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Retrato de una época: del triste sándwich de Blesa al viejo Alfa Romeo de Bárcenas
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las anécdotas de la primera semana

Retrato de una época: del triste sándwich de Blesa al viejo Alfa Romeo de Bárcenas

Los 37 procesados por la Gürtel coinciden con los 65 de las 'black' en la Audiencia Nacional. Un desfile que deja a toda una otrora élite política y económica tomando menús de nueve euros

Foto: Luis Bárcenas y Miguel Blesa.
Luis Bárcenas y Miguel Blesa.

La calle Mar Cantábrico, en el Parque Empresarial de San Fernando de Henares, se ha convertido esta semana en una pasarela muy especial, un fiel retrato de otra época dorada de ostentación, impunidad y poder. Los 37 procesados por el caso Gürtel y los 65 por las 'tarjetas black' coincidieron en el edificio que la Audiencia Nacional inauguró en febrero de 2009 en este municipio del este de Madrid para albergar grandes causas. No les quedaba otra. El destino procesal hizo que exbanqueros, exalcaldes, exdiputados autonómicos, extesoreros del PP, exsenadores, exdirigentes sindicales, un buen puñado de empresarios venidos a menos, un exvicepresidente del Gobierno y todo un exjefe de la Casa del Rey desfilaran juntos, e hicieran cola, por el arco de metal que precede al acceso.

Berlanga hubiera encontrado un buen guion para tanto personaje ilustre. La semana dejó instantáneas históricas. El Confidencial fue testigo de cómo el martes, en la hora y media que el tribunal concedió para almorzar, Miguel Blesa de la Parra, presidente de Caja Madrid desde septiembre de 1996 hasta enero de 2010, se sentaba en uno de los bancos del hall de la Audiencia para sacar con tranquilidad de su maletín un pequeño bulto envuelto en papel albal, romperlo y comerse un triste sándwich. Lejos quedan ya los años de la 'black', con la que llegó a fundirse 436.688 euros.

Foto: Francisco Correa llega al juicio con su abogado. (EFE)

La vida da muchas vueltas. De eso no hay duda. Como banquero, Blesa tenía un sueldo de tres millones de euros anuales en la entidad madrileña (sin contar su 'black'), y ahora tiene sus bienes embargados tras declararse incapaz de asumir la fianza de 16 millones que le impuso el juez por este caso. No hay ni para agua. La máquina de bebidas está en la planta menos uno, junto a los baños y las salas donde los periodistas pueden seguir las dos sesiones. Allí bajan muchos de los procesados y sus letrados a refrescarse el gaznate en los pocos descansos que otorga el tribunal.

Una zona muy frecuentada que obligatoriamente deja buenas anécdotas. Blesa bajó el martes, pero se le cayó una moneda antes de meterla en la máquina. Alguien le ayudó a recuperarla del suelo. "Gracias. No estamos para perder dinero". El hall se ha convertido en el epicentro. En la planta baja se juzga la Gürtel, y en la de arriba las 'black'. Los dos grupos intentan no coincidir. Ya se mezclan en la cola de entrada, por donde inevitablemente todos deben pasar y mirar una placa, la del ministro que inauguró el edificio judicial, el socialista Mariano Fernández Bermejo, que dimitió en febrero de 2009 acosado por el PP desde que se conoció su participación en una cacería en Jaén junto al juez Baltasar Garzón, el primer instructor de la Gürtel. Ironías del destino.

Luis Bárcenas destaca entre todos. Alto y de complexión fuerte, su pelo canoso y sus recias patillas le hacen resaltar en la cola de entrada y ya dentro en el hall. Intenta siempre llegar solo, evitando así que los focos mediáticos (siempre pendientes de cazar cualquier imagen) se centren en su esposa, Rosalía Iglesias, que también está procesada. La pareja, aunque llega junta en un viejo Alfa Romeo, accede a la Audiencia por separado.

Bárcenas conversa sobre todo con Jesús Merino, uno de sus amigos más antiguos en el partido. Los dos están procesados en la pieza de Castilla y León. La Fiscalía les acusa de interceder en el amaño de tres adjudicaciones por valor de 31 millones de euros que concedió la Junta de Castilla y León en los años 2001 y 2002. Merino fue diputado y senador por el PP. Comen hasta juntos. El pasado martes en un modesto y resultón bar de nueve euros el menú, rodeados de currelas que se levantan por la mañana temprano para llegar a fin de mes. Ellos dentro, fuera en la terraza José Luis Peñas, el denunciante de la Gürtel, el que destapó el caso, el que provocó el terremoto. Separados por apenas 20 metros.

Peñas, el que grabó a Francisco Correa en el hotel Melia Fénix pronunciando la ya famosa frase: "Yo, Paco Correa, le he llevado a Bárcenas 1.000 millones de pesetas, a su casa y a Génova". La grabación, en la que Correa vendía sin saberlo a Luis Bárcenas, fue aportada el 7 de noviembre de 2007 en la denuncia que Peñas puso junto a su abogado en la Unidad Central de Delincuencia Económica y Fiscal (UDEF) de la Policía Nacional. Nueve años después, Peñas y Bárcenas cruzaron miradas y destino en una cafetería poligonera.

Correa, el inconfundible

Pero el que sin duda se lleva todas las miradas es Paco Correa, 'don Vito', el jefe, el capo, el 'boss'. A sus 61 años su estilo sigue siendo inconfundible. Su barba, su pelo engominado y sus trajes impecables. Siempre le han gustado los zapatos de más de 600 euros. Se lleva todas las miradas, fuera y dentro, de donde no se separa de los que fueron sus dos lugartenientes. Pablo Crespo, el exdirigente del PP gallego que utilizaba el alias de Maxwell Smart (nombre del Superagente 86 de la comedia estadounidense) en los correos electrónicos que intercambiaba para mover el dinero de la trama. Y Álvaro Pérez Alonso, alias 'el bigotes', que estos días ha llevado un atuendo personal y que presenta buen aspecto tras pasar una grave enfermedad.

Todos se mezclan. Los 'gurtelianos' y los de las 'black', todos se miran y pocos se saludan. Y cuando lo hacen, con prudencia, con discreción, sin grandes alardes, como hicieron Correa y Jesús Sepúlveda, exsenador y exalcalde de Pozuelo, el marido de la exministra Ana Mato, el del famoso Jaguar. Un tímido apretón de manos al cruzarse en el hall tras el parón de la comida del miércoles. El que se puede beneficiar con tanto almuerzo es el Mercadona que hay lado, donde periodistas, procesados y letrados ya se han dejado caer para picar algo.

El que seguramente no se acercará por el centro comercial será Ángel Sanchís, extesorero del PP y procesado también en la Gürtel. Su defensa ha señalado esta semana que la Audiencia no tiene competencia para juzgarle y que todo este lío de la Gürtel ha perjudicado económicamente a su cliente. Tanto que perdió un importante contrato con Mercadona al que suministraba limones que cultiva en Argentina. Esto no acaba nada más que empezar. Queda mucho por cortar, muchas sesiones que seguirán dando juego y retratando el ocaso de una época.

La calle Mar Cantábrico, en el Parque Empresarial de San Fernando de Henares, se ha convertido esta semana en una pasarela muy especial, un fiel retrato de otra época dorada de ostentación, impunidad y poder. Los 37 procesados por el caso Gürtel y los 65 por las 'tarjetas black' coincidieron en el edificio que la Audiencia Nacional inauguró en febrero de 2009 en este municipio del este de Madrid para albergar grandes causas. No les quedaba otra. El destino procesal hizo que exbanqueros, exalcaldes, exdiputados autonómicos, extesoreros del PP, exsenadores, exdirigentes sindicales, un buen puñado de empresarios venidos a menos, un exvicepresidente del Gobierno y todo un exjefe de la Casa del Rey desfilaran juntos, e hicieran cola, por el arco de metal que precede al acceso.

Luis Bárcenas Audiencia Nacional Caso Gürtel
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