Qué pudo aprender Italia del terremoto de Lorca
La mayoría de los edificios históricos de Murcia se vinieron abajo porque las reconstrucciones de los sesenta estaban hechas de hormigón y forja y no se revisaron años después
Cuando la tierra dejó de temblar en Lorca y los vecinos echaron la vista atrás vieron que sus edificios históricos se habían derrumbado. Las iglesias, los techos de las catedrales pero no los edificios nuevos (solo se cayeron dos). No solo influyeron los siglos de construcción sino las posteriores modificaciones que se hicieron en sus muros. “En Lorca se cayeron todos aquellos que fueron intervenidos con hormigón”. Para José Carlos Salcedo, profesor de la Universidad de Extremadura, ese fue el mayor problema que tuvo Lorca tras el seísmo de 2011 y el que ha tenido Italia con el terremoto de esta semana y que ha hecho desaparecer el pueblo de Amatrice.
Salcedo coordina un grupo de trabajo que se creó a partir del terremoto de Murcia, donde murieron nueve personas, y que estudia cómo se comportan los edificios históricos en un seísmo. “En España si miras las catedrales y en las bóvedas, en todas hay forjado de hormigón. Es increíble. Porque no tenemos el riesgo sísmico de Italia; si no, nos pasaría lo mismo, todo se vendría abajo”, alerta. Fue en los años sesenta cuando las modificaciones para reestructurar edificios históricos incorporaban dos elementos fatales: forja y hormigón.
Que el hormigón y el forjado sean el enemigo a batir en una iglesia del siglo XVI tiene una explicación: “Cuando a un edificio de mampostería se le pone hormigón, le añades una masa innecesaria que implica más peso y más rigidez; si hay un terremoto lo normal es que se rompa”, explica Salcedo.
Aunque el grupo de la Universidad de Extremadura lleva solo cinco años trabajando en un tema tan específico -“los grandes expertos son los americanos pero ellos no tienen patrimonio histórico”- ya han llegado a conclusiones tangibles. Tienen dos patentes de un nuevo material con más ductilidad, que admite grandes deformaciones sin llegar a romperse, que permite que el edificio “se comporte como un flan”. Un material que ya ha comprado alguna empresa y que se ha incorporado al templo de Diana en Mérida. Continúan investigando, porque no se puede aplicar a la mayoría de los edificios históricos. “No somos tan pocos investigando esto porque seamos Einstein, es que no hay nadie que le dé por estudiar estas cosas”, bromea.
¿Y si no se puede utilizar ninguno de estos dos materiales? “Los edificios se pueden reconstruir con los mismos con los que fueron construidos, piedra y ladrillo”, explica el profesor de la Universidad de Extremadura. Una técnica, sencilla, que también aplicó Eduardo Barceló, el arquitecto encargado de coordinar el Plan Director de Recuperación de Patrimonio Histórico de Lorca. Él apostó por elementos próximos al original, por las maderas, por ejemplo, para apoyar las tejas. Nadie garantiza que no sufran en un seísmo, pero lo más probable es que no colapsen.
“En Italia, por las imágenes que he visto en las noticias, hay estructuras muy masivas, grandes muros construidos con piedra, mampostería pero sin argamasa. Son elementos potentes pero que no tienen cohesión entre materiales”, apunta Barceló. Salcedo también se ha dado cuenta, quizá por formación profesional, de que en las fotografías del rescate de una niña, esta aparecía debajo de un forjado de hormigón.
“De los edificios históricos no se preocupa nadie, las normas son solo para los nuevos”, avisa Salcedo. La implicación de las Administraciones vuelve a ser vital para evitar que el número de víctimas crezca tras un seísmo en una zona con mucho patrimonio. “Hay que invertir más, investigar más y escuchar a los expertos a los que solo nos llaman un día después del terremoto”, se queja el profesor de universidad aunque, Barceló, arquitecto, es más práctico: “Si hay una normativa de revisión de edificios, como la ITE, nl zonas sísmicas debe haber inspecciones similares para conocer las medidas adecuadas que consoliden los edificios históricos. El Estado debe dar subvenciones para ello a zonas como Murcia y Granada”.
Varios expertos advertían solo horas después del terremoto de Italia que uno de los problemas de tanta devastación era que las casas de estos pueblos estaban construidas antes de 1980 sin tener en cuenta el resigo sísmico de la zona, un riesgo alto. Zonas pobres que no han incluido ninguna reforma posterior para soportar un terremoto. La fiscalía de Rieti ha abierto incluso una investigación porque hasta edificios que habían sido reestructurados después del terremoto de 2009 en L'Aquila también han colapsado.
Salcedo y su equipo se trasladará a la zona del siniestro el día 19, un viaje que ya estaba previsto desde hace tiempo pero que servirá para evaluar los daños estructurales. La colaboración entre españoles e italianos se extiende desde hace tres años. Este mes de febrero se organizó el tercer Simposio de Investigación de Patrimonio Arquitectónico en España e Italia con la participación de expertos de Florencia, un intercambio de conocimientos en el que también han participado profesores de Lisboa, una ciudad que sufrió uno en 1755 de grado 8 en la magnitud Richter que llegó a producir muertos en España.
¿Podría ser Granada un Amatrice?
Con edificios históricos y en una zona de peligrosidad sísmica, Granada podría ser otro Lorca u otra Amatrice. La ciudad, sin embargo, parece que quiere evitar el riesgo. Está a punto de aprobar administrativamente un plan de actuación en caso de riesgo sísmico donde se evalúa desde cómo coordinar a los servicios de emergencia hasta una estimación de la gente que se podría quedar sin hogar. Sergio Iglesia, asesor técnico del Servicio contra Incendios y Protección Civil del Ayuntamiento de Granada, sabe ese número estimado y hasta de posibles víctimas, pero evita decirlo. “Aún no está aprobado administrativamente”, se excusa.
Existe un mapa, una especie de semáforo, con los edificios más sensibles en un terremoto granadino; el color rojo domina el centro de Granada, según explica el propio asesor técnico. “No podemos ir edificio por edificio pero hacemos una estimación según el número de alturas, qué edificio tiene al lado y le damos un número de vulnerabilidad de va de 0 a 1. Hay factores que influyen mucho y que le pueden dar una categoría 0,5 o 0,8, como que esté en pendiente, en un suelo blando, etc.”. El escenario, sin embargo, no sería “tan catastrófico” como el de Amatrice, según Iglesia. “No tenemos la falla debajo y la más cercana está a unos 15 o 20 kilómetros de la ciudad”.
Cuando la tierra dejó de temblar en Lorca y los vecinos echaron la vista atrás vieron que sus edificios históricos se habían derrumbado. Las iglesias, los techos de las catedrales pero no los edificios nuevos (solo se cayeron dos). No solo influyeron los siglos de construcción sino las posteriores modificaciones que se hicieron en sus muros. “En Lorca se cayeron todos aquellos que fueron intervenidos con hormigón”. Para José Carlos Salcedo, profesor de la Universidad de Extremadura, ese fue el mayor problema que tuvo Lorca tras el seísmo de 2011 y el que ha tenido Italia con el terremoto de esta semana y que ha hecho desaparecer el pueblo de Amatrice.
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