Dos testigos clave acorralan a Rato y a Blesa y apuntalan las pruebas del fraude
El exCEO de Bankia asegura que Rato le dio una tarjeta para sortear la limitación legal de salarios de directivos. El auditor interno certifica la validez de los extractos de gastos de los 65 acusados
Hay testimonios que valen media condena. Los dos que se han producido en la jornada del martes del juicio de las tarjetas 'black' de Caja Madrid y Bankia, que se sigue en la Audiencia Nacional, han desvirtuado las versiones de la mayoría de los 65 acusados y han acorralado a los dos principales directivos implicados, los expresidentes Miguel Blesa y Rodrigo Rato. Este último ha visto desmentida gran parte de la declaración que prestó la semana pasada.
La culpa la ha tenido Francisco Verdú, ex consejero delegado de Bankia, quien, en contra de lo que relató el exvicepresidente del Gobierno y exdirector gerente del Fondo Monetario Internacional, ha asegurado que fue el propio Rato el que le entregó la tarjeta que él jamás usó, y que, cuando le avisó de que no lo iba a hacer porque la consideraba "una mala praxis", su inmediato superior se enfadó mucho, ya que había articulado ese mecanismo para sortear la limitación a 600.000 euros del salario de los directivos de entidades con ayudas públicas que había impuesto el Gobierno.
Le siguió el director de la auditoría interna de Bankia, Iñaki Azaola, que ha apuntalado la principal prueba del proceso, los extractos de cada una de las tarjetas. Azaola ha asegurado que ese listado de compras y retiradas de efectivo casaba con los apuntes contables con los que Bankia y Caja Madrid los contabilizaron y, pese al tercer grado al que le han sometido las defensas, ha afirmado con rotundidad: "No ha habido ninguna manipulación en los gastos de las tarjetas".
Verdú, tal y como hizo durante su declaración ante el instructor de la causa, Fernando Andreu, ha reiterado que fue Rato quien le dio la tarjeta en febrero de 2012 en un sobre y luego, en su despacho, le explicó su funcionamiento. "Rato estaba preocupado por el decreto [que limitó a 600.000 euros las retribuciones de ejecutivos de empresas con ayudas públicas] y por eso intentó que las personas que llegamos a Bankia después de su constitución pudiéramos disponer de una tarjeta de crédito para gastos sin justificar", ha explicado. "Me dio un sobre; imagino que dentro estarían el contrato, el pin y la propia tarjeta, pero no lo abrí. Lo dejé en un cajón y luego lo devolví a Recursos Humanos".
Cuando el fiscal le ha preguntado si explicó a Rato que no tenía intención de usarla, Verdú ha respondido que sí y que, durante su conversación con el entonces presidente de Bankia, le expuso que esa tarjeta no estaba recogida en su contrato y que no entendía que una entidad pudiera permitir a su personal realizar gastos sin justificar. "Rato se enfadó bastante", ha explicado el ex consejero delegado. "Me dijo: 'Tú quédatela y haz lo que quieras con ella". "Le molestó porque pretendía ayudarme a paliar el déficit de remuneración que tenía en base a lo pactado unos meses antes", ha añadido.
De la misma forma que en su anterior declaración, Verdú insistió en que esa práctica de entregar tarjetas de las que no había que justificar los gastos no la había visto en ninguna de las demás entidades en las que había trabajado: ni en el Banco Vizcaya, ni en la Caja de Ahorros de Valencia, ni en el Banco Exterior, ni en Argentaria, tampoco en la Banca March. Luego, respecto a su funcionamiento, dijo: "Yo no comprendo cómo se puede contabilizar un gasto sin justificación. Esos gastos [los realizados con las tarjetas] perjudican a la empresa porque son personales".
Durante su comparecencia ante el tribunal, Rato negó que Verdú le hubiera advertido sobre la irregularidad de esos medios de pago. También negó implícitamente que fueran el modo de superar el límite de 600.000 euros de retribución impuesto por el Gobierno mediante real decreto. El expresidente de Caja Madrid y luego de Bankia aseguró que esas tarjetas —la que entregó a Verdú y la que se concedió a sí mismo, así como al ex director general Ildefonso Sánchez Barcoj y al ex secretario de Estado de Comercio José Manuel Fernández Norniella— eran como las de cualquier otra persona. Que estaban sujetas al salario, es decir, que lo que se gastaba con ellas se descontaba directamente de la retribución. "No era mi intención romper ningún tipo de limitación legal", llegó a decir. "Este era un instrumento de liquidez y me venía bien", añadió. Todos esos aspectos han sido desmentidos por su ex número dos en la mañana del martes.
Pero Rato no ha sido la única víctima de Verdú. También ha sufrido sus embates el ex director general de Caja Madrid y luego director financiero de Bankia, Sánchez Barcoj, al que la investigación interna de esta última entidad que destapó el escándalo señala como el hombre que se encargaba de todo en relación con las tarjetas. Cuando el abogado de este último le ha preguntado si fue él quien transmitió la orden de crear las cuatro tarjetas que se libraron desde Bankia —la suya, la de Rato, la de Sánchez Barcoj y la de Norniella—, ha estallado. "Sánchez Barcoj, aparentemente, falsificó mi firma en el contrato de mi tarjeta", ha dicho entre grandes murmullos. Antes, a preguntas del fiscal, se había limitado a declarar que la firma que aparecía en ese contrato no era suya. Tras su acusación, el abogado de Sánchez Barcoj ha solicitado permiso al tribunal para presentar una querella contra Verdú por injurias y calumnias. La Sala, por el momento, no ha respondido a esa petición.
Durante su comparecencia ante el tribunal, Rodrigo Rato negó que Verdú le hubiera advertido sobre la irregularidad de esos medios de pago
El segundo testigo clave que ha declarado este martes ha sido el director de la auditoría interna de Bankia, Iñaki Azaola, que firmó el informe sobre las tarjetas 'black' que destapó el caso. Su testimonio era fundamental porque, durante las dos primeras jornadas del juicio, los 65 acusados impugnaron sin éxito la hoja de Excel en la que se recogen los gastos presuntamente realizados por los consejeros y directivos que disfrutaron de ellas. Además, durante sus comparecencias, todos trataron de ridiculizar su contenido, al considerar que había gastos duplicados, compras realizadas fuera del horario comercial o cargos que, sencillamente, no existían, según su versión.
La declaración de Azaola ha sido demoledora. Ha explicado que los datos de los movimientos de las tarjetas le fueron facilitados por los departamentos de sistemas y tarjetas de Bankia y que la suma de los gastos realizados con las tarjetas casaba a la perfección con los apuntes contables de las cuentas de la entidad en las que se recogieron, lo que le llevó a afirmar: "Me consta que todos los gastos que se realizaron con las tarjetas salieron del banco. No tengo dudas de que se realizaron". Luego ha explicado que la labor de su departamento fue únicamente traducir los datos procedentes de los servidores del banco.
Azaola también ha dedicado parte de su testimonio a resolver las dudas sobre los gastos expresadas por algunos acusados. A preguntas del letrado de Bankia, ha explicado que es normal que algunos gastos aparezcan en momentos muy próximos del mismo día o a horas intempestivas. "Hay comercios que hacen toda su operativa una vez al día o en varios días. Por ejemplo: si vas a un aparcamiento público, su operación aparecerá dentro de dos o tres días, y varias a la vez. Eso no quiere decir que el sistema se haya confundido, sino que la acumulación de gastos se ha producido en un momento determinado", ha señalado.
Y lo mismo en los casos en que aparece el cargo, pero no el comercio en el que se ha realizado, otra de las quejas de varios usuarios de las tarjetas que trataron así de quitar validez a los extractos. "La información que figura en la hoja de Excel es la que figura en los sistemas de la entidad. Si la entidad no tiene información sobre ese comercio concreto, pues no aparece". También ha insistido en que se trata de datos que "no han sido manipulados". "El director corporativo de Tecnología de Bankia ha certificado que los datos del Excel son los mismos que figuran en los sistemas informáticos de la entidad".
Como Verdú, Azaola ha señalado a Sánchez Barcoj como la persona que gestionaba todo. El auditor ha asegurado que así se desprende de los correos electrónicos que analizó su departamento durante su investigación. "Todas las concesiones, cambio de límite de gasto, el número PIN... Todas son autorizadas por él. Los contratos de estas tarjetas también están firmados en una gran parte por él", ha declarado. También ha confirmado que algunos de los beneficiarios de las tarjetas siguieron usándolas cuando dejaron sus puestos en la entidad, algo que ha considerado "sorprendente". Y ha subrayado que dos de las tarjetas emitidas por Bankia, la del propio Sánchez Barcoj y la de Norniella, se crearon con posterioridad a la entrada en vigor del decreto que limitó las retribuciones de los ejecutivos.
Por último, en contra de lo que manifestaron varios de los acusados —que aseguraron que no podían conocer los movimientos de sus tarjetas, solo su saldo—, ha declarado que los extractos de estos medios de pago se podían consultar en la aplicación 'online' de la entidad y que le constaba que varios de ellos lo hicieron. Cuando le han preguntado si consideraba que las tarjetas eran opacas, ha respondido: "Encontrarme movimientos de tarjetas en cuentas que no corresponde es ocultación; que no haya ningún tipo de soporte de las tarjetas es ocultación". "Así pues, mantengo que ha sido una actividad oculta", ha concluido.
Hay testimonios que valen media condena. Los dos que se han producido en la jornada del martes del juicio de las tarjetas 'black' de Caja Madrid y Bankia, que se sigue en la Audiencia Nacional, han desvirtuado las versiones de la mayoría de los 65 acusados y han acorralado a los dos principales directivos implicados, los expresidentes Miguel Blesa y Rodrigo Rato. Este último ha visto desmentida gran parte de la declaración que prestó la semana pasada.