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La izquierda ensaya una nueva oleada de protestas con el PSOE en su punto de mira
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cánticos y pancartas contra la abstención socialistas

La izquierda ensaya una nueva oleada de protestas con el PSOE en su punto de mira

Unas 6.000 personas recorrieron este sábado las principales calles del centro de Madrid para protestar contra la investidura de Rajoy gracias a la abstención de los socialistas

Foto: Participantes en la marcha Rodea el Congreso en la Puerta del Sol. (EFE)
Participantes en la marcha Rodea el Congreso en la Puerta del Sol. (EFE)

Si estaba Martín Sagrera, de 81 años, doctor en Filosofía y célebre por su maña fabricando y repartiendo pancartas, es que este sábado por la tarde estaban todos. La gente se las quitaba de las manos. “He estado seis días haciéndolas en mi casa. En la televisión no siempre se oyen las voces. Por lo menos, de esta forma se ven seguro los mensajes. Yo estoy indignado de que me roben y de que me engañen tanto y por eso lo hago”, explicó Martín, mientras repartía eslóganes. “El PP engaña, roba y amordaza” y “PP: Falsario, feroz ladrón, cruel tirano”. En otras cartulinas solo había un gran “No”.

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Estaba Martín y también Izquierda Castellana, su brazo juvenil Yesca, Anticapitalistas, Antifascistas, Partido Comunista de España, Alternativa Republicana, Izquierda Unida, Sindicato de Estudiantes, Izquierda Revolucionaria, Unión de las Juventudes Comunistas de España, Unidad del Pueblo, grupúsculos anarquistas, miembros de Bukaneros (el grupo ultra del Rayo Vallecano), simpatizantes del 15-M, Yayoflautas y puede que sanchistas, entre otras corrientes, mezcladas con ciudadanos sin carné y un alto número de turistas disfrutando del puente de Todos los Santos.

Más allá de los espontáneos, el panorama era familiar. Casi idéntico al de las protestas que recibieron a Rajoy en 2012 y continuaron durante los meses siguientes. Destacaban los organizadores de la marcha, la Coordinadora 25-S, con Elena Martínez a la cabeza, consciente de que había conseguido la primera protesta masiva contra el Gobierno del PP desde las Marchas de la Dignidad de marzo de 2014 y, también, de que los próximos meses van a ser propicios para movilizar de nuevo a la izquierda y plantarla en la calle. La convocatoria de este sábado no llegó al nivel de Rodea del Congreso ni el clima social que se respira ahora se parece al de entonces, pero la protesta por la investidura de Rajoy solo aspiraba en realidad a convertirse en la semilla de algo más grande.

Álex, de 18 años, se unió a la manifestación con una bandera republicana, un monopatín y un dibujo siniestro en la cara. “Sentimos que este es el final del PP. Vengo disfrazado de la muerte porque esta es la muerte del PP. Ya se ha acabado. Basta ya”, zanjó este joven, molesto especialmente “por los recortes en educación y la aplicación de la Lomce”. "Van a hacer que tengamos que irnos al extranjero", lamentó.

Quizá por ser la primera gran protesta en dos años y medio, el tono fue tranquilo, con tintes de nostalgia, y muchos de los asistentes prefirieron, como Álex, el sarcasmo. La cabecera de la manifestación y su lema “Ante el golpe de la mafia, democracia” iban precedidos por un grupo de violín, guitarra española y coro que entonaba cánticos revolucionarios. En la esquina de la calle de Alcalá con Barquillo improvisaron un puesto de patatas fritas y, cerca de la Puerta del Sol, se vendían 'souvenirs' republicanos. Frente al Círculo de Bellas Artes, un rapero y un poeta se alternaron un micrófono para recitar versos contra el bipartidismo. Sonaron los gritos de siempre. “PP y PSOE, misma mierda es”, “España, mañana, será republicana” y “Esto nos pasa por un Gobierno facha”. Pero el repertorio también introdujo referencias más actuales. “Vergüenza me daría ser Susana Díaz”, “Felipe terrorista” y “Mariano, escucha, Madrid está en lucha”.

La columna salió de la plaza de Neptuno a las 18.15 h y a las 20 h ya había llegado a la Puerta del Sol. Antes incluso de que se desconvocara oficialmente, la gente comenzó a dispersarse. Marco, de 47 años, había llegado con su mujer Alicia y su hija Lúa desde Quintanar de la Orden (Toledo). “Tenemos otro hijo de dos meses que se ha quedado con los abuelos. Cuando termine nos volvemos”, relató Marco, porteando a su niña en el pecho. A su juicio, había motivos más que suficientes para desplazarse a Madrid. “Ahí dentro, en el Congreso, no nos hacen caso. Así que seguiremos peleándolo en la calle. Es verdad que viniendo del PSOE te puedes esperar cualquier cosa”, zanjó Marco, militante de Unidos Podemos.

Lo cierto es que la abstención del PSOE gravitó todo el tiempo sobre la marcha. Hubo unanimidad en interpretarla como una traición a la izquierda. Se exhibieron fotografías de Felipe González, Susana Díaz y José Blanco y se corearon lemas a favor de Pedro Sánchez. Ira y decepción. Los socialistas fueron un blanco continuo. Como si la izquierda no estuviera acostumbrada a las escisiones y la crisis que ha partido a Ferraz en dos fuera la gota que colma el vaso. El investido presidente fue Rajoy, pero el verdadero 'leitmotiv' de la manifestación fue la supuesta rendición sin condiciones del PSOE.

Minerva, de 17 años, estudiante de Madrid, repartió información del Sindicato de Estudiantes. “Estamos cansados de todos los recortes y abusos que estamos padeciendo. En la educación, en la sanidad, en el resto de servicios públicos... Cuanta más gente participe, mejor, pero la manifestación está teniendo mucho éxito”, opinó Minerva satisfecha. La Delegación del Gobierno aseguró en un primer momento que habían asistido 1.500 manifestantes. Luego elevó la cifra a 3.000. Y finalmente, aseguró que habían salido un máximo de 6.000. Los organizadores rechazaron el cálculo oficial y elevaron la asistencia por encima de los 100.000 participantes. El número más realista es probablemente el de las autoridades, pero por momentos, el tramo entre el kilómetro cero y Cibeles llegó a estar completamente abarrotado y el aspecto de Sol evocó el 15-M.

placeholder Minerva. (J.M.O)
Minerva. (J.M.O)

Al término de la marcha, un grupo de unas 1.000 personas se dirigió por la Carrera de San Jerónimo hasta el Congreso de los Diputados y esperó junto a las vallas colocadas por la Policía en la calle de Cedaceros a que salieran los diputados. Diego Cañamero, Alberto Garzón e Íñigo Errejón fueron aclamados con gritos de “Sí se puede”. Pero a un grupo de diputados de Ciudadanos que salieron minutos después por la misma puerta los recibió la masa con mecheros y latas de refrescos y cerveza. La Policía optó por cerrar ese acceso a la Cámara Baja y se acabó el aliciente para que los manifestantes intentaran prorrogar la protesta. Sobre las 22 horas, comenzaron a marcharse hasta los antidisturbios. En los próximos días se sabrá si lo de este sábado fue un aperitivo o un fogonazo.

Si estaba Martín Sagrera, de 81 años, doctor en Filosofía y célebre por su maña fabricando y repartiendo pancartas, es que este sábado por la tarde estaban todos. La gente se las quitaba de las manos. “He estado seis días haciéndolas en mi casa. En la televisión no siempre se oyen las voces. Por lo menos, de esta forma se ven seguro los mensajes. Yo estoy indignado de que me roben y de que me engañen tanto y por eso lo hago”, explicó Martín, mientras repartía eslóganes. “El PP engaña, roba y amordaza” y “PP: Falsario, feroz ladrón, cruel tirano”. En otras cartulinas solo había un gran “No”.

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