, informan desde la federación, en este tipo de pruebas o en entrenamientos para ellas, se han convertido en una parte considerable de los rescates estivales. Proliferan este tipo de carreras por toda España, pero en ocasiones no están bien preparadas a nivel de seguridad: "No se puede planificar una prueba de este tipo simplemente poniendo un médico, como he visto en ocasiones. Se necesita mucha más prevención y atención en la gestión del riesgo", dice Ayora.

¿Cobrar por los rescates?

Frenar el número de rescates se ha convertido en una prioridad para todos los actores implicados en la montaña. Cada uno cuesta entre 2.500 y 6.000 euros, aunque la salida del helicóptero es un coste menor si lo comparamos con la estancia hospitalaria, la cirugía o un tratamiento farmacológico. Con todo, antes de definir el problema es necesario ponerle cifras, algo que aún no se ha conseguido. Todas los grupos de rescate y las federaciones autonómicas coinciden en que los rescates se incrementan, pero no existe un registro nacional sobre la materia. "Ahora mismo es imposible saber cuántos rescates se producen en España durante un año", denuncia Alberto Ayora quien, junto a la federación española y los grupos de rescate que son policía judicial (GREIM, Mossos y Ertzaintza) han presentado ante el CSD una petición para crear un observatorio de la seguridad en montaña. Por ahora no hay respuesta, aunque la acogida de la idea ha sido buena.

La federación de escalada y la Guardia Civil coinciden en defender los rescates en montaña gratuitos

Un hipotético plan de prevención, opinan desde la federación, pasaría por mejorar la formación de los montañeros eventuales en su ciudad de origen. En comunidades con alta montaña como Aragón, la mayoría de los accidentados proceden de otras regiones. "Necesitamos saber qué está pasando antes de nada. Un accidente es una concatenación de causas: percibimos solo la causa directa, pero hay otras como la mala planificación, la desorientación tanto en el tiempo como en el espacio o la sobreestimación de las posiblidades que pueden ser enseñadas", explica Ayora.

Sin embargo, ni la federación ni la Guardia Civil están de acuerdo con la iniciativa de algunas comunidades autónomas de cobrar por los rescates, sobre todo en casos en los que se demuestra imprudencia. "La Guardia Civil siempre se ha posicionado contra esta medida porque considera que no es disuasoria. La gente no va a tener más cuidado para no accidentarse, pero sí es posible que, ante el pago inminente, retrasen la llamada de emergencia y perdamos un tiempo precioso", relata Hernández. "El rescate ha de ser gratuito. No nos cerramos a la posibilidad de que, en caso de imprudencia, se impongan multas, pero no que se obligue a pagar el rescate", explican desde Fedme.

En 1981 la Guardia Civil realizó 64 rescates en alta montaña. Casi todos salieron en prensa, porque la tipología del rescatado eran montañeros con experiencia que habían sufrido un percance. Incluso se ofrecían datos concretos de los accidentes, como demuestra la hemeroteca de 'ABC' en el caso de la muerte del religioso marista Eloy Sanmartino en el puerto de San Isidro: "El hermano Eloy sufrió un resbalón al dar un salto rutinario por la montaña, en la zona del mencionado puerto, con tan mala fortuna que se precipitó al vacío en desplome de 20 metros en caída libre para después, ya en contacto con la superficie de tierra, caer por un terraplén de 200 metros con una fuerte inclinación, lo que le ocasionó una muerte prácticamente instantánea".

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