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Los policías de Madrid echan de menos a sus antidisturbios tras dos días sangrientos
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Los policías de Madrid echan de menos a sus antidisturbios tras dos días sangrientos

Casi una veintena de heridos y un muerto enervan a los funcionarios, que recuerdan que hace un mes el Ayuntamiento decidió suprimir la unidad de élite de control del orden público

Foto: Varios miembros de la Policía Municipal de Madrid increparon al concejal Javier Barbero el pasado 16 de febrero tras conocer la supresión de los antidisturbios. (EFE)
Varios miembros de la Policía Municipal de Madrid increparon al concejal Javier Barbero el pasado 16 de febrero tras conocer la supresión de los antidisturbios. (EFE)

Los policías municipales de Madrid echan de menos a sus antidisturbios tras un fin de semana protagonizado por las reyertas callejeras que ha dejado casi una veintena de heridos, entre ellos 14 funcionarios, y un muerto. La sangrienta batalla campal se ha producido justo un mes después de que el concejal de Seguridad, Javier Barbero, suprimiera uno de los dos grupos de las Unidades Centrales de Seguridad (UCS), comúnmente denominadas antidisturbios, y anunciara a sus policías la transformación del otro en un departamento de apoyo en apenas dos meses, lo que supone la completa desaparición del departamento.

Sindicatos y asociaciones profesionales se lanzaron entonces a criticar duramente la decisión de Barbero e incluso llegaron a realizarle un polémico escrache que levantó una enorme polvareda en la Concejalía. Ahora los policías vuelven a increpar al responsable de la seguridad municipal y a recordarle que la unidad no estaba ahí por capricho sino que tenía un sentido. Entienden que lo que hacían cumplía una función que en este momento se encuentra huérfana.

La madrugada del pasado sábado al domingo, poco después de la media noche, en la calle Jerónima Llorente, un grupo de dominicanos increpó a cinco agentes de la Policía Nacional que salían de cenar en un restaurante. Uno de estos últimos se disponía a entrar en su vehículo cuando recibió el impacto en la cara de un objeto de cristal. Cuando otro funcionario le pidió explicaciones, el agresor le lanzó un puñetazo en la cara. Comenzó entonces una batalla campal entre policías y miembros de la banda latina que se prolongó durante varios minutos.

Patrullas de la Policía Nacional y de la Policía Municipal fueron llegando poco a poco al lugar para tratar de poner orden, cosa que parecía imposible. Después de detener a dos personas, un grupo de ciudadanos comenzó a increpar a los agentes, "insultarles y dificultar de manera activa" los arrestos. Una mujer, de hecho, lanzó un triciclo contra la cara de uno de los funcionarios que trataba de seperar a dos implicados en la reyerta. Los agresora trató de huir. Dos policías la persiguieron y consiguieron reducirla no sin antes recibir varios puñetazos de la detenida.

Dos hombres más trataron de golpear con una botella y un bate de béisbol, otra señora intentó lanzar un puñetazo a un agente y varios aprovecharon para hacerse con prendas de los funcionarios. Media docena de personas fueron finalmente detenidas. Los cinco agentes que estaban cenando y recibieron los primeros golpes fueron trasladados a los hospitales Nuestra Señora de América y La Paz para ser atentidos por las diferentes heridas que sufrieron en todo el cuerpo. El portavoz del Sindicato Independiente de Policía (SIPE), Alfredo Perdiguero, comunicó lo ocurrido por Twitter y calificó los hechos de "batalla campal en la que podían haber matado a alguien".

Esto último, de hecho, sí se produjo un par de horas antes. Cerca de las 23 horas, en la puerta de Sol se había producido otra reyerta masiva en la que estaban implicados un grupo de 20 jóvenes de origen latino. Un joven murió con motivo de la pelea callejera que tuvo lugar y otro chico fue gravemente herido. Durante más de una hora, la veintena de jóvenes generó un verdadero pánico por las calles del centro de la ciudad. No en vano, desde las emisoras de la Policía recibieron llamadas alertando de que éstos se encontraban con machetes y navajas apuñalando gente.

La postura entre los policías no es unánime en relación con si los antidisturbios podían haber hecho algo en los citados episodios violentos, pero todos coinciden en que la desaparición de esta unidad no va en la buena dirección. Desde el sindicato CSIT sí tienen claro que las UCS son claves para estas reyertas. "En circunstancias como las de la pasada noche es cuando más entendemos que tenemos que tener una unidad especializada como las UCS, que está preparada para darnos cobertura y seguridad", aseguran.

El Colectivo Profesional de Policía Municipal (CPPM), por su parte, ha remitido una carta abierta a la alcaldesa de Madrid, Manuela Carmena, en la que denuncia la incorrecta política de seguridad que sigue el Ayuntamiento, en la que enmarca la desaparición de los antidisturbios, aunque también la eliminación del unidades como la Sección de Análisis de la Información, que se dedica a rastrear las redes sociales para localizar quedadas de grupos violentos.

Esta labor policial preventiva, tras la desaparición de estas dos unidades, por lo tanto, entienden desde CPPM, perjudica claramente la seguridad de los ciudadanos. Como también lo hacen los gestos que realizan los propios políticos, por ejemplo, derivando las denuncias del botellón o relativas a la Ley de Seguridad Ciudadana a la Delegación del Gobierno, cuando es competencia del Ayuntamiento su aplicación. "Este mensaje de buenismo y de que no se aplican las normas llega a los malos, que ven una barra libre en Madrid", aseguran.

Los policías municipales de Madrid echan de menos a sus antidisturbios tras un fin de semana protagonizado por las reyertas callejeras que ha dejado casi una veintena de heridos, entre ellos 14 funcionarios, y un muerto. La sangrienta batalla campal se ha producido justo un mes después de que el concejal de Seguridad, Javier Barbero, suprimiera uno de los dos grupos de las Unidades Centrales de Seguridad (UCS), comúnmente denominadas antidisturbios, y anunciara a sus policías la transformación del otro en un departamento de apoyo en apenas dos meses, lo que supone la completa desaparición del departamento.

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