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Carpetazo al presunto saqueo por Parra y Cursach de 20,7 millones al Banco de Valencia
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los desmanes financieros de la burbuja

Carpetazo al presunto saqueo por Parra y Cursach de 20,7 millones al Banco de Valencia

La entidad compró inmuebles del magnate mallorquín a precios muy superiores a los de mercado ante el impago de sus deudas. La operación buscaba disminuir los riesgos con el promotor, según el juez

Foto: El presidente del Banco de Valencia, José Luis Olivas (i), y el consejero delegado, Domingo Parra (d).
El presidente del Banco de Valencia, José Luis Olivas (i), y el consejero delegado, Domingo Parra (d).

La crisis inmobiliaria que ha dejado en la calle a miles de familias desahuciadas por no poder pagar sus hipotecas no ha afectado a todos por igual. Si no, que se lo digan a Bartolomé Cursach, el gran empresario del ocio mallorquín, dueño de varias de las discotecas más importantes de la isla -BCM, Titus, Riu- y expropietario del Real Mallorca. En plena bonanza, Cursach recibió del Banco de Valencia dos créditos para financiar la construcción de oficinas y locales en las afueras de Palma así como para varias promociones en Brasil por 33,5 millones de euros, pero cuando al estallar la burbuja dejó de pagar, el banco le compró varios de esos inmuebles por un valor muy superior al de mercado. La investigación sobre esa operación, que originó un quebranto a esa entidad -rescatada en 2011- de 20,7 millones, según un perito del Banco de España, acaba de archivarse en la Audiencia Nacional.

El empresario obtuvo en septiembre de 2006 un préstamo de 17,3 millones para la construcción y promoción de locales comerciales, oficinas y garajes en el polígono industrial de Son Valentí, a las afueras de Palma. Tres años después, en noviembre de 2009, solicitó un nuevo crédito de 3,5 millones para refinanciar sus deudas. El Banco de Valencia también le concedió otros 10 millones en 2008 para las inversiones inmobiliarias que su grupo estaba desarrollando en Brasil. Al año siguiente se le concedió otro de 2,7 millones para refinanciar el anterior.

Cursach no pudo hacer frente a sus obligaciones, pero el exconsejero delegado del Banco de Valencia Domingo Parra salió presuntamente en su auxilio. En diciembre de 2010, actuando a espaldas de los órganos de control de la entidad, el directivo ordenó que una de las participadas del banco que dirigía, Urbanizadora Experiencia Inmobiliaria, adquiriera los inmuebles de Palma que el empresario había construido con los créditos que cuatro años antes le había concedido. La 'dación en pago' supuso la cancelación de los préstamos para su expansión americana. El resto de los prestamos que se le habían dado los heredó Urbanizadora. Es decir que, desde entonces, fue una sociedad del propio banco la que tuvo que hacer frente a las deudas contraídas por el magnate del ocio.

El banco obvió directamente la caída de precios que provocó la explosión de la burbuja

Pero las irregularidades no se quedaron en esa privilegiada dación en pago. El precio pagado por esos inmuebles por el banco a través de su participada fue, según el perito judicial del Banco de España designado por la Audiencia Nacional, muy superior al de mercado. En concreto, 20,7 millones de euros por encima de su valor real. El coste de uno de esos edificios fue de 28,8 millones cuando su valor estimado en diciembre de 2010, cuando se cerró la operación, era de 16,1 millones. El otro se hubiera podido adquirir por 23 millones, pero al banco le costó 31 millones. El banco, pues, obvió directamente la caída de precios que provocó la explosión de la burbuja y pagó a su cliente el valor que tenían los inmuebles durante el 'boom'. Una vez adquiridos los inmuebles, el banco se los alquiló de nuevo a Cursach.

El banco le compró lavavajillas, batidoras...

Otro de los indicios de la intención del banco de beneficiar a Cursach con la operación es el hecho de que, además de comprar sus locales, el Banco de Valencia adquirió todo lo que había en uno de ellos. Es decir, que la 'dación en pago' no solo consistió en la compra de los edificios por parte de Urbanizadora, sino también en la compra de botelleros, fabricadoras de cubitos, lavavajillas, microondas, tostadores, batidoras, un futbolín, una mesa de billar, percheros, mesas, lámparas... todo el mobiliario de una discoteca. Y pagó por todo ello 2,5 millones más. Solo 12 días después de la compra de todos esos trastos, el Banco de España intervino la entidad.

Toda la operación fue llevada personalmene por el entonces consejero delegado del banco Domingo Parra, que habría decidido de manera unilateral la compra de los inmuebles y los cacharros de Cursach. La operación la ejecutó a sus órdenes el director de participadas de la entidad, Alfonso Monferrer. Se hizo sin que el comité de dación en pago del banco la hubiera estudiado: Parra y Monferrer la llevaron a cabo el 9 de diciembre de 2010 -con el banco ya intervenido- y ese comité se reunió el 20 de ese mismo mes, indicándose que se trataba de una "operación firmada como hecho consumado".

Solo 12 días después de la compra de todos esos trastos, el Banco de España intervino la entidad

El juez Santiago Pedraz archivó el pasado 28 de marzo el caso abierto contra Parra, Monferrer y Cursach por esta operación. Lo hizo tras recibir un informe de Anticorrupción en el que se aseguraba que la 'dación en pago' efectuada por el empresario y aceptada por el banco se enmarcaba "dentro de una actuación dirigida a disminuir los riesgos vivos con determinados grupos promotores, conforme exigía el Banco de España". La compra por parte del Banco de Valencia de esos inmuebles buscaba, según el Ministerio Público, "garantizar el pago de las deudas que aún mantenía el grupo Cursach" con la entidad "sin que conste la finalidad de beneficiar al grupo empresarial del deudor". El escrito de la fiscal Concepción Sabadell también señalaba que Cursach se encontraba al corriente de todas sus deudas con el Banco de Valencia, que ascenderían a más de 30 millones de euros.

El abogado designado por el Fondo de Reestructuración Ordenada Bancaria (FROB) en representación del Banco de Valencia -que tras su saneamiento pasó a integrarse en Caixabank- ya ha recurrido la decisión. Ahora será la Sala de lo Penal de la Audiencia la que decida si confirma el archivo decretado por Pedraz o si ordena al instructor reabrir el caso y seguir investigando a los dos exdirectivos y al empresario por administración desleal. Si, al contrario de lo que cree el instructor, considera que existen indicios de que Parra decidiera perjudicar al banco que dirigía para privilegiar los intereses de Cursach. El gran magnate del ocio nocturno mallorquín. El expropietario de un club de fútbol que hasta hace tres años disputaba la Primera División.

La crisis inmobiliaria que ha dejado en la calle a miles de familias desahuciadas por no poder pagar sus hipotecas no ha afectado a todos por igual. Si no, que se lo digan a Bartolomé Cursach, el gran empresario del ocio mallorquín, dueño de varias de las discotecas más importantes de la isla -BCM, Titus, Riu- y expropietario del Real Mallorca. En plena bonanza, Cursach recibió del Banco de Valencia dos créditos para financiar la construcción de oficinas y locales en las afueras de Palma así como para varias promociones en Brasil por 33,5 millones de euros, pero cuando al estallar la burbuja dejó de pagar, el banco le compró varios de esos inmuebles por un valor muy superior al de mercado. La investigación sobre esa operación, que originó un quebranto a esa entidad -rescatada en 2011- de 20,7 millones, según un perito del Banco de España, acaba de archivarse en la Audiencia Nacional.

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