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Bildu se resiste a la reconstrucción del cuartel de Legutiano que voló ETA
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un atentado que costó la vida al agente piñuel

Bildu se resiste a la reconstrucción del cuartel de Legutiano que voló ETA

Se van a cumplir ocho años del atentado al cuartel de Legutiano (Álava). En su lugar, solo una foto del agente asesinado, ramos de flores que dejan los compañeros de la víctima y un poema de su viuda

Foto: Poema de la viuda de Juan Manuel junto a la foto de su esposo.
Poema de la viuda de Juan Manuel junto a la foto de su esposo.

A las 2:55 del 14 de mayo de 2008, una furgoneta Citröen Berlingo, color granate, con matrícula francesa 4962-TL-87 (que había sido robada un mes antes), hacía explosión frente a la casa cuartel de la Guardia Civil de Legutiano (en Álava). La fuerte detonación, provocada por 200 kilogramos de amonal (uno de los explosivos favoritos de la banda terrorista ETA), provocaba la muerte por traumatismo cervical del agente Juan Manuel Piñuel Villalón, de 41 años, y hería a las 27 personas (12 de ellas civiles) que esa noche dormían en la vetusta instalación de la Benemérita.

Los etarras habían dejado el coche bomba apenas dos minutos antes. La explosión produjo graves desperfectos en la estructura del edificio, derrumbando la zona central de la fachada principal y provocando daños que la Audiencia Nacional tasó en 3,18 millones de euros. Hoy, ocho años después, apenas quedan cicatrices visibles de la herida terrorista: una caseta de vigilancia medio derruida, una valla oxidada, un ramo de flores y una foto del agente Piñuel junto a un poema de su viuda Victoria para recordar "a todas las personas que como él ya no están presentes por culpa de la violencia, el odio y la injusticia".

Algunos compañeros de Piñuel siguen acudiendo periódicamente, como si de un santuario se tratara, al solar que hace ocho años ocupaba un edificio blanco de tres pisos, muy próximo al embalse de Urrunaga. "Siento asco y rabia. Hace poco hablé con un policía local de un pueblo de Navarra, confidente nuestro durante 15 años, y votante de siempre de HB. Ellos dicen abiertamente que han ganado, y que Arnaldo Otegi será lendakari con los votos de Podemos. Yo estoy de acuerdo. Extender el sufrimiento a toda la sociedad les ha sido rentable", señala un veterano agente antiterrorista que estuvo destinado en la zona y que siempre que puede desposita un ramo de flores junto a la garita que aún permanece en pie. "¿Para qué ha servido todo esto?", se pregunta.

Desde el atentado, que además provocó la demolición del edificio, no hay guardias civiles en la zona. Los que estaban destinados en Legutiano fueron trasladados a la Comandancia de Vitoria, donde todavía hoy disponen de unas oficinas. El pueblo tampoco les echa de menos. Legutiano, de 1.400 habitantes, siempre fue un feudo 'abertzale' hasta que Batasuna fue ilegalizada. En 2008 gobernaba Eusko Alkartasuna. Hoy lo hace Bildu, y el PNV es el único grupo de la oposición. "No queremos que regrese la Guardia Civil", señala la alcaldesa, Nekane Garaigordobil. "Levantar un cuartel con la crisis que hay y el gasto que supone para no dar ningún servicio, la verdad es que preferimos que no se haga", sentencia la regidora. Por si hay dudas, una pintada amenazante mancha la valla que protege el solar: 'Alde hemendik', o lo que es lo mismo, 'fuera de aquí'.

Legutiano es ahora una especie de limbo. El destino como tal sigue existiendo dentro de las estructuras operativas de la Guardia Civil, a pesar de que sus componentes están físicamente en otro sitio, en Vitoria, situada a 13 kilómetros. Cuando el cuartel era una realidad, los agentes allí destinados se dedicaban a la protección del emplazamiento y labores antiterroristas. Nada de seguridad ciudadana, un trabajo que hacía y hace la Ertzaintza. Los agentes destinados ahora en el inexistente puesto de Legutiano se dedican desde su oficina de Vitoria a funciones de apoyo a otras unidades. En concreto, a las labores que tiene encomendada la Primera Compañía de la Comandancia: el control y vigilancia del aeropuerto de la capital alavesa y tareas de seguridad ciudadana en el Condado de Treviño, zona que pertenece a Burgos pero que organizativamente está encomendada a Vitoria.

La Guardia Civil volverá a Legutiano, a pesar de los recelos de la alcaldía y sus habitantes. Las obras del nuevo cuartel, presupuestadas en 2,45 millones, empezarán en marzo de 2017, según un portavoz de la Benemérita. El instituto armado ha tenido que ganar una batalla judicial para que así sea. El Tribunal Supremo avaló en marzo de 2015 la construcción del cuartel, que había sido declarado por el Gobierno de interés público excepcional para salvar los obstáculos que ponía el Ayuntamiento, que se negaba a conceder las licencias municipales de obra.

Vídeo: ocho años del atentado al cuartel de Legutiano

De hecho, el Consistorio de Legutiano recurrió dos resoluciones del Ejecutivo central: la que autorizaba las obras del nuevo cuartel y la que declaraba la instalación de interés público excepcional. En un principio, la Audiencia Nacional, la misma que había condenado a los dos etarras que aparcaron la furgoneta bomba a 515 años de prisión, dio la razón a la Corporación municipal. El Gobierno tuvo que acudir entonces al Tribunal Supremo, que el año pasado dictaminó que "la competencia municipal para otorgar licencias no se reconoce por la Constitución para incidir negativamente en los intereses generales de la Nación". Nekane Garaigordobil, la alcaldesa, asegura que "nadie se ha puesto en contacto con nosotros para empezar a construir el cuartel" y que acatarán la ley.

¿Es necesario el cuartel?

La desaparición de ETA y el hecho de que la Guardia Civil no tiene las competencias de seguridad ciudadana en la zona limitan considerablemente la tarea del instituto armado, que en la práctica se dedicaría a proteger el edificio, en el caso de que se construyera un nuevo inmueble, argumento que el Ayuntamiento utiliza para justificar que no es necesario un gasto de esta magnitud. Desde la Asociación Unificada de Guardias Civiles (AUGC), por su parte, se muestran a favor de reducir el número de cuarteles y concentrar a los efectivos en edificios centralizados y más grandes con el fin de que los funcionarios se dediquen a patrullar las calles.

El portavoz de AUGC, Juan Fernández, asegura que esta reestructuración permitiría que los guardias dedicados a proteger edificios y las tareas administrativas que estos conllevan pasaran a la vía pública, donde tendrían más presencia y mejorarían la seguridad ciudadana, tan deteriorada en las zonas rurales durante los últimos años. Actualmente, ninguno de los guardias civiles heridos por el atentado de Legutiano se encuentra de baja psicológica. Los que se dieron de baja por este motivo o por las heridas ya están trabajando o se jubilaron.

"Un país inmerso en la corrupción tiene prisa por olvidar, nosotros no. Yo les odio y les odiaré toda mi vida. He hecho memoria y creo que he estado en unos 40 funerales de compañeros y amigos, asesinados por esas bestias. A mí me quisieron matar y no lo consiguieron, a mis mejores amigos también. Nunca les perdonaré y en mi último aliento les seguiré odiando con toda mi alma, a ellos, y a quienes les han dado cobertura", señala un compañero de Piñuel. Las heridas parecen lejos de cerrarse, y quizá se vuelvan a reabrir cuando las excavadoras regresen a Legutiano para iniciar las obras.

Hace falta cordura, la que impone el poema escrito por Victoria, la viuda de Juan Manuel, en la vieja verja que protege el solar: "Paz profunda de la ola que corre hacia ti; paz profunda del aire que fluye hacia ti; paz profunda de la tierra callada para ti; paz profunda de las estrellas que brillan para ti; paz profunda de la noche apacible para ti; paz profunda para ti".

A las 2:55 del 14 de mayo de 2008, una furgoneta Citröen Berlingo, color granate, con matrícula francesa 4962-TL-87 (que había sido robada un mes antes), hacía explosión frente a la casa cuartel de la Guardia Civil de Legutiano (en Álava). La fuerte detonación, provocada por 200 kilogramos de amonal (uno de los explosivos favoritos de la banda terrorista ETA), provocaba la muerte por traumatismo cervical del agente Juan Manuel Piñuel Villalón, de 41 años, y hería a las 27 personas (12 de ellas civiles) que esa noche dormían en la vetusta instalación de la Benemérita.

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