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La declaración de la Infanta evidencia el cisma entre las 'dos Casas Reales'
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insiste en el asesoramiento de zarzuela

La declaración de la Infanta evidencia el cisma entre las 'dos Casas Reales'

La Infanta y su marido afirman que la Casa Real conocía sus actividades. La institución de aquella etapa ha quedado señalada. Pero Felipe VI, ajeno a todo ello, sale reforzado

Foto: La infanta Cristina declara en Palma de Mallorca por el juicio del Caso Nóos. (EFE)
La infanta Cristina declara en Palma de Mallorca por el juicio del Caso Nóos. (EFE)

La imagen fue histórica. Una Infanta de España sentada en el banquillo de los acusados ante un tribunal que la juzgará como cooperadora necesaria de dos delitos fiscales, los que se le imputan a su marido, Iñaki Urdangarin, por sus declaraciones en el IRPF de los años 2007 y 2008. La declaración de Cristina de Borbón, que adoptó el rol de 'madre ocupada' centrada en la crianza de sus hijos ante las tres magistradas, iba encaminada a alejarse por completo de la gestión de Aizoon, sociedad de la que es propietaria al 50%. "Yo confiaba en mi marido". "Era él quien se encargaba de las cuestiones económicas". "Yo sólo sabía que mi marido canalizaba sus ingresos a través de la sociedad", relató la hija del Rey Juan Carlos a su abogado, Pablo Molins, el único letrado al que respondió de viva voz.

La infanta Cristina, igual que su marido horas antes, insistió en que la Casa Real estaba al corriente de todas sus actividades. Iñaki Urdangarin incluso señaló el conocimiento directo del rey emérito al admitir reuniones periódicas con el abogado de don Juan Carlos, José Manuel Romero -conde de Fontao- "para ver cómo iban las cosas". La otra persona que ejercía como enlace directo entre el Palacio de la Zarzuela y el matrimonio era Carlos García Revenga, secretario personal de las infantas. A ellos también se refirió en muchas ocasiones Cristina de Borbón en su declaración del jueves: "Confiaba en mi marido, en Carlos García Revenga, en mis compañeros de trabajo y en José Manuel Romero. Este era mi entorno más cercano", aseguró al letrado.

La sobreexposición de la Casa Real en sendas declaraciones podría deteriorar en gran parte la imagen de la institución que, tras las afirmaciones de la Infanta y su marido, ha quedado indiscutiblemente marcada en un difícil contexto judicial. Más teniendo en cuenta que todas las personas que doña Cristina apunta de su círculo de confianza pertenecen a la etapa del rey Juan Carlos al frente de la Corona, los anteriormente citados y Federico Rubio, asesor fiscal de Zarzuela y el hombre que controlaba las cuentas del monarca: "Todo lo que hacíamos estaba controlado" por los asesores, afirmó la Infanta. Tanto el conde de Fontao como García Revenga deberán declarar en calidad de testigos, igual que lo harán dos ex jefes de la Casa del Rey, Fernando Almansa y Alberto Aza.

Así fue la declaración de Cristina de Borbón.

El juez Castro imputó al que fuera secretario y amigo personal de las infantas en enero de 2013 y lo 'desimputó' un año después, en junio de 2014 a pesar de considerar que estaba "al tanto" de todo lo que ocurría en el Instituto Nóos. Su relación con las infantas Elena y Cristina se remonta a los años ochenta cuando era un joven profesor y terminó siendo el tutor de ambas. Ya en 1993 entró en la Zarzuela como secretario de las dos hermanas y acabó convirtiéndose en su hombre de total confianza. En lo que respecta a Nóos, entró en 2003 a formar parte del Instituto, del que terminó siendo tesorero.

Aún así, Revenga aseguró -como ya explicó al magistrado y previsiblemente lo hará el 20 de abril cuando declare en el juzgado de Palma- que desconocía completamente que la entidad dirigida por Urdangarin y Diego Torres desarrollara actividades ilícitas con las que después se cometió un fraude fiscal. Afirmación que no sorprende a fuentes cercanas al exsecretario de las hijas del rey emérito y que conocieron su función entre las paredes de la Zarzuela, teniendo en cuenta su formación como profesor y el desconocimiento en cualquier materia fiscal. "Es extraño pensar que él asesorara a alguien fiscalmente. Él era su secretario y la relación era muy estrecha, pero nada más", aseguran a este diario.

En efecto, y pese a las múltiples referencias a la Casa Real en las declaraciones del juzgado de Palma, todas ellas se refieren a la anterior etapa. La 'actual' institución con Felipe VI al frente se ha visto completamente al margen de toda relación con el Caso Nóos e incluso con el matrimonio Urdangarín-Borbón. En parte el motivo ha sido precisamente la contundente actuación del actual Rey, que aún siendo Príncipe se mostró crítico con la situación que atravesaba su hermana y su cuñado y que todavía lo fue más al ponerse al frente de la Corona.

Pese al hermetismo de la institución, don Felipe ha impulsado desde su llegada transformaciones históricas en el interior de la Casa del Rey como fue la primera auditoría externa en la Zarzuela a manos de interventores del Estado o el impulso de una nueva normativa interna con la intención de dar aires de renovación y transparencia a la institución y devolverle el prestigio que en los últimos años se ha visto mermado en gran parte por culpa del caso Nóos.


El nuevo Código incluyó una serie de reglas como la regulación de los regalos que podían recibir los miembros de la Familia Real y, además, estableció un código de conducta para todos los empleados de la Zarzuela, para mantener "un comportamiento ejemplar que contribuya" a que los ciudadanos “crean, sientan respeto y confíen” en la institución. Desde 2014 además la Corona se incluyó en la esperada Ley de Transparencia, pese a que recoge matices específicos para su aplicación.

Sin duda, el mayor golpe de efecto de Felipe VI tuvo lugar cuando se cumplía un año de su proclamación, en junio de 2015, al retirar el título de duquesa de Palma a su hermana Cristina en un gesto sin precedentes por parte de la Jefatura del Estado que pretendió demostrar ejemplaridad en su función y, sobre todo, un giro colosal en la institución: las cosas con Felipe VI habían cambiado y era necesario que la sociedad española lo comprendiera.

La imagen fue histórica. Una Infanta de España sentada en el banquillo de los acusados ante un tribunal que la juzgará como cooperadora necesaria de dos delitos fiscales, los que se le imputan a su marido, Iñaki Urdangarin, por sus declaraciones en el IRPF de los años 2007 y 2008. La declaración de Cristina de Borbón, que adoptó el rol de 'madre ocupada' centrada en la crianza de sus hijos ante las tres magistradas, iba encaminada a alejarse por completo de la gestión de Aizoon, sociedad de la que es propietaria al 50%. "Yo confiaba en mi marido". "Era él quien se encargaba de las cuestiones económicas". "Yo sólo sabía que mi marido canalizaba sus ingresos a través de la sociedad", relató la hija del Rey Juan Carlos a su abogado, Pablo Molins, el único letrado al que respondió de viva voz.

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