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"El veneno sigue ahí, ETA nació aquí": así vive la Guardia Civil en Alsasua
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"¡Es que nos provocan!", dicen algunos vecinos

"El veneno sigue ahí, ETA nació aquí": así vive la Guardia Civil en Alsasua

Mientras unos enmarcan la brutal agresión en las “copas de más” de una fiesta, guardias civiles denuncian que "no soportan que tengamos relación normal con la ciudadanía”

Foto: A la derecha, exterior del bar donde ocurrió la agresión y una pintada en apoyo a los presos etarras en el local de al lado. (Foto: Justy García Koch)
A la derecha, exterior del bar donde ocurrió la agresión y una pintada en apoyo a los presos etarras en el local de al lado. (Foto: Justy García Koch)

El dueño del bar mira de reojo y al percatarse de la existencia de un cuaderno, un bolígrafo y una cámara fotográfica, protesta con los ojos. “Otros periodistas”, se resigna mientras agacha la cabeza. Y enseguida corta cualquier interrogatorio: “Yo no estaba. Y encima he tenido que ir a prestar declaración”, replica a modo de protesta ante la primera pregunta. El bar Koxka de Alsasua (Navarra) se ha convertido en las últimas horas en centro de peregrinación de medios de comunicación, vecinos y curiosos. En su interior se gestó la brutal agresión que tuvo lugar en la madrugada del sábado fuera del establecimiento contra dos guardias civiles, un teniente y un sargento fuera de servicio, y sus parejas por parte de un grupo compuesto por medio centenar de radicales, según las estimaciones de este cuerpo.

“Eran las cinco de la mañana y a esas horas los morros están calientes”. Desde el otro lado de la barra se intenta desvincular lo sucedido con el odio a la Guardia Civil. “No hay movidas con la Guardia Civil. De ser así, esto hubiera ocurrido mucho antes”, sostiene. Es el sentir general. Los vecinos de esta localidad navarra de unos 7.600 habitantes, donde impera el sentimiento nacionalista vasco, se esfuerzan en enmarcar la agresión a “las copas de más” de un día de fiesta a altas horas de la madrugada. Se impone la versión del alcohol. “Con dos tragos de más, todo el mundo hace tonterías”, señala una vecina, quien a sus 61 años ha visto “de todo” en el municipio. “Es la típica bronca de un fin de semana de fiesta a esas horas”, justifica el dueño de un bar próximo. Él llegó al lugar de los hechos una vez finalizada la agresión y asegura que “no fue para tanto”. Lo dice pese a reconocer abiertamente que al teniente “le dieron bien”, por lo que ha tenido que ser operado de la rotura del tobillo.

Él llegó al lugar de los hechos una vez finalizada la agresión y asegura que “no fue para tanto”. Lo dice pese a reconocer que al teniente “le dieron bien”

Eso que “no fue para tanto” no solo ha acabado con cuatro personas con lesiones de diferente gravedad en una cobarde agresión, sino que ha resucitado la difícil convivencia de la Guardia Civil con una población que, en su mayoría, ansía su salida del pueblo. “Mira, mira qué despliegue. Es que vienen envalentonados”, protesta una vecina mientras muestra en su móvil un vídeo del amplio operativo de la Guardia Civil la noche de la agresión por las calles del municipio, que se ha hecho viral entre los vecinos. Esther condena “sin paliativos” una agresión que limita a que los autores estaban “mamados”, aunque a renglón seguido muestra la misma contundencia a la hora de criticar la actuación de este cuerpo policial. “Es que incordian mucho”, denuncia. ¿De qué manera? “Tienen una actitud prepotente, montan muchos controles policiales…”, se apresura a responder, para dejar constancia de que “esto no pasa en otros pueblos” de alrededor. Por ello, “invita” a la Guardia Civil a que “se vaya” del pueblo. “Con los [policías] forales ya nos basta”, asevera.

Ospa Eguna: día que se queman guardias civiles

Alsasua es, año tras año, escenario de un vergonzoso día de acoso a la Guardia Civil, el denominado Ospa Eguna, en el que el entorno radical ha llegado a quemar muñecos con tricornio para exigir la marcha de este cuerpo policial. Nadie se rasga las vestiduras por estos hechos. Pero sí molesta que Alsasua sea ahora noticia por la agresión a dos agentes de la Benemérita y sus parejas. “Lo peor es la imagen para el pueblo”, asegura un vecino. “Se está intentado remover la mierda de antes”, protesta una persona que se suma a la conversación. Como ella, otras exhiben su “indignación” por la etiqueta de “terroristas” que se está colgando a la población.

“¿50 personas en la agresión? Si eso llega a ser así, no sale vivo ninguno de los dos agentes”, resalta un vecino para tratar de desmontar la tesis oficial

Hay miradas que denotan que los medios de comunicación no somos bienvenidos. Y no solo miradas. “Nuestro pueblo no es vuestro circo mediático. Aski da! (¡basta ya!)”, censura una pancarta colocada junto al ayuntamiento, gobernado por Geroa Bai, la marca del PNV en Navarra. Por la mañana, Alsasua es una ciudad limpia de proclamas radicales. Todo cambia con el paso de las horas. Poco a poco, a medida que cae el día y se aproxima la junta de portavoces que va a tratar la respuesta a dar a la agresión, el municipio se va 'engalanando' con carteles del entorno radical. Hay pancartas que piden la libertad de los dos detenidos por la agresión —ambos, de 22 años, fueron puestos en libertad provisional este lunes con cargos—, denuncian la “represión” policial que vive Alsasua y critican el “montaje policial”. Porque si nadie pone en duda la versión del cóctel madrugada-alcohol para explicar lo sucedido, muchos, la mayoría, niega el relato oficial de la Guardia Civil. “¿50 personas en la agresión? Si eso llega a ser así, no sale vivo ninguno de los dos agentes”, resalta un vecino para tratar de desmontar la tesis oficial.

El teniente agredido no se escondía

Hace cinco años que ETA depuso la actividad armada. Con el paso del tiempo, la presión que existía sobre la Guardia Civil en este pueblo no es la misma y ha posibilitado que el cuerpo policial ‘baje a la calle’. “Los agentes hacen vida normal en el pueblo”, coinciden en señalar desde los establecimientos hosteleros del centro urbano. De hecho, el teniente agredido es “muy conocido” y es “habitual” verle de “poteo” por el municipio acompañado de su novia, una mujer sudamericana que lleva muchos años en el municipio y que se llegó a tirar encima de él para protegerle de más golpes de los radicales. Pero en la casa cuartel niegan que la situación esté “normalizada”. “El veneno sigue ahí. ETA nació aquí y el odio está enquistado”, resume de forma gráfica un agente.

Más allá de las palabras, la evidencia de que aún hay un largo camino por recorrer hasta llegar a la normalización es una imagen: la de las propias instalaciones exteriores de este cuerpo. Una gran valla se alza sobre los muros para evitar ataques. “Se vive mal. El día a día es complicado”, afirma el agente. Y lo achaca a que los radicales “no soportan que tengamos relación normal con la ciudadanía”. La Guardia Civil ha llegado a los colegios con actividades, ha tratado de acercarse a la población, y “eso es algo que les supera, les duele mucho”. Por ello, cree que no es casual que hayan ido a por el teniente. “Ha hecho más relación en el pueblo de lo que pueden digerir”, remarca. No obstante, quiere dejar constancia de que “la mayoría de la gente del pueblo es noble”.

Llega el teniente con su novia al cuartel

Pasan unos minutos de las tres de la tarde y la puerta del cuartel se abre. En el coche llega el teniente acompañado de su novia tras ser dado de alta en el hospital de Pamplona en el que fue operado. Al poco, un familiar de su pareja trae unas muletas y una bolsa con enseres personales de los dos. Un agente consulta nuestra petición de hablar con el teniente y, al poco tiempo, se disculpa en su nombre. “Lo siente, pero no puede hablar. Farfulla más que habla porque aún tiene dolorida la boca”, nos comenta. En todo caso, quiere agradecer las “numerosas” muestras de solidaridad recibidas, incluso de otros pueblos conflictivos como Echarri Aranaz. “La gente se ha podido dar cuenta de la realidad, de que esto sigue enquistado”, resalta.

“Se vive mal. El día a día es complicado”, afirma el agente. Y lo achaca a que los radicales “no soportan que tengamos relación normal con la ciudadanía”

Nadie habla de “tensión” en las relaciones entre los agentes y los ciudadanos. Tampoco de “miedo” a hablar por lo que pueda pasar. “La gente no tiene miedo a abrir la boca”, señala un vecino. Pero pocos quieren dar su nombre y nadie se presta a ser fotografiado. Y mucho menos se señala a los agresores. Todos saben quiénes son pero todos callan. “¡Pero si fue una pelea de un día de fiesta a las cinco de la mañana!”, se insiste. Pero esto no es ninguna “justificación”. Una trabajadora de un bar próximo al Koxka, muy frecuentado por el teniente agredido, habla sin ‘peros’. “Es muy fuerte lo que les han hecho. Es cierto que a esas horas todos están con muchas copas encima, pero esto no justifica la agresión. No es justo”, afirma quien habla de una convivencia “tranquila”. Y se remite al hecho de que es habitual ver en el establecimiento a guardias civiles. “No es verdad que haya follones. Hay más paz y tranquilidad que nunca”, constata, para apuntar a un “grupo de radicales” que añoran a ETA.

Tensión en Alsasua tras la agresión a dos guardias civiles y sus parejas

Pero, frente a su testimonio, hay palabras en el pueblo que no invitan a esa normalidad. Todo lo contrario. Y apuntan a la Guardia Civil. “¡Es que nos provocan!”, denuncia un vecino, “harto” de “la imagen que se quiere vender” del pueblo. “Parece que todos somos terroristas y no es así”, censura. Hay quien, incluso, culpa en cierto modo de la agresión a los propios agentes por estar a altas horas de la madrugada de copas. “¿Qué hacían a esas horas en el bar?”, se pregunta una mujer jubilada que rechaza que exista “odio” a la Guardia Civil en el pueblo. “Las relaciones son malas, pero parecía que la situación estaba más normalizada”.

El Senado, dividido

Unidos Podemos-En Comú Podem-En Marea, Esquerra Republicana de Catalunya (ERC), el Partit Demòcrata Català -la antigua Convergència- y Bildu no han respaldado en el Senado un texto de rechazo a la agresión que este fin de semana sufrieron dos miembros de la Guardia Civil y sus parejas en Alsasua, en Navarra.

El texto, al que ha tenido acceso Europa Press, está firmado por representantes de todos los grupos políticos que conforman el Senado, a excepción de los cuatro mencionados. Concretamente, lo suscriben los portavoces de Interior en la Cámara Alta.

"Nuestro más absoluto rechazo y condena por la brutal agresión sufrida en la madrugada del pasado 15 de octubre por dos miembros de la Guardia Civil y sus respectivas parejas en la localidad de Alsasua (Navarra)", señala el documento, que cuenta con 11 firmas en total procedentes del PP, PSOE, PNV, y de otros partidos del grupo Mixto: UPN, Ciudadanos, Agrupación Herreña Independiente, Nueva Canarias, Foro Asturias, Coalición Canaria y Compromís.

Asimismo, los senadores muestran su apoyo y "solidaridad" a la Guardia Civil "ante estos injustificados casos de violencia": "Confiamos en que nuestro Estado de Derecho funciones y que la violencia ejercida no quede impune", concluye el escrito.

Unión del Pueblo Navarro (UPN) ha impulsado una declaración institucional para apoyar a los dos guardias civiles agredidos, pero la postura en contra de ERC, Unidos Podemos y de la antigua Convergéncia (PDC) -integrada en el Grupo Mixto- ha impedido que saliese adelante. Para que el Senado pueda aprobar una declaración institucional en Pleno, todos los grupos parlamentarios deben apoyar el texto. Si el apoyo no es unánime, la propuesta no puede prosperar.

El dueño del bar mira de reojo y al percatarse de la existencia de un cuaderno, un bolígrafo y una cámara fotográfica, protesta con los ojos. “Otros periodistas”, se resigna mientras agacha la cabeza. Y enseguida corta cualquier interrogatorio: “Yo no estaba. Y encima he tenido que ir a prestar declaración”, replica a modo de protesta ante la primera pregunta. El bar Koxka de Alsasua (Navarra) se ha convertido en las últimas horas en centro de peregrinación de medios de comunicación, vecinos y curiosos. En su interior se gestó la brutal agresión que tuvo lugar en la madrugada del sábado fuera del establecimiento contra dos guardias civiles, un teniente y un sargento fuera de servicio, y sus parejas por parte de un grupo compuesto por medio centenar de radicales, según las estimaciones de este cuerpo.

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