Si hay 14.000 desaparecidos al año, ¿por qué solo hablamos de Diana Quer?
Influyen varios factores, como que sea una chica joven, pero también la capacidad de la familia para movilizar a los medios de comunicación
Tres días después de que se perdiera la pista de Diana Quer, Iván Durán, de 30 años, desapareció de su domicilio de Baiona (Pontevedra) sin dejar rastro. Su foto no está en los medios nacionales y sus familiares han reclamado el mismo trato y los mismo medios que el de la joven de A Coruña. “Pagamos nuestros impuestos y tenemos el mismo derecho a que el Estado ponga también todos los medios a su alcance”, se quejaba el entorno del joven a Efe hace unos días.
Según las cifras oficiales, hay 14.000 desaparecidos al año y la Guardia Civil abre 14 investigaciones nuevas de personas desaparecidas al día pero solo unas pocas pasan la barrera invisible de la atención de la prensa: Marta del Castillo, Yeremi Vargas, Sara Morales y ahora Diana. Una atención pública que acaba influyendo en su búsqueda, positiva y negativamente. “Se vuelcan más, se ponen más medios porque lo ordenan 'los de arriba'. Está bien pero tiene que haber proporcionalidad en todos los casos”, se lamenta Joaquín Amills, presidente de la asociación SOS Desaparecidos y padre de un chico de 23 años que nunca volvió del puerto de Carboneras. La parte negativa de tantas cámaras es la filtración de detalles de la investigación que no ayudan a los cuerpos del Estado “ni a las familias”.
Hay un patrón que se repite y que parece levantar mayor alerta social que otras desapariciones, la de una chica joven, en algunos casos menor de edad. “Cuando publicamos la foto de la persona desaparecida en varias redes sociales, suelen tener entre 100.000 y 130.000 clics; con Diana llegamos a las 700.000 las primeras 48 horas”, apunta Amills. “No sabría decirte un por qué, claro”.
Manuel Marlasca es jefe de investigación de laSexta pero lleva desde 1987 cubriendo sucesos. Primero fue en el diario 'Ya', pero ha pasado por 'El Mundo' o 'Interviú' con el foco siempre puesto en la historia de la España negra. Da un dato más para enteder la repercusión de televisiones, radios y periódicos, “que sea de buena familia. Algunas tienen recursos para movilizar a la prensa”. Y no solo a los medios. En el caso de Diana la Infantería de Marina se ha sumado a la búsqueda de la joven de 18 años. No es la primera vez que un cuerpo ajeno a estas situaciones se une a las tareas de rastreo. Cuando desapareció la peregrina estadounidense Denise Thiem, efectivos de la Unidad Militar de Emergencia colaboraron en su búsqueda. Fuentes de la Guardia Civil aseguran que todos los casos son tratados de igual manera y el foco en unos u otros es responsabilidad de los medios.
También influye que en los protocolos, según cuenta Marlasca, las desapariciones de chicas menores sean clasificadas como de alto riesgo. O ciertos factores más específicos de cada momento. En el asunto de Madeleine McCann, “uno de los más mediáticos de la historia” según el periodista, una foto de una niña con "cara angelical" conquistó al mundo.
“Cuando desapareció Marta del Castillo también lo hizo una prostituta brasileña que fue asesinada por un cliente porque no la quería pagar. El caso se cerró con la detención del sospechoso pero nadie habló de ella”, explica Marlasca, que reconoce que desde los medios se hacen algunas cosas mal. “En el caso de Diana se le ha dado demasiada repercusión, no creo que esto vaya a ayudar mucho”, se lamenta.
Paco Lobatón va más allá y habla de "dopaje mediático, sobredosis de información sin justificar". Entre 1992 y 1998 este periodista trató en televisión más de 1.500 casos de personas desaparecidas en el programa 'Quién sabe dónde', pero no tiene un perfil claro de por qué unos merecen más portadas que otros. Lo dice quien estuvo en una redacción donde llegaron a recibir 10.000 casos.
Con una visible molestia de cómo se tratan estos asuntos, no duda en poner el foco en los periodistas. "Tenemos una responsabilidad, no se puede justificar todo por las audiencias", critica. Recuerda que, en su época, los directivos de la televisión pública le llegaron a preguntar qué resultados iba a tener su programa , "a cuántos vas a encontrar, me llegaron a preguntar".
Roger Pascual, periodista de cultura, deportes y ahora de política, además de sociólogo, se preguntó hace un año cómo era posible que en una sociedad vigilada, en este Gran Hermano, las personas desaparecieran sin rastro. Recorrió toda España hablando con familiares, policía, psicólogos y escribió el libro 'Desaparecidos en España'. "Evidentemente un niño o un adolescente tiene más impacto porque no entra la variable de que se haya ido a empezar una nueva vida", explica.
Era un sentir común de los familiares no entender cómo se ponía el foco en la realidad de otros casos. Aunque tanta atención puede tener graves consecuencias. "Recuerdo el caso de Cristina Vergua que desapareció en Cornellà. Hubo una pista anónima que indicaba que debían buscar el cuerpo en un vertedero pero se filtró que esa búsqueda costaba 50 millones de pesetas y se paralizó". El padre de esa niña se congratula de que hoy se haya intentado buscar el cuerpo de Marta del Castillo tres veces y nadie lo haya cuestionado.
Pese al "amarillismo" y el morbo que puede aparecer en algunos momentos, Pascual cree que es positivo que se hable de los desaparecidos, "los grandes olvidados", porque, recuerda, hay 100 casos al año que nunca llegan a resolverse.
Sin atención para los septuagenarios
No hay atención, sin embargo, para la desaparición de personas de más de 70 años. El mismo día que Iván se fue sin dejar rastro, también lo hizo Raquel Pérez, una octogenaria que padece principio de alzhéimer y se ausentó de una residencia geriátrica de A Pobra de Trives (Ourense). Según datos de SOS Desaparecidos, el 46% de las personas mayores que se marchan son encontradas muertas, otro 46% son localizadas con vida y del otro 8% nunca se vuelve a saber nada. “La mayoría fallece a los tres o cuatro días de su desaparición porque se han desorientado y mueren de frío, calor o deshidratación. Pedimos la misma atención y los mismos medios de búsqueda para ellos”, reclama el presidente de la asociación.
La organización sin ánimo de lucro alerta de que en estos años de la crisis estas desapariciones de ancianos han aumentado. La economía ha tenido que ver en el cierre de los centros de día, los despidos de las cuidadoras que atendían a estos mayores o la vuelta de los ancianos a casa desde las residencias para sustentar con su pensión a la familia. “El Estado les podía poner un geolocalizador. Sabemos que no hay recursos pero apenas cuesta 100 euros que el propio mayor podría pagar a plazos con su pensión”, aconseja Amills.
“La verdad es que la mayoría de las desapariciones de mayores tienen un mal final y la realidad es que no hay capacidad para atender todas las desapariciones”, reconoce el periodista Manuel Marlasca. Por eso desde SOS Desaparecidos piden colaboración a los ayuntamientos para que en sus protocolos exista la convocatoria de la Junta Local de Seguridad en el momento en que un vecino desaparezca de sus calles. “Más colaboración no implica más dinero, sino mejor organización y las 48 primeras horas son vitales” explica su presidente.
Tres días después de que se perdiera la pista de Diana Quer, Iván Durán, de 30 años, desapareció de su domicilio de Baiona (Pontevedra) sin dejar rastro. Su foto no está en los medios nacionales y sus familiares han reclamado el mismo trato y los mismo medios que el de la joven de A Coruña. “Pagamos nuestros impuestos y tenemos el mismo derecho a que el Estado ponga también todos los medios a su alcance”, se quejaba el entorno del joven a Efe hace unos días.
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